Continuación del relato de mi primo Percy y el reencuentro con Myriam, su mujer
Relato
Al día siguiente luego del trabajo fui a recogerla nuevamente. Tenía mis cosas listas en una maleta para pasar esos días con ella y aprovechar al máximo la gran oportunidad que se me presentaba. Llegamos a su casa y luego de instalarnos debidamente y dejar mis cosas en su cuarto bajamos y fuimos a bañarnos. Tuve suerte que en esos días estaban realizando obras de mejora en las pistas de su vecindario pues a cada cogida la hacía gemir y gritar, haciendo una gran bulla. De alguna manera los ruidos callejeros apantallaban sus gritos y pasábamos desapercibidos.
Al día siguiente fue igual. No dejé rincón de la casa en la que no hayamos dejado de tener sexo. La cereza de la torta fue hacerlo en su azotea totalmente desnudos y sin importarnos que por la ventana de la casa de al lado su vecina se gane con tamaño espectáculo. Me di cuenta que le gustó lo que veía pues de otra manera se hubiera ido, y en cambio se quedó pegada a su ventana los casi 30 minutos en que le hice el amor a mi mujer. Qué noche fue aquella. Era sin duda la mejor etapa de mi vida. Nunca antes goce del sexo con tanto vigor y descontrol. Pero la vida es así, trae sorpresas y los mejores momentos llegan sin que uno lo espere.
La mañana siguiente al despertar nos dio una flojera increíble, además claro está de un instinto sexual extremo. Entonces llamamos a nuestros respectivos trabajos diciendo que estábamos mal de salud. Aprovechamos para descansar un poco más y también para meternos un buen polvo mañanero. Estábamos en lo mejor pues le estaba dando por el culo en plena sala, sobre uno de los muebles. Yo estaba enteramente desnudo y ella usando un portaligas rojo. Sus tetas estaban aún con crema chantilly que poco antes me di el gusto de lamer. La cogía de perrito con mi cuerpo sobre el suyo y de pronto, sin darnos tiempo de reacción, sentí como abrieron la puerta de la sala y al girar me encuentro de frente con la mirada de mi hija que llegaba con una maleta. Al vernos en ése estado se quedó atónita y nosotros casi nos caemos al suelo del susto. No sé qué fue peor, si el hecho de que me viera desnudo pues era mi hijita, mi bebé; o el momento en que saqué mi verga del culo de su madre y dejando tremendo agujero. Lo cierto es que fui casi corriendo al baño, mientras Myriam, roja como un tomate, trataba de explicarle las cosas.
Fue muy bochornoso salir del baño, en primer lugar porque era mi hija quien me vio desnudo (era diferente si hubiera sido mi hijo) y sobre todo porque estoy seguro que ella jamás imaginó que algo así se pueda dar. Había que tomar el toro por las astas y se lo contamos todo. Si bien aún no perdía el rubor, se alegró muchísimo de saber que su madre y yo estábamos nuevamente enamorados. Esperamos que llegue mi hijo y también se lo contamos. Su alegría fue desbordante, fundiéndonos en un fuerte abrazo y muchos besos por esta nueva unión. Obviamente que no le contamos la “sorpresa” que encontró su hermana, total, algún día se enteraría y no tendría porqué afectarle. Ése mismo día hice la mudanza a casa de mi mujer y en la noche estaba completamente instalado. Demás está decir que sentí una gran paz de que todo resultara bien después de la vergüenza que pasé en la mañana. Cenamos una opípara cena que pedimos por delivery y ya tarde nos fuimos a descansar.
