Lo cierto es que no tengo un recuerdo preciso, de cuando comencé a desarrollar mi gusto por esas cosas, que mucho después me enteré, que les llaman dildos o consoladores.
Relato
Desde bien jovencita, si me acuerdo que apenas entraba a la ducha lo primero que hacía, era agarrar alguno de los envases plásticos ya fuera de champú o de algunos de los desodorantes de bolita de mi mamá, y tras sujetarlo entre mis dedos, a medida que el agua de la ducha, caía sobre mi coño, yo comenzaba a pasar por entre los labios de mi vulva, alguno de esos embases.
Claro que con el pasar del tiempo, esa inocente actividad fue tomando mayores proporciones dentro de mí, al grado que ya adulta, durante mucho tiempo pensé, que yo había sido la única chica de mi grupo, que se había auto desvirgado con un gigantesco dildo.
Eso sucedió días después de que cumplí los 17 o 18 años. Había sido un caluroso día del mes de julio, y había estado practicando con varias de mis compañeras de estudio voleibol, por lo que cuando llegamos a las duchas todas nos encontrábamos extremadamente sudadas, y deseosas de darnos una buena ducha para refrescar nuestros cuerpo.
Pero en ese instante luego de quitarme toda la ropa, al igual que el resto de mis compañeras, vi que una de las chicas había traído un llamativo embase de color negro, con una forma muy particular, supuestamente se trataba de un champú, pero su forma completamente fálica de inmediato me llamó la atención, en su base había una especie de depósitos, similares a unos testículos, y su largo y grueso cuerpo asemejaba el tallo de una larga, gruesa, y venosa verga. Además para completar, la tapa que se enroscaba, era una copia fiel y exacta de lo que vendría siendo el glande.
Yo al tomarla entre mis dedos, me quedé boquiabierta, no podía creer que tal cosa fuera fabricada, y mucho menos como embase de un champú femenino. Mi amiga de inmediato la retiró de mi mano, diciéndome alegremente, es de fabricación japonesa, en ese país hay un pueblo que le rinde culto a las vergas, ¿lo puedes creer? además este champú es especial para cabello grasoso como el mío. Y bien no terminó de decir esas palabras, que desenroscando la tapa, trató inútilmente de sacar algo del contenido. Pero de inmediato, me dijo. A se me había olvidado que durante el día de ayer lo use todo, y sin más ni más lo arrojó contra un cercano zafacón para la basura.
La suerte mía fue que eso no llegó a entrar en el zafacón, pero a mi amiga tampoco le importó mucho ya que continuó bañándose de lo más tranquila, mientras que yo decidí hacer tiempo, y esperar que ella y las otras chicas se retirasen para poder echarle mano a eso, que de manera tan especial me llamaba la atención.
Finalmente cuando todas ellas se retiraron, con la excusa de que debía lavarme con champú mi cabello, y luego darme un tratamiento de acondicionador. Esperé estar sola en las duchas, consciente de que no debía entrar más nadie a las mismas. Así que apenas pude, y mientras me daba el champú, recogí el embase del suelo, lo lavé con bastante champú, y tras asegurarme que no había más nadie en el baño, tal y como me encontraba toda llena de champú y jabón por todas partes, tras observarlo detenidamente, decidí colocar el artefacto ese, sobre el último de los bancos que estaban frente a los casilleros. No me sorprendí al ver que sin mucho esfuerzo lo podía dejar en posición vertical, los dos depósitos que asemejaban testículos para mi, le daban la base suficiente, como para que permaneciera en esa posición vertical.
Luego lentamente, me coloqué sobre el banco, con mis piernas lo suficientemente abiertas, y flexionándolas lentamente, comencé a sentir como la cabeza de esa cosa comenzaba a penetrar de manera deliciosa mi vulva, tanto los labios superiores como los inferiores de mí vagina se fueron separando, abriéndose a medida que una y otra vez yo continuaba flexionando mis rodillas.
