EL PAYASO DEL CUMPLEAÑOS

Hoy es el 12 cumpleaños de mi hermanita Verónica y como todos los años, mi mamá va a ofrecer una fiesta a sus amigos en el jardín de casa. De nuevo han contratado al divertido payaso Toñín, que hace las delicias de los más pequeños.Toñín lleva viniendo a estas conmemoraciones desde hace varios años. Tanto es así que ya deja su vestimenta y maquillaje en mi casa de un año para otro . Es un atractivo estudiante de 23 años que, para sacarse un dinerillo, viene a actuar a nuestras fiestas infantiles. Hay que ver cómo es capaz de transformarse cuando se viste de payaso, nadie lo reconocería con sus ridículos pantalones, su estrafalaria peluca, su cara pintada de blanco y su nariz de tomate. Todo un artista.

Yo me llamo Gustavo, tengo quince años, y vivo felizmente con mi familia en un chalet en una zona residencial de Madrid. Vivimos confortablemente pues mi padre es un importante ejecutivo y mi madre proviene de una familia adinerada; ambos son todavía muy jóvenes pues están en la cuarentena, aunque mamá aparenta menos edad pues se cuida mucho.

La fiesta había empezado sin Toñín, pues parecía que se retrasaba un rato. Había como unos treinta invitados, entre primos, amigos y compañeros de clase de Vero, todos más o menos de su edad.Papá, por razón de trabajo, llegaría más tarde.
Era una preciosa tarde de verano y la criada ya había servido la merienda en la mesa del jardín pero todos preferían estar bañándose en la piscina. Yo también me puse mi bañador y me lancé al agua. Como era el mayor y muy desarrollado para mi edad, además de guapetón, pronto las amiguitas más descaradas de mi hermana empezaron a meterse conmigo y a gastarme bromas. En verdad las había muy bonitas entre ellas y, bajo sus biquinis, ya se adivinaban unas incipientes tetitas y los primeros pelitos púbicos. A mí me gustaba mucho sumergirme bajo el agua y contemplar sus entrepiernas y más cuando algunas se meaban dentro de la piscina ,para lo que corrían a un lado su braguita , y yo veía sus virginales chochitos soltar el pis convertido en burbujitas. ¡Cuántos pajotes me hacía yo dentro de la piscina! Luego mi lechita salía compacta a la superficie y se les pegaba a los demás en el pelo, en el cuerpo o donde cuadrara. Yo disfrutaba con ello.

Pues resulta que estaba meneándomela cuando mi hermanita se acercó a mí sumergida y me sacó de golpe el bañado y empezó a enseñárselo a todos como un trofeo. Yo creí morirme de vergüenza. Cuando todos estaban partiéndose de risa esperando que yo saliese en pelotas de la piscina, alcancé la orilla y agarré una toalla que había por allí y pude envolverme en ella y salir pitando. ¡Menos mal que no me vieron aquel pollón tieso!

Cuando estaba en mi habitación poniéndome otro bañador sonó el teléfono. Era Toñín para comunicar que, sintiéndolo mucho, no podía venir a la fiesta pues su padre se había puesto enfermo y estaba acompañándola en el hospital. Iba a comunicar la noticia a mi mamá cuando tuve una idea retorcida para gastarle una broma a los que antes se habían burlado de mí. Yo sería Toñín, no me resultaría difícil porque yo era bastante alto para mi edad y bien caracterizado pasaría por el payaso auténtico.

