Sigo contándoles, si ustedes me dejan, mi aventura en manos de ese viejo verde que me calienta tanto…
Me desnudé agitado por dos sensaciones opuestas: el deseo de estar en sus brazos, pero también el miedo y la culpa de haberme reconocido como un chico gay…
Relato
-¡Vamos, Jorgelina! ¡vamos!
-No me llame así… Soy un varón… -protesté débilmente, porque en realidad me calentaba ese tratamiento en femenino…
-¡En pelotas, dije! ¡y como sigas protestando te voy a dejar el culo tan rojo y caliente que no vas a poder sentarte en una semana!
La amenaza me dio miedo, pero también me excitó… Era increíble lo que ese viejo perverso estaba haciéndome descubrir sobre mí, sobre mis zonas más oscuras… Me gusta ser un varoncito de 18 años, pero me calentaba mucho que empezara a tratarme como a una chica, como a una putita… “¡Ay, en qué me estoy convirtiendo!...”, pensé, pero me di cuenta de que ya no había vuelta atrás… Ese viejo me tenía en sus manos… Y me tiene, porque desde hace unos días soy su putita y hace lo que quiere conmigo…
Bueno, pero sigo contándoles sobre esa primera vez…
Cuando estuve desnudo sentí que las mejillas me ardían, de vergüenza y excitación mientras oía que don Manuel jadeaba…
Por fin me dijo: -Sos tan lindo como una nena, Jorgito… Y yo seguía mirando al piso… -Ponete de espaldas, quiero verte el culo…
-¡Qué colita, nene!... –me elogió con voz ronca… -Tenés el culo de una nena, redondo y gordito, por eso te llamo Jorgelina…
-Por favor, don Manuel… -le rogué humillado y caliente a la vez…
-Por favor nada… Sos mi nena putita, ¿oíste?...
Yo, de tan excitado, no podía hablar…
-¡Contestame!... –me exigió él y le contesté son un hilo de voz…
-S… sí, don Manuel…
-¡¿Sí, qué?!...
-Soy su… su…
-¡Decilo!...
-Soy su… su nena putita… -dije por fin mientras me sentía arder de pies a cabeza…
-Bien, Jorgelina… ¡Muy bien!... Y como sos mi nena putita te voy a dar pija… -y trepó a la cama, se acomodó sentado contra la cabecera, separó las piernas y me ordenó que fuera sentándome de espaldas a él hasta que su pija me entrara toda…
De reojo yo había visto que la había mojado con su saliva, pero aun así le costó que entrara… ¡Ay, qué dolor sentí al principio!... Sí, y tuve que morderme los labios para no gritar, pero después, cuando había entrado toda, el dolor fue amenguando hasta desaparecer para dejarle lugar al goce… De pronto se puso a jugar con mis pezones, los estiraba y retorcía provocándome un dolor que pronto empezó a gustarme morbosamente…
El muy sátiro jadeaba y yo movía las caderas de arriba abajo en la cima del más intenso placer… No sé cuánto tiempo pasó hasta que empezó a jadear más y más fuerte hasta que el jadeo se convirtió en gruñidos animales y explotó en un orgasmo que me llenó el culo de leche calentita y sentí después que su pija se iba ablandando…
-Levantate, putita… Levantate… -y le obedecí… Yo ya era suyo ¿o suya? por completo…
De pie junto a la cama, mirando al piso, esperé que recobrara fuerzas… Al cabo de un rato se levantó y fue al baño mientras yo seguía muy caliente… Cuando volvió le pedí permiso para masturbarme…
-Te dejé caliente, ¿eh putita?...
-S… sí, don Manuel…
-Está bien, andá y mastúrbate, pero vas a hacer una cosa… Atendeme bien…
-Sí, dígame, don Manuel…
-Que tu lechita te caiga en la mano y te la tomás toda, ¿entendido?...
-Sí, don Manuel, lo que usted diga… -y corrí al baño, donde hice lo que me había ordenado… Fue maravilloso beber mi propia leche, pero sentí muchas ganas de probar la de él… Cuando volví a la habitación el viejo estaba tendido de espaldas en la cama… Me acosté junto a él y le agarré la pija con la intención de reanimarla…
-Así, nena putita… ¡Así!... –me aprobó y en un rato su hermosa verga estaba en condiciones de volver a entrar en acción…
Le dije con voz mimosa: -Don Manuel, quiero… quiero chupársela… ¿Me deja?...
-¡Pero claro que sí, nena puta!... ¡Chupámela que te voy a llenar la boca de leche!...
Engullí esa belleza de pija y empecé a chuparla regocijado por los gemidos y jadeos del viejo, que se movía excitado por mis artes bucales…
De vez en cuando yo liberaba su pija y me ponía a lamerle los huevos, y el viejo gemía más fuerte…
Por fin, entre mis lamidas a sus huevo y mis chupadas a su pija, el viejo explotó y sentí mi boca inundada de sabrosa lechita… ¡Y la tragué toda!... disfrutando de esa leche espesa y caliente y de los jadeos del viejo…
Rato más tarde, cuando nos despedíamos, don Manuel me dijo:
-Oíme, nena puta, ni loco voy a esperar una semana para volver a darte pija… Día por medio le vas a decir a tu mami que vas a la casa de un compañero y te venía acá a la una de la tarde… ¿Oíste?...
-Sí, don Manuel, lo que usted quiera… dije sintiéndome cada vez más sumiso y cada vez más en manos de ese viejo…
Y soy suyo por completo y hago eso que me ordenó, día por medio, a la una de la tarde, le digo a mamá que voy a la casa de un amigo y corro al almacén, a entregarme a los apetitos sexuales de don Manuel…
Fin