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Dos manos

Relato enviado por : turulato el 10/04/2012. Lecturas: 11399

etiquetas relato Dos manos   Masturbación .
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Resumen
Una fantasía pretendida, que no sabíamos como llevar a cabo, se realizó de la manera más simple e increible.


Relato


Todo es tan confuso. No sé por dónde comenzar. Debo poner orden en mis pensamientos y en mis cosas antes de que sea peor. No sé ni cómo ocurrió. Es cierto, yo lo había pensado, es más, era una fantasía, que algún día comenté con mi esposa. Pero nada más…
No sé qué pensar, o escribir, creo que lo mejor será que vaya describiendo lo que sucedió ese día, tal como fueron las cosas, tal vez luego pueda ponerlas en orden y hasta comprender lo ocurrido.
Esa mañana me desperté como siempre, poco antes de las 7 am, mi esposa a mi lado tenía los ojos abiertos, con la mirada perdida en el techo de la habitación; cuando notó que había despertado, se giró de lado hacia mi cuerpo y con su mano buscó mi sexo; la metió dentro de la abertura del pantalón de pijama y me acarició todo el bulto. Sin dejar de hacerlo me dijo:
- Hola, ¿qué tal amaneciste?
Con su mano aún dentro de mi pantalón de dormir, comenzó a acariciarme de tal manera que inició una erección en mi miembro que respondía al estímulo de sus cálidos dedos.
- Hola, bien, solo que un poco cansado porque no he podido dormir toda la noche.
- ¿Algún problema en la oficina? – preguntó Carmen, mi mujer-
- No, solo que hay algunos adeudos pendientes que me preocupan, pero nada más, es más debo llegar temprano para resolverlos.
Sin pensar en que ella temía su mano dentro de mi pantalón, quité las cobijas de sobre mi cuerpo y al intentar ponerme de pié la mano de ella sacó empuñando mi verga entre sus dedos, me asió más fuerte para evitar soltarme y me sonrió.
- Tu amigo no tiene los mismos planes que tú. –lo dijo mientras me oprimía suavemente el trozo de carne que escapaba de entre sus dedos.
Volví a intentar ponerme de pié y ella me soltó, dejando una gran erección a la vista, ella la siguió con su cuerpo, mientras yo me quitaba el saco de la pijama, ella bajó el pantalón hasta el suelo y empuñó de nueva cuenta mi verga, esta vez comenzó a masturbarme, mientras me la humedecía con saliva de sus labios, la cual depositó con su lengua en el contorno de mi glande. Ella se sentó en la orilla de la cama y se alzó el camisón, no traía nada debajo, pude ver su rajadura apenas cubierta de vello púbico, el cual ella arreglaba por encima de la unión de sus labios externos. Se introdujo un par de dedos y comenzó a masturbarse mientras me masturbaba a mí con su mano y boca.
Yo tomé del perchero de la pared mi toalla de baño y me separé de Carmen dejándola en la orilla de la cama acariciándose su vagina. Se levantó y se quitó la ropa de dormir que traía dejándome ver su cuerpo totalmente desnudo mientras se dirigió hacía mi para entrar conmigo al baño. El agua comenzó a caer por mí cuerpo, mientras ella se sentaba en el excusado para orinar. Pude oír que lo hacía. Terminó.
Cuando se puso en pié, yo ya había perdido la erección, y me estaba enjabonando mi sexo. Ella suspiró y se salió del baño, pude escuchar que la puerta golpeaba al ser cerrada más fuerte que lo normal, pero no le di importancia. Terminé de bañarme y salí de la regadera tomé la toalla y me sequé con ella, pasé a nuestra recámara, Carmen se había puesto su bata y salía de la habitación, mientras me dijo:
- ¿Vas a querer jugo de naranja o mandarina?
- El que quieras, -dije- me da igual.
Carmen salió. Me vestí con el traje que ella había arreglado para mí desde la noche anterior y me puse la camisa que combinaba mejor. Luego el calzado y la loción. Bajé las escaleras hasta la cocina. Carmen ya tenía listo mi desayuno. Se sentó frente a mí y me miró fijamente. Su mirada reflejaba nostalgia y cierta añoranza, pero también frustración, no le di mayor relevancia, cuando ella sin dejar de mirarme meneaba la cabeza negando vagamente lo que pensaba ella.