A medida que yo seguía flexionando mis rodillas, eso penetraba más y más dentro de mí, lo que me fue haciendo sentir más y más excitada. Al grado que de los suaves movimientos que comencé hacer, pasé a ponerles más fuerza, me dejaba caer más y más, y eso penetraba a su vez más y más dentro de mí, al tiempo que yo misma mientras que con una mano me acariciaba mis parados e inflamados pezones de mis tetas, con la otra golpeaba una y otra vez mi inflamado clítoris. Cuando de momento, me pareció sentir, o mejor dicho escuchar, que alguien se acercaba.
Me dio un tremendo susto, o temor de que me vieran haciendo eso, pero ya era tarde para retirarlo de mi coño, por lo que me dejé caer por completo sobre el banco, sentí como eso reventó mi himen, dejé escapar un profundo gemido mescla de dolor, satisfacción, y un profundo placer. Y al levantar la mirada me encontré con la entrenadora. Que se me quedó viendo, al parecer sin llegar a entender lo que estaba sucediendo del todo.
La entrenadora se me acercó, y sus ojos no pudieron apartarse de esa cosa negra y gruesa que yo mantenía dentro de mi vulva. Su sorpresa era tal, que apenas y señalando entre mis piernas, alcanzó a preguntarme. Eso no te duele, no sé que sentí, quizás fue su manera de mirarme, o la manera en que me habló, que de inmediato moviendo mis rodillas, levanté mi cuerpo, quedando mi nuevo juguete, sobre el banco de madera, ligeramente manchado con mi sangre.
La entrenadora, aun viéndome con los ojos desorbitados, se me acercó, al tiempo que tomó asiento frente a mí, en el mismo banco. Una de sus manos agarró por la base esa cosa larga, gruesa, y negra, la observó detenidamente, diciéndome. Por lo visto lo has disfrutado bastante, a lo que yo de manera desvergonzada, le respondí orgullosamente que sí. Fue cuando ella sin soltarlo, me dijo. Si tú quieres puedo ayudarte a que lo disfrutes un poco más. Y al decir eso me hizo señas de que me tendiera sobre el banco, al tiempo que mantenía mis piernas bien separadas.
Una vez que me recosté completamente, ella agarró el aparato ese, y de manera delicada comenzó a pasarlo sobre la piel de mi coño, y poco a poco comenzó a irme penetrando divinamente con eso, introduciéndolo y sacándolo lentamente. A medida que yo casi de manera involuntaria, movía mis caderas una y otra vez. Así ambas permanecimos haciendo eso un largo rato, ella penetrándome completamente una y otra vez, mientras que yo de manera desesperada continuaba moviendo mis caderas de igual forma. Hasta que ya no pude aguantarme más. En ese mismo instante disfruté de un tremendo y húmedo orgasmo, soltando un gran chorro de mi coño. Pero al levantar la vista mi entrenadora, se encontraba casi tan desnuda como lo estaba yo, y nada más bastó que ella tras sacar ese delicioso juguete de mi coño, me lo entregase, para que de inmediato ella se colocara, en la misma posición en que yo me encontraba.
Yo comencé a pasar la tremenda cabezota de mi nuevo juguete por sobre los labios de su peludo coño, a medida que ella me fue pidiendo que la siguiera penetrando. Sin demora le hice caso y a medida que vi como desaparecía dentro de su abierta vulva, vi como sus ojos parecían que se fueran a desorbitar, por el placer que debía estar sintiendo en esos momentos.
Así de la misma manera que ella me ayudo a disfrutar de eso, yo la ayudé a ella, hasta que lanzó un profundo gemido de placer, y un fuerte chorro salió de su coño, bañándome casi por completo todo mi cuerpo. Una vez que tanto ella como yo nos tranquilizamos, ambas nos metimos a la ducha, en donde ambas nos enjabonamos, besamos y acariciamos. Al salir lo primero que hice fue guardar mi nuevo juguete, a la que ella quizás por bacilar le llamó el consolador.
