Hace pocos días llegó a casa mi esposo acompañado de un amigo de él, el cual yo no conocía. Como llegaron casi de madrugada, por haber estado bebiendo, yo no los vi, porque ya a esa hora me encontraba dormida. Al día siguiente, cuando se levantó mi esposo, me comentó que había traído un amigo a casa, que de seguro aun estaba durmiendo la tremenda borrachera que había agarrado, celebrando su divorcio. Cosa que a mi, no me pareció para nada graciosa.
Relato
Eduardo mi esposo, como que se despertó con muchas ganas de clavármelo, ya que apenas abri los ojos, él sin tan siquiera decirme nada, separó mis piernas, y sin más ni más me lo enterró en la chocha.
Bueno yo en esos casos, procuro no molestarme, y hasta hay ocasiones en que disfruto y mucho que me haga eso, pero esa no fue una de esas veces, ya que al poco rato se vino, y casi de inmediato se levantó, se dio una ducha, se vistió, desayunó y se marchó, sin decirme más nada, a atender su consultorio, ya que es medico. Yo simplemente me lavé el coño, en el bidet, y bien molesta con Eduardo, antes de marcharme a mi bufete, decidí limpiar algo la casa.
Ya que la muchacha de servicio, me había pedido el día libre. Así que tal y como me encontraba, solamente me puse una de mis, muy usadas batas caseras, una vieja chancletas, y me dediqué a limpiar, antes de darme una ducha y vestirme para marcharme a los tribunales.
Realmente apenas había comenzado, cuando barriendo pasé frente a la habitación donde dormía el amigo de mi marido. El muy desgraciado se encontraba durmiendo a pierna suelta, completamente desnudo. Yo la verdad es que me dio algo de curiosidad, y entré a la habitación, y justo cuando estaba por salir, me di cuenta de que su miembro estaba adquiriendo tremenda erección.
Por lo que entendí que ese tipo estaba por despertase en cualquier momento. Así que salí, y haciéndome la loca, continue barriendo por toda la casa. Al poco rato lo sentí levantarse, entrar al baño, enjuagarse la boca, y hasta lo escuché como orinaba, y se duchaba.
Luego al asomarme al pasillo, lo encontré saliendo del baño, completamente mojado, algo confundido, con apenas una toalla puesta alrededor de su cintura, y bajo la cual se marcaba aun, con suma facilidad, su erecto miembro.
Él se encontraba de espaldas a mi, así que cuando lo saludé dandole los buenos días, se asustó. O mejor dicho como que no esperaba que hubiera alguien en casa. Fue cuando, me dijo. Yo soy Antonio, amigo de Eduardo.
Pero de inmediato sin esperar a que yo le dijera algo, preguntó ¿Y tú eres? Yo en esos momentos como cargaba la escoba y el recogedor en mis manos, sin decir nada, se los mostré, pensando que entendería que era la dueña de la casa, pero de seguro que él asumió que yo era la sirvienta.
Porque su manera de actuar seguramente hubiera sido otra, si le hubiera dicho que yo era la señora de la casa.
Casi de inmediato se me acercó, y preguntándome mi nombre. Me di cuenta de que, él por su manera de hablarme tan confianzuda, seguramente me había confundido con una sirvienta, por lo que le dije que me llamaba Mary, en lugar de María, que es mi verdadero nombre.
El amigo de mi esposo, se me acercó, tanto que prácticamente me acorraló contra la pared. Yo la verdad que estuve a punto de decirle que se quedase quieto que yo era la esposa de Eduardo, pero algo dentro de mi, o mejor dicho algo dentro de mi coño, me comenzó a picar. Por decirlo de alguna manera, quizás como recién, y lo había visto completamente desnudo, y con su verga bien parada. Y como mi marido me había vuelto a dejar, tremendamente insatisfecha.
No le di mucha cabeza al asunto, así que apenas Antonio se me acercó más, yo de manera descuidada, dejé que la vieja bata que carga a puesta se abriese, dejando que se diera cuenta que bajo ella, no cargaba más nada puesto
Antonio me tomó entre sus brazos, sin que yo le ofreciera resistencia alguna. Digo, gracias a Dios que se debió enjuagar la boca con desinfectante bucal, ya que cuando me besó a eso era que sabía su boca. Sentí su lengua enterrándose dentro de mi boca, mientras sus manos comenzaron acariciar todo mi cuepro por debajo de la tela de mi vieja bata.
En cosa de poco taro, ya me estaba agarrando sabrosamente mi coño, y en el mismo medio de la sala, se arrodilló frente a mi, y comenzó a darme una sabrosa mamada de coño, como hacía mucho tiempo mi marido no me la daba. Yo colocando mis manos sobre su cabeza, la restregué infinidad de veces contra mi chocha, hasta que Antonio me hizo disfrutar de un orgasmo como hacía mucho tiempo no lo disfrutaba.
Yo quedé completamente satisfecha, pero a la vez muy deseosa de que Antonio continuase son sus intenciones. Así que lo agarré de la mano, y tras dejar caer mi bata al piso, lo conduje a la cama de Eduardo y mía, la que recién yo había tendido. No bien entramos a nuestra ahbitación, me tiré sobre la cama, y colocándome boca arriba separé mis piernas, al tiempo que con mi dedo índice le hice señas de que se me acercase.
Eso le bastó a él para que se me tirase encima, en cosa de pocos segundos mientra nos besábamos de manera ardiente, sentí como su buen trozo de carne, se fue enterrando placenteramente dentro de mi, no es que yo sea una cualquiera, para acostarme con el primero que aparezca, pero en el estado en que yo me encontraba, mucho aguanté después de que lo vi completamente desnudo en la cama.
Antonio, me volvió a producir un gran placer, tan diferente a mi esposo que una vez que lo mete, basta que apenas me mueva un poquito, para que él se de por satisfecho. Lo cierto es que prácticamente estuvimos casi toda la mañana revolcándonos en mi cama, sin que Antonio siquiera sospechase quien era yo realmente.
En una de esas, fui yo la que le mamó su verga, y fui yo la que en agradecimento hasta dejé que me diera salvajemente por el culo. Ya cerca del medio día, tras ducharnos, y él retirarse al cuarto donde había dormido, yo me vestí, y al salir del cuarto fue que Antonio se dio cuenta de quien yo era.
Lo que me produjo mucha gracia, ya que vi como se asustó al darse cuenta, de que era la esposa de su amigo y no su sirvienta. Antonio no ha vuelto por casa, aunque ocasionalmente nos encontramos, sin que mi esposo se enteré, fuera de mi bufete, para tomarnos un café y algo más….
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513553 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299793 veces
Si te ha gustado El invitado de mi marido, me confunde con la sirvienta… ( CON fotos) vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar El invitado de mi marido, me confunde con la sirvienta… ( CON fotos).
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
insepulto
(26 de November de 2016 a las 22:16) dice:
tu insatisfacción te hizo gozar, m excito tu relato. katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:28) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:57) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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