Mis manos estrujan las ya arrugadas mantas de la cama, cierro los ojos conteniendo las rebeldes lagrimas.!Su glande ha entrado en mi culo!
Permanece quieto, dandome tiemo para asimilar la nueva situación.
Mi cuñado, poco a poco, con una maestria espectacular, penetra en mi ano abriéndolo, derrumbando la ultma barrera, el ultimo resquicio virgen de mi cuerpo.
Relato
LAS LEYENDAS SEXUALES DE NATALIA EROTÓMANA.
RELATO PRIMERO.
EMBARAZADA POR MI CUÑADO.
¡Hola a todos!
Mi nombre es Natalia Erotómana, este es el primer relato que quiero compartir con todos ustedes. No importa si es verídico o no, no importa si lo que aquí relataré ha sucedido en realidad. Lo único realmente importante es que nos divirtamos, yo escribiendolo, ustedes leyendolo.
1
Tengo 27 años, nacida en la ciudad de México. Soy una chica de fuego, la combinación resultante entre un padre nigeriano y una madre holandesa.
Hablaré de mi físico.
Mi rostro combina las facciones de las dos razas que constituyen mi origen, mi nariz es respingada, la bopca de labios gruesos y sensuales (¡Imagínense lo que puedo haceer con ella!), mis ojos son azul cielo.
Mi cabello es rubio cobrizo, lo llevo siempre largo hasta alturas donde la espalda pierde su nombre.
Mido 1.70 (¿Demasiado alta¡ ¡Les sorprendería saber de que manera se dirimen las estaturas ¡), mis pechos son bastante voluminosos sin llegar a las grotescas exageraciones de sabrina, mi cintura es muy estrecha, las caderas rotundas, poderosas, unas nalgas realmente redondas y carnosas, muslos esculturales y unas piernas torneadas que, junto con l resto de mi cuerpo, están enfundadas en una piel blanca.
Lo dicho, en mi estructura conjunto lo mejor de las razas que me constituyen.
La historia que quiero relatarles aquí es el inicio de mis LEYENDAS SEXUALES.
Me casé a los diecinueve años, un matrimonio arreglkado por mi padre y los padres adoptivos de mi esposo Esteban. Hago hincapié en la situación de hijo adoptivo de mi marido (actual ex marido) por lo que se relatará en breve.
Resulta que me casé con Esteban. Mi padre logró amasar una consifderable fortuna en el negocio de las importaciones y exportaciones, Esteban es hijo de uno de los socios mas acaudalados de mi actualmente, difunto progenitor.
La vida conyugal estuvo realmente llena de regalos, goces económicos y mil maravillosos viajes y detalles.
Pero siempre faltó el maravilloso elemento del amor y el sublime alimento del sexo.
Nuestra intimidad se resumía a penosas sesiones (una a la quincena, una al mes, una cada dos meses), en las que me colocaba desnuda con las piernas separadas mientras mi marido me penetraba, se movía y terminaba eyaculando rápidamente en mi coñito, en resumen, yo era para Esteban un simple depósito de semen.
¿Por qué?
No lo sé, pero sospecho que se debió a la anterior experiencia de él.
Antes de mi, estuvo casado con una mujer que le dominó desde siempre, una fulana que le obligaba a vestir, actuar, hablar y ser como ella quería. Juntos engendraron dos hijos, pero el matrimonio fracasó y se divorciaron.
Durante el tiempo que estuvieron casados, él se realizó la vasectomía- deseando no volvr a tener hijos.
Yo, personalmente nunca quise ser madre. No me gusta lidiar con los niños, me resulta demasiado molesto, así que nop ví impedimento en esta unión.
Mi padre era un hombre bastante conservador de la moral y las buenas costumbres, un caballero en toda la extensión de la palabra, él nunca estuvo enterado de la “castración” de Esteban, y eso fue mi perdicion.
Si, la extrema moralidad de mi padre fue la causa principal de que me perdiera en el inescrutable laberinto del sexo y quisiera quedarme entre sus murallas para siempre.
Dos circunstancias.
Mi marido estudió administración, pero en realidad es un auténtico péndelo que nunca pudo manejar los negocios de sus padres. Coprometió los bienes familiares mediante prestamos hipotecarios sin que ellos lo supieran y, poco a poco, el agua (o la mierda) le fue llegando al cuello.
Por otra parte, fallece mi padre. Él si que era un geniuo comercial.
A la lectura del testamento, puesto que mi madre murió cuando yo era pequeña, resultamos, Esteban y yo, los únicos herederos de una enorme fortuna calculada en treinta millones de dólares.
¡Pero hay una condición!
El abogado nos explicva que mi viejo quería que yo recapacitara con respecto a mi negativa de ser madre, así que incrustó una clausula donde se dice que se nos entregaría el dinero siempre y cuando yo me embarazxara, obviamente, de mi marido.
Mi viejho iognoraba que Esteban estaba capado, así que, con el fin de mantener el lazo matrimonialk, determinó estas condiciones.
¿Qué hacer?
Debo estar embarazada a mas tardar dentro de un año, el niño será sometido a una prueba de ADN, verificando que sea hijo de Esteban.
Bien, he menbcionado que Esteban es adoptado.
Resulta que mi exmarido tiene un hermano gemelo, del que mi padre nuca supo nada.
Ambos fueron abandonados en un hospicio al mes de nacidos, sin que se supiera su origen.
Eduardo, el hermano de Esteban, se quedó ahí, a la edad de diez años, mientras mi ex era llevado a una casa donde encontraría una familia, comodidades y amor.
