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El sabor del Semen de Papá.

Relato enviado por : Verso Prohibido el 16/06/2012. Lecturas: 32064

etiquetas relato El sabor del Semen de Papá.   Oral .
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Resumen
Una muchacha joven de pelo castaño, que guarda una enorme enemistad hacia su madre, pretende seducir a su padre, pero éste resulta ser más varón de lo que aparentaba y acaba convenciéndola de beber su propio esperma.


Relato
Se encontraba una graciosa muchacha de rosadas mejillas, pelo castaño, y ojos del color de la miel, recostada boca abajo leyendo y subrayando en un cuaderno mientras sus pies se balanceaban de atrás a delante golpeando su abultada falda, que escondía aquel prieto trasero con el cual tantas veces había jugado con su padre a el caballo trotador, entre otros juegos. Algo acosada por las prisas, su madre se daba los últimos retoques de maquillaje antes de acudir a una importante reunión que la mantendría ocupada hasta bien entrada la noche. Una vez finalizada la labor, se dispuso a salir, no sin antes despedirse de su marido, que veía la televisión en un sofá cercano a la muchacha que subrayaba tiernamente sobre aquel cuaderno.

-Adiós, amor. (Dijo la mujer recién maquillada).
-Cuídate. ¿Tengo que hacer la cena? (Preguntó aquel apuesto hombre).
-Si no te importa mi vida, es que no he tenido tiempo de hacer nada, lo siento. Haz algo para Doli y para ti.
-No te preocupes, con ese estrés ya tienes bastante. (Le sonrió).

Ella se inclinó y le dio un suave beso de despedida, para después intentar hacer lo mismo con su hija. Desafortunadamente, no pudo, la muchacha hizo una mueca desagradable y apartó su rostro.

-¡Dolores! (Dijo la madre expresando su descontento por aquel desprecio).
-Déjame en paz. (Respondieron los labios de la muchacha de los ojos color miel).

La despreciada madre miró con tristeza a su marido, y éste respondió con una leve sonrisa. Cogió un maletín negro y abandonó aquella casa.

Quedaron a solas la coqueta muchacha y su padre, un fornido hombre de ojos grises y pelo castaño, y tras un largo silencio, la muchacha comenzó a hablar.

-¿No me vas a decir nada?
-¿Y porqué iba yo a decirte nada? (Preguntó el apuesto hombre).
-Por lo de mamá.
-Tu madre hace mucho por ti, si no te quieres dar cuenta de lo importante que eres para ella, eso es problema tuyo.

La muchacha se levantó y comenzó a caminar provocativamente hacia su padre, y una vez distó de veinte centímetros de él, preguntó:

-¿Y yo no soy importante para ti?
-Esa pregunta es una tontería y lo sabes.
-No, no lo sé, demuéstramelo. Demuéstrame que te importo.
-¿Quieres dinero?
-¡Tonto! No te burles de mí.
-Mejor porque no vuelves a tus deberes y esas cosas para que estés más tranquila.

La joven enfurecida se quitó la camisa dejando ver a su padre su sujetador rosa, y su padre al verla le dijo:

-Vas a coger frío.

La joven, más enfurecida aún, se despojó del sujetador dejando ver a su padre sus pequeños pechos, cuyos pezones comenzaban a endurecerse por el frío.

-¿Lo ves? Has cogido frío.
-¿Por qué eres tan malo conmigo? ¿Ya no te gusto?
-Eres mi hija, no puedes gustarme. (Respondió tajante).

La muchacha se arrodilló en el suelo y apoyó su cabeza en el regazo de su padre, y tras un breve instante de silencio, le miró a los ojos dejando ver que los suyos estaban llorosos y dijo:

-Tú a mí, sí me gustas.

Aquella enternecedora imagen obligó a su padre a mostrar sus cartas: La muchacha comenzó a sentir un pequeño bulto que crecía en el pantalón de su padre, y tras mirarlo con una sonrisa, bajó la cremallera de los pantalones, apartó la tela blanca de los calzoncillos sujetando el elástico y dejó al descubierto aquel miembro erecto. A punto de dejarse llevar, el apuesto padre recapacitó y se alzó rápidamente arrebatando el glande de los labios de la muchacha. Una vez se reincorporó, se alejó torpemente de la muchacha y abrochó de nuevo su cremallera.

