Dia lluvioso

- ¡¡Es absurdo!! -comenta Tamara-.
Que apaga el televisor y observa desde la ventana. El sol se deja ver en todo su esplendor. Le parece ilógico que en las noticias anuncien que será un día lluvioso. Una vez en el cuarto, Tamara se baja la braga casi corriendo. Estaba un poco apresurada porque hoy le tocaba auditoria en su empresa. No quería que alguien llegara antes que ella, se sentiría irresponsable. Al único que podía aceptar que estuviera antes que ella era a Leonardo, porque le había tocado hacer la auditoria con él. Cuando entró al cuarto ocurrió lo que imaginaba, allí se encontraba Alfredo, que le enseñaba el bojote por encima de la pijama.
- Buenos días- saludó ella.
- Buenos días, Diana - dice él, sin quitar la vista de su hermoso cuerpo- ¿podrías ayudarme con esto? –señalando su verga dura.
- ¡Seguro! -colocó su braga sobre la cómoda y tomó la vaselina. ¡Enseguida vuelvo! -Agregó.
Cuando la mujer volvió, encontró a su compañero desnudo y completamente excitado.
- ¿Ocurre algo, Alfredo? -dice en tono jocoso.
- Es sólo que me parece tonto que dijeran que tendríamos constantes lluvias, cuando el sol está más radiante que nunca- suspira él.
- Con tal de que no se trate de ningún suceso extraño -sonríe Tamara, volviendo su vista hacia fuera- pero es cierto, el día está más que hermoso...
Ahora, montada sobre Alfredo introducía el miembro en su húmeda vulva. Estaba excitada. Ambos permanecieron en silencio por unos minutos.
- ¿Y…? -dice Tamara jadeando- ¿Vas a cogerme como a ella?
- ¿Eh…qué? -la pregunta sorprende por completo al chico, que se sonroja casi al instante, bueno al escuchar la palabra mágica “ella”.
- ¡Oh! Te aseguro que si ella fuera una chica de mente abierta las cosas se te haría un poco más fácil ¿no te parece? –sonrió Tamara.
- A veces me gustaría que ella fuera un poco más... más... más como tú... -suspira Alfredo.
Tamara se volteó rápidamente hacia él. Ella no se esperaba una “confesión” así. ¿De qué se trataba? La verdad esas palabras la habían dejado un poco consternada. Pensaba que la esposa de Alfredo era más “complaciente”
- Quiero decir, un poco más caliente -continúa él, ajeno a los pensamientos de Tamara- tal vez no estaría con la incertidumbre de cómo decirle a ella...
- ¡Eh... claro! -ella recupera el ritmo de la penetración-, pero ten en cuenta que eso es parte del encanto de seducirla...
- Sí, así… me gusta...- él se sonroja levemente-. Me voy…me voy…
Pensó Tamara, -mirando de reojo a Alfredo corriéndose- es en estos momentos que envidio tanto a Sarita. Si ella siquiera. Se la imaginaba haciendo trío, tendría que estar loca para seguir prefiriendo ser “pacata”. En este mundo de hoy.
La montada transcurrió con toda normalidad. Salvo que Tamara volteaba de vez en cuando hacia la ventana, el día había empezado poco a poco a nublarse. Al principio el cielo tenía un leve tono grisáceo pero a la hora las nubes empezaban a tornarse de un color más oscuro. Ahora, ya se trataba de grandes nubarrones que anunciaban la llegada de una tormenta.
- Por lo visto los de la televisión no se equivocaban- le susurra sofocada Tamara.
- Sí, sólo espero que no empiece a llover porque no sé lo cómo haré para llegar a casa- comentó el chico.
Ya había eyaculado y Tamara se limpiaba con una toallita coqueta que usaba para estos fines
- Oh, no te preocupes por eso, yo te puedo llevar,-le sonríe ella, enseñándole el fruto del encuentro.
- No, no te tomes molestias antes de tiempo. De todas formas, no creo que llueva todavía -dice inseguro.
Pero, mala suerte, la lluvia se desató unos minutos después. Comenzó con unas pocas gotas que al rato era una tormenta, con trueno, inclusive. Alfredo miraba impaciente a Tamara. Tamara por su lado se excitaba mucho con el caer de la lluvia, por eso había tomado la vaselina que untó abundantemente en su culito. Tenía tiempo que no lo hacía por detrás y aquella mañana era ideal, lluviosa y fría. Y aquella verga que todavía “tenía vida”. Con la toallita limpió un poco el miembro y comenzó a lengüetearlo, al comienzo delicadamente pero más resuelta después.
- Quiero que se te ponga bien dura para que la metas por detrás –tomó la mano de Alfredo y la colocó en su embadurnado culito.
Él sintió lo humectado y acarició su redondel que estaba suave y esperando.
- ¡Coño chama ya tienes “eso” listo!
El hombre se excitó sobremaneramente, jamás pensó que Tamara le ofrecería su culito. Más de una vez lo había rozado con la cabeza de la verga pero no la había metido, aunque ella nunca lo rechazó. Ahora ella, fuera de sí, le suplicaba prácticamente que se lo metiera por detrás. Continuaron expresándose cariño y pasión.
