Doña Judith golosa de sexo

Ahora les relatare otra historia caliente de mis aventuras con mujeres buenotas, espero les excite también.

En una reunión religiosa mi familia y yo conocimos a una señora de treinta y nueve años llamada Judith, ella es algo baja de estatura, algo gordita pareja, de piel blanca y bastante golosa de sexo muy caliente, lo que luce de ella más son sus ricas piernas y su raja vaginal esta sabrosísima.

Esta señora a pesar de ministra religiosa era una mujer insaciable sexualmente y muchas de las veces ella se ponía minifalda para atraer a mi tío que fue a él quien primero coqueteo, pero como mi tío es un hombre tranquilo y a pesar de ello la respetaba por ser una religiosa, en fin esto siguió pasando siempre pero a mi si me lograba excitar viendo sus gorditas y hermosas piernas que a pesar de que ya es grande de edad todavía goza de buen cuerpo, incluso un día saliendo de un retiro nos quedamos a platicar en frente la iglesia y ese día ella se puso un vestido blanco a las rodillas y asiéndose que le daba comezón sus piernas ella se alzo su vestido en frente de mí y mi tío y me dieron ganas de tocarle sus piernas pero por mi tío no lo hice. En fin todo siguió igual hasta que una noche mi familia salió y me dejaron con ella para que no estuviera solo en la casa, porque ya era de confianza de la familia y ella como religiosa aparentemente se puso a rezar pero cuando nos quedamos solos totalmente mi calentura siguió creciendo.

Y esa noche ella tenía un vestido negro a las rodillas y medias, en fin ella me llamo y empezó a decirme que ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que le hicieron el amor y ella quería disfrutar de nuevo un pene de hombre dentro su vagina y mientras me decía esto me paro en frente de ella y me bajo mi pantalón sacando mi verga que ya estaba erecta y comenzó a mamármela como toda una puta experta, como consecuencia de su mamada deliciosa llene toda su boca de mi leche y ella se lo trago como un buen manjar. De inmediato la pare, le alcé su vestido bajándole su calzón de un golpe y le chupe su vagina que aunque ya era desvirgada me supo sabroso metiéndole mis dedos en su raja, ella estaba a explotar de calentura hasta que me dijo casi gritando “Ya métemela, métemela que esperas” le abrí sus piernas ensartándole mi pene en su vagina, gemía como endemoniada y lo disfrutaba al máximo, lentamente le hice el amor como me lo había pedido, pero su vagina ya estaba muy abierta que cabía la mitad de la palma de mi mano dentro su vagina hasta que la forcé y le abrí más su vagina y ella grito pero la sacie su golocidad y desde ese día cogemos cada que nos vemos.