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Dominada Por Primera Vez

Relato enviado por : Anonymous el 16/08/2009. Lecturas: 8452

etiquetas relato Dominada Por Primera Vez .
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Resumen
Se ofrecio para llevarme a mi casa, en el camino abuso de mi.


Relato
Primera Vez
Autor: Camila
Mail: cami_Experiencias20@yahoo.com.ar

Hace poco tiempo descubrí lo excitante que puede ser compartir experiencias sexuales en Internet, con desconocidos de todo el mundo. Esta es la primera que escribo como relato, pero deben saber que lo que cuento es totalmente real.
Antes de empezar quiero describirme brevemente. Me llamo Camila, tengo 20 años. La historia que voy a contarles sucedió hace unos 6 años. Fue mi primera experiencia sexual, en todo sentido. Visualmente soy muy linda, porque negarlo, y seguramente ese haya sido el motivo se una infinidad de experiencias sexuales que me toco vivir. Tengo estatura promedio, soy rubia, de ojos negro profundo. Tengo un cuerpo muy bien formado, con buenas lolas, muy grandes, y una cola envidiable. Se que no es modesto describirse así, pero creo que el lector querrá imaginarme mientras lee mi historia, y en definitiva lo que digo es lo que muchos hombres, y mujeres, me han dicho millones de veces. Pero pese a mi cuerpo voluptuoso, lo que mas causa atracción en mi es mi aspecto angelical, carita de ángel me han llamado mil veces. Muchos me han dicho que parezco caída del cielo.
Mi primera historia comienza así:
Era una tarde de junio, ya casi anocheciendo. Yo acababa de salir de la practica de jockey y mi mama no había ido a buscarme, por lo que venia caminando rumbo a mi casa. Tenia puesto un equipo de gimnasia negro, el cual era un pantalón largo, bastante ajustado y un buzo negro también, que apretaba y me marcaba muchísimo las tetas. Debo decir que ya para esa época estaba muy desarrollada, con mas de 90 cm de busto, y una cola paradita y bien dura. Era notable la diferencia con mis amigas, las cuales parecían 2 o 3 años menores, o mejor dicho, yo parecía 2 o 3 años mayor que ellas. Había empezado a lloviznar, y como me iba a tardar mas de una hora en llegar, hice señas a un auto que venia. Era un Mercedes lujoso, no me olvidare más. El auto estaciono y yo subí apurada, para no mojarme mas. El conductor era un hombre de unos 45 años, fornido, de pecho amplio, cabello negro, con barba; mirada penetrante y una presencia cautivadora. Me hablo con voz gruesa, preguntando a donde iba. Cuando le di mi dirección me dijo que iba para ese lado y que podía dejarme en la puerta de mi casa.
Yo me sente, mirando fijamente hacia delante. En esa época era terriblemente tímida, y estar a solas con un hombre mayor me producía una vergüenza terrible. No imaginaba toda la vergüenza que estaba por pasar.
Pasaron unos segundos hasta que el hablo.
- Jugás en el club?
- Si- dije con la voz un poco cortada por los nervios.
- Que deporte haces?
- Hockey. Antes hacia gimnasia, pero ya no.
- Se nota. – me dijo, mirándome ahora, distrayéndose de la ruta. Tenés un cuerpo muy bien formado. Cuantos años tenés?
- 14.
Al escucharme hizo una mueca que no pude descifrar.
- Sos una bebe todavía. Hubiera dicho que tenías algunos mas.
- Si, me han dicho eso antes –dije, aunque no se porque.
- Quien te lo dice? Los chicos?
- Si, también.
- Supongo que debes tener muchos atrás tuyo. Y no es para menos.
Pasaron unos segundos hasta que agrego:
- Y trabajas en el gimnasio?
- No mucho.
- Esa cola es natural? O la trabajas especialmente.
- No, nada especial –conteste, sin darme cuenta como iba cambiando el tono de la charla.
- Supongo que los chicos te deben mirar mucho, no?
- Si, algo.
- Y donde te miran?
- Como? Mmm, no se? – dije, poniéndome colorada.
- Apuesto que se cansan de mirarte las tetas, no?
Yo sonreí, aunque me dio mucho pudor la situación, el hombre me miraba fijo los pechos mientras hablaba.
- Tenés sostén puesto ahora?
