El príncipe vagabundo y la niña de la calle.

El príncipe vagabundo y la niña de la calle.

Esta extraña historia de amor urbano no convencional, comienza en otoño en una áspera gran ciudad, si tal cual como te la estas imaginando, no necesito contarte como es si tu imaginación me supera, seguro que escucharas la música típica de esas calles que tipo tango o tipo blues, paradójicamente encierran tanta libertad y soledad. A mi me suena un tango, en verdad tiene nombre ese tango, nombre y apellido, Libertando de Piazzolla. Te recomindo que lo escuches una y otra ves mientras lees este relato.

http://www.todotango.com/spanish/creadores/audio.asp?id=26&img=apiazzolla.gif

La triste niña camina por las calles con sus pisitos fríos y algo desabrigada, camina sin tener donde ir, y pasa entre la gente que párese no ver su necesidad de amor, es casi un fantasmita para esa gente que no se da cuenta que con su 10 añitos necesita mucho amor. Que maldito mundo nos toca vivir que esto sea así, y el corazón se nos endurece ni siquiera podemos disfrutar del bohemio joven que tota sus instrumentos a la entrada del metro y como por compromiso una que otra moneda cae a cambio de el descomunal talento del músico bohemio. Pero ella si que lo comienza a escuchar de lejos y con paso tímidos se acerca de apoco a el. Ella en la ignorancia cultural pude apreciar ese talento descomunal.
Ella como el tienen un de las mejores escuelas, la calle, universidad del vivir, con solo verse ellos saben que se entienden y no necesitan cruzar palabras. Ella lo ve como un príncipe, el príncipe de los vagabundos.
Por largo rato ella queda junto a el escuchando y su música le da el amor que tanto necesita, por un momento olvida hasta el hambre que desgarra su entrañas, y hasta se siente abrigada.
Ella ve con gran necesidad como quien pasa pone una moda y ella quien no tiene nada no sabe que dar y de forma espontánea da lo más genuino que tiene al músico , su sonrisa, a el y cada uno de los peatones.
De forma extraña se conjuga esas sonrisas graciosas de infancia preadolescente, con los acordes de su príncipe encantado, y forman la gran sinfonía callejera. De una postal urbana de todas las bellezas posibles en ese lugar.
Entre ellos no hacia falta hablar las miradas era las que lo que se pueda decir en un libro.
Una mirada fue más que suficiente para que ella se anime a tomar el abrigo de su solitario príncipe y ponérselo en los hombros servir un poco de café caliente y comer un trozo de pastel.
Y ellos solo se miraban apreciara que la gran ciudad enmudecía las palabras que pueden salir del corazón.
Ya era muy bandada la madrugada noche cuando el príncipe se dio cuenta que ella no hendiría donde ir, solo el junto sus cosas y en gesto de pedir colaboración el le da una maleta de su violín ella la toma y lo sigue unos paso por de tras de él. Y como castrándole alcanzarlo con los cortos pasos de la niña.
El, al llegar a su pensión de un viejo edificio abandonado la deja entran deja ella primero, ella lo mira y sin más entra, el la guía hasta donde el habitaba y es capas de compartir lo poco que el tenia pero para ella que ya hacia tanto tiempo en la calle, el viejo edificio se convertía en el más lujoso palacio, y el era su príncipe encantado.
El acomoda las harapientas cobijas de una improvisada cama de cartones contra una pared.
El se acuesta dando la espalda a la pared y dejando un espacio para que ella se acueste junto a él pero como el espacio era poco sus cuerpos quedaron en contacto, ella dándole la espalda y tomando posición fetal como el y quedando ella como dentro de el “Cc”.
El la abrasó por su vientre apretándola contra el y ella por primera ves sentía como esa dureza se acomodaba y no era de que algún viejo le estaría por dar unas cuantas monedas por dejarse manosear.
El le estaba dando todo el amor que ella nunca había sentido. Las caricias no tardaron en venir mientras la música agitada de la respiración de su príncipe resonaba cerca de sus oídos y algunos tímidos becitos en el lóbulo de su oreja y el cuello hacían estremecer su espalda mientras suaves envestidas la hamacaban en un vaivén sinuoso.
Ella sabia que estaba ocurrido pero no tenia nada de miedo y comenzó a comparar ese movimiento.
Con la gran sorpresa de cuando surgió la primer palabra entre ellos, el le dice que se enamoro de ella… y le pregunta si ella quisiera quedarse a vivir con él, que la cuidaría y ñe daría todo lo que el tendría, y ella sin palabras de comienza a dar todo lo que ella tiene… mientras se baja sus pobres pantaloncitos de harapos dejando todas sus nalguitas en contacto con el enorme paquete y es ella quien comienza a moverse haciendo que su príncipe se anime a sacar el enorme estandarte para ponérselo entre sus piernitas, moviéndose a lo largo de su rajita y por delante el comienza a masturbar esa lampiña rajita con los últimos rezagos infantiles por eso el cuida su integridad angelical.
Pero él no entendió que ella estaba dispuesta a dar a igual que él… y se acomodo para que ese enorme mástil empuje en esa pequeña hendidura infantil aun virgen.
El no quiso más que jugar en la entradita, pero ella quería consumar en el mayor de los esfuerzos el amor que comenzaba. Y mordiendo los labios ese pequeño pimpollo de rosa comenzaba a desflorar en la canción más bella que escucho ese músico que también estaba abandonado de todo amor y esta pequeña niña entregaba todo el dolor convertido en amor verdadero y que solo una madre puede entender cuando al parir el dolor se trasforma en amor de dar una nueva.
Por suerte esta niña conoció tanto dolor pero la vida hoy le sonrió una ves más acaba de ser mamá por primera ves y tiene ya 19 años. Un esposo músico en la sinfónica de un hermoso teatro de una hermosa gran ciudad.
Miren lo paradójico entre lo lindo y lo feo es según desde donde se lo mire…
Brindemos por un nuevo angelito y que como quiere su padre, mi amigo, que salga un talentoso músico…