Por fin nos animamos a llamar a ese joven, del que ya conocíamos su gran potencia sexual pues lo habíamos visto en acción con su esposa en una reunión erótica. Todo salió bastante bien.
Relato
EL PRIMER AMANTE DE MI MUJER
La primera vez que otro hombre se clavó a mi esposa fue inolvidable. Conocimos a una parejita y tal parece que el tipo no le había dicho a su mujer que se trataba de un intercambio sino de que cada quien iba a estar con su propia pareja y como nosotros tampoco tenemos mucha experiencia en estas cosas del sexo prohibido pues no nos dimos cuenta sino hasta después. Ellos hicieron el amor muy bonito, muy salvaje, de maneras muy variadas y el tipo tenía una resistencia fenomenal. Nosotros estábamos un poco fuera de nuestra zona de confort. Yo le hacía sexo oral a mi mujer y luego ella a mí y así estuvimos, mientras de reojo observábamos a la pareja de treintañeros. Una mujer con un culo precioso y poca teta, mientras que mi mujer es muy pechugona y de poca pompa. Eso sí, bonitas las dos.
Pasada esa ocasión, le propuse a mi mujer que invitáramos al hombre a que estuviera con ella y ella, pues aceptó. Eran días de excitación por la perspectiva de que se clavaran a mi mujer enfrente de mí y fueron días de mucho morbo y sexo, con mi mujer y a solas. Todo el tiempo tenía en la cabeza lo que iba a pasar llegada la hora.
Cuando llegó el día ya tenía preparadas las cervecitas que le gustan a mi mujer, un vinito que le encanta y llegó aquel, y puntual a nuestra casa. Le llamaré Juan.
Conversación amena, cerveza tras cerveza, plática tras plática y luego solito se dio el tema sexual. Juan de manera inesperada le tomó la mano a mi mujer frente a mi y como ella pierde las inhibiciones con unas cuantas cervezas, lo dejó hacer, y como Juan sabía que yo estaba de acuerdo pues no se amilanó y se paró de su lugar y se puso a darle un masaje en el cuello y mi mujer no protestó así que siguió Juan haciendo lo suyo.
Unas cuantas caricias más sobre la mesa y frente a mí y mi mujer insinuó que mejor nos vayamos a la planta alta, al dormitorio, donde tenemos aire acondicionado y una cama enorme, que en realidad son dos camas matrimoniales juntas cubiertas por una sobrecama gigantesca.
Ella subió primero y yo llevé mi trago y los de ellos. Ella se metió al baño y nosotros pasamos a la recámara y prendí la televisión en un canal de música, porque sé que mi mujer es muy gritona y no quería que los vecinos escucharan nada. Luego salió del baño, con la misma ropa con la que entró y mientras yo estaba sentado en la cama frente a la tele, Juan se levantó y la recibió. Se le colocó por atrás y por arriba le sacó la blusa, dejándola en brassier. Y es que supongo que para Juan, acostumbrado a poca teta, las de mi mujer representaban el paraíso pues son enormes y muy sabrosas. Luego ella se sentó sobre la cama y él aprovechó para bajarle los pantalones que usó aquella noche. Luego se sentó junto a ella y delicadamente la acostó. Yo estaba a cosa de metro y medio de ellos, cuando mucho y veía muy bien con la luz del televisor. Le quitó el brassier, ella lo facilitó y él empezó a mamarle las tetas. Con cuidado, lamiendo sus pezones, pasándole la lengua por todas esas tetazas que tiene mi muer quien, por cierto, estaba con el pelo suelto, rizado como me gusta, y con los ojos cerraditos, sintiendo las caricias. Le mamó las tetas como quiso y cuanto quiso y luego le fue besando el abdomen y una vez abajo le fue quitando el calzón. Se corrieron hacia el borde de la cama, de tal manera que ella tenía los pies en el suelo, las rodillas dobladas y todo el cuerpo sobre la cama.