- Si –conteste.
- Mmm, me imagino que bien deben verse sueltas.
No era una pregunta, así que me quede callada, mirando adelante.
- Tengo que desviarme para hacer unas compras, te molesta?
Respondí que no, aunque ya quería estar en mi casa. Entonces se salio de la ruta, entrando en uno de los barrios periféricos de la ciudad. A los pocos segundos retomo su interrogatorio.
- Como te llamas? Perdóname que no te pregunte antes?
- Camila.
- Yo soy Juan. Un gusto.
Después dijo:
- Y tenés novio Camila?
- No.
- Pero te gustan los chicos?
- Si. –dije, mientras pensaba que era una pregunta muy rara. Que otra cosa iba a gustarme. Claro que esto fue lo siguiente.
- Y las chicas? Te gustan?
- Como? No. – estaba sorprendida por la pregunta. En esa época no sabia que una chica pudiera gustar de otra. Después aprendí que si.
- Es solo curiosidad, a muchas chiquitas de tu edad les da curiosidad juguetear con otras nenas.
El auto giro en una calle que no reconocí, claro que era un barrio que no frecuentaba casi nunca.
- Y porque no tenés novio? Imagino que debes tener propuestas?
- Es que ninguno me gusta mucho.
- Ah. Y has tenido antes?
- No, tampoco.
Freno en un semáforo en rojo, y aprovecho para mirarme largamente mientras decía:
- Y has tenido sexo, Cami?
- No –esta vez mi voz casi no sale de mi boca. Sentía que me comía con la mirada, deleitándose con cada centímetro de mi cuerpo.
- Está bien, sos chiquita todavía, ya vas a tener tiempo.
Arranco cuando el semáforo paso a verde y avanzo algunas cuadras sin hablar, después retomo:
- Y has sentido ganas de probar?
- Que cosa? –pregunte, sabiendo la respuesta.
- El sexo, Cami? Cuando salís y bailas con un chico, o hablas o estas a solas con él, nunca tuviste ganas de que te cojan?
Ahora si mi cara era rojo puro, creo que dije que no, pero realmente no recuerdo. La situación me superaba, el hombre hablaba muy sueltamente, pero en mi vida había usado yo ese lenguaje, ni siquiera con mis amigas.
El se sonrió.
- No te pongas así preciosa, a todos nos gusta. Incluso a las chicas. No me digas que nunca te excitaste en tu vida? Que nunca te despertaste con la bombachita húmeda?
A esta altura era casi un monologo, yo no atinaba a responder. Claro que lo que decía era cierto. En esa época no solo me excitaba seguido, sino que me masturbaba con cierta frecuencia, pero como decírselo?
- Yo tuve mi primera relación a los 13 años. Con una chica de 15. Soy viejo pero tengo memoria. Se lo que siente una mujercita de tu edad, preciosa.
Después agrego:
- Te has mostrado desnuda delante de otra persona?
- No.
- Ni siquiera en el vestuario, después que juegan al hockey?
- Bueno, si. Pero son todas chicas.
- Y no te da vergüenza?
- Al principio si, pero ahora supongo que me acostumbre.
- Y delante de un chico, nunca?
- No.
- Y me imagino que tampoco has visto a un hombre desnudo?
- No. – otra vez me ruborice, si es que había dejado de hacerlo antes.
- Ni en Internet.
- Bueno, ahí si.
- Y porque lo haces? Porque te gusta verlos?
- Si.
- Completamente desnudos?
- Si, a veces.
- Y no te gustaría acariciar una de esos pitos bien grandes que ves en Internet?
Claro que no conteste, aunque ya a estas alturas estaba cediendo un poco mi vergüenza. Ahora sí veía hacia donde iba la conversación.
- Espera que tengo algo que hacer, cuando vuelva tenemos que solucionar ese problema. –dijo después de estacionar el auto.
Yo me quede pensando cual era el problema. Volvió a los pocos minutos, en los cuales pensé seriamente en escaparme, mas sabia que no tenia a donde ir, era de noche ya y el barrio era mas peligroso que Juan.
- Listo, ahora si vamos.
Después de arrancar y tomar una ruta secundaria que llevaba al camino principal, me dijo.
- Quedamos en que nunca viste una pija, no? Bueno, hoy es tu día de suerte.
