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Él me lo decía en broma y yo pensé que era en serio...

Relato enviado por : narrador el 05/10/2011. Lecturas: 12112

etiquetas relato  Él me lo decía en broma y yo pensé que era en serio...   Infidelidades .
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Resumen
Hace más de un año, mi esposo y yo, nos quedamos en casa viendo una película francesa, en la que el marido mientras mantenía relaciones sexuales con su mujer, le pedía que se acostase con otros hombres, al principio ella no le hace caso, pero él insiste tanto, hasta que finalmente ella lo complace… el detalle es, que aunque el esposo disfrutó mucho al enterarse por boca de ella que se había acostado con otro hombre, él insiste en que continué haciéndolo, y contándole todo, a lo que ella al principio se niega, pero finalmente lo complace. Hasta que se enamora de uno de sus amantes y abandona marido, huyendo con el amante.


Relato
Realmente no se que vio mi esposo en esa película, que desde esa misma noche comenzó a echarme broma, diciéndome que si no me gustaría probar un miembro ajeno. Yo en todo momento lo tomé como lo que era, o por lo menos yo pensaba así en esos momentos, que era una broma de mal gusto de parte de mi esposo. Pero pasaron los meses, y él continuaba bromeando de esa manera, hasta un punto en que yo pensé, por su insistencia en que en serió él deseaba que yo me acostase con otro hombre.

Mi esposo por motivos de su negocio, debió salir de viaje por una semana, y al regresar, cuando nos encontrábamos en nuestra cama, en lo más ardiente de nuestra relación, me preguntó si durante esos días, yo me había acostado con otro hombre. Desde luego que le dije bastante indignada que no, ya que en realidad ni había pensado en ello, mientras él estuvo fuera. Pero su manera de decirme esas cosas, hizo que ya no las tomaba como si fuera una broma de mal gusto. Sino que pensé que en serio él deseaba que yo me acostase con otros hombres.

Como me molesté bastante con él, finalmente me dijo, que si yo no conocía como a él le gustaba bromear conmigo. Así que continuó con sus bromas, a las que yo en ocasiones ni caso le hacía, pero una noche a medida que me besaba y acariciaba insistentemente mi coño, me volvió a decir, que si no me gustaría acostarme con otro hombre, a lo que en medio de la excitación que me estaba provocando, por la manera en que me estaba acariciando mi coño, le dije que sí. Yo pensé en ese instante, que él se molestaría por mis palabras, pero contrario a eso se excitó muchísimo más, y de inmediato se dedicó a mamar salvajemente mi vulva, al punto que con su lengua y labios restregándolos contra mi clítoris, provocó que yo disfrutase de múltiples orgasmos esa noche, para luego introducirme una y otra vez, su verga hasta que nuevamente yo volví a tener el placer de disfrutar de otro salvaje orgasmo, dejándome tan agotada, que ni tan siquiera tuve las fuerzas para levantarme de la cama para lavarme.

Durante varios días no dijo nada sobre el tema, pero al llegar el fin de semana, cuando nuevamente nos encontrábamos en medio de un salvaje encuentro, en la sala de la casa, me volvió a tocar el tema. A medida que su verga entraba y salía de mi coño, y yo movía mis caderas como una desesperada, le dije que si él realmente quería que yo me acostase con otro hombre, que él mismo me lo buscase. Esa noche hasta por el culo me dio, de lo excitado que se encontraba. Yo me dije a mi misma que si era una broma, no pasaría nada, pero que si era en serio, la verdad es que no sabía como yo iba a responder, si él traía a la casa a un desconocido para que se acostase conmigo.

Durante los días y semanas siguientes, mi esposo continuó diciéndome lo mismo en la cama, a lo que yo siempre le respondía de igual manera, y él como se volvía mucho más salvaje, en nuestros constantes encuentros en ocasiones en la cama, en otras en la sala y hasta en el patio trasero de nuestra casa, durante las madrugadas. Yo por mi parte comencé a fantasear como sería ese primer encuentro, que tipo de hombre me buscaría mi marido, para que se acostase conmigo, si me gustaría o no, en fin yo por mi parte me la pasaba pensando en eso constantemente, y no esperaba la hora de irnos a la cama para escucharlo preguntarme si me gustaría acostarme con otro hombre.

Yo no soy racista, por lo que hasta en ocasiones soñé despierta acostarme con un negro. Aunque eso jamás se lo llegué a decir a él, por no hacerlo sentir mal. Una de esas noches, después de que yo le respondía siempre lo mismo, que si él quería que yo me acostase con otro hombre, que él mismo me lo buscase. Me dijo, mi amor, encárgate tu misma de eso, no sea que yo te busque uno que no te vaya a gustar. Y como en ese instante me tenía bien clavada, y yo restregaba mi culo contra su cuerpo, buscando un mayor placer, le dije que así lo haría, lo que hizo que él más duro me diera, y yo más lo disfrutase.

