Mi nombre es Rosi, y soy superviviente de violencia domestica. No se asusten, no voy a contarles toda la tragedia de mi vida, tan solo les hablaré de Gustavo, mi ex. Todo un machote, alto, buen mozo, fuerte y bastante abusador. Desde antes de casarnos, me di cuenta de que era algo violento, tanto que estando de novios, una noche después de que regresábamos de ver una película, mientras nos besábamos desenfrenadamente en su auto, me dijo simplemente que deseaba que yo, le mamase su miembro.
Relato
Al principio pensé que me lo decía en broma, pero cuando de momento me tomó por el pelo, y sacando su miembro del pantalón con la otra mano, colocó mi cara frente a su cosa. En ese instante comprendí que no era en broma que me lo decía. Así que a pesar de la repulsión que sentí en ese instante, y de lo asustada que me encontraba, abrí mis labios, resignada a hacer lo que Gustavo me ordenaba. Jamás en mí veinte años de vida, había llegado a ver el miembro de un hombre, digo no realmente si los había visto en las descripciones de los libros de biología, pero nunca uno de verdad, verdad.
Esa cosa que parecía tener vida propia, su colorada cabeza apuntaba a mi boca, mientras que Gustavo sin soltarme el cabello me dijo en un tono amenazante. Comienza por pasarle la lengua, y después poco a poco te lo vas metiendo a la boca. Yo muerta de miedo, comencé hacer lo que mi novio me ordenaba, cerrando mis ojos saqué mi lengua y lenta y temerosamente comencé a pasarla por sobre esa cosa. A medida que lo iba haciendo, Gustavo me decía. Así mismo Rosi, sigue así mismo que lo estás haciendo muy bien.
Su mano lentamente fue presionando mi cabeza, hasta que prácticamente gran parte de su miembro lo tenía dentro de mi boca, esa cosa se sentía caliente y bastante dura, su olor me fue desagradable, y ni tan siquiera quise buscarle el sabor. Gustavo me dio un coscorrón, diciéndome ponte a mamar, así que yo cerré mis labios sobre eso, y comencé a chupársela con mi boca. Al principio tan solo se la chupaba, pero de momento él me obligó a que me la tragase casi completa, provocando que sintiera muchas nauseas, pero su respuesta a mis arqueadas fue. Sigue mamando y déjate de pendejadas o te lleno la cara de golpes.
El miedo a que me golpease pudo más que la repulsión que sentía, así que continué ya no tan solo chupando su verga con mi boca, sino que también moviendo mi cabeza, y tragándome casi por completo todo su miembro. Gustavo después de un buen rato colocó ambas manos sobre mi cabeza, la movía insistentemente hasta que él mismo dejó de moverla, fue cuando me di cuenta de que sin desearlo me había tragado gran parte de su semen.
Mi novio se quedó quieto, mientras que yo con una mezcla de sentimientos, entre odio y miedo salí del auto para escupir lo que aun quedaba en mi boca. Él no dijo más nada y apenas me volvía a sentar a su lado, arranco y no se detuvo hasta llegar a casa de mis padres, donde después de darme un beso en el cachete, arrancó. Yo no hablé de eso con nadie, ni tan siquiera con mi madre, pero había llegado a la conclusión de que debía romper con Gustavo. Pero al siguiente día cuando pasó a recogerme por la universidad, me trajo un hermoso ramo de rosas, y disculpándose me dijo que lo perdonase, pero que mientras nos besábamos yo lo había excitado tanto, y la manera en que yo puse mis labios, provocó que él me pidiera eso.
