Elvira a si se llamaba no estaba conforme con las embestidas de su marido y buscaba otros machos para satisfacerse. Elvira se suelta y ridiculiza a su marido por ser este de pene chico y eyaculador precoz, de su oponente me dice que sabe que lo tiene largo y ella deseaba ser empalmada por un potente instrumento genital.
Relato
Las mujeres me miran cuando paso y me miran saboreándose por ser un macho potente. Todo comenzó cuando una noche de guardia, soy oficial de policía, hubo una pelea en la única escuela del sector, un apoderado golpeaba a otro por acercarse este a su mujer. Mas bien por manosear a su mujer, eso si esta hembra era una auxiliar del colegio y no era muy inocente que digamos, le gustaba desesperar carnalmente a los machos..
Elvira a si se llamaba no estaba conforme con las embestidas de su marido y buscaba otros machos para satisfacerse.
Ambos en compañía de la mujer son llevados hasta la comisaría en donde estaba de guardia como oficial esa noche, en los calabozos converso con los hombres y estos lo único que deseaban era su libertad, les digo que eso depende de una conversación que tendré con Elvira la mujer implicada, como la comisaría es chica no hay donde tener una conversación privada, así que la llevo a las piezas vecinas que forman mis hogar particular, en ella Elvira se suelta y ridiculiza a su marido por ser este de pene chico y eyaculador precoz, de su oponente me dice que sabe que lo tiene largo y ella deseaba ser empalmada por un potente instrumento genital.
La miro y le digo y crees que ambos son sementales apropiados para ti, tenía que probarlo y así lograría informarme. Y melosa se me acerca diciéndome tu eres un oficial, pero eres casi un niño,…, oye e digo tengo 19 años…, para mí un bebé me dice, tengo 34 años y llevo 7 años de acosada por este inútil marido que no sabe saciarme, imagínate no es capaz ni de embarazarme, en 7 años…, mostrándome sus piernas al sentarse sobre mi mesa de escritorio, meto mis manos por sus piernas y me dice… mira bebé si deseas acción te la doy, pero debe ser de la buena o sino hablo…, mi pantalón no era capaz de soportar la presión de mi pene en el, ella nota mi entusiasmo carnal y toma a través del pantalón mi pene …, oye me dice mirándome sorprendida es de buen tamaño y gordo…, si lo metes en mi vagina y ambos nos degustamos de un buen apareo y nos satisfacemos como corresponde a una mujer ser satisfecha por un macho, dejas libre a los dos estúpidos que se dieron de golpes y yo vuelvo nuevamente mañana que no esta de turno y te acompaño en tu cama, mejor que sea ahora los dos guardias de turnos los mande a la escuela para evitar líos y de seguro están tomando felices por esos lados… la llevo a la cama no era una hermosa mujer, pero era una mujer de buen aspecto y de un agradable cuerpo además de limpia…, nos desnudamos y si esa hembra me calentó mis pasiones excitándolas.
Nos acostamos en ella, era una cama de dos plazas así que era amplia, sería un adolescente, pero mis hormonas se erguían y alteraban con el contacto del cuerpo de esa madura hembra, diez minuto después se meneaba ella y mi pene comenzó a crecer y yo no encontraba posición para ocultarlo, tanto se refregaba ella en contra de mi cuerpo que mi miembro creció y se desarrolló a totalidad , engrosando en su diámetro a lo menos del tamaño de una botella de bebida individual en su grosor, no acertaba que hacer, para que ella al notar mi excitación, dándose vuelta me lo toma o trata de tomarlo se da cuenta del tremendo grosor y que lo tenía excitado a lo menos de unos 17 o 18 centímetros, diciéndome… oye Teniente lo tienes tremendo, no me cabe en mi mano y si quieres poseerme este pene me hará salir lagrimas por duro , tieso y grueso que es y no creo logre entrar en mi vagina, es muy descomunal parece uno de animal, y comienza a sobármelo, imagínense como estaba, mas aún cuando ella lo lleva a su vagina para que presionara su sexo a continuación se sube sobre mi a lo jinete y tiene el cuidado de ensartarse suavemente en su vagina mi miembro. Metiendo despacio mi pene, me detenía para besar esos ardientes labios cuando se lo pedía, para volver a meter otro pedazo y así tomándome mi tiempo logro clavárselo toda hasta dentro, me pidió que no me moviera, la disfrutaba al máximo, comenzamos a movernos, gritaba pataleaba, ponía sus manos para detenerme sobre mi pecho, logre sacarle dos orgasmos más. Comencé a aumentar la velocidad, ella movía la cabeza de un lado para el otro desesperada, gritaba, gemía suspiraba, años sin probar sexo a mi satisfacción, la gire en la cama, puso sus piernas alrededor de mi cintura y me jalaba como para tenerme ahí todo el tiempo, de pronto dio un grito fuerte y su cuerpo comenzó a temblar y soltaba su venida, me pedía que no me moviera pero hice todo lo contrario me moví más rápido y ella con un ronco jadeo cae abatida ante este coito que le arrebató su pasión. Había sido cubierta por otro macho, no por su marido, pero que bien la habían saciado, ahora tendría a este macho como dueño de su cuerpo, metiendo despacio mi pene, me detenía para besar esos ardientes labios cuando me lo pedía, para volver a meter otro pedazo y así tomándome mi tiempo logro clavárselo toda hasta dentro, me pidió que no me moviera, la disfrutaba al máximo, como gritaba, pataleaba, ponía sus manos para detenerme sobre mi cadera, logre sacarle dos orgasmos más. Comencé a aumentar la velocidad, ella volvía a mover la cabeza de un lado para el otro desesperada, gritaba, gemía suspiraba, de pronto dio un grito fuerte y su cuerpo comenzó a temblar y soltaba su venida, me pedía la besara y ella con un ronco jadeo cae abatida ante este coito que le arrebató su pasión. Este era un joven casi un bebé, pero como la había saciado y ella hasta había gritado y sabía que los hombres en el calabozo con el silencio de la noche escucharon sus lamentos y como había gozado.
