Hace tiempo que pensaba que era hora de probar absolutameente todo.
Relato
La idea de la bisexualidad me había rondado desde siempre. Las intensas sesiones masturbatorias de toda la vida, siempre incluían darme placer por el ano al que he tratado como si fuera un órgano sexual más. Disfruto tremendamente de la mujer y me gusta hacerle sentir todas las sensaciones posibles y no ahorro imaginación a la hora de sentirlas vibrar y mojarme con sus jugos vaginales en cualquier parte de mi cuerpo. Me gusta beberlos y me gusta también jugar con mi lengua en sus anos a los que penetro con mis dedos y mi lengua y finalmente con mi ansiosa polla. Pero ahora estaba con ganas de probar experiencias nuevas. Como no me siento gay, siempre había dejado en el terreno de la fantasía todo lo relacionado con sentir un buen pollón en la boca o en el agujerito. La verdad, no me atrae un cuerpo peludo ni siquuiera imaginar que un tipo me bese. Toda la fantasía se centra en mi ojito voraz, mi boca y una linda polla, en lo posible bien depilada, gordita, capullona y larga. Y con un buen tanque de leche para regarme.
Hace unos meses me mandaron un correo invitándome a un curso de masaje corporal. Como es una actividad interesante y se que esta dentro de mis habilidades naturales, averigué un poco y decidí anotarme. el grupo estaba constituído por dos mujeres y dos varones. Obviamente ellas, más timidas, prefirieron trabajar entre sí mientras tomaban confianza con nosotros. Ricky, mi compañero, era un tipo de unos 40 años y no parecía demasiado entusista por las chicas aunque no dejaba de ser razonablemente varonil. Camilla y en boxers, el profesor iba indicando los movimientos correctos y en una parte lo hacia él y en otra me tocaba a mi. El uso de aceites aromáticos ponia un toque exótico a la clase. Asi fuimos aprendiendo una técnica tras otra y al pasar el primer módulo nos dijeron que tendríamos un examen práctico. Me pareció bien. Por la noche, ya en mi casa, recibí un llamado de Ricky en el que me sugería si no podíamos hacer un par de horas de prácticas antes del examen ya que quería intercambiar algunas opiniones y revisar algunas técnicas. Como yo no tengo facilidades me dijo que el tenía un gabinete en su casa con camilla y que me ofrecía hacerlo alli. Me pareció bien y arreglamos para dos días después a eso de las 10 de la mañana en su casa.
Ese día me levanté y sentí la primera picadura de la tentación. ¿Y si lo hiciera...? Ya no estaba para demasiadas dudas asi que me preparé para lo que pudiera ser. Si era, bienvenido. Si no, otra vez sería. Me tomé el trabajo de limpiarme bien por dentro cosa de no tener sorpresas desagradables y cuando me sentí bien limpio y con mi interior listo a recibir sus regalos me puse un boxer ajustado y me vestí para partir.
A las 10 en punto estaba tocándole el timbre y Ricky, sonriente como siempre, me hizo pasar. Charlamos un rato mientras tomábamos un café y lo vi preparado. Tenía un ambo blanco, con solo un boxer debajo y su pecho era liso, sin pelos al igual que sus brazos y cara. Imaginé que el resto sería igual. Me pregunté si esta invitación era casual o no, pero me daba igual. Yo estaba listo. Viendo sus preparativos, asumi que yo sería el paciente asi que una vez que decidimos comenzar, me quité la ropa y en boxers me recosté boca abajo en la camilla. A su lado, en una mesita, tenia guantes descartables, cremas y aceites. Muy profesional. Me explicó que quería comprobar su técnica en la columna, trabajando sobre ella en toda la extensión. Yo le iria diciendo lo que sintiera para su mejor labor. Sus caderas quedaban a la altura de la camilla por lo que podía verlo entreabriendo los ojos. Ricky comenzó a trabajar mediante un suave masaje a lo largo del cuello, la espalda y los hombros para soltar las tensiones que siempre se acumulan ahi. De a poco me fue ganando una suave modorra y una sensación de relax muy gratificante. La respiración de él era suave y acompasada. De a poco fue extendiendo sus movimientos hacia la parte baja de la espalda y la cintura. Sus pulgares bajaban por la columna y al llegar a la cintura se abrian hacia los costados masajeando los músculos. Se quedó un buen rato haciendo eso y yo dejando que lo hiciera. Parecío de pronto que