Tomé mis alimentos, mientras ella me acompañaba con una taza de café, y subí a lavarme la boca. Bajé, ella estaba junto a la puerta de salida con mí saco en el brazo y las llaves del auto. La besé y salí después de decirle que nos veíamos hasta las 6 pm.
Subí al auto y arranqué de prisa, mientras miraba en el retrovisor que Carmen ya se había metido y cerraba la puerta a disgusto.
Tomé el periférico, el tráfico estaba cargado a esas horas. Por mi mente pasaban todas las cosas que debía hacer ese día en el trabajo; todos los pendientes que había organizado en la noche y preparado para hacer a primeras horas del día y la cámara que… ¡Recordé que dejé la cámara de video en el escritorio de mi estudio en casa!
El próximo retorno estaba a 10 minutos por lo cargado de vehículos del periférico. Me retrasaría en dar la vuelta y llegar a la casa como 40 minutos, pero tenía que hacerlo.
Después de casi 45 minutos, llegué a casa. Entré, y me dirigí al estudio que está junto a nuestra recámara. Tomé la cámara y al salir escuché a Carmen emitir una ligera risa. Pensé que estaría hablando por teléfono. Me dirigí hacia ella para no espantarla cuando oí otra risa; esta vez no era la de ella sino de un hombre. Me detuve, la puerta estaba entre cerrada, pero con una abertura suficiente para dejar ver el interior y lo que ocurría en él. Carmen estaba recién bañada, traía puestas solo una tanga negra, y la toalla que le envolvía el cabello para recoger la humedad. Nada más. Estaba a los pies de la cama frente al tocador mirándose en el espejo. Sus senos estaban desnudos, voluptuosos sus pezones dilatados, las areolas cubrían gran parte de sus bases, el calor del agua los había acrecentado.
De pronto vi que la cama se movía sin que Carmen la tocara; me acomodé de tal manera que ahora pudiera ver la cama aunque no a mi esposa. En ella estaba un hombre, recostado, en bóxer únicamente. No supe qué hacer. Pensaba entrar y preguntar qué ocurría. Pero algo me detuvo, un algo que solo hasta ahora que escribo esto, supe qué fue. Decidí seguir observando. Tomé la cámara y comencé a grabarlos.
El hombre se sentó justo detrás de Carmen y se colocó de tal manera que ella quedo entre sus piernas pero sin tocarse el uno al otro. Ella seguía pintándose los ojos. Él con sus dientes tomó la orilla de la tanga que pasaba por encima de sus nalgas y comenzó a bajarla. Ella sonreía. Le dijo que no comiera ansias, que esperara. Él bajó la tanga hasta las rodillas y se puso en pie detrás de ella, mientras se sacaba el bóxer. Su erección era mayúscula; se pegó a Carmen, dejando que su lanza descansara sobre las nalgas de mi esposa. Ella levantó sus nalgas para sentir aquella barra de carne, firme y tiesa, luego pasó una de sus manos hacia su espalda y la tomó; la empuño y con cuidado deslizó hacia el cuerpo de aquel hombre el prepucio que cubría al glande. El hombre no tenía circuncisión, mientras que Carmen le decía:
- Así me gusta más.
- ¿Por qué? –dijo él-
- No sé, Juan mi esposo si tiene circuncisión, pero cuando veíamos algunas películas porno me gustaba que los penes estuvieran recubiertos, y luego se los descubrieran.
- ¿Por qué hablas con mucha ciencia? Deberías expresarte como te guste, debes ser natural –dijo él-
- Es que con Juan me tengo que limitar porque él me limita.
- Dime entonces lo mismo pero como te gusta decirlo.
- Que cuando veíamos películas eróticas o porno me gustaba ver las vergas completas, y que se les recorriera el pellejo.
- Entonces, ¿te gusta la mía?
- Sí, me gusta que pueda yo jugar con ella a cubrirla y descubrirla.
Él se puso de pie y la tomó de los hombros, ella se ajustó la tanga en sus caderas; él y la giró de tal manera que quedaron uno frente al otro. Ella le tomó la verga y con los dedos le jaló el prepucio de tal forma que le cubrió el glande, luego lo hizo hacia atrás descubriéndole la cabeza a su verga.