Entonces tomo mi mano y la puso en su entrepierna. Apretó, haciendo que yo apretara también, y pude sentir una potente erección debajo del pantalón. Si bien me resistía a seguir, algo me impulsaba a hacerlo.
- Desprende el pantalón, Cami.
Lo hice, y su pija se elevo como un mástil, completamente dura. Si bien nunca había visto una de cerca, supe que era grande, enorme. Hoy puedo decir que media más de 20 cm, o hasta 25.
El seguía conduciendo, mientras me indicaba como debía pajearlo. Yo tenia su verga en mi mano, y la movía hacia arriba y abajo, despacio, sintiendo como latía y como quemaba, porque estaba tan caliente que se sentía su temperatura en mi mano.
Segundos después me pidió que con mi otra mano frotara sus huevos, lo que hice con torpeza. Debo decir que ya en ese momento, si bien moría de vergüenza, había logrado desinhibirme un poco. Al fin de cuentas el no pensaba violarme, no era tan malo tener que tocarlo un poco. Mientras pensaba todo esto, sentí contraerse su pija en mi mano, y al instante un fuerte chorro de liquido blanco salio disparado, estallando contra el parabrisas. Luego dos chorritos más cayeron sobre el volante y el asiento. Yo solté el mástil, y el estaciono el auto al costado de la ruta, para limpiar el vidrio, pues no se podía ver nada.
- Lo hiciste muy bien bebe, te gusto?
- Si –conteste, y lo peor es que era cierto.
- Pero ahora tenemos un problema. Vos me viste desnudo, y hasta me tocaste, pero yo todavía no vi nada. Seria justo que me muestres un poquito no hermosa?
Y yo que había pensado que aquello era todo. Tímidamente le pregunte que quería ver.
- Levántate el buzo, amor. A ver esas tetitas.
Levante el buzo, y me pidió que desabrochara el sostén, por lo que en dos segundos quede en tetas. Tenia los pezones duros, apuntando hacia el, algo que el no tardo en señalar. Llevo una mano y rozo levemente el costado de uno de mis pechos, y pude ver como su pija, que no había guardado, comenzaba a elevarse otra vez.
- Son hermosas, Cami. Tal como las había imaginado. Bien duritas. Y esos pezones paraditos me encantan. Pero falta algo más.
Yo supuse lo que venia, aunque espere a que el lo dijera.
- Porque no te bajas los pantaloncitos, preciosa?
- No se, prefiero que no. –dije con valor. Valor que iba a durar poco.
- Si, como no. No te cuesta nada.
Entonces baje mis pantalones hasta los tobillos, junto con mi bombacha como me pidió, quede sentada en el asiento de tela del auto, con mi conchita apoyada directamente sobre el tapizado, lo que me produjo un cosquilleo extraño.
- Sabes que, porque no te recostas para aquel lado –dijo señalando la puerta de mi lado- así puedo ver ese tesoro que escondes.
Entonces me recosté, dejando mi cola paradita para el lado de el. Juan prendió la luz interior y poso sus manos en mi cola, abriendo completamente mis nalgas. Imagine que ahora todo mi sexo estaba a su vista, y mi ano también. En esa época, y actualmente, no soy de tener mucho vello, por lo que él se maravillo al encontrarse con una conchita totalmente lampiña.
- Es hermosa, Cami. Te molesta se la abro un poquito, para verla mejor.
Sin esperar una respuesta uso uno de sus dedos para abrir mis labios. Luego rozo mi clítoris con el dorso de un dedo y un escalofrío me recorrió completamente.
- Sabes que tenés un culito hermoso también?
- Escuchame Cami, estamos así, y no puedo evitarlo. Voy a cojerte, pero no te asustes, te va a gustar, te lo prometo.