Después de eso, y con el pasar del tiempo, mientras estuve estudiando en el Colegio Universitario. Seguí adquiriendo distintos tipos de Dildos, de formas, colores, texturas, y tamaños variados, pero siempre prefiero los grandes y gruesos. Eléctricos, mecánicos, que vibran, otros se tuercen, en fin no hay día que no llegue a darme el gusto, de usar alguno de mis muchos juguetes. Ya sea sola o acompañada por alguna de mis intimas amigas, y en ocasiones hasta con alguno que otro hombre, que se queda boquiabierto a medida que ve, como esos grandes dildos penetran mi coño, o mi apretado culito.
Pero volviendo a mi primer gran consolador, o dildo como gusten llamarlo, les diré que lo regalé de la misma manera que lo recibí. Estaba ya cursando mi último año en el Colegio Universitario, y había participado en mi último juego de voleibol, cuando después de que terminó el juego, me dirigí a las duchas, pero como había tantas chicas nuevas, decidí esperar que terminasen y se marcharan. Así que cuando comencé a ducharme, por uso y costumbre agarré mi envase de champú japonés, y estaba a punto de ponerme a usarlo, cuando entró a la ducha una chica del equipo de pesas femenino. Una gordita bien simpática, pero que al verme con mi embase entre las manos, se quedó con su boca bien abierta, y sus saltones ojos, parecían que se le iban a salir de los ojos.
Nada más de verla, supe que de seguro a ella le encantaría no tan solo tenerlo entre sus dedos, sino que también muy dentro de su coño. Por lo que entregándoselo en sus manos le dije, este es un champú japonés, si quieres te lo regalo. Y tras decir eso terminé de ducharme, y discretamente hice como que si me marchase.
Apenas pasaron unos pocos segundos, y cuando regresé supuestamente a buscar mis chancletas, encontré a la simpática gordita, en el mismo banco en que años antes yo había estado, y de la misma manera que yo lo había hecho en aquel tiempo. Ella lentamente, manteniendo sus ojos cerrados, se estaba introduciendo su nuevo juguete, por su sonrosado y depilado coño.
La cara de satisfacción que reflejaba su rostro era única, es cierto que al abrir sus ojos y verme, creo que se medio paniqueó un poco. Pero apenas me acerque a ella, y me senté frente, seguramente se sintió mucho más relajada, y vi como flexionando sus rodillas, poco a poco el gigantesco Dildo fue desapareciendo dentro de su coño. Yo al igual que lo hizo mi entrenadora, le propuse que se recostase sobre el banco, y a medida que yo sabrosamente metía y sacaba el largo, grueso y negro dildo, de su coño, ella daba profundos gemidos de satisfacción.
Después de eso, nos seguimos viendo un tiempo, y al igual que yo ella también desarrolló un extremo gusto por los dildos, ya que al igual que yo, también los colecciona, y usa.
Mi Madre, a sus 42 años, es una hembra que está rebuena. Mi Padre, un pobre idiota. Así que una noche decidí darle marcha a ella con mis amigos, mientras mi padre miraba..........
Relato erótico enviado por domo54 el 12 de December de 2008 a las 11:35:56 - Relato porno leído 312203 veces
Era un día normal, común y corriente, yo regresaba de la prepa, yo soy un chavo moreno, alto, con buen cuerpo, bien dotado y muy atrevido, no tengo novia y ese día fue uno de los mejores en mi vida
Relato erótico enviado por Anonymous el 29 de August de 2008 a las 13:06:42 - Relato porno leído 212263 veces
Mi nombre es Alicia, y hasta no hace mucho mi familia, y yo desde luego vivíamos en un retirado pueblo, en el que apenas y nos enterábamos de las noticias, ya que ni tan siquiera llegaba la señal de la Tele. Por lo que cuando nos mudamos a la ciudad, lo que más me impresionó fue el baile del perreo
Relato erótico enviado por Narrador el 04 de June de 2012 a las 23:00:35 - Relato porno leído 149874 veces
Si te ha gustado Dildo adicta. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Dildo adicta..
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
luchiso
(24 de April de 2015 a las 06:21) dice:
muy bueno y exitante relato katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:50) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:26) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF lorenargentino
(15 de February de 2017 a las 12:20) dice:
un relato muy bueno me he excitado leyendo
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