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El chofer de la grúa, mi marido, y yo…

Relato enviado por : narrador el 18/03/2013. Lecturas: 15864

etiquetas relato El chofer de la grúa, mi marido, y yo…   Confesiones .
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Resumen
Para hacerles el cuento largo corto, les diré que mientras íbamos mi esposo y yo a visitar a unos parientes fuera de la ciudad, se nos accidentó al auto. Y como resulta que Ernesto mi marido, es sumamente tacaño y egoísta, por uso y costumbre, supe que podíamos pasar un largo tiempo, hasta que él aceptase el pagar lo que cualquier chofer de grúa le pidiera, para remolcar el auto hasta un taller.


Relato


En efecto, como a los diez minutos llegó una grúa, y ya mi esposo y el chofer llevaban más de veinte minutos discutiendo por el precio, cuando yo decidí intervenir. De lo contrario nos exponíamos a pasar toda la noche en ese retirado paraje de la carretera. Lo primero que hice fue decirle a mi esposo, que me dejase hablar a mí con el chofer, que quizás debido a que como soy mujer, me tratase mucho mejor que a él. Desde luego que Ernesto acepto de inmediato, nada más pensando en el dinero que se podía ahorrar.

Yo me fui aparte con el chofer, y nada más de ver la manera tan lasciva en que me miraba las tetas, supe de inmediato que llegaríamos a un acuerdo. Prácticamente no le dije nada, únicamente me le quedé viendo el bulto entre sus piernas, al tiempo que introduciendo mi dedo índice en la boca, lo succioné ligeramente por un instante. Eso bastó para que el chofer, entendiera el mensaje. Y tras enganchar el auto por la parte trasera y levantarlo, le dijo. Bueno Don, por seguridad yo le recomiendo que se vaya en el auto, mientras su esposa y yo vamos en la cabina.

Realmente Ernesto en lo único que pensó fue en el dinero que él pensaba se estaba ahorrando, por lo que ir sentado en su auto, viendo la carretera, no le incomodaba para nada. Ya apenas arrancamos, me aseguré que no había forma ni manera de que mi esposo pudiera ver lo que sucedía dentro de la cabina. Así en la cabina con el chofer, después de que arrancó a los pocos segundos, de la manera más confiada, colocó su mano derecha sobre mi muslo, y sin quitar los ojos de la carretera la fue metiendo bajo la corta falda que yo usaba en esos momentos, hasta que tocó mi coño por encima de mis pantis.

Sin inmutarse, mientras continuaba conduciendo, sus dedos fueron explorando mi vulva por fuera, al tiempo que yo me limité mantenerme en silencio, sin decir nada, y a separar mis piernas, lo suficiente como para que él continuase haciendo eso. A medida que seguía conduciendo suavemente comenzó a recoger la tela de mis pantis, lo que me dio a entender que debía quitármelos, y con toda la calma del mundo así lo hice y de inmediato sus dedos se volvieron a incrustar dentro de mi coño, sabrosamente.

Al poco rato, se quedó viendo mis labios, y sin necesidad de que me lo dijera, con ambas manos le abrí la cremallera del pantalón y de inmediato surgió de su encierro, grueso, viril, venoso, y largo miembro. Así que mientras él continuaba introduciendo sus dedos dentro de mi vulva, yo sin contemplación alguna, me recosté entre sus piernas, y con mi lengua comencé a lamer su colorado glande.

A medida que iba lamiendo su glande, fui deslizando mi lengua hasta sus peludos testículos, y cual si fuera un delicioso helado de mantecado por un buen rato se los estuve lamiendo. Al tiempo que sus dedos, dentro de mi coño, me provocaban un placer tremendo, quizás sería por el morbo, de hacer algo que yo no debía hacer, o por la manera tan rica con que sus hábiles dedos, arrancaban profundos gemidos en mi. La cosa es que quizás ya a medio camino, ha pasado un autobús de pasajeros a nuestro lado, y claramente pude ver las caras de un sin número de hombres y mujeres que me vieron mamándole salvajemente, la verga al chofer de la grúa, al tiempo que él tenía casi por completo su mano derecha dentro de mi coño. Eso me excitó muchísimo más, sabiendo que mi marido iba quizás hasta durmiéndose dentro del auto, ignorando por completo lo que yo y el chofer hacíamos.

En ese instante me dediqué a mamar por completo su gruesa y venosa verga, imaginándome como sería el tenerla dentro de mi húmedo y lubricado coño. A medida que él continuaba conduciendo, sus dedos no dejaban de proporcionarme un tremendo placer, y en correspondencia yo con mi boca, continuaba tragándome toda su tremenda verga, hasta el momento en que inevitablemente se vino dentro de mi boca y garganta. Razón por la cual, en lugar de escupir, me la tragué, pensando que así evitaba correr el riesgo de que mi esposo se fuera a dar cuenta de ello.

Yo me encontraba completamente espatarrada, dentro de la cabina de la grúa, al tiempo que el chofer continuaba conduciendo e introduciendo prácticamente toda su mano derecha dentro de mi cuerpo. Las luces de la ciudad se hicieron presentes, mientras que él continuaba proporcionándome ese delirante placer. Casi minutos antes de que nos detuviéramos, el chofer se mantuvo dándome dedo del bueno. Yo como pude me arreglé, dentro de la cabina, y una vez que nos detuvimos, mi esposo sin decirme nada previamente decidió, quedarse durmiendo dentro de su auto, por temor a que alguien viniera a robarle algo. Yo que no estaba para ponerme a discutir, cuando Ernesto le preguntó al chofer si me podía hacer el favor de dejarme en la casa. Casi me da un ataque de risa, pero lo disimule muy bien, el chofer por su parte le dio a entender a mi esposo, que no tenía mucho tiempo, pero finalmente aceptó, llevarme hasta nuestra casa, sin cobrarnos nada extra.

Bueno piensen si eso fue lo que hicimos dentro de la cabina de la grúa, que no hicimos una vez que llegamos a mi casa….

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Comentarios enviados para este relato
torcacho (23 de March de 2013 a las 01:29) dice: esta no es tu primera infidelidad...es que se nota lo puta que eres

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:02) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

pelado45 (18 de March de 2013 a las 21:36) dice: Aunque suele decirse que el fin justifica los medios creo que actuaste como una reverenda PUTA no obstante me encantaria tenerte cerca y disponible Abrazo


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