Un encuentro salvaje en el cuarto de la ropa sucia.
Relato
Me tomó de la mano, comenzó a hacerse paso por entre la gente; estábamos en el cumpleaños de una amiga y a ese apartamento ya no le cabía un alma más. Nos costó un poco llegar hasta la cocina, en el fondo de ésta había una puerta, ella la abrió y me jaló de la mano hasta adentro, era el cuarto de la ropa.
Entrelazamos los dedos de ambas manos, me hizo subir los brazos y los empujó contra la pared, hizo lo mismo con el resto de mi cuerpo, me tenía entre su cuerpo y la pared. No paraba de besarme, podía sentir como se apretaba contra mí, como empujaba su pubis contra el mío, como me lo restregaba; se le estaba saliendo la arrechera hasta por los poros. Su lengua recorría mi cuello, subía por él, la pasaba por mi barbilla hasta llegar a mi boca y continuaba besándome, yo prácticamente no podía moverme, me tenía entre sus garras, y yo quería ser su presa.
Aun con los dedos entrelazados metió las manos detrás de mí y sin parar de besarnos me llevó hasta la lavadora, me empujó contra ella; yo no oponía la menor resistencia, era deliciosa la forma en que me estaba dominando. Tenía un vestido de esos que se ajustan al cuerpo, me lo subió a la altura de la cintura y me quitó las tangas. Puso sus brazos entre mis muslos y me subió hasta la lavadora, me empujó hacia atrás poniendo su mano en mi pecho y me separó las piernas; había que ver la forma en que se quedó mirando mi coño, lo estaba contemplando con tanto deseo, con tantas ganas; y con un súbito impulso puso se cara entre mis piernas y comenzó a lamerlo. La energía con que lo hacía era impactante, podía percibir las ganas que tenía de mí con el movimiento de su lengua, con el succionar de sus labios. Jaló mi vestido por la parte de arriba y comenzó a acariciar mis senos, los apretaba fuerte; todo lo que me estaba haciendo me había sacado de la realidad; intenté incorporarme pero ella me empujó nuevamente hacia atrás, quería que me quedara donde me había puesto, así que me dejé llevar por sus manos, no quería que fuera a parara por nada del mundo, me estaba haciendo gozar.
- ¡Vente para mí! Quiero que te vengas en mi boca –dijo ella-.
Y como si hubiera sido una orden, mi cuerpo ya no pudo soportar tanto placer, y sentí como llegaba al orgasmo.
- Es para ti –le dije-; tu perrita se está viniendo.
Y en efecto así era, no sólo me había sacado un orgasmo sino que me había sacado la perra que llevo dentro, mi nivel de arrechera estaba al límite; me bajé de esa lavadora como poseída por el demonio; la agarré de ese culo y la apreté contra mi cuerpo; podía sentir en su boca el sabor de mi coño.
Me hice por detrás de su espalda y comencé a acariciarla por todas partes; metí mi mano entre su pantalón y pude sentir lo mojado que tenía su coñito; así como estábamos la acerqué hasta el borde de la lavadora, empujé su espalda para que se recostara en ella y de un golpe bajé su pantalón casi hasta las rodillas; ¡qué espectáculo el que tenía ante mis ojos! Verla empinada parando ese culito mientras abrazaba esa lavadora, daban ganas de hacerle de todo.
Era mi turno de hacerla gozar, le separé las nalgas con mis manos, se veía tan rico ese coñito, todo mojadito, todo provocativo; puse mi boca en él y empecé a saborearlo recorriéndolo con mi lengua por todas partes, metiéndolo todo en mi boca; me excitaba tanto la forma en que gemía; eran suaves murmullos que endulzaban mi oído al escucharlos. Pude sentir cuando se iba a venir, empujaba su culo contra mi cara cada vez con más fuerza; yo pasaba más duro mi lengua sobre ella, quería que se viviera tan rico como yo lo había echo.
- Dale que me voy a venir.
Ya lo había percibido pero daba tanto morbo escucharla decirlo. La forma en que tensionaba los músculos de las piernas y ese repentino flujo de jugo en su coño me aseguraron que se había venido, yo continué otro momento, quería que lo sintiera.
Retiré mi cara y le metí un mordisco en la nalga, ya no me aguantaba más, lo había pensado desde el principio, cuando la vi tan rica parando su culito.
Ella se dio la vuelta y comenzó besarme nuevamente, a mí no me provocaba más que quedarme ahí encerrada con ella después de sentir tanto placer, pero ni modo, había que volver a la fiesta.
Ese viernes fue el mejor de todos, porque desde entonces nunca me separo de mi amiga Lorena Con la que mas de una vez, y desde entonces nos hemos enloquecido de placer juntas!!!!
Relato erótico enviado por Anonymous el 07 de February de 2009 a las 22:46:05 - Relato porno leído 304557 veces
Mi nombre es Antonia, pero mis amigas me llaman tan solo Ant, cuando llegué a casa de Valeria mi amiga, me encontraba llorosa, triste y bien deprimida ya que me novio, momentos antes, sin más ni más, me dijo que terminaba conmigo, y que no lo buscase más. No me dio razones, y simplemente se montó en su motora y se marchó. Dejándome toda confundida y sin saber qué hacer, fue que me di cuenta que me encontraba cerca de la casa de Valeria, y me llegué hasta su casa, buscando consuelo, pero al tocar la puerta, salió su madre la señora Estela, únicamente cubierta con una pequeña toalla de baño alrededor de su cuerpo, pero nada más al verme, sonriendo me dijo, que Valeria había salido con su padre y regresaba a la noche. Fue cuando sintiéndome más sola y abandonada, estallé en llanto, Estela al verme en esas condiciones, de inmediato me hizo entrar a su casa.
Relato erótico enviado por Narrador el 24 de October de 2009 a las 11:09:24 - Relato porno leído 127175 veces
Acariciándonos nuestras piernas hasta que ya estábamos lo suficiente calientes nos quitamos nuestros calzones y comenzamos a mamarnos nuestras vaginas y a besarnos.
Relato erótico enviado por Anonymous el 22 de July de 2009 a las 23:49:21 - Relato porno leído 110305 veces