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Cuando mi marido, y administrador me dijo. Eso, nunca llegué a pensar que el cliente al que visitaría fuera…
Relato
Mi nombre es Elena, y desde ya hace algún tiempo me dedico a ser Dama de compañía intima. Para mis vecinas, amistades, y familiares, me dedico a ser ama de casa, pero la realidad es otra. Ya que aunque mi marido tiene un buen ingreso, la empresa para la que trabaja, en ocasiones necesita atender a ciertos clientes, de manera muy íntima y personal. Que es cuando entró en acción, acompañando a esas personas, para cumplir sus más íntimos deseos.
Por lo que en ocasiones debo vestirme, o mejor dicho disfrazarme para que dichos clientes, lleven a cabo sus más oscuros deseos. Como fue el caso de la noche, en que debí disfrazarme de colegiala. Ya que esa persona así lo había ordenado. Yo me puse un uniforme escolar, aunque de falda bien corta, medias blancas, y hasta me peiné con coleta. El detalle era parecer una adolescente de secundaria, así que una vez lista, Mario mi marido me llevó al hotel donde se alojaba el cliente, y mientras él distraía al de la recepción, yo me escabullí por el ascensor hasta el piso que me había indicado mi marido. Ya frente a la habitación, antes de entrar, me puse un poquito de perfume, y toqué la puerta.
De inmediato escuché una voz que me pareció familiar, diciéndome que entrase, y tomara asiento en el sofá. Yo seguí las instrucciones al pie de la letra, como dicen. Y me encontraba de lo más tranquila, cuando al otro lado de la habitación apareció completamente vestido de negro, Enrique mi hermano mayor. Yo la verdad es que no lo podía creer, lo primero que pensé fue. Cómo al cabrón de mi marido, se le pasó eso por alto. Y si yo estaba sorprendida, el rostro de mi hermano, reflejaba una mayor sorpresa. Dando grandes zancadas, se me acercó y me dijo. Esto debe ser una broma, yo que no sabía ni que decirle, lo único que se me ocurrió fue, preguntarle por mi cuñada. Lo cierto es que no me respondió, en su lugar me ha dado tremendo jalón, y recostándome a la fuerza, sobre sus piernas, levantó mi falda, prácticamente me arrancó las bragas, y de inmediato comenzó a nalguearme, diciéndome. Así que en realidad eres una puta profesional, deja que los viejos se enteren. Yo estaba conmocionada, sin saber qué hacer, ni cómo responder. Hasta que lo único que se me ocurrió, fue. Hablar como una niña pequeña, haciendo que lloraba, y diciéndole que no lo volvería hacer.
Enrique apenas comencé hablarle de esa manera, dejó de nalguearme, y en lugar de eso, me abrazó y comenzó acariciar todo mi cuerpo, diciéndome, que era la mejor sorpresa que le podían haber dado en su vida, ya que desde antes de marcharse de casa, me tenía ganas. Por una parte la morbosa situación en que ambos nos encontrábamos me excitó tanto, que a pesar de ser mi hermano mayor, estaba deseosa como pocas veces de que mi cliente me penetrase. Enrique al igual que muchos otros, se sintió de inmediato mi dueño, y sin perder tiempo me puso a mamar su parado miembro.
Yo sumisamente lo fui complaciendo en todo aquello que me ordenaba, dejando que hasta me diera por el culo, y que me obligase a mamar repetidas veces su verga. Por mi parte cada vez que sentía su duro miembro penetrando mi vulva, chillaba y gemía profundamente, pero de verdad. Ya que gozaba placenteramente, cada vez que su dura y parada verga, entraba y salía de mi húmedo y caliente, depilado coño. Enrique por su parte, se comportaba tal y como si fuera una sádico, maltratándome, y hasta diciéndome lo puta que yo era, mientras que yo seguía disfrutando de todo lo que me hacía y decía. En ciertos momentos él hurgaba mi vulva con sus dedos, arrancándome quejidos de dolor, cuando no era que exploraba el hueco de mi culo, penetrando con su parada verga, mí apretado esfínter, una y otra vez. Yo en muy raras ocasiones, cuando me encuentro con algún cliente, disfruto realmente de un orgasmo, pero al estar con mi hermano, era algo prácticamente involuntario, bastaba que me agarrase o hasta que me dijera algo, para que yo disfrutase de un tremendo clímax, y encima de eso le pedía que me diera más y más duro. Yo quedé completamente molida, pero sumamente satisfecha. Ya en la madrugada antes de marcharme, me dijo. La próxima vez que sea de gratis.
Al salir a la calle, y encontrarme con mi marido, le informé de todo lo sucedido, y él se puso realmente nervioso, ya que a pesar de él haber cerrado el trato por teléfono, no reconoció el nombre de mi hermano. Bueno yo sigo ofreciendo mis servicios, pero ahora, Enrique me llama a casa, diciéndome que viene a visitarme, y basta que se lo diga a Mario, para que él de inmediato salga de casa, y no regresa hasta que está bien seguro que mi hermano se ha marchado.
A partir de ese momento ya no pude ver a mi sobrino como tal, sino ya lo veía como un hombre que deseaba cogerme sin control, a cada oportunidad que mi sobrino tenia lo aprovechaba para ver mi cuerpo, esto era cuando me cambiaba, bañaba, entre muchos otros momentos que tenia para verme y lo más lascivo era que yo no hacía nada para evitar que me viera, al contrario cada vez que me bañaba dejaba la puerta abierta para que me viera y así en la ducha con la certeza que me estaba viendo yo hacía movimientos sensuales e incluso con el pretexto de lavarme mi zona intima yo me la tocaba con tanta sensualidad que sin duda sabia que él tenía su pene bien erecto desde donde estaba viéndome.
Relato erótico enviado por putita golosa el 27 de July de 2010 a las 23:14:27 - Relato porno leído 309820 veces
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Comentarios enviados para este relato
sementalx
(20 de September de 2017 a las 12:01) dice:
que sexy hermanita katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:38) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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