El antojo de mi esposa…. ( CON fotos)

Yo algo nervioso le pregunté qué era lo que le sucedía, sin dejar de llorar y entre mis brazos, me dijo que todo era culpa de sus malditos antojos. Yo la verdad es que no sabía sobre que me hablaba, y al decirle que no se pusiera a llorar por ello, que fuera lo que fuera, que ella quisiera comer, yo la complacería. Llorando más fuerte, y sumamente avergonzada, me respondió que eso era lo malo, que no se trataba de nada de comer.

Yo me quedé sin idea de que hacer, ni de qué decirle, hasta que finalmente, le dije pero cuéntame, no pude ser, que sea tan malo, que no podamos darte gusto. Sin dejar de llorar, y mucho más avergonzada, Marlene me dijo. Pensarás que estoy loca, que soy una sucia, pero la verdad es que lo que me muero por probar es la verga de un negro, y tras decir eso se siguió llorando de manera desconsolada, diciéndome. Yo te amo, pero no sé qué me pasa, que esa maldita idea no me sale de la cabeza. Y aunque no quiero, solo pienso en ello.

La verdad es que me esperaba, que me dijera, cualquier otra cosa, menos esa. Yo en esos momentos, en lo único que pensé fue, en complacerla. Y cuando le dije. Marlene no sigas llorando, me alegra mucho que hayas sido sincera conmigo, y me lo hayas dicho, yo se lo fuerte que debió ser para ti, el reunir el valor para decírmelo. Bueno ahora me toca a mí, reunir el valor suficiente como para tratar de complacerte.

Marlene puso una cara de asombro única, como que no podía creer lo que yo le decía. Así que tragándome mi orgullo, me comprometí con ella, a cumplir su antojo lo más pronto posible. Por lo que esa misma noche, llamé a mi amigo del alma, Domingo. Un negro de origen suramericano, que estudió conmigo.

Previamente me reuní con él, y antes de que comenzara a vacilarme tocándome las nalgas, le dije. Domingo sabes que estoy casado, y mi mujer se encuentra embarazada. Al escucharme, de inmediato mi amigo guardó la compostura, Así que te voy a pedir un gran favor, pero por lo que más quiera me des tu palabra de que nadie más se va a enterar. Fue cuando él me dijo, acuérdate que en la universidad, nadie se enteró de que yo todas las noches, te comía el culo, así que no te preocupes, seré una tumba, pero dime para que soy bueno.

Cuando le hablé a mi amigo del antojo de Marlene, él se quedó callado, por un rato, luego me preguntó, ¿Y cómo es ella? A medida que se la fui describiendo, mi amigo se fue agarrando su miembro por encima del pantalón y al yo terminar de decirle lo blanca y rubia que era mi esposa, el esbozó una gran sonrisa, diciendo. Carne blanca, para el negro…

Bueno, yo quedé con mi amigo, por pedido de Marlene, que yo estaría presente en todo momento. Así que cuando él llegó a nuestra casa, la siguiente noche. Marlene prácticamente se encontraba desnuda. Por lo que apenas él llegó, y los presenté, frente a mi comenzaron a agarrarse, y besarse. En cierto momento mi mujer me dijo que deseaba comparar nuestras vergas, por lo que algo avergonzado me bajé los pantalones y parándome a su lado, ella se arrodilló, y agarró el miembro de Domingo, así como el mío.

Los observó detenidamente, se sonrió, y viéndome me dijo. Gracias mi amor por este regalo. Desde ese momento en adelante, se comenzó a centrar únicamente en mi amigo, dejándome a mí a un lado, casi sin ponerme la menor atención. A mí no me quedó más remedio que, él quedarme viéndolos, como se besaban, y acariciaban, completamente desnudos los dos.

Y así los dos continuaron, mientras que de cerca los observaba, sin quitarle los ojos de encima. Viendo como aquella extraordinaria verga entraba por el coño de mi mujer, y lo mucho que ella se deleitaba sintiéndola dentro de su cuerpo. La verdad es que desde el momento en que Marlene me dijo su deseo o antojo, no sé que me pasó a mí, que también comencé a pensar en que el antojo de mi esposa se cumpliera.

Por lo que el verla con su barriga de cuatro meses de embarazo, siendo penetrada una y otra vez por mi amigo, fue algo que yo no pude controlar, y casi de inmediato, a medida que veía como la verga de Domingo, entraba y salía del coño de Marlene, me fui masturbando lentamente.

Yo no lo podía creer, que yo disfrutase tanto de todo eso que estaba viendo en primera fila. Marlene por su parte, estaba irreconocible, actuaba y decía cosas que yo jamás la había escuchado decir, en nuestros pocos meses de casados. Se reía, y hasta lloraba de la alegría, al sentir la inmensa verga de Domingo dentro de su cuerpo.

Bueno ya Marlene dio a luz, pero ni ella ni yo hemos dejado de recibir en casa a nuestro mejor amigo, el cual en ocasiones, por aquello de no olvidar los viejos tiempo de la universidad, hasta me ha dado por el culo frente a mi mujer….