Como una tonta acepté que yo en gran parte era responsable de lo sucedido, y así siguieron sucediendo cosas. En las que yo al fin y al cabo resultaba ser la responsable. Además desde ese día mientras seguimos siendo novios y después de casados, nada más bastaba que Gustavo me viera y me señalase con su boca sus entrepiernas, para que yo quisiera o no, me pusiera a mamar su cosa. Un día a las pocas semanas que nos casamos, yo salía del baño únicamente cubierta con mi toalla, cuando él entró al dormitorio, al verme noté que sus ojos cambiaron de expresión, pero no le di importancia, de inmediato me pidió que le pasase sus chancletas que se encontraban justo de tras de mí, yo me di vuelta, las vi en el suelo, y en lugar de agacharme, incliné mi torso hacía adelante para recogerlas.
Casi de inmediato Gustavo cayó sobre mí, me arrancó la toalla, dejándome completamente desnuda, me empujó sobre nuestra cama, y separando mis piernas a la mala lo escuché decirme, prepara ese culito tan sabroso que me lo voy a comer. Desde luego que me asusté y quise escaparme pero al tratar de hacerlo, él me comenzó a caer a golpes sobre mi cabeza, dejándome completamente aturdida, y sin capacidad de actuar. Sentí sus gruesas manos que nuevamente separaron mis piernas, su cuerpo, sobre el mío, mientras se bajaba los pantalones.
De inmediato sus manos se colocaron sobre mis nalgas, mientras que llorando le pedía que no continuase, que me iba hacer mucho daño, pero en lugar de dejarme quieta como que se volvió más loco, me trató con más violencia. Sentí en varias ocasiones sus dedos empapados en saliva, como me los pasaba entre mis nalgas, y hasta llegó a meterlos varias veces, dentro de mi culo, produciéndome más miedo que dolor. Resignada no me quedó más remedio que quedarme quieta, temerosa de que me siguiera golpeando.
Sus dedos separaron nuevamente mis nalgas y comencé a sentir, como la cabeza de su cosa comenzaba a presionar sobre mi esfínter, el dolor que me produjo fue algo que jamás había sentido antes en mi vida, por lo que lloraba como una desesperada, mientras Gustavo continuaba presionando su verga contra mi culo, hasta que mi esfínter cedió. Las grandes manos de mi marido me tomaron por las caderas, y sin compasión alguna de su parte, me apretó salvajemente contra su cuerpo.
Yo nada más lloraba, hasta que Gustavo sonándome una ardiente nalgada en uno de los cachetes de mis nalgas, me gritó. Perra mueve ese culo. Sus palabras me dejaron, sorprendida. Jamás él me había insultado de esa manera, si en una que otra ocasión, me decía que era bruta, si no entendía algo que me ordenaba, o me decía que parecía un esperpento, cuando no me vestía como él quería. Pero en ese instante a pesar del dolor físico y emocional, que sentía. Comencé a mover mi culo al tiempo que Gustavo continuaba metiendo y sacando toda su verga de entre mis nalgas.
Me sentía peor que si estuviera siendo violada por un extraño, aparte de que el dolor era insoportable, el que me insultase de esa manera mientras me clavaba su miembro, era algo que aunque me estaba sucediendo no lo podía creer, tratando de disculparlo, hasta llegué a pensar que Gustavo estaba usando drogas, o se encontraba borracho, pero realmente no era así. Una de sus manos me agarró con fuera mi coño, y por un corto instante disfruté de cómo sus dedos hurgaban dentro de mi coño. Pero la manera tan bruta y salvaje en que continuó haciéndolo, lejos de placer me comenzó a causar más dolor.
Aunque yo le pedía desesperadamente que dejase de hacerme todo eso, Gustavo continuaba, y encima me decía que eso a mí me gustaba, que yo le mostré mi culo sabiendo que eso lo provocaba a él. Cosa que hasta yo misma me comencé a creer. Pero esa fue una de las muchas ocasiones, en que Gustavo haciendo uso de su mayor fuerza, terminaba obligándome a tener sexo con él.