Entremos al cuarto y prendimos la tele para ver un poco de noticias. Mientras tanto nos fuimos cambiando de ropa. Me saqué el pantalón y el calzoncillo, y me puse a buscar en mi nuevo cajón del ropero algún short holgado para dormir. El calor era fuerte así que preferí solo ponerme un bibidí para la parte de arriba. Por su parte, Myriam hizo exactamente lo mismo. Se quitó el pantalón y la blusa, quedando en tanga y sostén, y se puso a mi lado a buscar algo para ponerse. Al final solo se puso un polo grande, quedando entonces solo con la tanga puesta, ya que se quitó el brassier. Entramos a la cama y nos acostamos como en mucho tiempo no lo hacíamos, como marido y mujer. Pusimos una película y en cada propaganda aprovechábamos para conversar o darnos algún beso. Como el volumen de la tele subía cada vez que había propaganda pero bajaba al volver a la película, quise coger el control pero estaba en la mesita de noche, a su costado. Por ello alargué el brazo para cogerlo, pero al hacerlo, rocé levemente mi mano con uno de sus pezones, que como ya lo mencioné antes, eran enormes. Bastó que esto pasara para que ella se pusiera cachonda. Mientras yo bajaba el volumen, por debajo de la sábana me empezó a tocar la verga. Ante mi sorpresa, metió su cabeza por debajo y me dio una deliciosa mamada. Fue entonces que también me puse cachondo y la giré para hacer un “69”. A bocanadas se tragaba mi falo, lo lamía y volvía a metérselo entero; mientras yo le chupaba el culo, metiendo casi toda mi cara, como si quisiera ver qué hay dentro.
Estábamos en lo mejor cuando tocaron la puerta. Era mi hijo que me decía que mi teléfono estaba sonando. Me puse una bata y salí raudo, teniendo cuidado de cerrar bien la puerta pues le dije a Myriam que me espere como la dejé, en 4 patitas y lista para darle con todo. La llamada era, para mala suerte, de una hembrita que es prima de un compañero de trabajo, y que días previos a mi reencuentro con Myriam, me la cogí después de una fiesta. Tenía obviamente que disimular así que fingí que estaba durmiendo, que mañana debía ir temprano al trabajo. Su nombre es Gianina y en verdad que me di buenos polvos con ella pues aunque no es espectacular como mi mujer, se mueve como los dioses. Luego de cortarle, apagué el celular y regresé al cuarto.
Apenas abrí la puerta me dio risa ver a mi mujer viendo TV arrodillada y con los codos sobre la cama, solo levantando su cuello. Incómoda pero cumpliendo su promesa. Puse seguro a la puerta y sin perder tiempo me coloqué detrás de ella, acomodé bien mi verga y le di una cogida deliciosa. Suave para no hacerla gritar demasiado, pero rica, intensa. La hice venir en 10 minutos y luego me eché de espaldas en la cama. Ella se subió en mí y luego de unos minutos de infernal manoseo, estiré la mano para sacar un condón de uno de mis cajones. Esta vez le di rico por el culo, y antes de terminar, me saqué el condón e hice que se tomara todita mi leche. Luego de asearnos convenientemente regresamos a la cama, esta vez sí a dormir.
Al día siguiente nos levantamos temprano para ir al trabajo. La alarma nos jugó una mala pasada y no hubo tiempo para nuestro acostumbrado “mañanero”. Nos vestimos raudos y salimos velozmente en mi auto. La dejé en su chamba y finalmente llegué a la mía. Cuando regresamos del trabajo ya estaban mis hijos en casa. Myriam se fue a bañar y yo me quedé conversando con mis hijos. Les propuse ir a cenar fuera y así lo hicimos, pasando una linda velada y ultimando detalles de la próxima graduación de mi hijo, la semana siguiente.
Así pasó casi un mes. Mes en el que a diario le hice el amor a mi mujer. Todo iba bien pues al tener buenos trabajos el tema económico no fue problema, como sí ocurrió antaño. Acabando el mes quise que hagamos un viaje familiar a Cuzco pero mis hijos estaban ad portas de sus exámenes en la universidad así que, sin imaginarlo, tuve una nueva oportunidad de estar a solas con su madre. Una semana entera de pasear y disfrutar en el día y de delirio sexual en las noches. Eso era seguro.
Llegó el día y partimos temprano del aeropuerto. Llegamos a Cuzco y quedamos maravillados por su clima y su belleza natural. Nos instalamos en el Hotel y organizamos nuestro plan turístico. Cada mañana fuimos a un lugar diferente, no sin antes saciarme de sus besos, su sudor y sus gemidos. Conocimos lugares fantásticos, hermosos paisajes y los potajes más exquisitos, pero lo que más nos encantó fue su gente y la majestuosidad de Machu Picchu.