faltaba decir algo y me preguntó: ¿Estás bien? Le contesté con un suave ronroneo indicandole que sí y que podía seguir. si bien no había querido ser provocador, creo que en el fondo lo fui porque Ricky suspiró profundamente y retomó los movimientos profundos moviendose lentamente hacia el sacro y el coxis. Sentí cuando sus dedos comenzaron casi imperceptiblemente a masajear debajo de la cintura de mis pantaloncitos y tocaban la zonas blandas de la parte superior de mis nalgas. Me decidí a ir un poco más adelante y cuando él llegaba con sus pulgares al comienzo de mi hendidura yo le arqueaba levemente la espalda como invitándolo a seguir. Suspiró más profundamente y entreabriendo mis ojos, pude ver que entre sus piernas habia crecido una protuberancia. La suerte estaba echada y le dije que solia dolerme alrededor del huesito dulce, si podia hacer un suave masaje ahi. Asintió y con sus dedos mayores comenzó con un masaje circular alrededor, separando mis nalgas por debajo de mi calzoncillo y buscando la parte blanda para aflojar. En un momento me dijo si me molestaba que me bajara un poco el boxer para trabajar más comodamente y le dije que no tenia problemas, que bajara lo que necesitara aunque tampoco me daba verguenza si quería bajarlo bien o sacarlo. Me dijo que prefería sacarlo pero que me taparía con una sábana. Le dije que no fuera mojigato, que estabammos entre hombres y colegas. Asi fue que me hizo levantar las caderas y me bajo el pantaloncito sacándomelo del todo. Sin dudas yo ya estaba jugado y cuando recomenzó el trabajo del huesito dulce, comencé a arquear la espalda llevando sus dedos en el momento justo hacia la sensible piel que rodea mi ano. Dejé escapar un suspiro de placer cuando apenas me rozó el borde de mi agujerito. Ya no hubo más indirectas. Levanté mis nalgas hacia él para ofrecerle todo el campo y él comenzó con una suave caricia por encima de mi ano, lenta y sensual, sin buscar penetrarlo pero si excitarlo. Yo sentía que mi sangre comenzaba a hervir. Me retorci con voluptuosidad buscando el roce de sus dedos y miré su bajo vientre, ya henchido y dejando escapar gotitas que pasaban sus calzoncillos y el ambo. Como si hubiera un código, ninguno hablo, solo hizo. Ricky abrió un frasco de crema humectante perfumada y mojando sus dedos me unto delicadamente toda mi hendidura, dejando mis nalgas, la union y mi ano bien lubricados, donde sus dedos resbalaban suavemente, con una cadencia cada vez más sensual y excitante. Avanzando un paso más, comenzó a pasar su dedo central por el canal, empujando hacia abajo y haciendome sentir como se abría mi hoyito tratando de absorberlo. Finalmente, curvo apenas el extremo de su dedo y al pasar por mi anito desesperado se comenzó a hundir en el con delicadeza. Me dejó la yema adentro mientras comenzaba un movimiento circular para darle de a poco dilatación. Yo me sentía en el paraíso y eso recién empezaba. Ricky se tomó su tiempo y cuando se sintió satisfecho de esa dilatación, siguió metiendo su dedo para palparme el interior. Vio con satisfacción que estaba limpio y suave y me acarició por dentro remontándome al espacio nuevamente. El próximo paso lo dio colocándose un guante de latex muy fino. Se sentía muy muy suave y volvio a untarse los dedos con crema lubricante y ahora comenzó a meter alternativamente un dedo u otro hasta que unió dos y con gran delicadeza, me abrió un poquito más la cola, haciéndolos entrar lentamente. En ese punto mis contorsiones para ser gozado eran profundas y acompañadas por gemidos de placer. No aguanté más y cuando ví sus caderas cerca moví mi mano y le tomé la polla por encima del ambo. Ahora él suspiró hondo y movió su cuerpo para dejármelo más comodo. Mientras tanto, sus dedos ya iban y venian, juntos o separados, dentro de mi ano que pedía más y más. Alcancé a bajarle de un manotazo el pantalón y al verme asi, en un rápido movimiento se sacó todo dejando a la vista una hermosísima verga, con un capullo ligeramente más grande que el tronco, rebosante de fluidos, absolutamente depilada. Es decir, mi sueño hecho realidad. No sabía yo que hacer primero, si comerme esa hermosura o cederle la primicia a mi ojetito. Dejé que Ricky decidiera según su gusto. Igual iba a tener la doble ración.
