La mujer se llamaba Verónica recordándome otro amor imposible de juventud, para separar las aguas en el recuerdo la bauticé mentalmente como "Veronica nueva".
Al agacharse metiéndose mi pene en la boca me recorrió un escalofrío, esto era más agradable que tocarse uno mismo.
Relato
El retorno de Bety 03
Estaba al lado de Bety intentando deshacer el abrazo de su amiga Priscilla, sentir sus tibios bracitos era hermoso pero podría provocar celos en mi amada imposible.
La madre anunció retirarse para limpiar y preparar el cuarto de la nena dado su inminente regreso pidiéndome que pasase más tarde, su mirada insinuaba cosas que ni deseo imaginar pero oficiaban de puente hasta mi cielito.
Yo quería estar con Beatriz pero su amiga ofreció quedarse un rato y cuando quise retirarme me tomó la mano impidiéndolo.
Parecía actuar como la vocera de Bety conociendo sus pensamientos, dijo saber que gracias a besarle la sonrisa vertical había logrado despertarla poniéndome rojo tomate por la cruda confesión. Sonriendo decía que se haría la dormida para recibir ese tratamiento también, la mirada tierna de mi tesorito parecía aprobar las bromas de su amiga.
Al retirarme me recriminó no besarla a Bety debiendo informarle que en horario diurno nos verían todos, se limitó a correr la cortina dándonos la espalda otorgando cierta intimidad mientras le devoraba la boquita a mi tesoro, esta vez la besaba con todas las reglas y los tiernos labiecitos respondían.
Encaminándome a esa casa tan temida llamé a la puerta con las rodillas temblando, me atendió la madre en camisón y chinelas pidiéndome le ayudase a limpiar. Más que limpiar acariciaba cada objeto sabiendo que pertenecía a Bety hasta dejar su cuarto reluciente, debí cambiarme la camisa sucia mientras la señora me pasaba una tohalla por la espalda quitando la transpiración.
La mujer se llamaba Verónica recordándome otro amor imposible de juventud, para separar las aguas en el recuerdo la bauticé mentalmente como "Veronica nueva".
El escote del camisón exhibía un generoso busto sin sujetador, no se le caían los pechos notando sus pezones erguidos.
Al reemplazar la tohalla por sus manos peladas decidí masajearle las tetas cayendo abrazados en la camita, me horrorizaba profanar los aposentos de mi reina decidiendo ir al otro dormitorio.
Era vergonzoso quitarme el pantalón pero sus expertos dedos me dejaron en traje de Adán deteniéndose con una risita al tocarme el pene, decía ser pequeñito comparado a los que había conocido dándome más vergüenza aún; por suerte hallé consuelo pensando que sería del tamaño adecuado para su hijita.
Al agacharse metiéndose mi pene en la boca me recorrió un escalofrío, esto era más agradable que tocarse uno mismo y tuve un orgasmo casi instantáneo ante la risa de la mujer. Cuando se acostó de espaldas intuí que había llegado el momento desicivo de mi vida, por suerte pude recuperar una erección y penetrarla lentamente. No sabía si eso le haría doler pero me abrazó con fuerzas obligándome a metérsela entera en la vagina, observé aliviado su recortado vello púbico ya que la cachucha peluda de algunas pacientes me causaban repulsión.
Me quedé quieto con el pene enterrado dentro de ella y su mirada me convenció que debería moverme, ahora sí la sacaba casi toda para volver a metérsela por la vagina. La reciente expulsión de semen me permitió durar bastante y tuvo un orgasmo ruidoso mientras me quitaba la respiración con su abrazo de oso.
Quedamos jadeando en la cama y felices, yo por mi primer experiencia sexual y ella no se pq.
Al pedirme que me mudase tuve que titubear sin poder reconocer a los gritos mi deseo de estar cerca de su hija. Ella debía marcharse al empleo y me fui silbando a casa feliz pq había mojado la chaucha como todo un hombre.
Arlette me recibió efusivamente besándome en la boca, por suerte estábamos solos y la cargué en brazos anunciando que tal vez me mudase con mi novia.
Su carita triste me obligó a llenarla de besitos prometiendo que pasaría a visitarla y hasta sufriría extrañándola. Esto parecía cursi pero realmente estaba encariñado con mi sobrinita, incluso últimamente me asaltaban deseos carnales viéndola.
Nos fuimos a mi cuarto a preparar una maleta, no deseaba mudarme definitivamente hasta tantear el terreno y caímos en la cama con Arlette que sollozaba diciendo que por fin alguien le prestaba atención. Esta vez me recosté sobre su cuerpito para besarla de verdad reconociendo que la extrañaría muchísimo, con vocecita tímida preguntaba si también la besaba a mi novia debiendo contarle que hoy me había hecho hombre con ella.
Recapacité que esa confesión le traería más dudas pero era tarde, tuve que decirle que había metido el pitito en el tajito de ella y a eso le decían "hacerse hombre". Ingenuamente preguntaba cuándo se lo metería a ella debiendo decirle que aún era demasiado pequeña para esas cosas y lo más que podría hacerle era darle besitos allí abajo.
Como una luz se bajó el shorcito con bombachita y todo ofreciéndome su tajito pelado, tenía una puchita preciosa, tan linda como la de mi reina. Me daba pena pero me zambullí entre sus piernitas besando su panochita mientras ella largaba carcajadas por las costillas, estaba decidido a arrancarle un orgasmo chupándole la conchita con fruición y lo logré al meterle un dedo en el culito.
Arqueando la espaldita lanzó un prolongado suspiro diciendo que se hacía pis, seguí con la lengua hasta que terminaron sus temblores y quedó despatarrada en la cama. Esta vez la besé apasionadamente.