Mi marido estudiaba en los mejores colegios mientras Eduardo trabajaba en el taller del hospicio, mi marido fue enviado a Cambridge mientras Eduardo salía del internado a buscarse la vida como carpintero.
Si, mi marido no es culpable de que sus actuales padres le eligieran, despreciando al hermano, pero explíquenselo a Eduardo.
Nos hemos visto en la necesidad de contactar al gemelo.
Eduardo vive en un lugar alejado del centro de la ciudad, ahí tiene su taller y una casa construida con sus propias manos en un terreno adjudicado al ayuntamiento.
Le citamos en un restaurante elegante, mi marido quiere impresionarlo y hablar de negocios con él.
Para esta ocasión he elegido un conjunto discreto, no deseando llamar la atención, mi marido, un caballero donde se lo mire, un traje de corte ingles que le viene muy bien.
Llegamos a nuestra mesa, Eduardo no aparece por ninguna parte.
—¿Y si no viene? —pregunto con cierto temor.
—¿En serio crees que se perdería la oportunidad de ganarse unos pesos? —pregunta con suficiencia mi marido.
—Temo que no acepte — comento, no deseo amargarle la tarde a Esteban, solo quiero exteriorizar mis impresiones, los minutos pasan y el fulano no llega.
Antes de que Esteban replique, escuchamos una discusión en la entrada del restaurante.
—¡Me dejas pasar, maricón de mierda, o te reviento el hocico a chingadazos! —exclama desde la puerta una voz idéntica a la de Esteban.
Mi marido se pone en pie con los ojos muy abiertos.
Entra al restaurante una extraña versión animal de mi esposo.
De momento me siento transportada a los confines de la Dimensión Desconocida.
Ahí está, en pie, una copia exacta d Esteban, vestido de mezclilla manchada, la camisa de franela muestra por el frente los restos de algún antiquísimo almuerzo que ha decidido quedarse entre el tejido, así como los agujeros redondeados de una docena de quemaduras de cigarrillo.
Los hermanos se miran intensamente.
—¿Qué quieres buey? ¡Soy un hombre muy ocupado! —al decir esto, Eduardo imita el timbre de voz de mi marido cuando me explica que alguna reunion s proloingará hasta tarde (si no fuera casi impotente, me temería una infidelidad) —mi tiempo no vale oro como el tuyop, “Mierdmanito”, porque con él no compro oro, pero si vale garnachas y tamales, que es lo único que he podido tragar en la vida.
Esteban, desacostumbrado a que se le hablñe de este modo (siempre ha tenido puestos donde él es quien manda) parpadea repetidas veces.
—Tu debes ser la esposa de este baboso —me dice a quemarropa, su mirada es prifunda, intensa, Eduardo es un hombre, igual que mi marido, muy alto, mide un metro con ochenta, de manos grandes, cuerpo atlético desarrollado en el duro trabajo de la ebanistería (mi marido se ha cultivado un cuerpoo parecido en el gimnasio), moreno, con cierta ascendencia africana, delatada por los labios gruesos, los ojos grandes, la tez broncada y… otras cosas mas.
—Natalia, para servirte. —me presento nerviosamente
—¡Que si me servirías preciosa! ¡No me tientes!
Esteban, deseoso de conservar la compostura y apenado por las intensas miradas de reproche que le envía el capitán de meseros, invita a su hermano a sentarse.
Inmediatamente, una camarera trae la carta para mi cuñado, este la mira entornando los ojos. Parece que tiene algunas dificultades visuales.
—Quiero que me prepares cada uno de los platillos que estyán anotados aquí y cada una de las bebidas —solicita Eduardo ante la perplejidad de mi marido, traeme también una botella de champaña, pero no la descorches. Quiero llevármela al puto jacal donde vivo.
—¿Qué te pasa Eduardo? ¿Piensas comerte todo eso? —pregunta indignado mi esposo.
—No péndelo. —responde él —quiero que me traigan todo eso y que lo pagues tu, porque eres rico, no me lo voy a comer, pero lo he pedido en honor a todas las veces que me quedé sin tragar mientras tu tenías fiestas, amigos, juegos te tenius y todas las mariconadas que ustedes los ricachones hacen para desperdiciar el dinero y el tiempo.
La camarera se retira y el carpintero eniende un apestoso cigarrillo sin filtro, mi marido tose y se abanica el rostro con la mano.
—¡Apaga eso hombre! ¿Acasio no sabes que un gran porcentaje del humo que te fumas, también me lo fumo yo?
Eduardo, en un alarde de desprecio, sopla una bocanada espesa de humo al rostro de mi esposo, diciendo con calma:
—La neta me da vergüenza tener un hermano tan maricón y chilletas. En balde la puta envoltura que traes. La corbata que te pusiste podría uytilizarla para limpiarle el culo a mi perro, que por cierto he bautizado como “Conde”, en honor al ilustre apellido de la familia que adoptó a mi gemelo. Eso para que veas que de heráldica y de caballería, también sé. Me encantaría tatuarte el escudo de armas de tus padres en el culo, pero, la verdad me dá asco. Otra cosa mas, “Mierdmanito” si es ciertop que gran parte del humo de mi cigarro te la fumas tu, entonces debes cooperar para comprarlos, no es justo que yo los pague enteramente y tu también fumes. —estaba realmente asustada. Esteban no paraba de estrujar la servilleta de tela mientras Eduardo se ponía en pie, gritando:
—¡Mesera! ¡Hey, tráeme tres paquetes de delicados sin filtro, cada paquete debe tener las catorce cajetillas que viene ahí. Mi hermano paga. Si en este antro de maricones no tienen cigarrillos para hombres, vete corriendo al estanquillo de aquí a la vuelta.