Ella le colocó la palma de su mano derecha en la frente y lo empujó hacia la cama; él se dejó caer de espaldas, su erección quedo a 90° en relación a la cama de tal manera que parecía una estaca de carne. Ella le abrió las piernas y se hincó entre ellas, de tal manera que su rostro quedó a centímetros de la verga de aquel hombre. Mi esposa pasó la mano hacia detrás de ella y tomó un tarro de crema para el cutis que ella usaba, tomó una cantidad entre sus dedos y la untó en la verga de aquel hombre al que llamaré “Carlos”. Mi esposa comenzó a subir y bajar su mano sobre aquella lanza de carne de tal manera que a cada movimiento cubría y descubría el glande de Carlos. Yo seguía filmando cada movimiento de ellos.
Yo estaba realmente excitado, aunque ver a mi esposa con otro hombre no era común, el ver a una pareja desnuda haciendo lo que ellos hacían era estimulante. Todo esto me causó una gran erección. Dejé de filmarlos y me grabé a mi mismo; me bajé el cierre y saqué mi verga, la cual pedía espacio pues no cabía en lo comprimido del pantalón. Me la acaricié por unos segundos, como si me masturbara, y alcanzó una erección casi como la de Carlos; seguí filmándolos a ellos.
Carlos tomó la toalla que envolvía el cabello de Carmen y se la quitó; arrojándola al suelo. Luego entremetió sus dedos en el cabello de mi esposa y lo sacudió repartiéndolo por todos lados. Carmen le agrada el cabello largo, por eso es que esa vez le llegaba hasta el ombligo. Ella se acercó de nueva cuenta a la verga de Juan y su cabello cubrió toda la región, de tal forma que parecía que le estaba haciendo sexo oral a Carlos; sin embargo no pude ver bien que hacía, así que hice un zoom con la cámara y pude mirar que ella jugaba a cubrirle y descubrirle el glande entre sus dedos, pero nada más.
Carlos se incorporó para sentarse en la cama y la levantó hasta ponerla de pié. Ella aun tenía su tanga, que apenas cubría el pequeño triángulo de vello por delante, y por detrás -como podía ver en el espejo- parecía no traer nada puesto pues se metía el delgado cordón entre las dos nalgas de mi esposa, ocultando a éste.
Los dos se subieron a la cama, arrojaron las cobijas al suelo, él se acostó sobre su espalda al igual que ella uno junto al otro, la verga de Carlos de nueva cuenta parecía una estaca clavada sobre el colchón; Carmen se giró y se colocó sobre el brazo de Carlos y le comenzó a acariciar el pecho, jugando con los escasos vellos del pecho de Carlos, luego dejó de moverse ella. Permanecieron callados por espacio de dos minutos, parecía una eternidad. Fue él quien tomó la palabra:
- Carmen, ¿esta vez ya estas decidida? Esta es la segunda vez, y aun no lo hemos hecho; yo sé que te cuesta trabajo decidirte, pero quiero que estés convencida, no quiero obligarte a nada. Hace ocho días apenas si nos vimos, y aunque fue la primera vez que te vi desnuda me excitaste pero nada más…
- Es… es que no quisiera engañar a Juan. Pero es tan frio; simplemente hoy me dejó a medias, que a medias, ni siquiera me respondió cuando yo lo provocaba. Se baño y me dejó caliente.
- ¿Y por eso me buscaste?
- No, la verdad es que una noche te vi desde la azotea desnudarte y meterte a bañar, por ello es que me decidí llamarte hace 8 días, ya no sé cómo responder ante la indiferencia de Juan.
- Pues hasta que te decidas, yo estaré siempre a tu lado y el día que quieras que hagamos algo, solo dímelo.
- Gracias, sabía que cuento contigo, pero me cuesta trabajo. No quisiera dejarte así, ni tampoco quedarme así, pero…
De nuevo los dos guardaron silencio, ella se sentó en la cama y lo tomó de la verga acariciándola suavemente, hacia arriba y hacia abajo, aun quedaba crema entre sus dedos, por lo cual la verga de Carlos resbalaba, ella jugaba con el prepucio cuando le dijo:
- Por lo menos quiero hacerte que te vengas…
- Si pero me gustaría hacerlo dentro de ti.
- Tal vez otra ocasión, pero hoy no me siento segura, por favor.
- Claro, será cuando tú quieras..