Entonces tomo el paquete que había comprado minutos antes y saco de el un pote chiquito, el cual destapo y vertió su contenido en mi ano. Era algo viscoso y frío, y sentí como chorreaba por mis nalgas e inundaba mi conchi y caía al asiento. Entonces el comenzó a pasar un dedo por la entrada de mi ano, desparramando el liquido, hasta que finalmente su dedo empezó a entrar y salir de mi orificio. Yo estaba nerviosa, pero debo ser justa y decir que no me causaba ningún dolor. Ni siquiera cuando sus dedos fueron dos, tres y hasta cuatro entrando y saliendo de mi culito. Al poco rato me aviso que ya estaba listo, y sentí como apoyaba la punta de su verga en la entrada de mi cola. Luego empujo, y la cabeza entro completamente. Espero unos segundos y luego empujo otra vez, hasta que toda su pija quedo dentro mío. Podía sentir sus huevos apoyados en mi concha. Luego comenzó a moverse, entrando y saliendo, y tengo que admitir que el placer que sentía aumentaba a cada instante, pese a que me quejaba y lloriqueaba como una nena. Cada embestida, cada vez mas dura, me sacaba un quejido, y eso lo hacia poner mas caliente y darme mas duro. Con sus manos levantaba mi buzo y ya sin sostén que las proteja abusaba de mis tetas, manoseándolas a gusto.
Yo había apoyado la cabeza contra la ventanilla del vidrio. En un momento lleve una de mis manos hacia atrás, para tratar de frenar sus embestidas, pero solo logre posarla sobre su bajo vientre, muy peludo. El tomo mis dos muñecas con una sola mano y las sostuvo contra la ventanilla, dejándome completamente indefensa; mientras su otra mano pellizcaba violentamente mis pezones, dejándolos rojos e hinchados. Estuvo unos 10 minutos culeandome, (mientras yo contenía gemidos de dolor y placer), cosa que yo disfrutaba mas cada segundo, lo cual me causaba una doble sensación de placer y humillación. En un momento mire hacia fuera, y en la lluvia vi un chico, de mi edad mas o menos, que miraba atentamente. Ese fue el momento culminante. Empecé a sentir un fuerte cosquilleo en mi conchi, después vino un temblor en mi vientre, como contracciones que se extendieron hasta mi concha y mi ano. Al contraer el culo apreté fuerte la pija de Juan lo que hizo que eyaculara tremendamente adentro mío. Eso acentuó mi orgasmo, y sentí como mi concha latía y se hinchaba, expulsando pequeñas gotitas de fluido vaginal. Ya sin poder contenerme grité y gemí como una puta, mientras todo mi cuerpo temblaba y el sudor frío me bañaba todo el cuerpo.
El espero unos segundos, dejando que su pija perdiera su erección adentro mío, luego la saco y me dijo que tenia el culo muy abierto, y que le encantaba verlo así, pero que no me asustara porque volvía a la normalidad en un tiempo. Luego se volvió sobre su asiento y yo me senté, sintiendo como su semen escurría de mi culo y caía en el asiento. Despacio me subí los calzones y los pantalones, bastante dolorida ahora después de semejante castigo.
- Te gusto Cami.
- Un poco –conteste, aunque sabía que me había gustado mas que eso.
- Perdoname que te haya hecho la cola, pero supuse que preferías guardar tu virginidad para alguien mas importante, así cuando lo conozcas no tiene porque saber de esto. No te preocupes que el dolor y la hinchazón pasan en unas horas.
Yo no sabia que decir, solo quería volver a mi casa, aunque algo morboso me hacia disfrutar de una situación claramente humillante. Pese a todo, sentí que de alguna forma él me había cuidado.
- La conchita guardala para alguien importante, o en todo caso, si nos volvemos a ver y queres, puedo estrenarla yo.
- Esta bien –dije mirando al frente. No me animaba a mirarlo a los ojos, y el lo noto.
- Mírame Camila. Así. Estás linda, bebe. – Y me trajo hacia él y me beso tiernamente. – Ahora te llevo a casa. Este es mi teléfono –dijo sacando una tarjeta. – Si queres llamame y nos encontramos, es tu decisión.
Condujo en silencio una media hora, hasta llegas a mi barrio. Me dejo a 3 cuadras de mi casa, y la verdad me costo caminarlas, tanto así me dolía la cola. Cuando llegue trate de aparentar normalidad y después de saludar a mi mama fui directo a mi habitación, me desnude y me metí en la bañera, con agua tibia, esperando que calmara un poco el dolor.
Pasaron los días y cada vez pensaba mas en la situación, y cada vez que me acordaba me sentía extrañamente excitada. Finalmente junte coraje y lo llame, pero esa es otra historia.

Me encantaria saber que impresión les causo mi experiencia, les dejo mi mail a cualquiera que quiera escribir, chico o chica. Los espero.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:56) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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