Fue un hermoso viaje que nunca olvidaré tanto por los lugares que conocí como por las excentricidades sexuales que practicamos. Desde hacerlo en el probador de una tienda comercial, hasta hacerlo en una oficina de una agencia turística, mientras esperábamos que el encargado regresé a hacernos un presupuesto. Me volví el peor de los enfermos pues casi todo el tiempo que caminábamos en la calle no la abrazaba de la cintura. Le agarraba el culo con total desparpajo. Debió ser la envidia que despertaba, sumada a lo delicioso que se sentía el roce con sus nalgas, lo cierto es que nunca antes sentí tal obsesión.
Por supuesto que ella no se quedó atrás y también hizo locuras, como chupar mi verga en varios viajes en carro, camuflada con una casaca y fingiendo dormir sobre mis piernas. El punto cúspide fue cuando lo hicimos en un bus de turismo, mientras todos bajaron a tomarse fotos al lado de una laguna. El problema fue que el chofer regresó antes y cuando nos dimos cuenta de su presencia, ya se había “ganado” con un porno en vivo. Myriam quería morirse de vergüenza y yo de rabia porque el tipo le vio el culo a mi mujer. Pero qué más daba. Era el riesgo implícito. Así que de lo más frescos bajamos del carro e incluso le pedí un tacho donde botar el condón que me quité. Hicimos de ése viaje un sinfín de aventuras que inyectaron dicha a nuestro amor, que renacía con más fuerza.
Mi vida había dado un giro, con respecto a otros años. Sentía que tenía otra energía, otro dinamismo para hacer las cosas. Myriam se convirtió no solo en la mujer ideal en la cama, sino que redobló esfuerzos para darme las mejores atenciones y si eso fuera poco, manejando sus emociones al punto de ofrecerme la tranquilidad que tanto ansiaba. Si por algún motivo discrepábamos, esta vez aprendimos a ceder y a tratarnos con cariño.
Solo una vez nos peleamos, aunque al final no pasó nada. Lo que ocurrió fue que un sobrino que tiene, de la edad de mi hijo, se había quedado a dormir en la casa pues llegaron de una fiesta y se le hizo tarde para retornar a su casa. Al día siguiente mi hijo se despertó temprano y se fue a sus clases de música, pero no nos avisó que el chico se había quedado a dormir en el cuarto de huéspedes. Al levantarnos, a eso de las 9, tomamos desayuno y como tenía que reparar mi carro, salí de la casa dejando a mi mujer limpiando la sala. Cuando regresé quise ir al baño y escuché que mi mujer estaba en la ducha. Entré y me quité la ropa, y al poco rato me bañaba a su lado. Luego de unos minutos de enjabonarnos y besarnos le di una feroz cogida por la concha y por el culo, cuando en un momento vi algo moverse en el jardín colindante. Paré de inmediato y fui hacia la ventanilla que da al jardín, dándome con la ingrata sorpresa de ver que alguien se ocultaba. Salí como un rayo, envuelto en una toalla y dispuesto a encarar al intruso. De pronto llegando al jardín vi al chico y me fui encima, pero Myriam que venía detrás me paró diciendo que era sobrino suyo. ¿Cómo entraste?, le preguntó.
El chico nos contó la historia y eso hizo que me calmara. Sin embargo, tenía un celular en la mano. Los años no son por las puras así que imaginé qué pudo haber hecho. Le pedí el celular y aunque no quiso al inicio, no le quedó otra que entregarme para revisarlo. Luego de indagar en el teléfono encontré lo que justo estaba imaginando: el pendejo nos había grabado. No solo eso, tenía 2 grabaciones. La primera era de mi mujer bañándose y la segunda, que contenía toda la escena desde que entré hasta que me la cogí en la ducha.