Cuando ya sus manos eran molinos girando dentro y fuera de mi anito, sentí que cerraba y ahuecaba la mano para comenzar una penetración completa. Temí que me desgarrara y le pedí que tuviera cuidado, ayudándolo con mis movimientos. Finalmente, y por ser la primera vez, solo llegó a los nudillos mientras yo sentía mi propio olor a sexo y excitación. Tome su mano y se la lamí saboreando mis propios sabores anales que al estar tan limpio, eran inmensamente excitantes. Le acaricié la pollona tanto como me dejaba mi posición hasta que se fue a los pies de la camilla y tomando mis piernas me fue llevando hasta dejar que colgaran del borde. Supe que el gran momento llegaba y me preparé para gozarlo plenamente. Ricky recorrió mi hendidura arriba y abajo con sus dedos y con su polla. Con su mano libre me acariciaba mi pene y mis huevos poniéndome al borde del orgasmo casi permanentemente. Por fin, sentí una leve presión en la puertita y con un grito de gozo empujé mis nalgas hacia él, separándomelas con las manos, para sentir como entraba hasta la raiz esa hermosa verga. Cuando sentí que la base tocaba mi ano y sus huevos daban contra los míos, comencé a oscilarle las caderas para provocarlo y entonces Ricky empezó con el rítmico movimiento de sus caderas entrando y saliendo, sacándome jugo de mi agujerito, mezclado con lubricante y con sus propios jugos. Mis gemidos cada vez más intensos lo llevaron a acelerar y aferrándose a mis caderas casi con fiereza, me ensartó hasta la empuñadura y comenzó a derramarme su leche calentita dentro de mi ano. Al sentir su tibieza, me contuve de llegar a mi orgasmo porque quería disfrutarlo de otro modo. Ricky continuó moviéndose hasta que no le quedó una gota y sin perder demasiado la erección, me fue sacando la vergota mientras yo sentía que me chorreaba entero las nalgas, las piernas y mi colita comenzaba a relajarse.
Me corrí de nuevo sobre la camilla, apretando las nalgas para guardar dentro mío todo ese coctel sexual, para poderlos disfrutar más tarde a solas con mis dedos. Miré a Ricky y lo acerqué para dejar su verga a la altura de mi boca. Lentamente la fui lamiendo, saboreándola en su mezcla de gustos y metiéndola con más profundidad cada vez. Sentía el contorno de su capullo y eso me excitaba mucho, Comencé inconscientemente a mover mis caderas y dejé entrar toda su pija en mi boca. Estaba nuevamente dura aunque sabía que no me iba a dar la misma cantidad que le había regalado a mi colita. Comencé a masajeársela con mi mano mientras con mi boca le succionaba la cabeza y el tronco. Ricky comenzo a gemir de nuevo, me tomo mi pene y comenzó a agitármelo. Sentimos que ahora los dos orgasmos se aproximaban y nos recostamos en la camilla en un sesenta y nueve. Yo con toda su polla afeitadita metida en mi boca esperando desesperado su leche calentita y él, con mi pija en su boca, esperando lo mismo mientras me metía sus dedos en mi culito para provocarme un mayor orgasmo. Al final, con un grito imposible de contener, ambos nos acabamos en nuestras bocas y quedamos agotados sobre la camilla en un precario equilibrio. Despues de un rato, y sin decir una palabra, se fue al baño y me indicó el toilet. Al rato, ambos ya vestidos, volvimos al gabinete y conversamos un rato sobre otras técnicas, sin mencionar siquiera lo ocurrido. Habiendose hecho un poco tarde, nos despedimos, creo que sabiendo que ya habría alguna otra cosa que practicar en forma privada. Asi entregué por primera vez mi ojetito y creanmé, no me arrepiento para nada. Y lo mejor es que me siguen gustando las mujeres. Soy un bisexual.
A mis 12 años, con unas chavas de 12 13 y 14, algo nuevo para mi, mi iniciacion hacia el sexo, practicamente una orgia con ellas y con mis amigos, simplemente algo que recordare por el resto de mis dias.
Relato erótico enviado por Anonymous el 08 de June de 2004 a las 09:55:40 - Relato porno leído 464960 veces
La lleve a su recamara dentro los aposentos de la iglesia, ella repetía que era una locura pero también ya estaba caliente, lo note por su humedad que tenía ya en su vagina, ella me dijo que nunca había estado con un hombre y que no sabía ni como se hacía el sexo más yo le dije, “No te preocupes mamacita yo te guio” le subí totalmente su vestido y le abrí sus sexys piernas.
Relato erótico enviado por reycolegial el 07 de September de 2009 a las 16:44:00 - Relato porno leído 200994 veces