Asorada, sorprendida, temerosa.
El homrbe no solo es vulgar.
Está actuando con un resentimiento y un odio hacia mi hermano difíciles de soportar.
Parece que ha guardado toda clase de deseos asesinos contra Esteban desde el día que los separaron en el orfanato.
—Estos si me los pienso fumar, cabrón de mierda, y donde te descuides, los apago en tus cojones, al fin que, de todos modos, no creo que sirvan para nada.
Mi marido y yo nos miramos aa los ojos espantados.
Tardé en reaccionar, tardé en caer en cuenta de que este nuevo insultio era solo una bravuconada infundada, Eduardo no tiene manera de saberlo.
—te he citado aquí porque necesito proponerte un negocio —comenta mi esposo intentando tomar la riendas de la conversación.
Eduiardo asiente guardando silencio, le mira altivamente.
Las diferencias abismales entre ellos son evidentes, pero esta expresión la he visto en el rostro de Esteban cuando vé por la calle a algún pordiosero sucio y desnutrido.
—Habla —
Esteban se pone nervioso, la mirada de desprecio de Eduardo es insostenible.
—Resulta que me he practicado la vasectomía y ahora Natalia, mi esposa, desea ser madre. Queremos que sea un niño, lo mas parecido a mi, no queremos adoptar ni nada. Solo te pido que vayamos a una clinica de fertilidad, que deposites una muestra de tu esperma y te pagaremos bien. ¿Qué te parecen veinte mil pesos¡
edardo no cambia la expresión de su rostro, entonces coloca las manos sobre el pulcro mantel, entrelazando los dedos.
Distingo unas uñas maltratadas,m manos encayecidas, de hombre trabajador, cicatrices en los dedos y… ¿Acaso tiene también cicatrices en las muñecas? ¿Alguna vez intentó suiocidarse?
En ese instante siento pena por este hombre. Está resentido y siente que le asiste el derecho y la razón.
—Ya me dijiste la pendejada que pensabas decirme, Esteban, —al menos no le llama “Mierdmanito”, o sea mierda de hermanito— ¡Ahora quiero la verdad con lujo de detalles, apúrate a rebusnar, cabrón! ¿Qué te crees que soy yo? ¿Un imbecil como el marica que te adoptó y que seguramente te la daba por el culo?
Ni hablar. Esteban le comenta todo lo que está ocurriendo, le habla de las cifras y de los detalles.
Eduardo asiente complacido.
—En vista de que eres lo suficientemente marica, o te han castrado mas allá de lo imaginable y no puedes preñar a tu hembra, te ayudaré— Esteban y yo nos miramos sonrientes. Me jode la idea de embarazarme, pero es necesario —pero será bajo mis terminos.
Numero uno, vamos a partes iguales. No quiero pendejos veinte mil pesos, quiero diez millones de dólares.
Numero dos, resuerda que en el orfanato le prohiben a los niños masturbarse, por lo que nunca aprendí correctamente, así que tendré que preñar a tu esposa por los métodos tradicionales. Olvídate de las penejada burguesa esa de las clinicas de fertilidad.
En tercer lugar tu vas a estar presente y todo se realizará excactamente como yo diga.
¡Me quería morir!
Ahogados de deudas, con el compromiso mopral de no defraudar a los padresa adoptivos de Esteban y ahora este hombre (de quien depende la salvacion de todo nuestro mundo) exigiendo hacerme un hijo mediante…
Nos miramos brevemente, tengo que asentir con vergüenza.
—aceptamos. —responde mi esposo con voz dolida.
La camarera llega entonces con un carrito de servicio lleno de platillos y viandas y los paquetes de ciugarrillos que Eduardo solicitó.
—Esto regálaselo a los niños que seguramente siempre vienen buscando una moneda o un pedazo de pan —ordena mi cuñado a la mujer— me retiro, me asquea estar entre tanto maricón.
Se pone en pie y estira la mano hasta donde estoy sentada, rápidamente se apodera de mi seno izquierdo, eswtrujándolo y aprisionando miu pezón entre sus dedos, nunca utilizo sostén. Contrariamente a todos mis deseos, siento como mi pezón se erecta como por ensalmo.
—Nos vemos cuñada… estamos en contacto para programar tu “Preñación”.
Sale del lugar con paso felino, escupiendo una flema en la entrada, justo entre los pies del capitán de meseros.
2
han sido días de preparación, de tyension y nerviosismo.
Eduardo nos ha obligado a ir a una tienda departamental de las mas exclsivas a comprar las cosas que considera necesarias para este primer encuentro.
Personalmente me asquea la idea de tener que soportar su presencia, no lo deseo, además, nos ha exigido que firmemos ante notario publico un documento donde reconocemos que lñe debemos diez millones de dólares, nos tiene en sus manos y Esteban no ha sido lo suficientemente fuerte para imponerse, ni lo suficientemente listo para manejar la situación.
Medias, liguero, corsete y bragas de color rojo encendido, un vestido negro de cóctel, zapatillas que acentúan mi estarua aun ma y un perfume exquisito, eso ha elegido Eduardo. Al pagar en cajas, delante de algunos millonarios compradores, ha dicho que era lo que su hermano compraba para que su esposa se emputeciera y fuera preñada por él, un vulgar carpintero que no tiene ni en que caerse muerto.
