Cuando Pepe mi marido, finalmente trajo a casa el nuevo televisor, lo único que me dijo fue. Mañana durante el transcurso del día, viene el encargado de instalarlo. Y aunque traté de que me dijera cuanto le había costado aquel aparato, y en cuanto saldría instalarlo, Pepe se hizo el desentendido. Lo que no evitó que apenas me terminase de bañar, Pepe me sorprendiera completamente desnuda, cuando me disponía a ponerme mí bata de dormir, y sin tan siquiera quitarse la ropa, a lo bestia me saltó encima, y separando mis piernas me penetró. El detalle es que cuando a Pepe le da por hacerlo así, apenas me lo mete, que en un dos por tres que se viene, dejándome a mí, con las ganas, mirando el techo de nuestra habitación. Cosa a la que ya me he ido acostumbrando, muy a pesar mío.
Relato
Por lo que cuando al siguiente día, vi que salió de lo más apurado, tanto que no medio tiempo de pedirle el dinero, para pagar la instalación, por lo que comencé a preocuparme. Ya cerca de las diez de la mañana sentí que tocaron la puerta. Se trataba del susodicho instalador, un hombre alto, un poco más joven que yo, de porte atlético, que vestía de manera bien informal. Y no es que yo sea una ninfómana, pero nada más de verlo, y al recordar como Pepe me había dejado tendida en la cama, la noche anterior. Comencé a imaginarme, como sería el tener un desliz con aquel tipo.
Y a medida que él fue realizando la instalación del televisor, yo no dejaba de pensar en eso. Sobre todo sabiendo que Pepe, regresaría pasada las diez de la noche. Yo no tenía la menor idea, de que hacer para llamar su atención. Cuando se me ocurrió abrir ligeramente el suéter que tenía puesto, dejando que gran parte de mis senos quedasen al aire, apenas ocultos por el sostén que estaba usando. Por un rato mientras el instalador realizaba su trabajo, me mantuve fuera del alcance de su vista, hasta que terminó la instalación. Pero apenas terminó, procuré llamar su atención, cosa por la que no tuve que esforzarme mucho. Ya que al verme de inmediato clavó sus ojos en mis tetas. Y sonriendo, me dijo. Suerte que la señora está en su casa. Yo haciéndome la tonta, le pregunté por qué decía eso. Y su respuesta fue. Bueno si la señora tiene mucho calor, si quiere se puede quitar la ropa, al fin y al cabo está en su casa.
Yo no lo pensé dos veces, y sonriendo al tiempo que me comencé a quitar la ropa, y aunque me sentía como una tonta, le dije. Y si tú, también te quieres quitar la tuya, yo me sentiría sumamente feliz. Casi al mismo tiempo ambos en la misma sala, nos comenzamos a desvestir, sonriéndonos mutuamente, aunque me sentía algo nerviosa, ya que sabía que una vez ambos estuviéramos desnudos, no habría vuelta atrás. Yo me encontraba casi del todo desnuda, de pie ante él, cuando el instalador se agachó frente a mí, y dirigiendo su boca a mi depilado coño se dedicó a pasar su caliente, y húmeda lengua por los labios de mi vulva. A medida que él me fue mamando el coño yo fui retrocediendo hasta caer sentada, con mis piernas bien abiertas, en uno de los sofás de la sala. En mi vida nadie nunca me había hecho eso, el sentir su lengua lamiendo toda mi vulva, y sus dientes sabrosamente mordisqueando mi clítoris, hizo que disfrutase de un orgasmo como nunca antes lo había disfrutado. Casi pierdo el sentido, pero por el placer que sentía. Fue tanto y tanto lo que lo disfruté, que por primera vez en mi vida, solté un incontenible chorro de mi vulva. Al poco rato tras retomar mis fuerzas, fui yo la que no esperó a que se terminase de bajar sus boxes, para dedicarme a mamar su erecto miembro. Yo estaba más que deseosa de sentir su miembro, dentro de mi coño. Por lo que deje de mamar, y abriendo mis piernas lo más que pude le ofrecí mi caliente coño. Fue cuando me di cuenta de que le estaba siendo infiel a Pepe. Y la verdad es que poco me importó. Lo que yo deseaba era sentir aquel tremendo pedazo de carne entrando y saliendo de mi cuerpo. Ya que a medida que él no paraba de meter y sacar su verga de mi caliente coño, yo no paraba de mover mis caderas, al tiempo que entre mis chillidos, y gemidos de placer le pedía que me diera más duro. Contario a Pepe, ese hombre seguía, y seguía enterándome todo su sabroso miembro, sin detenerse. Hasta que nuevamente hizo que yo volviera a disfrutar de otro salvaje orgasmo. Pero no conforme con eso, cuando yo apenas y comenzaba nuevamente a recuperar el aire. Extrajo su caliente y dura verga de mi coño, y en cosa de segundos, me la empujó por el culo. Si bien es cierto que me dolió algo, a los pocos minutos, para ser la primera vez que me daban por el culo, lo disfrutaba como una loca.
Esa noche cuando Pepe regresó a casa, al ver el televisor ya instalado, se acordó de que no me había dejado el dinero, para pagar la instalación. Y lo único que se me ocurrió decirle fue. Yo me encargue de pagarle, claro que no le dije como….
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513553 veces