Carmen comenzó a acelerar los movimientos de subida y bajada de su mano sobre la lanza de carne de Carlos. Él cerró los ojos y se dejó hacer por mi esposa.
Sin dejar de filmar, comprendí que aun no había sucedido nada entre ellos, que este era su segundo encuentro, y que tal vez el próximo pasaría lo inevitable, pues Carmen estaba más decidida cada momento. Puse la cámara sobre la credenza del pasillo filmándome cómo me desnudaba. Me saqué el pantalón y la camisa, quedando desnudo. Tomé la cámara y volví a grabarlos. Esta vez, Carmen se pasó por encima de Carlos para cambiarse de lado de la cama, por unos segundos se sentó sobre la verga de Carlos dejando que ésta tocara su parte intima, y luego se bajó del otro lado del cuerpo de él dándome la espalda para seguirlo masturbando ahora con la otra mano. En el espejo podía ver como subían y bajaban sus dedos en la verga de Carlos. Lentamente abrí la puerta poco a poco y sin hacer ruido me fui acercando a ellos. Carlos seguía con los ojos cerrados.
Llegué casi al lado de Carmen, por encima de su hombro y grabé como lo masturbaba. Lo hice por espacio de dos minutos. Ella no se daba cuenta de mi presencia, pero de pronto pegó un salto y volteó a verme. Mi erección me había delatado, pues fue al rozar su espalda con mi verga lo que hizo que se percatara de mi presencia. El salto hizo que ella volteara justo frente a la cámara dibujando sorpresa en su rostro, pero instintivamente seguía masturbando a Carlos. Cuando se dio cuenta que era yo, soltó aquella barra de carne maciza, erguida y gruesa, lo que hizo que Carlos abriera los ojos encontrándose con los míos. Trató de sentarse, pero le dije:
- Quédate donde estas, no te muevas, -dije impostando la voz-
- Ju.. Juan, yo… -trató de decir Carmen- yo…
- Ninguno se mueva de su lugar, quédense como están, -les dije a los dos con autoridad-
Tal vez por la voz, tal vez por el susto, pero ninguno se movió.
La erección de Carlos era inmensa, ahora que estaba cerca de ella pude ver que era poco más larga que la mía y más gruesa.
- Lo siento Juan… yo… yo… -intentó decir Carmen-
- No digas nada, guarda silencio. – dije sin dejar de filmarlos.
Dirigí la cámara al espejo y pude ver a los 3 cuerpos, el de Carmen y el de Carlos y el mío; las dos vergas estaban erectas aun. Carmen intentó tomar la toalla del suelo y cubrirse, pero yo con mi pié la arrojé más lejos aun. Les dije a ambos:
- Comprenderán la situación en la que están, no tienen salida tengo todo filmado y puedo usarlo, si es necesario, para lo que me convenga, estarán de acuerdo…
Por primera vez trató de hablar Carlos, pero no se lo permití. Llevando mi dedo a mi boca le hice la señal que guardara silencio. Lo cual hizo mientras intentó cubrirse con sus manos la erección. Miré a Carmen y le dije:
- Quítale las manos de allí, que se descubra…
Mi esposa temerosa, obedeció, tomó las manos de él y se las quitó. Entonces añadí:
- Carmen… lo siento, pero esto se que…
- No Juan, no por favor…. –dijo ella-
- Lo siento, pero esto… es culpa mía y debemos arreglarlo
Al escucharme decir lo que dije, Carmen abrió los ojos sorprendida y dejó escurrir una lágrima por su rostro. La miré de nueva cuenta a sus ojos y le dije:
- Como te dije, esto es culpa mía, y debemos arreglarlo… a mi modo
Sin dejar de filmar, le dije a Carlos que se recorriera hasta el extremo de la cama pero sin levantarse, lo hizo. Luego le pedí a Carmen que se recorriera al lado de Carlos, pero sentada en la cama. Me senté yo al lado de mi esposa dejando a Carmen entre los dos cuerpos, el de Carlos y el mío. Y le dije a Carmen:
- Si quieres tener problemas los puedes tener con lo que tengo filmado en este video, pero si no los quieres, haz lo que te pida, ¿estás de acuerdo?
No pudo contestar, solo movió la cabeza afirmativamente.