Ñla vergüenza de mi marido alcanzó cotas imposibles.
La noche llega por fin.
Mi ginecologo ha dicho que es el momento propicio.
Esteban, nervioso y asustado, me dice en el auto, afuera de la casa de Eduardo:
—Si quieres suspendemos todo.
—¿Y arruinarnos? ¿Qué dirán tus padres si se enteran de las hipotecas?
Mas que suficiente.
Me sacrificaré a resistir el sucio contacto de un ser resentido, una lacra social, un hombre capaz de convertirse en una bestia.
La versión brutal y bestial de mi marido.
Descendemos del coche y mi esposo llama a la puerta.
Eduardo abre de inmediarto.
¡Qué cambio!
Está perfectamente bañado, huele a agua de colonia, no es de las mas costosas, pero le queda bien.
Viste ropas ya usadas, pero pulcras.
Entonces me ofrece la mano, la estrecho con nerviosismo, al entrar en contacto con la suya, me jala y me introduce de inmediato a la casa, azotando la puerta en pleno rostro de Esteban, sin importarle sus protestas.
¡Solos y juntos, frente a frente!
Sus ojos exigen algo… exigen amor, exigen comprensión, compañía…
Me exigen a mi.
Me sujeta de la nuca, quiero resistirme, pedirlke que me deje en paz, salir corriendo, se escuchan los porrazos que Esteban dá a la puerta.
Me atrapa, me tiene en sus manos, en su territorio, es una fiera hambrienta de mí.
Me besa en la boca, sabe a cerveza y tabaco, sabe a soledad y orfandad…
No sé que me pasa, quizá sea el periodo reproiductivo, quizá sea la llamarada pasional que nunca creí que existiera, el caso es que me entrego al candente beso, sintiendo como sus manos recorren mis muslos, como ascienden pór mis nalñgas ebajo del vestido, como me electriza la atracción que nunca expériment´pe con Esteban.
Antes de mi marido no tuve novio, Esteban fue el primero en mi vida, Eduardo ser´pia el segundo.
Cuando nuestras bocas se separan, él me mira a los ojos, Esteban sigue aporreando la puerta.
—Haremos lo que tenemos que hacer, si algo no te parece, solo dímelo y lo dejamos por la paz. No quiero hacerte dañño, es solo que tu marido merece que le dé una leccion.
—Necesitamos el dinero, si estas son tus condiciones, las aepto. Solo te suplico que no me lastimes.
—no. Nunca lo he pensado. Hay que abrirle a tu esposo, no quiero que destruya la puerta.
Cuando abre, Esteban babea desesperado, yo sé que intenta defenderme de Eduardo, pero en realidad ha quedado en mal plan.
—¡Idiota! ¿Qué le hiciste a mi mujer?
Eduardo le arrasa con su mirada y, tomándolo de la corbata, le obliga a agachar la cabeza.
—“Nuestra” mujer está muy bien, no le he hecho gran cosa. Ahora vamos a mi habitación y procura mantenerte callado.
Ascendemos por las escaleras, el gusto en decoración que posee Eduardo es superior a lo quye hubiera imaginado. De una de las habitaciones del piso superio emerge un enorme perro pastor alemán de ojos az
—¡Conde! ¡Tenemos visitas! Quiero que te portes bien y te vayas a la sala de estar.
El animnalillo entiende perfectamente, pasa corriendoi junto a Esteban y se pierde entre ls dependencias de la casa.
Entramos a la habitación de mi cuñado.
Una enorme cama (mas tarde me enteraré de que fupé fabricada por él mismo), hermosos muebles bellamente labrados en madera, decoraciones de excelente gusto.
—Tu te sientas en esa silla, mariquita, si quieres puedes pajearte mientras me follo a tu esposa —Esteban ya no tiene palabras, la situación le sobrepasa por completo.
Se sienta y contempla lo que pronto se convertirá en la apertura a la herencia de mi padre.
3
Aquí, en este preciso instante es donde entiendo que todos los relatos, todas las películas pornograficas, todas las charlas de la amigas han tenido siempre una base real.
Eduardo vuelve a sujetarme, esta vez me abraza con fuerza, y comienza a besarm,e el cuello, despertando ¡Por primera vez! mis zonas erógenas.
Suspiro, me estremezco, me agito. Con solo este contacto me está proporcionando mas placer que todos los años de matrimonio con su hermano.
Esteban ha dejado de existir (no es una alusion momentanes, es una verdad permanente) en mi vida hay nuevos horizontes que se abren ante la caricias de este HOMBRE.
Si, y lo digo con mayusculas. Un verdadero HOMBRE queme está regalando el máximo contacto sexua de mi vida.
El primer encuentro realmente sexual.
Al día siguiente comprenderé que todo este tiempo cion Esteban ha sido esto:
Mi marido se ha masturbado con mi vagina, chorreandome su leche aguada e inútil, sin que yo recibiera mas que la obligación de lavarme después. En realidad, ha sido mas placentero el contacto del agua en el videt que la relación en si.
Pero este es el momento glorioso.
Es el instante en que Eduardo localiza mis labios y vuelve a besarme.
Correspondo… ¡Correspondo como una desesperada!
Mi sexo, por primera vez en la vida, se siente caliente, una punzada de excitación activa mis alarmas mientras las manos del hombre exploran mis nalgas.