-¿Estás loca? ¿Por qué no te vas a buscar algún quinceañero desesperado para hacer eso? Yo, soy tu padre.
-¿Quieres que busque a alguien? (Ella era preciosa, no le hubiera costado encontrar a alguien para hacerlo aquel mismo día).
-¿De verdad serías capaz de salir a buscar algún pervertido solo para provocarme?
-Sí, pero también soy capaz de quedarme, y solo para complacerte.

Aquellas palabras lo sorprendieron enormemente, ella era hermosa, podría haber sido la musa de cualquier poeta, y acababa de arrebatarle su pene de la boca. Le horrorizaba la idea de que algún depravado aprovechase su berrinche y la hiciera suya, así que tras un largo rato de silencio le preguntó:

-¿Eres virgen?
-No.
-No me jodas hombre... ¿Y eso? ¿Cómo es que nunca me has dicho nada?
-Ninguno de mis novios es ni la mitad de lo que eres tú.

Tras pensar un rato en aquello, se bajó los pantalones y se sentó de nuevo en el sofá.

-Ven Doli. (Le hizo un gesto con la mano).

La muchacha se acercó con su rostro colmado de alegría, y sin quitarse la falda, abrió las piernas y se sentó en sus rodillas dejando la punta del pene de su padre tocando su ombligo. Ella comenzó a morder su cuello y a llenarlo de saliva con prolongados lametazos, y cuando subió a su rostro para besarlo, él la detuvo y le dijo:

-No me beses en la boca ahora. No me gusta que lo hagas.

Ella lo miró enfadada y le ordenó apartando sus bragas negras de su vagina sin aún quitárselas:

-Entonces métemela ya.

Él estaba horrorizado, pero aquella mocosa no lo iba a intimidar, de modo que escupió sobre su pene y le preguntó después a ella:

-¿Crees que será suficiente?
-¡No! (Respondió asustada).

Ella se escupió dos veces seguidas en la mano y después se la restregó suavemente contra la vagina haciendo énfasis en el clítoris. Mientras ella aún se masajeaba, él la agarró fuertemente de las nalgas, y ella ya consciente de su impaciencia, sujetó el pene y apuntó hacia la entrada de su vagina dejando caer suavemente el peso de sus nalgas mientras emitía un suave suspiro.

Sus gritos eran agudos y penetrantes, nunca se había dejado penetrar por un pene tan grueso, y éste, a penas con veinte segundos ya le había hecho sentir aquel fino dolor de la dilatación interna. Su padre mantenía un ritmo de fiera y las nalgas de la muchacha al chocar contra sus piernas hacían un ruido como el de unas palmadas constantes. Él notaba cada vez más frío en los testículos porque los fluidos de su hija resbalaban hasta sus genitales que botaban como pelotas de tenis contra sus nalgas. La joven no se había quitado aún la ropa interior, y era penetrada mientras el elástico de sus bragas a veces rozaba la piel del miembro de su padre. Se encontraba tremendamente dolorida, de modo que utilizó esto como excusa.

-Para, para, para... (Dijo rápidamente mientras elevaba sus nalgas para expulsar aquel ardiente trozo de su padre). Deja que me las quite primero.
-Bien, pero hazlo dándome la espalda.
-¿Porqué? (Le sonrió).
-Me apetece verlo desde atrás.

La muchacha obedeció y le dio la espalda mientras se quitaba aquella prenda, le debió de gustar aquella idea, ya que lo hizo muy lentamente para provocarlo aún más. Pero cuando a penas sus bragas se encontraban a punto de salir por su pie izquierdo, su padre la sujetó bruscamente por las caderas atrayéndola hacia sí, y la obligó a sentarse de nuevo, pero esta vez de espaldas.

-¡Espera! (Él no hizo caso).

Era un hombre fuerte, y consiguió levantarla sin esfuerzo mientras la sujetaba por debajo de las piernas, ella solo podía apoyar sus nalgas en fugaces ocasiones en la pelvis de su padre, y éste llevaba constantemente el ritmo que enrojecía aún más su ya dolorida vagina. Los gritos, cada vez más dolorosos, iban al compás del balanceo que llevaban sus bragas que pendían del tobillo izquierdo sin poder caer al suelo. Era un ritmo nunca antes experimentado por ella, que sufría incansablemente, pero no fue capaz de continuar. Apoyó las palmas de sus manos en las piernas de su padre e intentó bajarse de aquella incómoda postura.