Le dije a mi esposa:
- Quiero que continúes lo que estabas haciendo…
- Pe… per…pero… -dijo Carmen-
- Guarda silencio, solo hazme caso, por favor, mi amor… -respondí-
Cuando le dije estas últimas palabras su rostro se relajó por unos instantes. Volvió a mirarme frunció el ceño y dijo:
- Pero, es que… -exclamó mi esposa-.
- Obedece por favor, -añadí-
Ella tomó la verga de Carlos con temor, apenas con las yemas de sus dedos; acerqué la cámara para filmar eso. Tomé la muñeca de mi esposa, con la cual tenía cogida la verga de Carlos e hice que la soltara; introduje mis dedos entre los de ella para que abriera más el hueco de su palma, y la llevé hasta la verga de Carlos, cuando ésta ocupó el hueco del pulgar, instintivamente ella cerró los dedos sobre la verga, cubriendo ahora si toda con ellos. Volví a tomar la muñeca de Carmen e inicié el movimiento de masturbación de arriba y abajo cubriendo y descubriendo el glande con el prepucio. Luego la solté. Ella siguió haciéndolo. Carlos me seguía con la vista todos mis movimientos. Le dije a él:
- Tú, cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga.
Carlos los cerró. Tomé la otra mano de mi esposa y la llevé hasta los huevos de Carlos, ella puso el puño primero pero le dije que abriera la mano y lo hizo, tomó los testículos de él y los acariciaba. Le solté la mano y me dediqué a filmar un close up de lo que Carmen le hacía a Carlos. Luego me fui a sentar al lado de Carmen y pidiéndole que no dejara por nada de hacer lo que hacía, le di un beso en la boca. Ella me lo devolvió con temor, pero cuando introduje mi lengua en su boca, ella me besó apasionadamente. Con una mano detuve la cámara y con la otra le acaricié uno de sus senos. Mi erección aumentaba. Me recosté tal como Carlos estaba, dejando a Carmen sentada entre los dos, tomé la mano izquierda de mi esposa que era la que quedaba a mi lado y la quité de los huevos de Carlos, para llevarla a los míos; ella pareció entender, lo que hizo fue acariciarlos delicadamente. Dejó de masturbar a Carlos pero sin soltarlo. Le dije que debía continuar lentamente haciéndolo. Puse mi verga entre los dedos de Carmen y moví su mano en señal de que me masturbara a mí también. Cuando lo hizo, volvió a hacerlo con Carlos. Esta vez estaba masturbándonos a los dos a la vez. Sincronizó los movimientos de tal forma que a los dos subía y a los dos bajaba a la par. Filmé esta parte con el zoom lo más cerca posible, de tal forma que en el mismo cuadro se veía las dos vergas bien paradas siendo masturbadas por mi esposa. Voltee el rostro hacia Carlos y le dije:
- Amigo, abre los ojos.
Él lo hizo. Me miró, miró luego hacia lo que Carmen hacía y luego miro a mi esposa. Sus ojos parecían no dar crédito a lo que veían. Sin embargo prefirió cerrarlos. Yo hice lo mismo por unos segundos. Carmen aumentó el ritmo de sus manos en las dos vergas, Carlos comenzó a jadear, estaba próximo a venirse. Le dije a Carmen:
- ¡Detente!
Ella se sorprendió. Él abrió los ojos. Dejó también de masturbarme a mí, pero no soltó a ninguno de los dos. Tomé la cámara y cambié el chip de memoria para grabar en otro porque estaba por llenarse. La encendí y extendiendo la cámara hacia Carlos le dije:
- Ahora tú nos vas a filmar.
Carlos tomó la cámara encendida y comenzó a grabarnos, le pedí a Carmen que me siguiera masturbando, lo cual hizo sin reproche. Como pude le fui quitando la tanga a mi esposa, y la arroje de tal manera que cayera en el brazo de Carlos con el cual detenía la cámara. Le dije a Carmen:
- Súbete en mí y métetela.
Todavía el recato de ella le hizo decir:
- Pero él nos va a ver…
- No te preocupes de eso se trata, -dije yo-
La tomé por la cintura y la lleve a que quedara sentada sobre mi verga, la cual se le fue metiendo poco a poco. La tome por los hombros y la recosté sobre mi pecho. Sus piernas estaban en cuclillas a los lados de mi cuerpo. Miré a Carlos y le dije:
- No sé cómo te llames, pero te voy a decir Carlos. Quiero que filmes como me cojo a mi esposa, lo más cerca posible…
- Él se lla… intentó decir Carmen-
- ¡no me interesa su nombre! Quiero que nos filme. ¿Has entendido Carlos?