Nos sepáramos y me conduce de la mano hasta la cama, donde me sienta con un leve empujón.
Se arrodilla a mis pies, descalzándone, acaricia mis poantorrillas.
—Te he deseado desde que te vi. Eres hermosa.
El tono de voz no corresponde al de un carpintero ignorante y resentido. Mas tarde, al profundizar en la vida de este ser, me enteraré de que es un hombre culto, incluso mas que mi marido, solo que ha estudiado de manera autodidacta.
No tengo palabras, los besos en mis piernas enfundadas en la seda de las medias me dejan sin aliento, me recuesto en la cama dejándome hacer.
Se yergue entonces ante mi. Debajo del pantalón se le nota una tremenda ereccion, me doy cuenta de que ansío verla.
Sus manos de hombre trabajador acarician ahora mis muslos, pronto las prendas que me cubren se van desabrochando, cierro los ojos estremecida mientras un calor poderopso e insólito desciende por mi columna vertebral acumulándose en mi vientre. Siento mi sexo humedo, pronto los habiles dedos de Eduardo me despojan del sostén y las bragas.
Permanezco ahí, jadeando excitada como nunca antes, vuelvo el rostro hacia mi marido que nos mira desde su posición con la boca abierta, incapaz de decir nada.
—Me gustas con los ligueros y zapatillas. Si no tienes objeción, preferiría dejártelos —Eduardo se encuentra en medio de mis muslos, aun no se desnuda, lo cual hace mas excitante este primer encuentro —recuerda una cosa… cada quien es responsable de su propio placer. Imagino que el joto de tu marido nunca te ha hecho vibrar como una mujer de verdad, no te preocupes, yo me encargo de ello, pero tu deberás relajarte y disfrutar.
4
asiento. ¿QWué otra cosa puedo hacer?
Asiento y luego inhalo una profunda bocanada de aire cuando la boca de labios gruesos del hombre que es hermano gemelo de mi marido hace contacto con los labios íntimos de mi vagina.
¡Quiero gritar! ¡Quiero rebelarme, estremecerme, sollozar de espanto ante la tibieza de la lengua que busca mi clítoris!
No puedo, no puedo evitarlo, por el contrario, mis muslos al sentir la calidez de su aliento, la aspereza de la incipiente barba, la humedd de lña saliva, se separan automáticamente mientras mis manos se crispan y luego estrujan las mantas de la cama en auto reflejo pasional.
Jadeo mientras la lengua de Eduardo se apodera de mi nódulo de placer. Siento como se enrosca sobre el suave y hasta ahora intacto clítoris, como sus labios estimulan las areas aledañas, como toda la moral inculcada desade la cuna se va, poco a poco, a la mierda.
—¿Qué le estás haciendo, cabrón? —pregunta estúpidamente Esteban, abro los ojos (¡Ni siquiera me he dado cuenta de que han estado cerrados!) yt le miro con desdén.
Si. Mi matrimonio insulso y arreglado según intereses económicos ha naufragado.
Los estremecimientos que me provoca Eduardo en el sexo son demasiado poderosos, ahora jadeo de solo sentirle manipularlo.
Mis jadeos y los chasquidos de su lengua en mi vagina son el único sonido, pocop a poco una tormenta eléctrica se acumula en mi vientre.
¡No sé cuanto tiempo ha estado ahí mi cuñado, estimulando y brindandome placer!
Solo soy conciente de una cosa, un relámpago poderoso que me atraviesa de parte a parte, una sensación de volcánica erupcion que destroza mi razón.
¡Un poderoso orgasmo que incendia cuanto estuviera muerto, congelado o aletrgado!
Un calor líquido que emerge a la superficie, que me eleva a un climax inenarrable mientras mis manos se apoderan del cabello rizado de Eduardo, intentndo que su cabeza se interne mas profundamente en mi intimidad.
La tensión cede al fin, el orgasmo apoteósico ha remitido.
El hombre se yergue nuevamente, jadea también, es como si mi placer le hubiera encendido, como si largamente hubiera deseado este encuentro.
Consigo sentrme. No puedo reprimirme mas, no deseo seguir conteniendome. Yo misma busco sus labios, fundiendo nuestras bocas, buscando capturar su deliciosa lengua.
El sabor a cerveza, tabaco y mis ropios zumos sexuales es estimulante, me siento mareada, me siento ebria con solo sentir el calor de su piel.
El carpintero se arranca la cmisa, to misma le ayudo a deshacerse de una vez de los pantlones y la ropa interior.
¡Desnudo por entero y para mi!
Es idéntico a Esteban, salvo que mi marido alguna vez, al igual que yo misma, se sometió a un trtamiento laser de eliminación del vello corporal, Eduardo posee todo el vello de su torax, abdomen y, por supuesto, pubico.
Mi cuñado se sienta en la cama, ante mi, con las pierns separads, su ereccion es enorme, tal como la de Esteban, su aspecto es mas salvaje, su aroma masculino mezclado con la colonia es mareante, intoxicante, mi mirada queda prendada del poderoso instrumento que me brindará un seguro embarazo.
Esteban sigue mirándonos, la entrepierna de sus pantalones luce una ereccion similar a la de su hermano (aunque estoy segura de que no duraría ni la décima parte de tiempo), ahora que le veo excitado y jadeante, las pocas reservas que sentía con respecto a seguir adelante, simplemente, se esfuman.
—¿Puedo tocarlo? —pregunto como una niña que admira el juguete mas cro, mas hermoso, mas alucinante y sabe que no podrá poseerlo.
