En buzo y en zunga

No me gusta vestir saco y corbata cada día pero el trabajo asi lo obliga. Y por eso los finde y en vacaciones uso remeras sin mangas y hawaianas en los pies aunque ya tengo mas de cincuenta pero en buen estado físico. A mi novia lo mismo, siempre enganchamos por gustos así y sin embargo, la vida nos trae alternativas que no entendemos, que no sabemos por qué se producen. Es el caso que durante el verano pasado, mi novia viajó a la costa antes que yó porque se reuniría con su madre y yo viajaría al día siguiente para pasarla juntos. Pero hacía bastante calor, quería llegar antes de mañana y para no parecer desfachatado me calé un buzo blanco muy delgado sobre la zunga negra diminuta de playa que ese día escogí.
Me subí a la camioneta y kilómetros mas allá en la ruta encontré a una dama de mediana edad que había quedado en pana junto con una hermana ( eso lo supe cuando me detuve a ayudar). Las vi tan asustadas y atribuladas que no vacilé en darles una mano. No estaba claro si era panne o falta de bencina pero el carro no arrancaba. Yo tampoco supe y una de las mujeres hizo auto-stop para ir a un pueblo cercano y traer una grua. Me quedé acompañando a la otra, dijo que se llamaba Lisa, de profesión ejecutiva bancaria, de mas que cuarenta con un peto de colores y una malla de la cintura hacia abajo. Se veía sensual y noté que no llevaba sutien bajo el peto y su triángulo de abajo marcaba los labios y las bisagras de la zona. Empujamos en carro hacia la berma bien adentro y como empezó el calor nos fuimos a proteger bajo unos árboles mas allá del camino. Mi camioneta la puse detrás del auto para protegerlo y así nos dio el mediodía con un sol cada vez peor. La hermana volvió y el mecánico no fue capaz, dijo que debería remolcarlo, Lisa dijo que debía estar en la costa en la tarde y la hermana se ofreció a llevar el coche y Lisa subió a mi vehículo para que no llegara atrasada. Se veía muy atractiva, sus pechos levantados y firmes, conversamos temas livianos, gustos, ropa, comidas, hasta que llegamos a una cuesta donde la vía sube y se observa una vista preciosa del valle costero. Me dijo que deseaba subir a lo alto por unos minutos y apreciar el valle completo. Estacioné junto al camino y caminamos hasta la cumbre del cerro, el calor seguía pegando y, como no llevaba remera me saqué la parte de arriba del buzo y quedé a dorso desnudo, ante mi sorpresa y ya fuera del camino, ella se quitó el peto y dejó al aire sus pechos firmes y hermosos. Ahora estamos iguales me dijo, no sé cómo y por qué me quité el pantalón del buzo y quedé en zunga, me dijo que le gustó mi estilo y se quitó la malla quedando en una tanguita minúscula que apenas le tapaba el triangulo delantero, dejando al aireunas curvas hermosas. No pude contenerme y la abracé con fuerza, tuve una erección fenomenal y ella no vaciló en notarlo y tomar mi miembro y sacarlo con fuerza de la zunga. Me dijo que le gusté desde que me detuve, que se lo pusiera al toque y antes de pensarlo, busqué un preservativo del buzo, me lo puse y se lo mandé guardar con fuerza y con un gemido de su garganta la penetré hasta no dejar un milímetro afuera.
Estábamos entre matorrales, espinas e insectos pero la monté con fiereza y empecé a bombearla con un entusiasmo que no me recordaba, ella me seguía con un ritmo de caderas fabuloso, sus tetas bailaban con cadencia de celo y de pronto nos dimos vuelta y quedé bajo ella que me cabalgó con tal fuerza que me hizo acabar dos veces seguidas; casi me muero del esfuerzo pero ella seguía como loca y gemía y se quejaba, le mordí los pezones, le apreté el culo, le sacudí las tetas, la besé y sus muslos no me soltaban, me tenía como potro ensillado y seguía gozando, creo que casi me desmayo y de pronto acabó en un gemido ronco que le nació del vientre y sacudió sus tetas como si la estremeciera una fiebre; se abrió totalmente de piernas y quedó sobre mi pecho casi desmayada. Cuando se recuperó me confesó que hacía años que no tenía sexo de tanta emoción; no supe que decirle, yo tenía novia, estaba enamorado, tenía un compromiso pero de pronto todo eso se olvidó y fuimos un par de calientes que se ensartaron y se gozaron mutuamente con la fiereza de la experiencia y la fuerza de la madurez. no supe qué decirle, respiré profundo y lo único que se me ocurrió fue decirle que esto no podía terminar así. Nos vestimos, tomamos la camioneta y nos fuimos directo a un motel carretero donde seguimos sudando como animales, mordiéndonos, acariciándonos, ensartados como perro y perra,gimiendo y lamiendo la piel del otro hasta acabar los dos juntos en un alarido ronco mientras tiritábamos como enfermos. Sentí que el mundo se revolvía, que tenía que seguir, la dí vuelta, no preguntó nada, abrió las nalgas y me entregó su ruta anal diciéndome: es tuyo, hazme pedazos. Claro que la hice pedazos, lloró, gritó, saltó y bramó como una perra, hasta que de pronto se desmayó y yo seguía bombeándole el ano hasta que acabé por tercera vez, se lo dejé como tubería mientras el corazón me sacudía a full. Dormimos, despertamos en la madrugada, entonces todo fue mas lento, mas romántico,la penetré con suavidad, le acaricié los pechos y le toqué el ano con mucha suavidad, la llevé al orgasmo con mucha ternura y acabó como flotando, como si fuese una pluma que salía del ala de un pájaro en altura. Me mamó el miembro hasta sacarme la leche,...es mía toda mía esa leche me dijo y no pude contenerme, me fui como adolescente que se masturba, nos acurrucamos, cucharita, paquetito, hasta dormir de nuevo.