- Sí, dijo él.
Se colocó detrás de las nalgas de mi esposa y comenzó a grabarnos como entraba y salía yo de ella. Pude ver en el rostro de Carmen cierto pudor, pues su cara se encendió, lo más seguro es por ser vista cogiendo. Yo podía ver en el espejo como entraba y salía mi verga de mi mujer. Carlos comenzó a masturbarse para no perder la erección. Le dije que filmara eso también. Pude ver como inclinaba la cámara para grabarse acariciándose él mismo. Le dije a Carmen:
- Quiero que se la agarres y lo masturbes tú…
Esta vez no tuve que insistir, Carmen pasó la mano por detrás de ella y le cogió la verga a Carlos y lo masturbaba. Carlos aprovechó el momento, y a los jalones de mi esposa él se dejaba llegar hasta tocar con su verga las nalgas de mi esposa, quien en momentos se la refregaba en las nalgas. Lo cual Carlos filmó sin que le tuviera que decir yo nada.
Sentí que estaba por venirme, así que le dije a Carmen que se bajara de mí. Lo hizo. Me puse de pie y le dije a Carlos que me diera la cámara y seguí filmando yo. Esta vez le pedí a mi esposa que se sentara en la orilla de la cama y de frente a nosotros, Carlos y yo quedamos frente a ella los dos con las vergas bien paradas. Esta vez Carmen las tomó sin tener que pedírselo; y nos masturbó a los dos. Me miró y me dijo:
- Necesito más crema en mis manos, ¿puedo tomarla?
Carlos tomó del tocador la crema y la destapó y la apretó primero en la mano de Carmen que tenía mi verga y luego la puso en la mano que sujetaba la suya.
Mi esposa le dio las gracias. Aumentó el movimiento de sus manos en las dos vergas de tal manera que ambos sentimos que nos veníamos pues los dos nos curvamos hacia enfrente y nos arqueamos. Le pedí que nos soltara a los dos. Lo hizo.
Mandé a Carlos recostarse sobre su espalda, y coloqué la cámara sobre el televisor de tal manera que quedó directa para filmar a los tres en la cama, sin necesidad de cargarla. Solo utilizaría el control remoto para el zoom, y la pantalla la coloqué de tal forma que podía ver lo que grababa. Le dije a Carmen que se montara sobre Carlos, ella me miró con los ojos muy abiertos, le dije que no tuviera temor de nada, que obedeciera. Ella se subió y colocó sus nalgas sobre las rodillas de Carlos, y tomó su verga. Me ganó la risa porque parecía que no quería hacerlo ella pero bien que lo hacía. Le dije que la posición estaba bien sólo que debía sentarse al revés. Colocando las nalgas sobre el pecho de Carlos. Lo hizo. Le dije:
- Quiero que lo masturbes pero teniendo cuidado de que no se vaya a venir, todavía no es hora, así que despacio.
- Sí, como tú digas… -exclamó Carmen-
Su mano comenzó a moverse suavemente hacia arriba y abajo. Tomé la cámara y los filmé. Le pedí a Carmen que se acercara a la verga de Carlos y la cubriera con su cabello. Ella lo hizo quedando su boca a escasos 10 centímetros de la verga de Carlos. Ella no lo pensó pero al recostarse para hacerlo le dejó a la vista de Carlos su culo de tal manera que él le estaba viendo todo el trasero. Y los labios vaginales depilados de Carmen. Me pasé hacia el rostro de Carlos para filmar estas escenas. Encendí la luz de los burós para iluminar más el ambiente. Y cuando estaba por detrás le hice la seña a Carlos que sacara su lengua e hiciera como que le lamía el culo; todo esto lo grabé, pero Carlos fue un poco más listo, pues hizo que no comprendió que todo era simulado e introdujo su lengua en la vagina abierta de mí esposa. Ella dio un sobresalto y se sentó, apartándose de la boca de Carlos, pero le dije:
- Regresa a la posición en que estabas, fue un accidente.