Él no responde, sencillamente me toma de la mano, conduciéndola a su erecto pene que ya muestra algunas gotas de liquido preseminal en la punta.
Me enseña a cubrirlo con mi palma, automáticamente comienzo a masturbarle sintiendo el calor de la piel tersa, los relieves de las venas, Eduardo suspira y sonríe disfrutando de mis inexpertas caricias.
—Pareces primeriza… así es mas excitante —consigue decirme asintiendo satisfecho ante mi participación. Mi marido nos observa con los ojos desorbitados.
Las diferencias saltan al tacto. El miembro de Eduardo es en apariencia igual al de mi marido, sin embargo l9o siento mas duro, mas entero, mas resistente.
Por mi mente cruzan algunas escenas de cierta película porno, garganta Profunda, donde la protagonista practica felaciones profundas, deleitandose con el sexo oral.
—¿Puedo… tu sabes?
Si, claro que sabe lo que quiero. Asiente satisfecho mientras mi marido se baja la bragueta, no pudiendo evitar la tentacion de tocarse su propio miembro.
—¡Adelante cariño, es todo tuyoi!
5
la ultima visión que tengo de Esteban es que se ha dejado la polla de fuera y ha comenzado a meneársela, yo desciendo hasta situarme en cuatro patas frente a Eduardo que ahora queda de rodillas ante mi.
Las manos de mi cuñado acuden de inmediato a mis tetas, estrujando con expertos movimientos mis pezones, estimulando mi placer.
El glande cerca de mi rostro, cda vez mas cerca.
Lo tomo entre mis labos ¡Saboreo por primera vez el enloquecedor sumo pre seminal del hermano de mi marido!
Él adelanta la cadera en un lento movimiento de penetración, introduciendome el glande entre los labios.
Sé quye no me cabrá completo, sé que quizá sea un tanto desagradable sentirlo en la garganta, pero no importa, inicio un movimiento de atrás hacia delante, lento, calmoso, es la primera vez que hago algo similar, las expertas manos de Eduardo continúan en mis senos.
Chupo, pausadamente mientras escucho como Esteban gime y sopla, alarmada me vuelvo hacia él.
Ha eyaculado, por experiencia sé que no volverá a tener una ereccion hasta dentro de una semana. Lástima de cabrón carnudo, me he encontrado un macho que subrirá mis requerimientos sexuales.
Corrección, me he encontrado un hombre de verdad que me llevará hasta mas allá de esos requerimientos sexuales, mostrandome una nueva e infinita imension de plkacres hasta hoy insospechados.
Continúo en mitarea oral, emocionada por las frases de aliento de Eduardo, que no deja de repetirme lo bien que lo hago, lo excitante que es para él todo mi cuerpo, lo deseable que me encuentra y cosas por el estilo.
En ningún momento me ofende diciendome puta, zorra, degenerada o cualquier vulgaridad que pudiera empañar el momento.
Finalmente separa mi boca de su miembro, yo desería seguir la felacion, pero es él quien controla mis actos ahora.
Me mira intensamente.
El momento ha llegado.
6
Eduardo vuelve a abrazarme, mi sexo es un verdadero oceno de sensaciones e incendios internos.
La excitación se encuentra a flor de piel, cada respirtacion produce en mi vagina pequeños espasmos de placer.
Nos besamos de manera arrebatadora, Esteban se ha limpiado el poco e inútil liquido seminal que pudo sacarse prematuramente de su polla y la ha guardado, de cualquier manera es tan inútil guardada como exhibida.
Las expertas manos de mi cuñado me empujan con exquisita suavidad sobre las mantas de la cama, colocando un almohadón debajo de mis nalgas.
Volvemos a besarnos de manera apasionada, nuevamente besa mi rostro, descendiendo por el cuello, encendiendome locamente.
Alcnza con su boca mis pechos, succionando alternativamente uno y otro pezón que ahora siento dolorosamente erectos.
¡No puedo mas!
¡Necesito ser penetrada!
Tras una deliciosa eternidad de succionar mis tetas, Eduardo se arrodilla en medio de mis muslos.
Aun conservo las zapatillas y las medias de liguero, él sostiene mis piernas colocando mis tobillos sobre sus hombros.
Cada quien es responsable de su propio placer… ¡Y yo quiero el mio de inmediato!
Con la mano izquierda tomo su pene enhiesto, colocandolo a la entrada de mi sexo, Eduardo empuja lentamente, con delicadeza, con sabiduría, penetrando despacio.
Apenas ha introducido el glande y ya siento que el calor de la ebullición sexual de mi coño se eleva.
Otro movimiento, la mitad ha entrado.
Permanece quieto y se retira casi por entero, sujetando pel mismo su miembro y moviendolo circularmente entre mis labios vginales.
—¡Me estas matando! —exclmo cuando mis jadeos me lo permiten, mis manos vuelven a estrujar las mantas.
—No es mi intencion matarte… mas bien quiero hacerte vivir… vivir plenamente.
¡Y dicho esto, incrusta su virilidad hasta la mitad!
La penetración ha sido poderosa, sorpresivca, aun hay bastante del tronco de su pene que no ha entrado en mi, sin embargo inicia un movimiento de rotación muy estimulante.
Arqueo la espalda, no puedo evitarlo, todos mis sentidos se encuentran exacerbados.
Con ojos desorbitados veo a mi marido que, cabizbajo contempla a su propio hermano gemelo follandose a su esposa.
