La visita se trataba de mi amiga Bibi. Linda rubia, flaquita, de ojitos claros, 24 años. Le llevaba 23 años de diferencia. La amistad había comenzado 10 meses atrás.
Relato
El héroe de la preciosa pendeja
La muchacha abrió la puerta de entrada de mi casa calle en el mismo momento que largaba mi primer chorro de leche. Eran las cinco de la tarde de un sábado. Yo estaba recostado sobre la silla, enfrente de la computadora, cuyo monitor mostraba un video de una pendeja preciosa masturbándose.
Además de haber sido sorprendido masturbándome, la recién llegada vio que mi pija espasmódica asomaba desde el costado de una bombacha blanca, tipo tanga. En la pantalla se veía que la trolita se sacudía por sus orgasmos. Era idéntica a la rubiecita presente en el living.
- ¡Qué acabada amigo!; ¡Me vas a dejar durísima la tanguita! – exclamó, divertida, la piba.
- ¡Uy…!, perdón… - dije, incorporándome bruscamente logrando tirar la silla y derramar los restantes chorros de semen en mis piernas y alfombra.
La visita se trataba de mi amiga Bibi. Linda rubia, flaquita, de ojitos claros, 24 años. Le llevaba 23 años de diferencia. La amistad había comenzado 10 meses atrás.
- ¡Querido…! ¡Sabés que me encanta cuando te veo hacerte la paja, mirando los videos en donde salgo pajeándome…! ¡Y ponerme la bombachita que vos inundaste!... Pero ya que vos acabaste, ¿tenés ganas de lamerme la conchita y hacerme acabar a mí…? Vengo recaliente, tengo la bombacha mojadita, como a vos te gusta…
Y a continuación la pendeja levantó su minifalda para confirmarme las ricas humedades que bajaban por sus deliciosos muslos. Bibi continuaba ofreciéndome los motivos por los cuales gozábamos juntos.
Rescatada
Un sábado a la madrugada pasaba con mi auto por una calle oscura cuando observé a una chica perseguida por tres muchachos, aventajándolos por 30 metros. Detuve el vehículo a la altura de ella, me bajé y le pregunté qué pasaba. Estaba aterrorizada, llorando.
- ¡Por favor!, ayúdeme señor, ¡me quieren violar! – gritó la piba.
Rápidamente abrí la puerta del acompañante, la empujé adentro, tomé un bate de beisbol que llevo en el piso del auto y grité a los perseguidores:
- ¡Todos quietos!; mejor, ¡váyanse de acá!; no quiero lastimar a nadie…
Sorprendidos, los jóvenes (con edades entre 18 y 22 años) se detuvieron a dos metros mío. Me midieron.
- ¿Y quién carajo sos vos?, ¡viejo de mierda!; ¡correte sino querés que te rompamos los huesos! – reaccionó, violento, el más corpulento de los tres. Y avanzó hacia el auto.
Le dí con el bate en su brazo derecho y el muslo del mismo lado. Cayó de rodillas. Los otros dos saltaron sobre mí pero yo ya me había corrido hacia la izquierda. Asesté el bate en el tórax de uno, y al otro en la espalda. También cayeron. Sin permitirles reaccionar los golpeé en el estómago, por lo que, sin aire, dieron sus caras contra la vereda.
Corrí hacia el volante y arranqué el auto. Diez cuadras después bajé la velocidad y miré a la chica. Tenía sus ojazos clavados en mí, contemplándome con la boca abierta.
- Ahora contame que pasó… -consulté secamente.
- Ehh… Gra… Gracias, usted me salvó… - balbuceó la pendeja.
Llegué hasta una confitería céntrica y detuve el auto. La estudié cuidadosamente. Estaba descalza, enfundada en un ajustadísimo vestido negro de breve falda y profundo escote. Pensé que parecía una escort cara. Olía a alcohol y sus ojos estaban enrojecidos.
- Vas a tomar un café doble y después te acompaño a la Policía para que hagás la denuncia.
- ¡No!, ¡la policía no!; ¡por favor!; y no bajemos acá, tengo miedo…
- No entiendo, explícame…
- Señor, por favor, lléveme a su casa. Ahí le explico todo…
Una hora después, Bibiana, tal como dijo llamarse, estaba sentada en uno de los sillones de mi living. Bañada, vestida con un pantalón corto y una camisa mías que le había dado para cambiarse, tomaba la segunda taza grande de café.
Contó haber estado en un boliche y besuquearse con el grandote que derribé primero. El le propuso ir a su departamento, a dos cuadras del local, prometiéndole porros y tequila. Ella aceptó. Pero al llegar a la entrada del edificio donde vivía el galán, bajaron de una camioneta dos chicos que saludaron amistosamente a su acompañante y la miraron lujuriosamente.
Bibiana narró que los amigos preguntaron cuánto cobraba para estar con los tres, cogiendo por todos los agujeros. Entonces salió corriendo.
- Pero vos sabías que si ibas al departamento del grandote no era para charlar… -dije.
- Sí, pero yo quería fumarme un porro más, coger con ese machito lindo, pero me dio bronca que me traten de putita… Capaz que si me lo hubieran pedido de otro modo todavía estaba cogiendo con los tres, pero, así, por la fuerza… -explicó.
- ¿Alguna vez estuviste con más de un hombre?
- ¡Con más de un hombre y una chica! ¡Me encanta que me llenen por todas partes!
- Bueno, muy arriesgado lo que hiciste… Ahora andá a descansar. Ya te preparé tu habitación. Yo también tengo sueño.
