El profesor de gimnasia - Ingraviti

Las clases en el instituto comenzaban el lunes, era viernes y mis pensamientos sobrepasaban el fin de semana, estaba nerviosa, nuevos compañeros nuevas experiencias y los chicos… yo venia de un colegio de monjas donde estudiábamos por separado, donde solo nos veíamos los viernes en misa.

Había oído contar cientos de historias sobre el instituto a mi hermana, sobre fiestas, chicos, profesores, eso es lo que mas me atraía de ir al instituto, los profesores, siempre me dieron morbo los hombres entraditos en años, cuarentones, nunca tuve profesores anteriormente y el pensar en ellos me excitaba.

Sonó el despertador y salte de la cama como si tuviera un resorte, casi no había dormido, ya era lunes, me había preparado la ropa el día anterior, un pantalón ceñido y una camiseta corta enseñando el ombligo, me la prestó mi hermana, era tres años mayor que yo pero usábamos la misma talla, la verdad es que yo estaba muy desarrollada para mi edad, era alta, esbelta, con el pelo negro a media melena y los ojos verdes de mi madre, también saque su boca grande y de labios anchos, me encantaba tener su boca, y su trasero, respingón y exuberante con un hoyito en cada nalga, lo que no me gustaban eran mis pechos, los tenia mas bien pequeños y con los pezones salidos hacia fuera, muy salidos, tenia la aureola ancha y abultada, mi hermana decía que ya querría tenerlos ella así, que a los chicos les excitaban mucho pero a mi no me convencían, me recordaban a la tetina del biberón de mi hermano pequeño y cuando me excitaba aun crecían mas.

Llegué a la puerta del instituto, me llevo mi padre, tenía una entrada grande con unas escaleras inmensas, la gente estaba repartida entre ellas, sentada, de pie, iban de un lado al otro, subían bajaban, yo no estaba acostumbrada a esto, en las monjas todo se hacia con orden, me pareció increíble poder estar ahí, estaba feliz.

Durante los cuatro primeros días fui conociendo gente y haciendo amigos pero lo que mas esperaba me defraudo, los profesores… el que no era feo era gordo y el que no, viejo, demasiado viejo, no había derecho, mi hermana siempre hablaba de sus profesores, guapos, atractivos, incluso se enamoro de uno y creo que hubo algo aunque nunca me lo contó. Pero llegó el viernes… estábamos sentados en el parquet de la sala de gimnasia y entró, nos quedamos todas mudas, solo se oía el jaleo de los chicos, era un tío buenísimo de unos treinta y pico largos, era alto y delgado pero musculado, llevaba el pelo corto con alguna cana en el flequillo que le daba un morbo bestial, una camiseta de tirantes marcando pecho y abdominales y afeitado, de arriba a abajo. Me pasaba los días esperando que llegara el viernes para verle.

Fueron pasando las semanas y pasamos de los ejercicios teóricos a los prácticos donde empezaron a haber roces… te cogía de los brazos por la espalda para corregir un movimiento, de la cintura para saltar el potro, una tarde hicimos un ejercicio por parejas y como éramos impares tuvo que apuntarse y me eligió a mi, siempre me miraba diferente que a las demás, cuando me enseñaba un ejercicio me rozaba menos que a las otras, me tenía miedo porque le ponía cachondo y procuraba evitarme, le gustaba, le excitaba y yo lo sabia… supongo que ese día no pudo mas y se le olvidó.

En el ejercicio estábamos sentados de frente con nuestras piernas cruzadas, nos rozábamos, los movimientos eran flexionar hacia delante todo el cuerpo mientras el otro lo flexiona hacia atrás,

se vino hacia mi mirándome a los ojos hasta que rozo mi mejilla y se paro, yo me moje los labios y le suspire al oído,

se hecho hacia atrás y yo le seguí hasta rozar su pecho con mis pezones con la punta y resbalando, me miró y se echo hacia delante acercándose a mi boca y después de dudar si me besaba me dijo algo que no acabó… y paró el ejercicio,

_un descanso dijo.

A partir de ese día aun se alejo mas, estaba aterrado, sabia que no podía controlar sus deseos y yo era una menor y el mi profesor de gimnasia, estaba casado y tenía dos niñas y montones de razones para evitarme pero yo le incitaba, me gustaba jugar con mis fantasías.

