Bronca en casa porque mi hermanita Vanesa quiere ponerse un piercing.
Ella sale con la suya, y yo salgo con la mía.
Cuestión de supervivencia.
Relato
EL PIERCING DE MI HERMANA
Querido diario:
Mi hermana Vanesa es una chica preciosa, de 17 primaveras, dos años mayor que yo. Nos llevamos como el perro y el gato pues somos muy diferentes, y al ser muy buena estudiante, es la preferida de mis padres, sobre todo de mi papá... Siempre la complacen en todo, pues es la chica perfecta, hasta que hace unos días mis padres la contrariaron en una de sus peticiones. Vanesa quería ponerse un piercing y mis papás dijeron que nanay. Mi padre ya estaba medio convencido pero mi madre, que es la que lleva los pantalones en casa, dijo que esos adornos eran impropioss de una chica formal y seria. El berrinche que tomó Vanesa fue fenomenal, mientras yo me alegraba en el fondo de que por una vez la niña pija no se saliese con la suya.
Estábamos de vacaciones de verano. Todas las tardes Vanesa, la pandilla y yo nos íbamos en bicicleta a bañarnos y divertirnos en la playa. Aquella tarde, tras una calurosa jornada, regresábamos todos para nuestras casas cuando el salido de Dani (que está prendado de Vanesa) se me acercó en su bici y me dijo casi al oido:
- Mira cómo pedalea tu hermanita, yo creo que se está corriendo.
Lo mandé con cajas destempladas pero en la primera oportunidad que tuve me acerqué a Vanesa y me puse a observarla. Mi hermana llevaba el bañador mojado por el agua del mar y sus tetitas transparentaban por debajo de una ceñida camiseta blanca. En efecto, con el movimiento de las piernas parecía que Vanesa estaba sintiendo un regustito en su coñito, no ven vano la punta del sillín rozaba su rajita y su clítoris. Observé su cara placentera y me dio la impresión que a lo largo de la carrera tuvo varios orgasmos ...
Al llegar al garaje de casa, aparcamos nuestras bicicletas y mientras Vanesa subía al piso, yo me hice el rezagado. Estaba solo en el garaje cuando me dirigí a la bicicleta de mi hermana: estaba aún húmedo el sillín. Acerqué la nariz y noté un penetrante olor a salitre y vagina. Me excité tanto que no pude evitar empalmarme como un burro, me bajé el bañador y me puse a pajearme mientras olía y lamía aquel asiento con sabor a mar ... Estaba corriéndome sobre el sillín cuando noté una presencia a mis espaldas: era Vanesa, que me decía que subiera para cenar. Cuando me vio en aquella actitud sólo supo decirme histérica:
- Ya verás cuando se enteren papá y mamá.
Curiosamente, Vanesa guardó silencio. ¿Qué tramaría aquel bicho, que no me pasaba una? Seguro que pronto sería víctima de sus chantajes, así que me dispuse a prepararme para el contraataque.
Ultimamente observaba cómo Vanesa ingería a escondidas un medicamento. ¿Estaría follando con alguien y tomaba la píldora anti-baby? Indagué un sus cajones y comprobé que estaba tomando un antiinflamatorio ... ¡Ya estaba: se había hecho el piercing sin permiso de mis padres y tenía molestias! Pero, ¿dónde se lo había hecho? Desde luego en ningún lugar visible: ni cejas, ni nariz, ni boca, ni lengua ..., sino lo notaríamos. ¡Ah, claro, en alguna parte íntima! Por eso últimamente no iba con la pandilla a la playa ...
La mezcla del antiinflamatorio con la mucha coca-cola que tomaba le producía a Vanesa mucha somnolencia. Ya no quedaba hasta altas horas de la madrugada a ver la tele o con el ordenador. Se retiraba a dormir a medianoche. Así que tomé una firme determinación: averiguar dónde se había puesto el piercing mi hermanita y así poder contrarestar sus futuros ataques y chivatazos ante mis padres ...