Al despertar no lo podía creer, me sentía pleno como jamás lo estuve, yo sabía que era sólo pasión, pero había algo en ella que no me dejaba pensar, yo era un hombre maduro, con experiencia, un fracaso matrimonial y una novia excelente en la cama, ...pero había algo que no había encontrado jamás: una hembra caliente, tierna, dulce pero posesiva y dueña de sus sentimientos para entregarse plenamente. Eso no lo había sentido nunca. Era ella, sin poses, sin falsa sofisticación, sin dobleces,una mujer sencilla, de buena figura pero toda sensualidad. No pude contenerme, la tomé nuevamente pero ahora con mas fiereza y me respondió con su cuerpo, sin palabras, se fundió conmigo en una penetración total, absoluta, crujiendo el esqueleto y sacudiéndonos en un ritmo único, total, armonioso. Me mordió los pezones, me apretó las nalgas hasta clavarme las uñas, ...la tomé de sus tetas y se las mordí, le succioné como si quisiera extraer leche como un bebé, le estrujé las nalgas firmes y sin soltarme de sus enormes muslos que me atrapaban exhalé un gruñido tremendo en un orgasmo mejor que los anteriores. Ni de joven lo había logrado, ella me siguió al momento con un zumbido de garganta y labios para después abrirse completamente de piernas y quedar boca abajo con los brazos colgando de la cama. Parecía que ya estábamos sin aliento y lo único que atiné fue arrastrarme a la ducha para rehacerme un poco, ella hizo lo mismo y bao la lluvia de agua volvimos a ensartarnos aunque sin acabar. No me puse la zunga porque no podía cerrar las piernas, sólo el buzo aunque se me notara el miembro porque no se había achicado del todo. Ella se puso el otro buzo que yo llevaba de recambio en mi vehículo,sin nada debajo, tampoco podía cerrar las piernas y caminaba como si montara un caballo mostrando sus pezones enormes y tiesos; nos seguimos besando largo rato y luego de mirarnos fijamente a los ojos, salí al patio del motel y llamé a mi novia, le mentí, le dije que me había surgido un problema de trabajo, que debía viajar urgente y volvería en dos días, que me perdonara pero no podía dejar las cosas botadas; pienso que me creyó, pienso que me dolió, pienso que la traicioné, pienso que Lisa era lo jamás conocido, pensé y no me podía sacar a Lisa de la mente. Volví a ella, me dijo que no sabíamos lo que hacíamos, que ella siempre fue una mujer calmada, serena y...no pudo mas...lloró en mis brazos, se soltó, me confesó que jamás había tenido sexo tan completo, que se había embrujado conmigo, le dije que yo también sentía eso, volvimos a la cama, nos desnudamos comimos algo y luego dormimos a pesar del calor. Llevamos cinco años juntos, ambos teníamos pareja y las dejamos, ambos éramos serenos y ahora somos dos brutos en la cama, nos ensartamos con una fuerza que se sacude la cama y nuestros cuerpos sudan como animales, acabamos sin separarnos mas de una vez y eso que no somos muchachos. Nos fuimos a vivir juntos, sin su hermana; en la casa siempre andamos en zunga y hawaianas, invierno y verano,sólo en la calle con ropa formal. Es extraño, ambos hemos rejuvenecido un poco y no es ilusión, nos sentimos mejor, sabemos la edad que tenemos pero el optimismo volvió a nuestras mentes y descubrimos que había mil veces de meterlo y sacarlo, de hacérselo sentir donde quiera, de resoplar como toros y finalmente de encontrar la paz de la ternura en besos largos y sensuales que sólo te dan mas ganas de seguir dentro de su calor absoluto. Hace cinco años que nos amamos totalmente, nada ha quedado de guarda. Ya no crujimos las caderas, las piernas no se nos han cerrado completamente y caminamos como jinetes...es la fuerza del empuje y el bombeo sin límites que nos damos sin tregua, a veces rompiéndole la tanga porque no puedo esperar a que se la saque, a veces sintiendo como mete su mano firme en mi zunga y me saca el miembro, y estruja mis huevos para hacerlo endurecer en segundos; se lo encaja ella sola y sea en el suelo, la mesa o el sofá, se agita hasta satisfacerse completamente y de paso dejarme satisfecho sacándome la leche hasta la última gota hasta que se me baje solo y ya no se vuelva a poner duro. No sé como se llama esto tan mágico, no sé como pasó realmente, pero si sé que somos felices y que no me siento tentado por otra mujer porque sólo ella tiene la magia de entregarse desde la mirada hasta el alma a través de un cuerpo de diosa ardiente.