El retorno de Bety 04

El retorno de Bety 04

Nos encontrábamos tomando un baño con Bety, ella aún no lograba mantenerse de pie sentándose encima de mis piernas.

Desparramando shampoo en su cabecita procedí a lavarle el cabello mientras ella cerraba los párpados evitando la espuma, su carita fruncida era demasiado tentadora debiendo robarle besitos con sabor a jabón.
Al enjuagarla pasando a tallar su piel con la esponja no resistía apartar la boca de su cuello y hombros, la pobre sentía una dureza crecer debajo de la colita pero supongo que ya sabría de qué se trataba dado el texto de su antiguo diario.

Al llegar a sus piernitas debí saltear la zona donde ambas se unen en esa bisagra divina con forma de tajito, hubiese regado mi esencia masculina tan sólo tocándola. Esta vez se puso de pié sosteniéndose en el borde de la bañadera para que le lavase el potito, nuevamente me temblaban los dedos al pasar la esponja en el medio de sus nalguitas pidiéndole me permitiese pasarle la lengua por allí.
Su pose ofreciendo el traserito desnudo y mojado casi me hacen eyacular nuevamente debiendo concentrarme para chuparle el culito más toda su zona secreta puchita incluida.

Bety también temblaba de la emoción al pedirme que le metiese un dedo en el ano y logró un hermoso orgasmo bajo mi boca. Al sentarse nuevamente lo hizo lentamente para apuntar mi pajarito a su nido de amor, era indescriptible la sensación de su conejito engulliéndome lentamente hasta tenerla toda adentro. Apenas daba crédito al sentir el peso de sus nalguitas anunciando que se la había metido entera.

Mis manos no alcanzaban para acariciarle los pezoncitos y su frijolito especial, antes de pensarlo estaba inyectándole mi tibio líquido amoroso. La llevé envuelta con la tohalla hasta su camita para secarla concienzudamente terminando por recorrer cada pulgada de su piel con mis labios, creo que más que besarla toda estaba adorándola.
Bety se derretía con la adoración a su anatomía principalmente cuando mi boca llegaba a su hermosa puchita. Apenas lograba respirar por la fuerza de sus piernitas atenazándome el cuello mientras me desesperaba comiéndole la conchita.

Al mediodía llegó la madre decidiendo contarle acerca del fallecimiento de su padre, observar las lagrimitas de mi ángel divino también me ocasionaron humedad en lo ojos, no soportaba presenciar el sufrimiento de Bety y la senté en mi rodillas acariciándola sin hallar las palabras reconfortantes.
No podía besarla en presencia de la madre pero me bebí sus lágrimas saladitas, su progenitora debía volver al empleo y apenas escuchar la puerta cerrarse le comí la boquita con mucha dedicación.

Esta vez confesó haber mantenido una relación especial con su papito y extrañaba sus manos recorriéndole todo el cuerpo. Traté de consolarla prometiendo que la amaría del mismo modo apasionado si me lo permitía y se giró para sentarse de frente abrazándome con desesperación. Riendo me dijo tener el pito chiquito pero le gustaba por no hacerle doler, no podría sentirme orgulloso al escuchar eso de una nena pero era mi tesorito adorado la que tenía entre mis brazos.

Fui a buscar comida preparada, la verdad no soy buen cocinero ni deseaba perder tiempo con eso. Estaba acomodando a Bety sobre mis piernas para comer juntitos al regresar la madre y tuve que dejarla sentadita en una silla. Verónica conversaba mucho denotando la gravedad que ejerce la Tierra atrayendo suavemente hacia abajo las comisuras de sus labios.
No advertía las furtivas miradas que nos cruzábamos con su hijita lamentando no estar solos, cuando se levantó para traer el postre no pude evitar robarle un besito. Sus labiecitos transmitían el sabor de la comida debiendo hacer fuerza para separarme, realmente deseaba almorzarme a la criatura pero debí conformarme con beberme mi reflejo líquido en la copa de vino.

El resto de la tarde no hallaba el modo de estar cerca de Bety ideando unos ejercicios para sus piernas, ordenándole acostarse en la alfombra le tomaba los pies pidiendo que opusiese fuerza fortaleciendo sus músculos. Pose ideal para verle la bombachita sin que la madre sospechase y de paso acariciarle las piernitas, cuando terminamos fingía no lograr incorporarse debiendo alzarla en brazos y de paso sentir la tibieza de su cuerpito mientras la apretaba contra mí.
Nos sentamos para revisar sus tareas del colegio advirtiendo que había perdido muchas clases, entre risitas comentaba que en matemáticas no tendría problemas ya que el maestro abuelito le impartía clases particulares.

El tono picaresco de su voz me provocó celos intuyendo que esas clases tenían un contenido alterno, no podía soportar la idea de otras manos tocando la pielcita de mi reina. Cuando quiso pasar al baño la llevó su madre dejándome con las ganas de besarla a escondidas o tal vez toquetearla un poco. Recién al llegar la noche tuve esperanzas de tenerla cerquita cuando sugirió que no sería prudente que durmiese solita en su habitación y debería estar con nosotros en la cama grande.

