En un monasterio (historia real) por Peludo

Mi 2da. experiencia en un Monasterio (historia real)
Por Peludo

Mi segunda experiencia fue durante un Congreso de Agentes de Viajes en La Paz, Entre Ríos, que al grupo de seis que viajábamos de Córdoba nos tocó alojarnos en un Monasterio de Padres Capuchinos, dado que por el Congreso no quedaba lugar en los hoteles de la ciudad cuya capacidad había colapsado por la gran cantidad de participantes de todo el país. El convento al que nos trasladaron para hospedarnos contaba con tres pabellones de 12 camas cada uno, con un gran baño al final del salón donde las 12 camas se encontraban alineadas con un amplio espacio entre ellas. Dos de los pabellones estaban íntegramente ocupados por los curas y en el tercero se alojaban 5 curitas que estaban a punto de ordenarse como sacerdotes. A nosotros 6 nos tocaba compartir el mismo con ellos y cuando llegamos a la tarde nos fueron presentados y luego nos condujeron al pabellón a dejar las maletas y darnos una ducha para asistir a la cena de apertura del Congreso. Cuando llegamos a dormir la primera noche ya los curas lo estaban haciendo y nos fuimos acostando a la luz de un pasillo externo que nos iluminaba escasamente el pabellón, una vez que se acostó el último de nosotros esa luz se apagó y quedamos en plena oscuridad, eso sería más o menos a las 12 de la noche. Ya estaba dormido, agotado por el viaje y el trabajo de ese día, cuando me empecé a despertar, porque percibía que alguien estaba cerca o algo me estaba tocando, a medida que iba saliendo del sueño sentía que una mano o algo parecido me estaba rozando la zona de la pija, era algo suave, que me tocaba por encima de la sábana. Cuando me dí cuenta, me seguí haciendo el dormido, profundizando la respiración para detectar qué estaba pasando. Me dí cuenta claramente que era una mano que me recorría la verga de los huevos a la punta a través de la tela y que a medida que la recorría daba pequeños apretones para cerciorarse que estaba dura. Después la mano se introdujo debajo de la sábana y ya la tenía sobre el boxer que tenía puesto y ahora con mayor precisión me agarraba la verga y me pajeaba suavemente para que no me despertara, mientras también a mi lado sentía una respiración agitada. A medida que comprobaba que yo seguía dormido la mano se introdujo debajo del boxer a través del elástico de la cintura y se ponía en contacto directo con mi pija que a esa altura estaba a full y encima toda mojada, perdiendo jugo por la punta del prepucio. Bueno el trabajo de pajearme cada vez era más intenso y la respiración que estaba al lado mío también se hacía más intensa, hasta que no aguanté más y explote en una bruta acabada pero ahora era dentro de una boca que me la succionaba habidamente tratando de no dejar escapar nada de la alevosa expulsión de leche que había tenido. La eyaculación me había sensibilizado de tal manera que ante cada chorrito que seguía saliendo el cuerpo se me sacudía en un espasmo que no podía controlar. Mientras esto sucedía y sin sacar mi pija de la boca la respiración de la persona que estaba junto a mi se aceleraba y sentía que mi cama se sacudía con ese ritmo acompasado que produce alguien que se esta pajeando. La acabada de él no se hizo esperar y en medios de suave suspiros y mamando mi pija aún dura, adivinaba que estaba eyaculando en su mano. Para no hacerla tan larga y aburrida en la próxima entrega de la 2da. Parte se las termino de contar, pero les aseguro que hasta el día siguiente a la tarde, no tuve la menor idea de quién podía ser el autor de tan bruta mamada, no sabía si era uno de mis compañeros de viaje o alguno de los curitas. Bueno les mando una frotada, Chau