Una tarde en un ejercicio resbalé y me lesione en las costillas, me dolía mucho, fue justo al acabar la clase, me sentó en la colchoneta y me palpo por debajo del pecho

_Duele

_un poco

Los compañeros iban abandonando la clase,

_no te muevas, voy a por una crema, dijo,

Cundo volvió ya no había nadie, estábamos solos, me hizo levantar la camiseta por debajo de los pechos y comenzó a ponerme crema, masajeándome,

_Esto te calmara el dolor

me evitaba la mirada, yo hice un gesto hacia un lado con la camiseta para dejarle mas espacio y sin querer me se salió un pezón quedando a la altura de su boca, se quedo paralizado y le empezó a temblar la mano, dejo de ponerme la crema y me bajo la camiseta bruscamente,

_ya está, dijo

_no hagas esfuerzos en los próximos días,

Y se marcho como si le persiguiera el diablo dejándome sentada sobre la colchoneta.

Me levante y me dirigí al vestuario, su despacho estaba al lado con su vestuario y su ducha personal, se oía el agua, seguro que es fría me dije sonriendo, me desnude y me dirigí a la ducha abrí el grifo, lo regule y me metí debajo, durante dos o tres minutos me deje llevar por el silencio del agua mientras caía sobre mi cuerpo, con los ojos cerrados… Los abri de golpe, no me dio tiempo a girarme y su mano me tapo la boca, pego su pecho a mi espalda y me susurro al oído…

_Me vuelves loco

Me quede quieta, asustada, apoyó su miembro contra mi culo y empezó a frotarme, sentí un escalofrío por todo el cuerpo, su miembro iba en todas direcciones resbalando con el agua, me inclino la espalda hacia delante y con las dos manos me cogió los pechos… emitió un gemido y cerró los puños atrapándome los pezones y estirándolos hacia abajo como si me ordeñara, gritaba como un loco, soltó una mano y cogiéndose la poya hizo el gesto de metérmela,

_No, le grité

Pero no me escucho, pase mis manos por entre mis piernas y le agarré la muñeca presionándola hacia atrás, forcejeamos hasta que le solté y le cogí la poya, empecé a movérsela de un lado a otro y el se la soltó, respiraba profundamente, me empecé a excitar al tocar ese miembro, la piel le subía y le bajaba a medida que le masturbaba y a mi me ponía muy caliente, le apreté con todas mis fuerzas y empecé a movérsela con golpes secos hacia abajo, en dirección al suelo una vez y otra y otra, perdía el ritmo y se la torcía hacia los lados, estuve un montón de rato mientras el gritaba como un cerdo… me apartó las manos, me dio un giro brusco y me arrimo a las baldosas de la pared, me empezó a comer la boca, me mordía los labios, me chupaba la lengua, estaba completamente ido y seguía repitiendo que le volvía loco, una y otra vez, se volvió a coger la poya y la empotro contra mi coño buscándome la entrada, esta vez… le dejé.

Me penetro bruscamente y empezó a dar embestidas, hacia arriba, me elevaba varios centímetros en cada golpe, su boca me comía desde el labio inferior hasta la barbilla bajando hasta tragarse mis pechos, mordiéndome los pezones, embestía y embestía cada vez con mas fuerza cada vez mas rápido y empecé a correrme, mi flujo chorreaba por mis piernas y tenia espasmos a la vez que soltaba chorros de flujo con cada uno, el pego una embestida parando en seco y apoyándose en mis hombros me bajo hasta el suelo donde quedé sentada en cuclillas, me acerco su poya a la boca y soltó una bocanada de semen que se estrelló contra mi cara, me cogió de la barbilla y apunto contra mi boca donde otra descarga me inundo el paladar, siguió escupiendo leche mientras volvía a retorcerme los pezones hasta hacerme daño, empotro mi cabeza contra la pared introduciéndome toda su poya, hasta dentro y soltó dos chorros mas que me obligaron a sacármela de golpe y vomitar el semen fuera, me la introdujo de nuevo y empezó a bombear con golpes muy rápidos agarrándome la nuca, el semen me chorreaba por la barbilla y por el cuello hasta los pechos, hasta las piernas… de pronto paró, y se dejo caer hasta apoyarse encima mió, con su rostro entre mis senos y empezó a pedirme perdón, nos quedamos así, bastante rato.

Lo repetimos alguna que otra vez durante el curso, hasta el siguiente año que no apareció por el instituto, le han trasladado decían las malas lenguas, al parecer la dirección sospechaba que estaba liado con una alumna y para evitar problemas se lo sacaron de encima… una pena