-¡Bájame, vamos! ¡Para!

Suavemente y casi sin esfuerzo, la dejó en el suelo, ella se dio la vuelta rápidamente y le golpeó en la cara con la mano abierta.

-¡Eres un bruto! Me has hecho daño.

Él quedó pensativo mirando como la muchacha se acariciaba la enrojecida entrepierna entre lamentos y lágrimas. Y tras una breve pausa le dijo:

-Para qué me haces perder el tiempo, si no eres ni la mitad de lo que es tu madre...

Un silencio sepulcral cubrió aquella habitación, esas palabras hirieron profundamente el orgullo de la muchacha que acariciaba tiernamente su entrepierna. Y tras decir esto, su padre comenzó a caminar con ánimo de abandonarla. Cuando ya daba la espalda a la muchacha, ésta se apresuró a detenerlo.

-Espera, te haré algo que seguro que mamá no ha hecho nunca.

Seducido por la oferta se dio la vuelta lentamente y le preguntó:

-¿Qué tienes en mente?
-Córrete en mi cara.
-(Él rió) Llegas tarde.
-¡Córrete en mi boca y me lo tragaré todo!

La joven, algo arrepentida por lo dicho, se apresuró y se tapó la boca en un gesto infantil. Los ojos de su padre se abrieron aún más por la incredulidad, y preguntó de nuevo:

-¿Estás segura de lo que has dicho?
-Sí.
-Arrodíllate. (Le ordenó).

La muchacha obedeció y se arrodilló delante de él mientras se masturbaba rápidamente. Ella tenía los ojos abiertos, la boca sacando la lengua y la cabeza ligeramente inclinada hacia la espalda, tan cerca de él, que se juntaban su aliento y el calor que desprendía el pene. No tuvo que esperar mucho, antes de eyacular su padre le dijo:

-Acerca la boca. Mejor, métete solo la punta en la boca.

Ella obedeció y rodeó con sus labios la parte donde acababa el glande mientras su padre aún se masturbaba, se llevó más de un pequeño golpe del dedo índice de su padre en sus labios temblorosos. Hasta que comenzó a eyacular. Continuaba masturbándose y notando cómo salía sin parar su esperma caliente, mientras se hinchaban las mejillas de la muchacha, cada vez se llenaban más de aquella crema que estaba dispuesta a tragar por completo. Finalmente sacó la punta de su pene y tras una breve pausa miró que el bulto de las mejillas de aquella preciosa joven no disminuía. Le preguntó entonces:

-¿Te lo has tragado?
(Ella negó con la cabeza).
-(Soltó una breve carcajada). Muéstramelo. ¿Quieres?

Abrió la boca y dejó ver a su padre una tímida lengua sumergida por completo en esperma caliente que se pegaba a sus dientes y se escapaba en pequeñas cantidades por las comisuras de sus labios en forma de gotas que desembocaban en su barbilla.

-(Rió a carcajadas). ¡Pareces una perra que ha cogido la rabia!
(Ella se limitó a empujarlo y cerrar la boca).
-¿Te lo quieres tragar?

Ella negó tristemente con la cabeza mientras derramaba una lágrima del ojo derecho.

-Entonces escúpelo como tu madre.

Frunció el entrecejo en señal de enfado, cerró los ojos y tragó todo el esperma que había en su boca, hicieron falta dos tragos, porque todo el tiempo que llevaba reteniendo el semen de su padre en la boca la saliva no había dejado de producirse. Una vez tragó por completo abrió la boca orgullosamente y mostró su brillante lengua y su boca limpia. Él, tras contemplar la escena, le acarició el pelo y le dijo:

-Buena chica.

FIN.

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Comentarios enviados para este relato
raiza26 (30 de April de 2013 a las 18:21) dice: Felicidades muy buen relato uno queda con ganas de más

katebrown (18 de October de 2022 a las 22:08) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:42) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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