En realidad quería ir a mi cuarto, tirarme a la cama y darle a mi pija. La pendeja era linda, sensual, hipersexual… Y su relato me había excitado. Estaba desnudo, con la poronga al aire, paradísima, tocándola, cuando vi entrar a Bibiana. Desnuda.
- ¡Menos mal que está despierto!; quiero agradecerle todo lo que hizo por mí, y agradecerle bien, haciéndole pasar un buen momento… Y me parece que lo tengo para darle va a ser mejor que lo que estaba haciendo…
Y sin darme tiempo para responderle se arrojó sobre mi pene erecto y mojado. La pendeja era una experta mamadora. Además de tragar mi pedazo de 18 por cuatro, usaba su lengua, labios, dientes, aliento, logrando un gozo extremo.
- ¡Bibi!; ¡nena!; ¡me vas a hacer acabar!...
- ¡Si papi!, ¡sos mi héroe!; ¡quiero tu leche!, ¡dámela, lléname de tu leche, quiero tragarla!
Al escucharla no pude aguantar más y, gimiendo extasiado, comencé a soltar mi semen dentro de la boquita deliciosa…
El primer chorro, la nena se lo tragó. Los tres restantes los dejó derramar por la comisura de sus labios, bajando por su mentón, cuello, tetas…
Quedé agotado. Bibi se acostó a mi lado, cerró sus ojos tres minutos y se levantó. Se paró al lado de la cama, de espalda, y comenzó a balancear su cuerpo bonito, usando sus manos para recorrer sus nalguitas y muslos. Me sentí afortunado: una pendeja hermosa, cintura breve, culito sabroso, estaba a centímetros de este maduro.
La piba giró su cuerpo y, continuando los sensuales movimientos, acarició sus pechos, su pubis, su vagina. Escuché sus crecientes gemidos. Se estaba masturbando, delante de mí y advertí como se iba mojando su conchita maravillosa.
Diez minutos antes, con el pene fláccido, quería dormirme; pero tremenda belleza logró levantar poco a poco mi polla. Deseaba entrar en esa cuevita, sin embargo temía no lograr tenerla totalmente dura.
Entonces, Bibi me preguntó:
- ¿Te gusta mi concha?
- ¡Es hermosa!
- ¿Querés chupármela?
- ¡Me encantaría!
- ¿Hasta hacerme acabar?
- ¡Si bebé!; ¡te lamo hasta sacarte brillo!
La pendeja se acostó, abriendo ligeramente sus esculturales piernas.
Y yo bajé a su entrepierna. Si era un deleite mirar la piel de la nena, sentir en la lengua y mis labios esa delicadeza, suavidad calor y humedad de hembrita caliente, y los labios vaginales sin un pelito, era fantástico…
Quería hacerla gozar. Mis manos, dedos, cara, todo recorrieron su cuello, orejas, garganta, hombros, axilas, pies, tobillos, la curva baja de su espalda, detrás de sus rodillas, todos el contorno de sus muslos, brazos, ombligo… Cuando bajé nuevamente al clítoris, este palpitaba como el corazón de un pájaro. Lo mordí suavemente y Bibi arqueó su cuerpo, dio un alarido y tuvo su primer orgasmo. Y a continuación otros cuatro seguidos. Pero mis labios no soltaron su botoncito.
- ¡Aggg…!; Ayyy!, ¡hijo de puta!, ¡me estás matando…!; ¡nadie me hizo lo que me hacés…!
Los flujitos de la pendeja brotaban como regadera. Conté otros tres orgasmos. Y cuando sentí que decaía su gozo, presioné mi lengua contra el lado inferior del clítoris, cubriendo con mis labios por arriba, mientras tres dedos entraban en su coñito…
Fue ella quien alejó mi cara. Estaba exhausta.
- ¡Meteme tu pijaza, clavamelá, dame duro papi!- me ordenó.
La tenía al palo. La hundí por delante sin preámbulos. Resbaló completa, hasta los huevos, dentro de ella. Y gozo otras dos veces.
- ¡Por el culo, dámela por el culo, rómpeme amor! – clamó desesperada.
Me acosté sobre mi espalda, hice que ella se sentase mirándome, abrí sus nalguitas con mis manos, apunté mi verga a su agujero y la bajé en un solo movimiento. Emitió un quejido, me insultó y, ensartada, movió su culito en sentido giratorio, para uno y otro lado.
- ¡Bebé, mi putita, voy a llenarte de leche el culo! –exclamé.
- ¡Si, si, ahogame en leche amor!
Y mientras yo vaciaba mi semen dentro de su anito, Bibi, ya sin control, empezó a orinarse…
Rendidos ambos, nos dormimos enchastrados como estábamos.
Tres horas después, la hermosura me despertó con un suave beso en mis labios.
- ¡Hola bebé!; ¿cómo estás? –le pregunté sonriente, feliz.
- ¿Me preguntás en serio?; ¿cómo querés que esté? ¡Nadie me cogió como vos…!. Papi, sonaste: ¡Sos mi macho!
Una quinceañera caliente, logra lo que tanto ansía: descubrir que el sexo va mas allá de meterse tímidamente un dedito. Su portero le dará una dulce lección.
Relato erótico enviado por euterpe el 11 de October de 2004 a las 10:03:00 - Relato porno leído 196033 veces
Esta historia ocurrió en Arequipa y es totalmente cierta. Mi sobrina era tímida pero terminó gustándole el sexo.
Relato erótico enviado por blackcat el 21 de January de 2005 a las 16:37:46 - Relato porno leído 143646 veces
Si te ha gustado El héroe de la preciosa pendeja ( CON fotos) vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar El héroe de la preciosa pendeja ( CON fotos).
Alber69
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:37) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:17) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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