Mi nombre es Dolores, pero por eso y por mis grandes tetas. Pero no es de eso precisamente lo que quiero hablar. Mi esposo es un jugador amateur de golf, por no decir que es un fanático incorregible, pero pésimo jugador. Yo siempre lo acompaño a sus campeonatos, a los cuales por no perder la costumbre, siempre queda de último.
Relato
Yo como se lo podrán imaginar me aburría como una ostra, por lo que Sergio mi esposo, insistió tanto en que yo aprendiera a jugar, que habló con un cadi para que él me diera algunas clases, lo básico. Así que mientras el caminaba tras la bolita, yo finalmente acepté recibir unas cuantas clases.
Lo cierto que para mí, no había cosa más aburrida que ese juego, pero aun y así acepté. Y con un joven cadi de por lo menos unos diez años menor que yo, comencé a recibir las clases. Yo si notaba que el chico de cómo unos veinte años, parecía babearse cuando caminaba tras de mí, razón por la cual simplemente por joder, como dice una amiga mía española, comencé a usar o ajustados pantaloncitos, o muy cortas mini faldas cuando en los momentos en que él me daba las clases.
Imagínense, ese joven y delgaducho chico, que se colocaba tras de mí, y que con la intención de enseñarme a agarrar el palo, digo me refiero al de golf. Mientras que sin falsa modestia les puedo decir que a mis treinta y tres años, llamo mucho la atención a un sinnúmero de hombres. Aunque Sergio no dejaba de criticar mi vestimenta, yo seguía usándola. Por lo que cuando el cadi se colocaba tras de mí, yo con toda intención de calentarlo, disimuladamente restregaba mis nalgas contra su cuerpo.
Pero cuando comenzamos a practicar más en serio, el cadi me llevó al área más retirada del campo, antiguamente esa zona era parte del recorrido usual de los golfistas, pero al remodelar hacen un año las instalaciones y anexar otras hectáreas al campo. Ese sector quedó supuestamente para la práctica de los novatos. Pero la mayor parte del tiempo que iba a practicar a ese lugar, se encontraba totalmente solo.
Yo sin perder mi costumbre de mostrarle las nalgas al pobre chico, cuando iba a colocar el pequeño tees de madera y encima la correspondiente pelota de golf, me aseguraba que él se encontrase tras de mí, luego separaba mis piernas lo suficiente, y en cámara lenta, sin doblar las rodillas, me inclinaba hacia adelante. Por un corto rato de manera intencional, no lograba colocar la pelota sobre el tees. El mismo tiempo que el joven cadi, con su boca abierta se le salían las babas, mientras observaba atentamente mis nalgas.
Pero llegó un día en que por varias semanas Sergio ni tan siquiera me ponía un dedo encima, y al preguntarle qué era lo que le sucedía. Me respondió diciéndome que un jugar mucho más experto que él, le había comentado que por lo menos una semana antes de jugar algún partido, no tuviera relaciones sexuales.
Bueno el pendejo de Sergio siguió esa recomendación al pie de la letra. Dejándome íngrima y sola en nuestra habitación, prácticamente abandonada, ya que él se quedaba durmiendo en el sofá de la casa. Como verán Sergio se desvive por el golf, por lo que cuando él iba a practicar o competir, yo me fui con mi cadi, a practicar mis tiros en el área que ya les describí.
Yo estaba ese día, aparte de que bien molesta con mi esposo, con unas ganas locas de tener sexo. Por lo que cuando en compañía de mi cadi llegamos al terreno de práctica, y como de costumbre ver que no había más nadie que nosotros dos. Al principio por joder, o pasar el rato me la pasé mostrándole mis nalgas al chico. Pero en cierto momento durante la práctica, comenzó a corregir mi swing o sea la manera en que yo agarraba el palo y golpeaba la bola.
En el principio se limitó a decirme que colocase la mano un poco más abajo o que separase un poquito más mis piernas. Pero en cierto momento se colocó tras de mí, colocando sus manos sobre las mías, y pegando su cuerpo al mío, me fue llevando hasta casi golpear la bola. Yo en ese instante, gracias a la muy corta faldita que estaba usando, sentí la presión de su caliente y duro miembro contra mis casi descubiertas nalgas.
Eso nada más bastó, para que yo decidiera seguir con su juego, así que al golpear la bola, no lo hice con toda la fuerza necesaria, y me pueden creer que la condenada bola, fue a parar a unos altos matorrales. Y siguiendo la vieja costumbre de seguir la pelota y darle donde se encuentre, mi cadi y yo atravesamos el espeso matorral, y llegamos a una vieja trampa de arena. La que de por si era tremendo reto, ya que debía sacar la pelota, primero de la trampa de arena y en segundo lugar por encima de los matorrales.
Ya estando ambos en el centro de la trampa de arena, me di cuenta de que sucediera lo que sucediera, nadie se daría cuenta de ello, ya que los matorrales son casi un repelente natural contra los golfistas. Así que haciéndome la tonta, nuevamente me coloqué en posición para golpear la pelota, y casi de inmediato mi cadi, colocándose tras de mi otra vez.