Al ponerse nuevamente el shorcito le pedí vistiese una pollerita para verle la bombachita al agacharse, muy coqueta se puso una minúscula de jean y se me reventaba el pantalón solamente mirarla.
Mientras nos encaminábamos al sofá para ver la tele no podía resistirme viendo esa colita apenas cubierta, parece que mi sobrinita se daba cuenta del impacto que me producía verle la bombachita acostándose de panza dejando el trasero casi descubierto. Le pedí que cerrase los ojitos mientras la tocaba y sacándome el pene lo envolví con el pañuelo para machacarme mientras le tocaba la cola a mi sobrina. Sin querer había metido la mano debajo de su prendita íntima acariciando sus glúteos y justo antes de explotar le metí el dedo en el anito, creo que estaba seco al incorporarse quejándose que le había dolido pero quedó atónita ante la vista de mi pito.
Le pedí perdón por la brusquedad dándole muchos besitos y yendo a lavarme el aparato, estaba en el lavabo con el gusano en la mano cuando apareció su carita traviesa para mirar la operación.
La tenía dormida y blandita mientras le contaba que hoy me la habían chupado, pero apenas me agarró el pito con intención de acercar su boquita se me paró nuevamente. Me daba algo de vergüenza el espectáculo de mi inocente sobrinita tratando de meterse el pito en la boca pero le permití que lamiese el glande.
Yo debía dormir para trabajar de noche y tuve que echar llave para no cometer una locura con la hija de mi hermano.
Estaba muerto de sueño cuando unos golpecitos en la puerta me llamaron para cenar, ya estaban todos en casa y apenas pude espiar un poquito debajo de la pequeña pollerita de jean.
Al llegar al hospital me esperaba trabajo mientras refunfuñaba no poder estar cerquita de mi amada imposible, apenas se apagaron las luces fui raudo a verla con la alegría que ya hablaba mejor.
Le conté que me mudaría a su casa y podría cuidarla apenas llegase, se extrañó un poco pero enseguida estiró los bracitos para que la abrace, sobra decir que esta vez nos besamos de verdad durante un período interminable.
El médico le había dado el alta para el día siguiente y quería bañarse, le dije al oído que mañana la bañaría en su propia casa curándole con besitos todo el dolido cuerpito. Bety se reía fuerte diciendo que eso no me salvaba de darle hoy mismo besitos allí abajo, además quería levantarse para usar el sanitario.
Sus piernas aún no respondían debidamente debiendo alzarla en brazos y sentarla sobre el sanitario, al pedirle que me llamase al terminar no soltó mi mano quedando agachado a su lado mientras pujaba con la carita roja del esfuerzo o tal vez avergonzada por el sonido de algunos peditos.
Me dediqué a besarle la manita mientras hacía sus necesidades para luego limpiarla bien, estaba por llevarla nuevamente a su cama cuando pidió que le dé los besitos prometidos en este ámbito privado.
Ella solita puso los piecitos sobre mis hombros dejando campo libre a su puchita, haciendo caso omiso a su primer orgasmo le seguí chupando la conchita hasta arrancarle otro, estaba como muertita en mis brazos mientras la transportaba de vuelta besándola con desesperación.
Al preguntarme si deseaba soltar el moco supuse que así le llamaría a la expulsión de semen debiendo decirle que solo me interesaba darle placer a ella y hacerla tan feliz como sea posible. Se durmió como un angelito mientras me arrodillaba a su lado observándola recorrer los floridos jardines de Morfeo.
Al llegar la madre le comuniqué la buena nueva, hoy regresaría a casa. La pobre comentaba entristecida que debía asistir al empleo pero la tranquilicé prometiendo hacer todo lo necesario, me agradeció con un beso en la boca ante la sonrisa de su hijita vaticinando tener nuevo papito.
Tuvimos que soportar los consejos del fisioterapeuta acerca de los ejercicios en casa y al final partimos raudamente, ella en silla de ruedas. Apenas descendimos del automóvil la alcé en brazos, no permitiría que anduviese en ese ridículo artefacto.
La llevé a la cocina preguntando que deseaba comer, no me alcanzaban las manos preparando un suculento desayuno y aconsejé que rompiese las galletitas para meterlas en la leche, más seguro tragar así por un tiempito.
Sentadita en mis piernas abría la boca para que le diese cucharadas, ella podría solita pero deseaba consentirla como bebita durante el tiempo posible. Cada ratito limpiaba sus labiecitos con mi boca haciendo los besos cada vez más prolongados, no podía creer aún que estaba con mi amorcito a upa.
Al terminar me recordó con una sonrisa que era la hora de bañarnos, lo dijo en plural implicando que también me metería al agua con ella.
Me temblaban los dedos al desvestirla lentamente, le había visto el cuerpito infinidad de veces pero ahora era una situación erótica, quitarle la blusita y chuparle los pezoncitos infantiles fue un acto reflejo, no podía quitar la boca de sus futuras tetitas.
Le quité calzado y pollerita pero la llevé alzada en bombachita, tenía una prendita blanca que realzaba su aspecto inocente. Al dejarla bajo el agua me daba algo de calor quitarme la ropa pero su mirada inquisidora no permitía demoras, que delicia ver el agua chorreando por su cuerpito semi-desnudo acentuando su tajito por la bombachita mojada.
Se la fui bajando lentamente mientras cerraba los ojitos por el agua cayendo, su imberbe conejito lucía tremendamente provocador sin mencionar su traserito al darse la vuelta. Le costaba mantenerse de pié sentándome en la bañadera con ella encima, sentir su cuerpo desnudito casi me hizo eyacular anticipadamente.