- Ya te dije que puedes cogerme con tranquilidad -dice ella-, tardaran en venir por mí...bueno por nosotros.
- No quiero causarte...dolor…ya sabes…
- ¡Vamos! Que no es ninguna molestia –dijo excitada -¡¿O es que vas a rechazarme por alguna otra razón?!
Alfredo la observó por unos segundos. Ella le estaba sonriendo de una manera especial... muy especial. Si lo pensaba con detenimiento, ella era la única persona a quien verdaderamente le tenía cariño y amor. No podía negarse aceptar un regalo tan grande como ese. De modo que se acercó a ella y la tomó por detrás.
- Está bien, te haré feliz -le dice amoroso.
Alfredo con una mano abre las nalgas brillantes por la vaselina y con la otra agarra su tronco de carne y comienza a embutirlo, abriendo el redondel. No parece notarlo, pero este gesto ha hecho que algo dentro de Tamara aflore, algo que ella no puede definir bien, sólo está segura de que le gusta lo que acaba de sentir. Ella quiere decir algo, pero no puede porque justo en ese momento Alfredo completa la introducción.
Claro ahora entendía, ella no había acabado por la vagina así que era su turno, pero por su culito. Después ella le explicó: sucedió que de jovencita había tenido un novio que le pidió la “prueba de amor” y ella, ni tonta ni perezosa, antes de quedar preñada le dio su culito…y le gustó.
Ella masajeaba su coño mientras la penetraban por detrás logrando orgasmos por las dos aberturas. Alfredo se sorprendió porque culeándola y enterrándole el largo pene ella debajo se contorneaba y jadeaba logrando un sensacional orgasmo al ritmo de la caída de la lluvia. Igual había sido la primera vez. La diferencia, ahora acababa por el coñito y por el culito.
Recuperados y abrazados se besaban… el interruptor sonó. Se arreglaron y bajaron.
- Discúlpenos, Señorita Tamara, pero es que con esta lluvia nos fue imposible llegar a tiempo -le dice el chofer.
- No, no importa -dijo y señalando a Alfredo agrega -él es un compañero y vendrá conmigo...
El camino a la empresa fue en silencio. Ninguno pronunció palabra. Sólo intercambiaban miradas de satisfacción amorosa.
Finalmente llegan a la empresa, ella suspira amorosamente, es feliz y voltea hacia Alfredo.
- Nos quedaremos aquí y cuando cese la lluvia yo misma te llevaré.
Ella amablemente lo condujo hasta la sala, y pidió merienda para ambos. Después de un rato y de vagar por la estancia.
- La merienda que ordenó está lista, señorita, -dice la sirvienta interrumpiendo.
- Gracias- sonríe ella.
- Si necesitan algo más por favor me avisan -dice amablemente antes de cerrar la puerta.
- Buen provecho -le dijo slla.
Alfredo terminó su desayuno y acordó con Tamara que el mensajero lo llevara a casa. Con un beso profundo se despidieron, prometiendo verse al día siguiente. Significaba que no dormiría con ella esa noche.
Al día siguiente en la cafetería próxima al trabajo de Tamara. Sarita llegando dice:
- ¡Buenos días, Tamara! -saluda Sarita entrando al salón.
- ¡Muy buenos días Sarita! -Tamara irradia felicidad.
- ¡Qué diferencia! -dice Sarita acercándose a la ventana y observando el día soleado y sin una nubes-, ayer llovió muchísimo y hoy, mira ¡Está totalmente soleado! ¡Qué clima más extraño!
- Dicen que se debe a una corriente Tropical -interviene Yadira- lo escuché ayer en las noticias del clima.
- Sí la meteorología es una ciencia muy interesante –explica Cheo-, que se remonta a la época de los griegos, quienes tenían un aparato que servía para predecir el estado del tiempo. El aparato recibía el nombre de Meteoros y de allí se deriva el nombre. El aparato tenía una forma triangular y en su punta tenía...
- ¡Oh, ya basta de tonteras! -dice Cheo golpeando a su amigo con un periódico- ¿No puedes dejar de decir mentiras por un momento?
- ¿Y…es qué era mentira? -pregunta Sarita.
Tamara, por su parte, ve a Alfredo un poco más alejado del grupo, que ya está discutiendo con Yadira sobre el origen de la meteorología. Ella ignora todas esas hipótesis y se acerca hasta él, que está contemplando la ventana.
- ¿Qué piensas? -pregunta llegando a su lado.
- En que lo mismo pasó el día de ayer -dice él sin mirarla, lo que a ella le duele un poco- el día al principio era soleado y de repente se empezaron a formar nubes de la nada y llovió muy fuerte...
- Sí ¿Crees que pase lo mismo hoy? -pregunta ella triste por la actitud fría de él.
Ella no pedía mucho, sólo quería que su amor fuera ahora más fuerte y sincero.
- Me gustaría que fuera un día igual al de ayer, -Tamara se voltea sonriéndole.
Ella se queda mirándolo. No puede ser más feliz, se ha dado cuenta de que no estaba equivocada.
- A mí también me gustaría... Alfredo...
Ambos se quedan así, sonriendo, hasta que la discusión entre Cheo y Yadira les hace voltear.