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En la oficina con el compi de mi padre - Lucía

Relato enviado por : Lucía el 12/09/2004. Lecturas: 5702

etiquetas relato En la oficina con el compi de mi padre - Lucía .
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Resumen
Tenía 17 años cuando experimenté con el compañero de mi padre en su oficina lo que era una buena sesión de sexo oral.


Relato
Es la primera vez que escribo algo de estas características, pero creo que es semejante a las conversaciones que suelo tener por internet, sí, esas en las que me encanta ponerme cachonda y poner cachondo a los demás con mis historias, por lo que he decidido ser generosa y compartirla con todos vosotros.


Me presento; me llamo Lucía y tengo 26 años, soy maestra y me encanta el sexo, es una de mis perdiciones no lo puedo evitar. Mido 1,63 peso 53 kilos y lo que más me gusta es mi pecho, puedo presumir de tenerlo bonito. Digamos que soy coqueta por naturaleza y me encanta provocar a los hombres, sobre todo a aquellos que son maduritos y que están casados, hacerles todo aquello que sus mujeres no le permiten, pero no le hago ascos al resto.


Mi historia (que es la primera que relato, y espero que no la última) es ya de hace algún tiempo. Entonces corrían mis años de adolescente, tenía 17 casi los 18 y me quedaba nada para acabar el curso. Aquella mañana necesitaba ir a la oficina de papá para que me firmara la autorización para el viaje de estudio ya que todavía era menor. Sabía que me iba a encontrar con aquel compañero de mi padre que me ponía tanto; no lo podía evitar, era verlo y humedecerse mis braguitas sólo de pensar en lo que me gustaría hacerle y que me hiciera.


La cuestión es que llegué a la oficina y pregunté por mi padre y me dijeron que había tenido que salir durante un buen rato y que si quería esperar en su despacho; opté por pasar y ponerme un rato con su ordenador a mirar páginas "interesantes" por internet. No había pasado mucho cuando de repente, mientras leía uno de esos relatos que te hacen arder en deseos de ser una verdadera zorrita entró el compañero de mi padre diciendo:


Perdona, pensé que estaba tu padre. Qué tal Lucía?

Pues ya ves, pasando el rato.


Ahí estaba, 1,85 de altura, morenazo, ojos verdes, sus cuarenteitantos y en su entrepierna……. Ufffff aquello que hacía que la vista pasara directamente de sus ojos a su flamante paquete. La cuestión es que comenzó a preguntarme por los estudios y esas cosas mientras yo no atinaba a quitar la página de relatos. Estuvimos hablando durante un rato de mis estudios y de su hija, que no era tan buena estudiante como yo, pero al mirar el reloj me dijo que si quería que continuábamos hablando en su despacho a lo que accedí con mucho gusto. Cuando me levanté se me quedó mirando, supongo que no había apreciado bien mi indumentaria y pareció gustarle y mucho. Llevaba una falda muy cortita de vuelo con botas altas y una blusa blanca desabrochada hasta el escote, dejando entrever bastante el sujetador negro. Me encanta vestir provocativa ya que llamar la atención es uno de mis entretenimientos favoritos. Me preguntó si mi padre me dejaba salir de casa así y le dije que si no le gustaba era lo que había a lo que seguidamente le guiñé un ojo.


Nos dirigimos a su despacho, con la suerte de que la secretaría había salido y no me vio entrar con él. Me pidió que me sentara y le dije que prefería quedarme de pie, ya que así yo sabía que apreciaría más mi cuerpo y las ropitas que lo tapaban. La conversación era normalita, pero su mirada no lo era tanto; mientras escribía en su ordenador no dejaba de subir la vista y mirarme, dándose cuenta de que mis gestos eran bastante provocativos; yo no dejaba de llevarme el dedito a la boca rozándome los labios mientras dejaba entrever mi lengua; llevaba mi mano a mi escote y lo acariciaba suavemente y volvía a subir. Creo que este gesto le puso caliente porque se levantó de la silla y se dirigió a mi:


Sabes, tu padre tardará un poquito, así que si quieres hacemos algo juntos

Tú crees?- yo sabía perfectamente lo que quería, pero me encanta hacerme la niña inocente- pues bueno, por qué no?


Así que cerró el pestillo de la puerta y bajó las persianas de rejillas, dejando un poco abiertas para ver el exterior. La cuestión es que se puso delante de mi y no dudó en coger mi mano suavemente y lamerme el dedito. Sólo ese gesto hizo que mi tanguita se humedeciera tanto que no puede evitar un leve gemido. Después me cogió la otra mano e hizo lo mismo y al momento me acercó bruscamente hacia él hasta pegarnos el uno al otro y empezó a besarme apasionadamente, juntando nuestras lenguas y retorciéndose la una contra la otra. Comenzó a sobarme el culo sin dejar de besarme, le encantaba, y no paraba de hacerlo. Soltó mis manos y las mías no fueron menos y se dirigieron al suyo. Su miembro estaba muy muy erecto y me encantaba sentirlo sobre mi vientre ya que su altura no me permitía que llegara a mi sexo.


De repente me cogió entre sus brazos y me subió a la mesa, me abrió la camisa y sacó mis tetas del sujetador; comenzó a lamerlas, saboreándolas, succionándolas, jugueteando con mis pezones duros y juguetones.


Que buena estás cielo, que me gustas mmmm- me decía entre lametón y lametón.


Yo no acertaba de momento a más que a unos gemidos entrecortados y silenciosos para no ser escuchado en las oficinas de los lados. Mientras me los lamía aprovechó para deslizar su mano y examinar mi coñito húmedo (más que húmedo, empapado) y pareció gustarle mucho lo que tocó, porque no pudo evitar mirarme a los ojos con cara de deseo, así que yo no dudé en mirarlo y usar mis armas de mujer, esas que me encanta utilizar para poner a los hombres más cachondos si cabe. Lo miré con carita de niña buena (pero pícara) y le pregunté:


Qué piensas?