Lo mandé en ese mismo instante a la mierda y le pedí que se largue, no sin antes borrar todo del teléfono. Lo peor es que en la tarde llamó la madre del sinvergüenza pidiendo explicaciones. Myriam le dijo en resumen que no quería verlo más en mi casa. Al parecer su prima le hizo hincapié en lo que su hijo le contó que vio, y mi mujer le contestó que no tenía nada que reclamarle pues estaba en su casa con su marido, y si le daba ganas de cachar, es su intimidad, que no tenía porqué juzgarla. Parece que la prima le dijo algo relacionado al sexo anal, pues la respuesta de mi mujer fue: ¿Y cuál es el problema?, mi marido me da por donde le dé la gana. Si pues, me gusta por el culo, ¿Y?... Ya no aguanté más y le quité el celular, diciéndole a la prima que se vaya a la misma mierda y que lo que tenía era envidia porque seguro a ella ni la toca su marido, pero a mi mujer yo me la como cuando quiera y por donde quiera. Finalmente le corté entre muchas groserías.
Lo peor no acabó ahí. Mi hijo al regresar de noche nos dijo que ya se había enterado de lo que había pasado, y que cómo era posible de que demos ese espectáculo. En un minuto lo puse en su sitio, diciéndole que Myriam es su madre, pero también es mi mujer y que nadie tiene porqué meterse en nuestra intimidad. Le dije que cómo era posible que saque cara por el primo y no por sus padres. Mi hijo salió de la casa ofuscado y yo quedé con la furia contenida. Lo peor es que Myriam abogó por él, diciéndome que fui demasiado duro y que él solo estaba avergonzado. Sin decirle nada, me cambié y salí sin rumbo fijo. Me fui a buscar a unos amigos y nos tomamos unos tragos hasta cerca a la medianoche, en que regresé a casa.
Entré a mi cuarto y la encontré acostada viendo televisión. Me quité la ropa y aunque parecía que ella solo atendía las noticias, me di cuenta que por ratos me miraba. Hasta que no pudo más y me dijo: amor lo siento, sé que no fue tu intención pero es que es mi hijo y me dolió verlo así. Yo no le decía nada y seguía viendo la tele. Volvió entonces a hablarme acercándose esta vez a darme un beso y como no le respondí rompió a llorar. No seas así, me dijo. Acaso no entiendes que me muero sin que me hables, sin que me toques, sintiendo que me ignoras?... Ay amor te lo suplico, dime algo.
Me dio pena verla así, además de considerar que no hizo nada malo. La abracé fuertemente y eso lo motivó a llorar aún más, diciéndome que no podía vivir sin mí. Le expliqué qué era lo que yo pensaba y que nunca hicimos nada malo. Le dije: nuestro hijo ya está grande, tiene que entender que el hecho que sus padres tengan relaciones es lo más normal. Además sabes muy bien que me he controlado las ganas de reventarte el culo en las noches solo para que ellos no sientan y se cohíban. Pero hay un terreno que ya no les compete, y es este, nuestro cuarto. Acá eres mi mujer y te hago lo que me dé la gana. Podemos estar calatos y nadie tiene porqué meter las narices porque es nuestro mundo. Eso se llama respeto, y si no lo aprendió, tiene que hacerlo. Tienes razón mi vida, me dijo. Y me llenó de besos, y yo, para olvidar el asunto, hice lo mismo.
Esta vez no hicimos el amor. Solo nos acostamos abrazados y nos dormimos. A la mañana siguiente, mi hijo se disculpó conmigo. Me dijo que lo pensó bien y que fue un estúpido no solo por prestar oídos a su primo sino por no entender que somos sus padres y tenemos todo el derecho, más cuando estamos solos. Al final lo disculpé y cambiamos de tema pues mi hija venía y no era bueno tocar esos sucesos.
En adelante, no volvimos a pelear por nada, nuestra vida era tranquila con nuestros hijos y por otro lado extremadamente activa por las picantes situaciones que fueron sucediendo ya que dimos rienda suelta a las fantasías sensuales más calientes, las cuales seguiré contando más adelante…
Una quinceañera caliente, logra lo que tanto ansía: descubrir que el sexo va mas allá de meterse tímidamente un dedito. Su portero le dará una dulce lección.
Relato erótico enviado por euterpe el 11 de October de 2004 a las 10:03:00 - Relato porno leído 196075 veces
Esta historia ocurrió en Arequipa y es totalmente cierta. Mi sobrina era tímida pero terminó gustándole el sexo.
Relato erótico enviado por blackcat el 21 de January de 2005 a las 16:37:46 - Relato porno leído 143682 veces
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Gus20XXX
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:07) dice:
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