Ya con tantas veces que me continuó diciendo lo mismo, cada vez que yo le proponía que él me lo buscase, entendí que eso era lo que realmente mi esposo deseaba. Así que un buen día decidí complacerlo, tal y como él lo quería. A mi oficina en ocasiones van algunos hombres, que siento que me desnudan con la mirada, por lo que durante varios días decidí asistir a mi trabajo en plan de pelea, es decir bien provocativa, tan así iba vestida que en par de ocasiones mi esposo me detenía, y tomándome por el brazo me llevaba hasta el sofá donde nos dábamos una buena revolcada, al tiempo que me decía que parecía una puta por la manera en que iba vestida, que si ya estaba lista para buscar otro macho. A lo que yo le respondía que sí, y él más duro me daba ya fuera por el culo o por mi coño.

Como al quinto día, un viernes cerca del medio día, recibí una llamada de mi esposo diciéndome que tenía que viajar de emergencia, y que regresaría seguramente el lunes o el martes, tras despedirnos. Justo en ese instante llegó un cliente nuevo, alto negro, con toda la cabeza rapada, y vestido muy elegantemente, lo cierto es que a mí, de nada más pensar en acostarme con él, se me hizo el coño agua. Él por su parte se debió dar cuenta de mi manera de verlo, ya que apenas conociéndome me invitó a salir esa misma tarde, lo que yo acepté de inmediato. Al salir de la oficina, nos encontramos fuera, yo dejé mi auto en el estacionamiento, y me fui con él, supuestamente a cenar. La realidad es que entramos a un bar, y nos dedicamos a beber, bailar, y al poco rato ya nos estábamos besando ardientemente. Sus manos exploraban mis muslos, hasta que lo escuché decirme que mejor sería que fuéramos al hotel donde él se encontraba alojado. A lo que sin pensarlo de inmediato le dije que si, al salir del bar ya estaba bastante oscuro, y apenas llegamos al hotel nos dirigimos a su habitación, donde continuamos besándonos y acariciándonos mutuamente, hasta que él de manera bien hábil me fue desnudando. Yo estaba tan excitada, que cuando me mostró su inmensa verga, no me costó trabajo alguno dedicarme a mamársela por un buen rato.

Después de eso, se pueden imaginar a un tipo, más negro que cualquiera de mis zapatos de patente, alto, con un cuerpo atlético, y con un miembro casi el doble que el de mi marido, mientras que yo soy blanca, rubia natural, pecosa, con mis buenas caderas, aunque de tetas no muy grandes, recibiendo en mi coño su enorme instrumento. Yo estaba como loca, disfrutando de todas y cada una de las embestidas que recibía mi depilado coño. Me sentía como una muñequita entre sus gruesos brazos, y dejándome que me hiciera lo que a él le diera su real gana. Esa noche, no hubo lo que no hiciéramos en la cama, en la ducha y hasta sobre la alfombra de la habitación. Yo gritaba de placer, y mis gemidos se debían escuchar seguramente hasta en la recepción del hotel. Al siguiente día, salí de la habitación usando unos oscuros lentes y un pañuelo sobre mi cabeza, bajamos discretamente, y aun en el camino a mi auto, de despedida le di una buena mamada a su verga.

Yo llegué a casa agotada, espatarrada, y con mi culito algo adolorido, pero tremendamente satisfecha, no tan solo por mí, sino porque finalmente había complacido a mi marido. El resto del día lo pase durmiendo, el domingo me levanté, limpié la casa y disfruté recordando todo lo que me había pasado con ese negro. El lunes cuando llegó mi esposo a casa, ya estaba por contarle lo sucedido, cuando él me comentó que a uno de sus socios, tras varios años de casado, le dio por jugar en la cama con su mujer, para excitarse más, como lo hacemos nosotros dos, y la muy puta, al parecer lo tomó en serio y le puso los cuernos con una amigo de la familia.

Yo al escuchar eso, me quedé de una sola pieza, me medio sonreí, y le comenté es que hay gente que no sabe lo que es un juego, y desde luego que me quedé calladita, y así me veía más bonita. Desde luego que mi marido ha seguido con sus juegos, y yo le sigo la corriente, lo bueno de todo eso es que conocí al negro, y cada vez que viene a la ciudad, me las arreglo para encontrarnos, desde luego sin que mi marido se entere…

Así que señores, tengan mucho cuidado con lo que desean o piden que de repente se les pueda convertir en realidad, y ustedes ni se enteran…

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Si te ha gustado Él me lo decía en broma y yo pensé que era en serio... vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Él me lo decía en broma y yo pensé que era en serio.... narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
gatofeo (6 de October de 2011 a las 07:14) dice: exelente relato. y lo mejor de esto es que lo disfrutaste corazon que el sexo es para eso, aparte de ser una satisfaccion se disfruta mmmmmmmmm me encantaria contactarte mamy mi correo elperico325@hotmail cuidate y suerte bye...espero tu respuesta...

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:45) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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