Agarrando mis manos con las de él continuó corrigiendo mi estilo. Nuevamente a pesar de su pantalón, sentí el calor y la dureza de su miembro presionado contra mis nalgas, todo su cuerpo bien pegado al mío. Yo por mi parte comencé a restregar suavemente mis nalgas contra su cuerpo, sabía qué ya no podía echarme para tras, en ese momento él soltó una de mis manos y sin demora alguna prácticamente me la enterró entre mis piernas, en medio de todo me sorprendió su atrevimiento, con una habilidad inusitada sus dedos de manera bien efectiva hicieron contacto con mi clítoris, por lo que casi de inmediato di media vuelta, solté el palo de golf, y le planté tremendo beso en la boca de mi cadi.
Ambos nos besábamos intensamente, su lengua luchaba contra la mía por entrar en mi boca, y los deseos por sentir dentro de mí lo que él cargaba entre sus piernas hicieron que yo perdiera, la compostura. Ya que en un abrir y cerrar de ojos, me encontraba completamente desnuda tirada en el centro de la trampa de arena, con mis piernas bien abiertas, invitándolo a que me penetrase sin compasión.
Mi cadi lentamente se bajó los pantalones, y de inmediato pude ver su llamativo miembro completamente erecto y apuntando al cielo. Yo sin dejar de acariciar mi coño con una mano, mientras que con la otra insistentemente le hacía señas para que me penetrase. El joven chico, se fue colocando sobre mi desnudo cuerpo, y el brillante sol de las diez de la mañana nos cubría con sus rayos, a los pocos segundos comencé a sentir como su caliente y erecta verga se deslizaba sin problema alguno dentro de mi húmedo coño.
Quizás debido al tiempo que mi marido no me atendía como era debido, fui disfrutando plenamente cada milímetro, y centímetro que su sabrosa verga se abría paso dentro de mi caliente coño. Lo mejor de todo era que a medida que mi cadi me fue clavando su sabroso miembro dentro de mi coño, no dejaba de pensar en el estúpido de mi marido siguiendo una bolita por todo el campo.
Yo me comporté como una loca, como una verdadera perra en celo, dispuesta hacer todo lo que mi amante cadi me pidiera que hiciera. Por lo que cuando después de que él me había arrancado múltiples y placenteros orgasmos, ligeramente me insinuó que lo dejase darme por el culo, no lo dudé un instante. Es más sin que me lo llegase a pedir, antes de que me llegase a penetrar por el culo, me abalancé sobre su verga y de manera desesperada se la estuve mama que mama, por un buen rato.
Hasta que yo misma, me detuve, di media vuelta y le presenté mis rosadas nalgas. Mi cadi sin compasión alguna y de manera dolorosamente sabrosa, me enterró por mi culo su verga. Al tiempo que con una de sus hábiles manos jugueteaba con todo mi coño. Haciéndome disfrutar de manera ininterrumpida de otros tantos orgasmos.
Tanto él como yo quedamos llenos de arena por todas partes, exhaustos, pero tremendamente súper satisfechos. Sin entrar en detalles, quedamos en volver a practicar lo más pronto posible. Luego me vestí y al llegar a los vestidores del club me di una buena ducha, borrando de esa manera cualquier evidencia que pudiera haber quedado en mi cuerpo.
Mi cadi y yo seguimos practicando, pero como al mes, me dijo que varios de sus compañeros se habían dado cuenta de lo nuestro, y que por seguridad mejor nos seguíamos viendo en otro lado. Yo le pregunté a él que era lo peor que podía pasarnos si continuábamos teniendo sexo en la trampa de arena. Su respuesta lejos de asustarme, me excitó tremendamente. Ya que me dijo que de seguir viéndonos en ese lugar, lo más probables era que en algún momento varios de ellos nos sorprendieran, y a cambio de su silencio me pidieran dinero, o que me acostase con ellos.
No sé en qué pensé, pero la sola posibilidad de que esa segunda opción sucediera me calentó y excitó tanto que le dije a mi temporal amante, que no se preocupase, que de seguro ninguno se atrevería hacer o decir nada. Mientras que por dentro de mi deseaba intensamente que eso sucediera.
Así que como de costumbre mientras mi marido se fue a correr tras su bolita, yo me fui con mi cadi a practicar. Ya estando en la misma trampa de siempre, me quité toda la ropa, como de costumbre y en ese momento le pedí a él que me diera una buena mamada de coño. Lo que gustosa y sabrosamente se dedicó hacer. Yo estaba disfrutando de un tremendo orgasmo, con mis ojos cerrados, pero al abrirlos me encontré rodeada como de unos seis chicos de la misma edad de mi cadi. Bueno no le voy a contar lo sucedido con todos y cada uno de ellos. Pero lo que si les voy a decir que soy la jugadora de golf más popular entre los cadi. De paso por aquello de que mi esposo no fuera a sospechar, recientemente entré en un pequeño torneo, en el que logré quedar en el segundo lugar, mientras que él para no variar, volvió a quedar de último.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513553 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299793 veces
Si te ha gustado En la trampa de arena… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar En la trampa de arena….
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
gatofeo
(7 de May de 2013 a las 07:19) dice:
uffffffffffff exelente relato saliste toda una perrita mamy me gustaria ver ese culo que los trai locos mi correo es elperico325 de hotmail saludos cuidate bye katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:34) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
Registrate
y se el primero en realizar un comentario sobre el relato En la trampa de arena….
Vota el relato el relato "En la trampa de arena…" o agrégalo a tus favoritos