Quieres saberlo mi nenita?

Sí, quiero que me lo digas, pero bien clarito- él sabía que le estaba pidiendo que llamara a las cosas por su nombre y que no se andara con rodeos, porque se lo dije ya no tan inocentemente.

Quiero comerte el coño y que te corras en mi boca, cielo.


Me encantaron sus palabras, y a continuación cumplió con ello, se deslizó hasta mi coñito peladito y comenzó a comérselo, y madre como me lo comió; lo empezó lamiendo lentamente de arriba abajo, rozando levemente mi clítoris sabiendo que ahí estaba el volcán de toda excitación. Cada vez subía más la marcha y yo mientras acariciaba mis pezones y me relamía los labios. Él continuaba lamiendo y succionando cada vez más rápido, yo no podía contener mis gemidos y cada vez me sentía más suya.


Así es, que bien lo comes cielo, mmmm eres un buen come coños. Como me pones ufff.

Te gusta mi zorrita?, pues aún tengo más para ti, ten un poco de paciencia.


Bajé mi mano hacia mi coñito y metí un dedito en mi agujero; puede comprobar que estaba empapado y que meter mi dedito no me costó lo más mínimo. Pareció gustarle el gesto y me pidió que me masturbara un poquito delante de él, encima de su mesa, con la camisa abierta, las tetas fuera del sujetados y la falda por la cintura. Solo de recordar aquella imagen me estremezco. No dudó en bajarse la cremallera, pero le paré y le dije que esperase su turno, que él conmigo aún no había acabado. Así que prosiguió con su tarea y me estuvo comiendo el coño hasta que un orgasmo inundó mi ser, fue maravilloso el sentir su lengua mientras todo aquel placer me invadía. Mordí mis labios para no gritar demasiado pero crea que algo se escuchó, porque fue inevitable.


Ahora me toca a mi cielo, así que siéntate en tu silla que ya es hora de trabajar- y le guiñé un ojo.

Qué es lo que vas a hacer?

Tú siéntate y disfruta del "trabajo"

Si tu me lo dices, lo haré.


Se sentó en su silla y me arrodillé delante de él, comencé a mordisquearle por encima del pantalón y a manosearle su enorme polla dura. Era inevitable sentir excitación nada más tocarla por encima del pantalón ya que se notaba en todo su esplendor. Pero el esplendor fue mayor cuando bajé su cremallera y su bóxer. Dejé escapar aquel nabo grande y gordo.


ufff que hambre, es que es la hora del almuerzo y aún no comí nada.

Pues come cielo, es toda tuya.


No lo dudé y empecé a lamérsela muy dulcemente; no pudo evitar soltar un gemidito y un suspiro. Cuando mi miró yo lamía su capullo mientras que le miraba a la cara con cara de viciosilla (es que me encanta lamer pollas, me excito y llego a correrme solo mamándolas). Son detalles que parecían satisfacerle mucho y a mi también porque hacía que el clima se caldeara más. No dejé de lamérsela, de metérmela casi entera en mi boca (ya que entera no me entraba), de lamerle los huevos mmmmmmmm era muy excitante y no podía más de placer.


Sigue nena, no lo dejes ahora, así me gusta, que bien la mamas mi putita, joderrrr uffffff me quiero correr en tu boca, quiero que mi leche inunde tu garganta cielo, quiero que te la tragues toda.

Es lo que quieres?, pues hazlo


Y comencé a mamársela cada vez más deprisa, con mas fuerza, sobándole los huevos y agarrando su verga con mis manos para poder chupársela mejor, rodeando su capullo con mi lengua, deseando que me bañara mi boquita con aquella leche suya y ahhhhhh llegó, gimió bien fuerte, no lo pudo evitar y aquella leche caliente entró toda por mi garganta intentando tragármela toda a cada convulsión suya.


Fue increíble aquella corrida, la más grande que había visto y tragado hasta entonces. Miró la hora y vio que mi padre estaba a punto de llegar así que me dijo que me arreglara y que abriese el libro de historia del arte encima de la mesa. En un principio me pregunté por qué pero después me di cuenta y obtuve mi respuesta.

Abrió la puerta y en cuestión de 5 minutos apareció mi padre que se dirigía a su despacho, pero al verme sentada en el de Roberto se dirigió allí:


Lucía, que haces aquí.

Hola papi, vine a que me firmaras esto y no estabas, así que para no perder el tiempo en irme y volver pues le dije a Roberto que si no le importaba que repasara aquí el examen de mañana.

Muy bien cielo, y has estudiado mucho?

Si papi, muy bien, además Roberto sabe bastante de esto y me ha explicado unas cosillas, a que si Roberto?

Ah, pues si, lo que he podido.


Mi padre se llevó la autorización para firmarla en su despacho mientras recogía yo mis libros, y Roberto me dijo:


Tenemos algo pendiente no?

Creo que sí, este es mi móvil- se lo apunté y se lo di- cuando tengas un rato libre para seguir explicándome pues me llamas.

No lo dude mi niña, lo haré- y me guiñó un ojo.


Estaba satisfecha y me había encantado aquello, pero me había quedado con las ganas de notar su polla dentro de mi, pero no se hizo esperar mucho.


En otra ocasión os lo contaré, y espero que muchas cosas más. Un besito y hasta pronto.


PD: espero que os haya gustado y me gustaría que me lo hicierais saber. MUAKIS.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:42) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

Zak (10 de July de 2009 a las 06:37) dice: mm me encanto se ve que eres toda una putita aunque me gustaria comprobarlo ojala me agregues zagitariounam@hotmail.com


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