Las rotaciones de edurdo provocan un nuevo y prolongado orgasmo, que él aprovecha para introducir definitivamente su miembro, haciendome vibrar de una manera escalofriante.
Ahora mi cuerpo es un instrumento en sus manos, una guitarra, un piano en las manos expertas de un músico magistral, de un prodigio del sexo.
La penetración es profunda, totl, el movimiento cadencioso de entrar y salir de mi sexo es cada vez mas rápido, mas intenso, mas profundo.
Nuestras miradas se encuentran, nuestros sudores, nuestras respiraciones se entremezclan.
Si, apenas me he repuesto del orgasmo vivido, pero no importa, pronto asciendo nuevamente, esta vez colaborando con los movimientos de mis caderas, pronto, muy pronto, un nuevo climax me incendia.
¡Un prolongado orgasmo acompañado de emanaciones torrenciales!
¡Ahora mi cuñado perfora con toda su virilidad y potencia en medio de mi sexo!
El botar de sus testículos (verdaderos cojones, no menudencias), el chapoteo de mi encharcda vagina, mis jadeos y su respiración controlada son los unicos sonidos en aquella habitación.
—¡Si… s´pi… Hasta el fondo… No te detengas… No me abandones…! —suplico en medio del extsis.
Un nuevo sonido se añade a la melodía apasionada que ahora compartimops.
El rasguñas de garras en la puerta me asusta un poco, sin embargo no puedo dejar de sentir, estoy en pleno orgasmo, en medio del orgasmo mas intenso que he vivido hasta ahora.
—No te asustes, es Conde, sabe que estamos follando y quiere entrar. Si lo deseas lo hago pasar para que participe.
¡El perro!
Secretamente he tenido alguna fantasía con repecto a los perros.
Sin embargo me ha parecido algo realmente inmundo, aunque hasta ahor he leído algún que otro relato de zoofilia. Nunca me atreví a mencionarlo con nadie.
El solo hecho de imaginarme al animal quí me catapulta a un nuevo orgasmo.
No sé cuanto tiempo ha pasado desde que Eduardo me ha penetrado, pero ya me ha obsequiado varios orgasmos. He cubierto una cvuota equivlente a un añio de sexo con mi marido.
Es justo (y satisfactorio) que ahora sea él quien se corra.
¡Y valla que lo hace!
Penetrándome hasta el fondo, haciendome sentir su glande en lo mas profundo, dispara un verdadero y m,uy prolongado alubión de semen.
¡Podría jurar que esa ha sido precisamente la eyaculación que me ha embarazado!
¡Poderoso, masculino, viril como nadie hasta ahora!
¡Le acompaño en el climax y juntos estallamos en medio del poderoso incendio orgásmico que hemos desencadenado!
Si. Hemos alcnzado el extasis mutuo y compartido, pero la sesion no concluye aquí.
7
nos desacoplamos lentamente.
Por un instnte temo que Eduardo perderá (como en el caso de su hermano) la ereccon. Temo que ya no podremos seguir por hoy y que el placer que deseo continuar sintiendo tendrá que postergarse.
Sin embargo sonrío al contemplar su miembro aun en perfecta ereccion, brillante de semen y flujos vaginales.
Le interrogo con la mirada y responde:
—No soy el estúpido de tu marido, yo podré ser un bulgar, pero él es mi copia pirata, la mala falsificación de lo que yo soy.
Esteban, dolido, rebuzna desde su lugar:
—¡Ya conseguiste lo que querías, baboso! ¡Natalia, vístete que nos vamos!
—¡Y un jamón péndelo! —responmde Eduardo poniéndose en pie y caminando hacia su hermano gemelo. Se toca el miembro recolectando el semen y flujos míos que lo cubren, con la mano libre toma a mi marido por la corbata y embarra la mezcla sexual en su boca.
—Prueba esto, péndelo. Es esperma de verdad, no mamadas. ¡Siempre quise hacer esto! ¡Me encantaría embarrarte también un poco de mierda, pero hy una dama presente! ¡Ella no se irá hasta que lo desee, yo no la retengo, es la necesidad que ustedes tienen de que la embarace! Ten en cuenta de que lo que acabamos de hacer puede no ser suficiente.
yo no deseo que las cosas pasen a mayores. No quiero que ellos peleen y estop termine mal.
Eduardo ha humillado a Esteban de maneras terribles, debe ser mucho lo que ha sufrido en su vida.
—Eduardo, déjale en paz —suyplico desde la cama, aun quedan en mi cuerpo los estragos de los orgasmos, entre mis nalgas una laguna de semen y flujo vginal —¡Me quedaré contigo! ¡Quiero seguir adelante!
Mi cuñado asiente mirándome intensamente y soltando a su hermano.
Las pezuñas del perro continúan rasguñando la puerta.
8
mi cuñado, como un priapo poderoso vuelve a la cama donde hemos compartido los mejores momentos de mi vida sexual.
Me mira a los ojos, besándome nuevamente, sus manos vuelven a recorrer mis formas, esta vez se detienen en mis nalgas, explorando.
Los dedos alcanzan la rja de mi culo, por un momento me tenso al sentir que juguetea con un indice en mi entrada anal.
Me sujeta de la cintura, acostándome boca abajo, sus manos poderosas y un tanto ásperas masajean mis hombros, descendiendo a través de mi espalda, proporcionandome mucho placer.
Su boca no está ociosa, besa mi nuca, mi cuello por detrás, muerde mis hombros y, poco a poco, desciende hasta morder mis nalgas, cosa que sorprendentemente me hace estremecer.