Puse cara de fastidio dando a entender que deseaba intimidad con mi flamante mujer pero su sonrisa daba a entender que igualmente podría pasar algo. Con la nena al centro de la cama, ella se acomodó abrazando a su madre mientras empujaba el traserito contra mi turgente humanidad.
No sabía como bajar mi erección limitándome a acariciarle el cabello pero me asusté mucho al sentir un mano que me apretaba allí abajo y la mujer preguntando si se me ponía así por la colita de su hija.

El susto casi se convertía en pánico reduciendo mi humilde palito a un flácido colgajo pero los dedos expertos masajeaban la carnecita muerta revitalizando su actitud despierta. Con voz queda decía que la nena estaba durmiendo profundamente y me permitiría largar los mocos en la cola de su hija. Ésta vestía una bombachita muy holgada y desplazándola con el dedo procedió a pasarme el bicho entre sus nalguitas, pedía que no tratase de metérsela ya que aun era demasiado chiquita para esas cosas pero podría sentir lindo hasta expulsar el semen entre sus nalguitas.
No estaba terminando la frase y ya estaba largando mi lechosidad en ese traserito divino, quedé jadeando mientras aconsejaba que deberíamos limpiarla bien para que no advirtiese esa asquerosidad al despertar.

Como toda respuesta se giró en la cama dándome la espalda asumiendo que sería mi tarea, tuve que tomar un pañuelo para limpiarle la colita mientras me mordía por las ganas de chuparle debidamente el culito a su hija. A medianoche me despertaron unos ronquidos, no sabía que la mujer emitiese esos desagradables sonidos que también despertaron a Bety dándose vuelta para abrazarme.
Esta vez la pude besar sin dejarla hablar, quería decirme bajito que no estaba dormida cuando me vacié en su potito recriminándome que no se la hubiese metido un poquito, entre susurros le expliqué que podría ser doloroso entrándole por el anito pero sonreía picaronamente al girarse nuevamente para entregarme el trasero.

Bajé la mano para acariciar esa bombachita deliciosa con la sorpresa que no existía tal prenda, en algún momento se la había quitado y sus nalguitas desnudas trasmitían toda su tibieza. Luego de humedecerme el dedo se lo estaba metiendo por el culito temeroso de que despertase la madre hallándome con el dedo ensartado en el ano de su hijita.
No fue tan dificultoso como esperaba animándome a meterle el dedo sin uña, el glande tanteando su esfínter la enloquecía suspirando fuerte, no sabía como hacer para besarla acallando sus sonidos mientras se la metía despacito en el culito distendido.

Había tenido una reciente eyaculación vaticinando que le serrucharía el potito bastante tiempo antes de acabarle adentro, pasando la mano por su vientre bajé para acariciarle la puchita y al poco tiempo se convulsionó con más sonidos sospechosos. Yo transpiraba del temor a ser descubierto decidiéndome a sacársela del anito para no tentar a la suerte.
Nos despertó la madre estando fuertemente abrazados y sin ropa interior, se reía comentando que la podría haber penetrado accidentalmente en sueños haciendo sufrir a su pobre hijita, yo me reía calladito recordando que algo semejante había sucedido realmente.

Vistiéndose para ir al empleo nos recomendó que no durmiésemos demasiado recordando que deberíamos hacer los ejercicios rehabilitatorios. Esta vez estábamos solitos y desnudos en la cama, demasiado delicioso para levantarse entrelazando los dedos en su cabellera mientras la besaba dulcemente. Sus ojitos despertando eran divinos, no podía detenerme besándola, increíblemente tenía otra erección convenciéndome que esta nena era un afrodisíaco.

Me molesté al decirle que era hermosa deseando hacerle el amor y contestó que lógicamente ella era muy hermosa provocando que todos los hombres deseasen metérsela al verla. Me pareció una mocosa malcriada con esos pensamientos egocéntricos pero la verdad es que deseaba metérsela y era hermosa.
Tuve que fingir un enojo y levantarme a preparar el desayuno, la vaga pedía que se lo trajese a la cama pero la convencí de ejercitar las piernas viniendo al comedor.
Estaba por usar una silla pero mi corazón ya no resistía la farsa invitándola a sentarse en mis piernas, la picarona sabía que me derretía por ella pidiendo mimosa que le diese la comida en la boca.

Adrede dejaba escapar una miguitas del desayuno buscando que me abalanzase sobre sus labiecitos quitándole eso con mi boca, debí hacer gran esfuerzo mostrándome enojado pero no pude resistir al final besándola interminablemente.
Cuando se acostó en la alfombra para hacer flexiones de piernas apenas podía quitar los ojos de su bombachita y a los cinco minutos terminé zambullido con la cabeza entre sus piernitas mordiendo desesperadamente su conejito cubierto.

Ella solita acomodó las pantorrillas sobre mis hombros para que le chupase la conchita debidamente, casi le arranqué la bombachita de la violencia al quitársela para comerme esa puchita deliciosa. Quise castigarla arrancándole muchos orgasmos pero la cretina gozaba de mi desesperación dándole lengua, no quería rebajarme a metérsela, solamente con la boca la haría acabar hasta que pidiese detenerme.
Al final quedó exhausta de tantos espasmos y logré hacerla sacudir una vez más: ya la domaría a esta tigresa miniatura...

(continuará)