Y así fue como me vestí con el atuendo de Toñín , que permanecía guardado desde la fiesta anterior en el cuarto de invitados. Cuando aparecí en el jardín todos empezaron a aplaudirme con entusiasmo: ¡ Bienvenido Toñín, hola Toñín, te queremos Toñín ...! Empecé a hacer piruetas y decir tonterías que se me ocurrían, y todos reían a carcajadas;
besé a la homenajeada, luego a todos los niños y niñas; una verdadera gozada. Todo iba bien hasta que empezó la sesión fotográfica. Mi mamá hizo traer un cómodo sofá y me mandó sentar, luego fueron sentándose encima de mí uno tras otro todos los niños ... y niñas. Cuando lo hacían ellas, con su trajecito de baño, yo colocaba estratégicamente mi chota , que abultaba bajo mi amplio pantalón, justo debajo de su rajita y me refregaba una y otra vez. Así niñita tras niñita, mi hermana incluida. Fue precisamente Vero la que notó aquella dureza y se abrió un poco más de piernas y presionó una un otra vez , mientras le disparaban decenas de fotos como protagonista de la fiesta que era, sintiendo ella un gustito y haciéndomelo sentir a mí. Yo estaba tan recaliente por la paja interrumpida de la piscina que me corrí en mis calzones, mientras ella tenía sin saberlo su primer orgasmo.

Pero lo bueno aún estaba por llegar. Después de merendar y divertirnos de lo lindo, decidí dar por terminado mi show. El engaño había resultado perfecto y ahora debía descubrir la verdad. Me disponía a subir al sillón para hacer un striptease ante todos y decir:"Me he burlado de vosotros, soy Gustavo", cuando oí a mi madre llamarme desde la puerta de la casa:
- Toñín, Toñín, ven que voy a pagarte.
Bajé rápido de la silla y la seguí. Mi madre me llevó adentro, a su habitación, cerró la puerta por dentro y me dijo:
- ¡Cuánto te he echado de menos, Toñín. No hemos follado desde la última fiesta, y estoy caliente como una perra. Quiero tu polla dentro de mí ahora! No te saques el disfraz que eso me da más morbo.
Y diciéndome esto, me bajó el pantalón de payaso y los calzoncillos y me metió la polla en su boca mientras masajeaba mis hinchados cojones.
- Esta polla es cada vez más grande, Toñín, quiero que me la metas en la concha hasta los huevos.
Se sacó la blusa y el short (bragas no llevaba) y se tumbó sobre la cama. Yo saqué mi ridícula nariz de clown y metí la cabeza entre sus piernas. Empecé a lamerle el coño mientras ella jadeaba y se retorcía. Mi maquillaje teñía su suave vello púbico mientras mi saliva se iba mezclando con sus secreciones vaginales. "Masajéame el clítoris con la punta de la lengua", me instruía como una maestra. Cuando estuvo bien lubricada me ordenó:
- Métemela toda bien adentro.
Yo obedecí y empecé con un mete-saca enloquecedor. Era la primera vez que penetraba a una mujer, y esa mujer era mi madre. Sentía su almeja caliente y mojada que me apretaba la pinga para sentirla con más intensidad y me atenazaba el culo con las dos piernas para sentirla más adentro.

Yo mordisqueaba y magreaba sus tetas mientras ella enfebrecida me arrancó la peluca . El maquillaje se me deslizaba a chorretones por el rostro debido al sudor. Fue entonces cuando estando a unos centímetros cara a cara, reconoció mis ojos, mi cabello , mis facciones ... ¡era su hijo! Pero ya nada podía detenernos. Estábamos en un punto sin retorno. Seguí bombeando con mayor fuerza sintiendo un morbo mayor si cabe al sentirme reconocido y a ella debió pasarle lo mismo. Empezó a gritar: "más, más, máaaas ...", y yo me vacié dentro. Cuando me separé, de su chocho salía a borbotones toda mi lechada. Ella se la extendió por toda la raja colorada e hinchada y se llevó los dedos mojados a la boca. Y aún tuvo el cinismo de decirme:
- Hoy has estado mejor que nunca ... Gus ... Toñín.
Entonces yo le seguí la broma y le dije:
- Pero no se olvide de pagarme, señora.

Llegamos al jardín justo en el momento en que la criada traía la tarta con las doce velas.
- ¿Dónde está Toñín? - preguntó Vero.
- Ya se ha ido - contestó mi mamá - Pero seguramente volverá pronto porque estas fiestas hay que repetirlas con más frecuencia. ¿No estáis de acuerdo, niños?

Y todos dijeron al unísono: ¡ s i i i i i i ! Y mi hermana mientras gritaba me pareció que llevaba su manita a la entrepierna.