Pero al pasar el tiempo, las cosas se fueron poniendo peor, me hablaba como si me odiara, constantemente me insultaba, me acusaba falsamente de serle infiel, cosa que nada más por el miedo que le tenía, no me atrevería hacer, además me obligaba a tener relaciones con él a la fuerza, aunque yo no me opusiera y tratase de complacerlo la mayoría de las veces haciendo todo aquello que me ordenaba, terminaba golpeada.
Una noche mientras que yo cocinaba la cena, llegó Gustavo sin avisarme, acompañado por varios de sus amigos, y sin tan siquiera saludarme me dijo. Que todos ellos iban a comer en casa. Cuando le dije en tono de broma, que le echaría más agua a la sopa. Sus ojos se desorbitaron, y lleno de rabia, me tomó por el pelo y me tiro al piso frente a sus amigotes, y sin más ni más me comenzó a dar fuertes cachetadas en el piso, frente a ellos sin que ninguno dijera o hiciera nada, mientras que él gritándome, me decía. Esto es para que aprendas a no faltarme el respeto, frente a mis amigos. Yo estaba casi sin sentido, tirada en el piso de la sala, pidiéndole perdón. Pero Gustavo en un arranque de rabia, salvajemente me rompió la bata casera que tenía puesta, y de inmediato también me quitó las pantaletas bruscamente, frente a sus amigos, dejándome prácticamente desnuda. Par de ellos se retiraron, sin decir palabra. Mientras que los otros tres que se quedaron.
Casi de inmediato, frente a sus tres amigos, Gustavo separó mis piernas y bruscamente después de sacar su miembro, me penetró salvajemente, al tiempo que no dejaba de darme fuertes cachetadas. Yo perdí el sentido, pero al recobrarlo, ya totalmente desnuda, sangrando por nariz y boca, me encontré siendo sodomizada y después fui violada, por un par de los amigos de mi marido, frente a sus propios ojos, mientras él se reía a carcajadas, al ver como ese par de tipos me penetraban salvajemente.
Por unos instantes, mientras uno de ellos me acariciaba y mordisqueaba la punta de mis senos, el otro agarrando firmemente mis nalgas, no dejaba de penetrarme. Su miembro constantemente entraba y salía de mi culo, hasta que apretándome con mucha fuerza contra su cuerpo se debió venir dentro de mí. Cuando recuperé el sentido me encontraba en la sala de emergencia, una enfermera al verme despierta, me comentó que todos mis violadores habían sido arrestados. Pero que uno de ellos que decía ser mi esposo, afirmaba que todo fue porque yo así lo quise.
Desde luego que nadie le creyó. En el juicio, Gustavo me pidió perdón de rodillas, no por remordimiento por lo que había hecho, sino por el temor a ir preso. Cuando me negué hablar con él, en un ataque de soberbia frente a la jueza, comenzó a gritar que todas las mujeres éramos iguales, y que a él no le hacían falta. De más esta decirles, que salió culpable, sentenciado a varios años de prisión sin derecho a probatoria, pero después de tramitar nuestro divorcio, me enteré que en prisión, los presos lo volvieron a sentenciar, según entiendo en la cárcel, hay una ley no escrita, que dice que aquel que, abuse, golpee o viole a una mujer a una niña o a un anciana, sufrirá las mismas consecuencia, pero en mano de los presos.
...Hermanito, ya no sigas. No sabes lo que haces”.-Me decía llorando Astrid.
Yo, cegado me dije a mí mismo que si ya había llegado hasta ahí, no podía irme sin meterle el polvo...
Relato erótico enviado por charly_bo el 11 de June de 2012 a las 00:00:02 - Relato porno leído 247841 veces
Si te ha gustado El machote… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar El machote….
Narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
coronelwinston
(10 de November de 2009 a las 00:24) dice:
Así es Narrador. La Justicia Divina que llamamos aquí. El dedo de Dios apunta y los hombres ejecutan. Buen final para una trágica narración. Y el demonio se mostró tal cual. Un saludo.
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