Le abrió las piernas y se fue metiendo poquito a poquito entre ellas besando sus piernas, sus muslos, a los lados de su velluda vagina hasta que llegó al pozo de los deseos y empezó a chupar, a lamer, a meter dedos, a agarrarle las nalgas para que se untara más a su boca y estuvo así un buen rato mientras mi mujer disfrutaba de ese rico agasajo y él,con la verga paradísima. Luego, el hombre se subió a un costado de ella y tomó una de sus manos y se la puso en su reata. Mi mujer, siempre con los ojos cerrados lo empezó a masturbar mientras él le amasaba los pechos y se daba un festín con sus enormidades. Luego la cambió de posición e hicieron un rico sesenta y nueve. Mi mujer me dijo después que le lamió todas sus partes, hasta su ano. Una y otra vez. Ella, quizás por la falta de experiencia o timidez, no se la mamó sino que con su pelo sobre su miembro, lo masturbaba de arriba abajo. Luego, la cambió otra vez para que ella lo montara y se volvió a dar un agasajo con sus pechotes y ya los dos desnudos y en la posición correcta, la fue penetrando pues mi mujer ya estaba bastante lubricada, y mientras le metía toda su verga él la metía y sacaba a toda velocidad aún antes de que ella se asentara completamente sobre él y habérsela metida toda y así, hasta que ella la tuvo toda adentro y lo cabalgó con toda su melena suelta tapándole la cara y yo nada más le veía esos hermosos pechos que Juan amasaba una y otra vez, pellizcando sus pezones. Y así estuvieron, moviéndose para coger muy rico hasta que la cambiaron de posición y se la metió por delante una y otra vez, a gran velocidad hasta que ella se estremeció como nunca y se comenzó a mover sin control para que se la metan hasta el fondo y comenzó a gritar. Esto sacó un poco de balance a Juan y la dejó un ratito a que se recuperara.
A los pocos minutos ella estaba junto a mí, boca abajo, haciéndome un oral cuando Juan la jaló suavemente de los pies y la hizo llegar a la orilla de la cama y así, de perrito, se la comenzó a coger de nuevo. Por mi posición me dejó de chupar a mí y le entregaba las nalgas a su poderoso semental. Luego de un ratito la volteó y se la metió por adelante mientras ella reposaba su cabeza en mi regazo y yo la acariciaba. Pero la tuve que soltar para que siguieran cogiendo y Juan la puso patitas al hombro y la comenzó a bombear desde esta posición y con cada metida y sacada un quejidito de mi mujer. Luego le abrió las piernas completamente y las colocó lo más alto que pudo y la siguió ensartando mientras que sus tetas se movían al vaivén. Se volvió a venir mi mujer, rico, intenso, estremecedor, mientras Juan la llenaba de leche hasta el fondo pues seguramente ya había imaginado esto muchas veces antes de hacerlo realidad esta noche. Y así fue la historia de Juan, el hombre que se cogió a mi mujer como quiso, cuanto quiso y la hizo disfrutar como nunca, mientras que yo tomaba fotos desde muchos ángulos. Je je je.
Ahora mi mujer quiere que busquemos parejas para hacer el amor cada quien la suya, pero sé que en cualquier momento puede cambiar de opinión y mamársela al otro hombre, como lo hizo la otra vez con otra parejita, pero luego les contaré esa historia.
A mis 12 años, con unas chavas de 12 13 y 14, algo nuevo para mi, mi iniciacion hacia el sexo, practicamente una orgia con ellas y con mis amigos, simplemente algo que recordare por el resto de mis dias.
Relato erótico enviado por Anonymous el 08 de June de 2004 a las 09:55:40 - Relato porno leído 464932 veces
La lleve a su recamara dentro los aposentos de la iglesia, ella repetía que era una locura pero también ya estaba caliente, lo note por su humedad que tenía ya en su vagina, ella me dijo que nunca había estado con un hombre y que no sabía ni como se hacía el sexo más yo le dije, “No te preocupes mamacita yo te guio” le subí totalmente su vestido y le abrí sus sexys piernas.
Relato erótico enviado por reycolegial el 07 de September de 2009 a las 16:44:00 - Relato porno leído 200971 veces