¡Soy una muñeca en sus manos!
¡Un juguete al que puede hacer cuanto le venga en gana, cualquier cosa que él quiera de mí me produce placer!
Me toma de las caderas, hizándome hasta colocarme en cuatro puntos.
Esta vez se arrodilla detrás de mi, poniendo su glande a la entrada e mi vagina, penetrando despacio desde atrán.
¡Nunc antes lo he hecho de esta manera!
Estimula nuevos puntos erógenos dentro de mi encharcado sexo, sujeta mis nalgas con fuerza y comienza un ritmo lento, acompasado.
Sudo, me estremezco, siento que mis tetas se mueven al ritmo de las cada vez mas poderosas embestidas mientras intento hundir el rostro en el almohadón.
Mi cuerpo responde por si mismo, en reaccion automática de correspondencia, no solo me dejo penetrar, sino que contribuyo en el acto de la cópula.
¡Si! ¡Poco a poco siento un nuevo estertor, jadeo de dicha al sntirme atravesada por un nuevo orgasmo!
La réplica de este climax sobrviene segundos después, un orgasmo multiple (el primero de mi vida) que me hace comprender que todo aquello que se dice sobre el climax sexual es real, posible y alcanzable.
Después de un tiempo incalculable de poderosos embates, luego de sentir que mis sentidos no dan mas, Eduardo extrae su verga de mi vagina, nuevamente colmada de flujos y restos de semen.
9
continuo en la misma postura.
A cuatro patas. Mi marido permanece sentado a un costado de la cama y mi cuñado detrás de mi, acaba de extraer su verga de mi coño.
Sostiene con sus mnos mis nalgas, no sé lo que pretende, aunque lo intuyo.
¡Mis sospechas son ciertas y se confirman!
Eduardo coloca su glande sobre la entrada de mi culo.
Me vuelvo alarmada, la raja de mi trasero está humedecida por la postura de la anterior follada en la que estuve boca arriba sobre el almohadón, el miembro de mi cuñado, erecto en su totalidad, está biuen impregnado de mis flujos y su semen.
Me mira alzando la cabeza, como pidiendome permiso, al no obtener respuesta y, como el que calla otorga, empuja su glande a través de mi esfínter.
Duele, no puedo negarlo.
Mis manos estrujan las ya arrugadas mantas de la cama, cierro los ojos conteniendo las rebeldes lagrimas.!Su glande ha entrado en mi culo!
Permanece quieto, dandome tiemo para asimilar la nueva situación.
Mi cuñado, poco a poco, con una maestria espectacular, penetra en mi ano abriéndolo, derrumbando la ultma barrera, el ultimo resquicio virgen de mi cuerpo.
Nueva pausa, ya ha entrado a la mitad, el dolor remite poco a poco hasta que yo misma me siento lko suficientemente capaz de mover las caderas en busca del ansiado placer.
Inicia un magistral bombeo en el que me destruye y reconstruye al mismo tiempo, me duele, si, pero también me encanta sentirle ahí, dentro de mis intestinos, moviendose cada vez mas rápido.
No sé en que momento mi marido se h limpido el rostro, no se en que momento se ha acercado a contemplar de cerca la desflorcion de mi ano.
No lo sé y no me importa.
Me deleito en las increíbles sensaciones que me proporciona la verga tan particular de mi cuñado.
Si, he dicho particular, no de particularidad, sino de que me parte el culo de una manera increíble.
¡El orgasmo (yo dudaba de que tal cosa fuera posible, hay que vivirlo para experimentarlo) desciende hasta mi sexo como un relámpago que, junto con la verga de Eduardo, me desgarra por entero!
Grito, berreo, jadeo, escucho al perro que rasguña desesperadamente la puerta!
¡Y Eduardo eyacula en mis entrañas irrigándolas poderosamente!
10
Esa noche conocí un nuevo despertar sexul, el verdadero, después de mucho sufrir las carencias a las que mi marido me mantuvo sujeta.
Cabe mencionar que nueve meses después de ese encuentro, día luz unos hermosos gemelos, recibimos la herencia de mi padre y la repartimos según lo acordado.
Un mes duré como amante de Eduardo en busca del embarazo, un mes que cambió el rumbo de mi vida para siempre.
¿Esteban?
¿Lo adivinan?
Me divorcié de él en cuanto el asunto de la herencia quedó concretado, los niños se quedaron bajo su custodia, aunque los visito frecuentemente.
Jamás volví a permitir (ni permitiré) que mi ex marido me toque nuevamente, después de Eduardo descubrí que Esteban es solo una copia patética d lo que debe ser un amante.
Luego del parto, tiempoo después de mi cuarentena me reencontré con Eduardo, él fue mi maestro, juntos compartimos extraordinarias experiencias que poco a poco iré contando en estas páginas.
A todos los fan´paticos de los relatos eróticos que, como yo, son erotómanos de corazón, les invito a escribirme y, si lo desean, a escribir historias sexuales donde yo aparezca.
¡Permítanme ser su fantasía sexual!
¡Hagamos de Natalia Erotómana una leyenda sexual en la red!
P.D.
SI ALGUNO DE LOSLECTORES DE ESTASPAGINAS POSEE LA VERSION EN E-BOOK DEL LIBRO 'PARA EXCITARLAS, DE J. APHRODITE, LE SUPLICARÌA QUE LO ENVIARAN A MI DIRECCIÒN DE EMAIL.