Carmen se recostó nuevamente sin objetar nada, esta vez hasta reculó un poco las nalgas acercándolas a la boca de Carlos, esta posición le gusta que yo se le haga. Dejé la cámara en el buró filmando este ángulo y me pasé al frente de Carmen, al pie de la cama, tomé su cabello y levanté su rostro para que me mamara la verga, lo cual hizo sin reproche alguno. En la pantalla de la cámara pude ver los tres cuerpos perfectamente, Carmen haciéndome sexo oral y a Carlos… haciéndole sexo oral al coño de mi esposa porque otra vez estaba lamiéndole el culo, pero esta vez Carmen no decía nada porque pensó que no los veía. Carlos metía su lengua en la vagina de mi esposa. Y le pasaba la lengua hasta llegar al culo. Carmen levantaba cada vez que la lengua entraba en su vagina las nalgas para que cupiera más. Carmen fue la primera. No pudo resistir y comenzó a jadear hasta venirse, trató de disimularlo pero no lo evitó. Carlos aceleró las lamidas en la vagina de mi esposa y yo las caricias en sus tetas. Volvió a venirse mi esposa. Saqué mí verga de la boca de Carmen y fui a recostarme junto a Carlos, le pedí a mi esposa que se pasara a mí en la misma posición que tenía sobre Carlos, lo hizo. Su culo quedó frente a mi boca y le lamí el culo, podía sentir el jugo de ella estaba totalmente mojada por la saliva de Carlos. Sin tener que decírselo, mi esposa tomó la verga de Carlos y la empuñó masturbándolo de nueva cuenta. Bajé a Carmen de sobre de mí, y le dije a Carlos que se acostara como lo haría yo, con los pies hacia la cabecera; le dije a mi esposa:
- Colócate entre los dos pero viendo hacia la cámara o la cabecera, y haznos venir a los dos.
Carmen se colocó entre los cuerpos dejando sus nalgas a la vista de los dos; tomó las vergas y nos masturbó a ambos. Estuvo así por espacio de 3 o 4 minutos hasta que Carlos comenzó a arquearse, entonces mi esposa aceleró los movimientos en mi verga disminuyéndolos en Carlos, de tal modo que en un momento los dos hombres estábamos jadeando y gimiendo. Carlos exclamó:
- ¡Me voy a venir!
- ¡Yo también! –dije al unísono-
- ¡Vénganse los dos a la vez! -Dijo Carmen-
Emparejó los movimientos de ambas manos y aceleró la fricción de sus dedos en las vergas que parecían explotar. Carlos cerró los ojos, la cámara filmaba todo; por milésimas de segundo Carlos fue el primero en venirse, inmediatamente yo, mi esposa tomó las dos vergas y las apuntó hacia su rostro, haciendo que las dos barras de carne arrojaran su contenido blanco en el rostro de mi esposa, quien abrió la boca para beberse la lluvia de semen que era vaciada en su rostro. Tragó el semen de Carlos y el mío también sin dejar de masturbarnos, luego sin que yo dijera nada se metió a la boca la verga de Carlos y le lamió todo el semen que escurría por ella hasta limpiarla, luego hizo lo mismo con mi verga, se la metió toda la lamió y succionó como si fuera popote para extraer hasta la última gota de semen de mi interior.
Se dejó caer entre los dos cuerpos, el de Carlos y el mío.
La cámara siguió filmando por espacio de 10 minutos. Ninguno nos movimos. Luego fue Carmen la que se dio vuelta, quedando en la misma posición que nosotros con la cabeza hacia la piecera de la cama, solo que ella boca abajo. Colocó una pierna sobre las mías y la otra sobre las de Carlos, y trató de juntarnos; los dos nos movimos hacia el centro; el cuerpo de Carlos rosó el mío, mi esposa quedó sobre los dos. Ella se giró de tal manera que sus senos quedaron hacia mí, yo me giré sobre mi costado y la besé, Carlos se giro en sentido contrario recargando su pecho en la espalda de mi esposa, quien tomó mi verga entre su dedos y la metió entre sus piernas, luego pasó la mano hacia su espalda y tomó la verga de Carlos y la metió entre sus nalgas, haciendo que las dos vergas se tocaran entre sus piernas. Sentir la verga de Carlos en la mía fue un escalofrío.
Carmen me besó y me dio las gracias.
Continuará…

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Comentarios enviados para este relato
turulato (19 de April de 2012 a las 00:00) dice: Esta bueno, pero nos debes la continuación.

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:10) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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