Entré en su habitación con mi linternita cuando todos dormían y la casa estaba en absoluto silencio. La princesita dormía como un ángel sobre su cama, destapada, pues hacía mucho calor. El camisón vaporoso dejaba entrever sus tiernos y redondeados pechitos, que casi los tenía fuera. No me fue difícil sacárselos del todo. Allí no había incrustado ningún piercing, pero me había recalentado y aproveché la ocasión para lamerle los pezones con delectación mientras sentía su tenue respiración. Mi polla estaba dura como una piedra y ya asomaba por la abertura del pijama. Besé un rato sus tetitas virginales y luego le subí el camisón hasta la cintura. Tampoco tenía piercing alguno en el ombligo. Sólo quedaba ... ¡la conchita!
Le bajé las braguitas hasta los muslos y entonces comprobe que tenía el pubis rasurado; parecía el coñito de una nenita, con la vulva hinchada y carnosa, sin vello alguno. Mi pirola ya babeaba ... Le metí un dedido en la rajita y en un movimiento involuntario ella separó un poco más las piernas. Entonces tropecé en el clítoris con un artilugio metático. Acerqué la linternita: un anillo de acero o titanio atravesaba la capucha del clítoris. Este estaba abultado, quizás por la irritación de la reciente colocación del aro, y ello me enloqueció... Mojé el dedo en saliva y empecé a masajear el botoncito del placer; éste se hinchó más y lo noté erecto. Imprimí mayor ritmo. Vanesa suspiró fuertemente y me asusté. Apagué la lucecita y me eché para atrás, pero prontó noté que volvía a tener una respiración tranquila. Encendí de nuevo la linternita y comprobé que mi hermana en su movimiento había abierto más las piernas y que no había tocado las bragas, que seguian casi en las rodillas. Entonces no lo pensé dos veces: me incliné y busqué con mi boca su almeja. El olorcito a marisco fresco y excitante me guió a oscuras. Mi boca llegó a sus carnosos labios vaginales, los separé suavemente e introduje mi lengua en su rajita. Busqué el clítoris con la punta de la lengua y empecé a excitárselo. Se puso grande y duro, el aro metálico ayudaba a la excitación. Así estuve un buen rato. Noté sus fluidos y los absorbí para que no quedaran restos. Mientras tanto me hacía el pajote del siglo ... El pantalón del pijama pronto quedó pringado de leche abundante y espesa mientas desfallecido notaba el perfume y las humedades de mi hermana en mi rostro apoyado sobre su chochito...
No sé cómo salí de la habitación. Tal vez flotando ... Caí exhausto sobre mi cama, con la polla enhiesta y chorreando. Pasé toda la noche meneándomela a la salud de mi hermana y parte del rencor que tenía hacia ella me fue desapareciendo ...
A la mañana siguiente, durante el desayuno, vi a una Vanesa pletórica de dinamismo y muy alegre. Yo estaba un tanto acojonado pues temía que hubiese notado algo, como el coñito mojado, el clítoris irritado o las bragas mal subidas, pero no, todo era normal. Eso sí, para evitarle tentaciones de que en algún momento me chantajease por mi pajote sobre su bici, me apresuré a decirle:
- Vanesita, ¿sabes que hay chicas menores de edad que se ponen un piercing en el clítoris? ¡Si se enteran sus padres ...!
Mi Madre, a sus 42 años, es una hembra que está rebuena. Mi Padre, un pobre idiota. Así que una noche decidí darle marcha a ella con mis amigos, mientras mi padre miraba..........
Relato erótico enviado por domo54 el 12 de December de 2008 a las 11:35:56 - Relato porno leído 312204 veces
Era un día normal, común y corriente, yo regresaba de la prepa, yo soy un chavo moreno, alto, con buen cuerpo, bien dotado y muy atrevido, no tengo novia y ese día fue uno de los mejores en mi vida
Relato erótico enviado por Anonymous el 29 de August de 2008 a las 13:06:42 - Relato porno leído 212266 veces
Mi nombre es Alicia, y hasta no hace mucho mi familia, y yo desde luego vivíamos en un retirado pueblo, en el que apenas y nos enterábamos de las noticias, ya que ni tan siquiera llegaba la señal de la Tele. Por lo que cuando nos mudamos a la ciudad, lo que más me impresionó fue el baile del perreo
Relato erótico enviado por Narrador el 04 de June de 2012 a las 23:00:35 - Relato porno leído 149876 veces
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xoel
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:40) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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