Cuando vamos a darles la libertad a los calabozos estos miran con sorpresa a Elvira y con respeto a mi persona admirándome como domador de potrancas excitadas.
Hoy mujer que me encuentra en su camino y ha escuchado los chismes de Elvira, me miran y se deleitan saboreándose con su lengua.
Matilde la esposa de mi segundo en el mando de esta comisaría un sargento de 45 años casado con una hembra pequeña, pero apetitosa en su apariencia, tiene 35 años con tres hijos de 14 el mayor, 11 y 6 años las niñas, esta mujer que es la que me atiende en mis atenciones domiciliaria hogareñas, aprovecha que su marido anda de patrulla a medio día, sus hijos en el colegio y que ingresa cuando quiere a mis aposentos reservados, entra y me ve colgándome de una barra haciendo ejercicios me abraza de mi cintura y me dice conozco un ejercicio que es mejor para ti y te gustara… desabrochándose dos botones de su blusa mostrándome ese par de monumentales senos…, me mira a mis ojos y se dirige a la cama reposando en esta con sus piernas recogidas de cintura lo cual hace que su falda se recoja y sus piernas hasta su calzón son mostradas a mis ojos…, soy joven, pero no lerdo, me dirijo a ella y me recuesto a su lado mordiéndola en sus lóbulos de la oreja y su cuello…, gime estresada y vehemente impetuosa de pasión me abraza permitiendo que mis manos se acomoden en su entrepiernas acariciándole su vagina y muslos.
No pasan mas de diez minutos y ambos estamos desnudos excitados en mi cama apareándonos, movía sus caderas bajo mi cuerpo, restregando su pelvis contra mi cóccix. Al tiempo que me decía con voz seductoramente infantil, muchacho lindo, no me vayas a violar, yo no sabía qué hacer, por una parte en mi cabeza me decía a mí mismo, no lo hagas, pero mi cuerpo reaccionaba de manera distinta, tratando de penetrar a la esposa del sargento que se mantenía con sus piernas bien abiertas, restregando sabrosamente su caliente vulva contra mi cuerpo.
Fue la misma Matilde la que de un solo empujón prácticamente se penetró mi pene. Casi de inmediato, de manera certera mis manos tomaban sus nalgas y la apretaban contra mi cuerpo mientras entraba y sacaba mi pene, comencé a penetrar su húmeda y caliente vagina, al tiempo que aunque ella me decía sonriéndose, una y otra vez, con seductora voz, no me violes. Sin dejar de mover sus caderas, no dejaba de supuestamente quejarse, diciéndome con una gran sonrisa en su rostro, hay me duele, que rico mi semental, no dejes de metérmelo.
Yo no podía dejarla y divinamente continuaba penetrándola, como un verdadero salvaje, por su parte, no paraba de mover sus caderas y de decirme entre risas, y de manera seductora, que parase, que le dolía mucho. No sé si fue su supuesta negativa, o el que fuera la esposa de un compañero de comisaría, o que ideas se me pasó, pero lejos de detenerme, continué clavando toda mi pene dentro de su caliente entraña, al tiempo que ella gemía, de placer, y ocasionalmente, como si se tratase de una travesura me decía que no continuara violándola. Clavó sus uñas en mi espalda, y yo en sus nalgas.
Después de un buen rato, finalmente me vine dentro de su sabroso sexo, el que yo sentía como si agarrase mi miembro y la apretase divinamente. Las arremetidas iban en incremento, mas y mas rápidas entrando y saliendo mi miembro en su delicioso sexo mientras su respiración y gemidos aumentaron, ella empezó a gemir y temblar de las piernas, cuando ya estaba por eyacular la apreté contra mí para dejarle en lo más profundo de su ser todo mi semen, ella exhalaba agitada, me abrazo fuerte, mordía sus pezones y no podía moverse por la manera de temblar por su orgasmo, cuando terminamos, Matilde comenzó a reírse, diciéndome, pervertido, me violaste…. Me hiciste tu mujer, ahora tendré que calmar y saciar a dos sementales… lo tienes grande me hizo sufrir, pero goce rico… ahora a trabajar dice y se levanta vistiéndose. El resto del día no la vi hasta el día siguiente por la mañana envié a su marido de patrulla con su compañero a los corrales y sabía que se demorarían mínimo cuatro horas…, la llamé la tome entre mis brazos la acosté en mi cama levante sus polleras y saco su calzón penetrándola de un golpe, como chillo y luego meneo desesperadamente sus caderas satisfaciéndome de este enlace a las maravillas, descansamos y una hora después nuevamente la tenía empotrada…. Gemía, susurraba, llorisqueaba, pero no dejaba de menearse mas…, más gemía…. Y abrazándome me entrega sus orgasmos diciéndome eres un semental deseado por las mujeres, me cuidaré por que o sino me preñaras.
Así fue dos meses después me dice que esta preñada de dos meses… ya sabrás me dice quien fue el que me fecundo ¿verdad?
Como gozamos juntos, me casé dos años después y ella seguía siéndome mi fiel amante y nuevamente se preñó de mis espermios, gozaba con mis apareamientos no dejándome poseer a las esposas de los otros policías. Eres mío me decía.