En una isla

Me llamo Julia y ahora tengo 16 años. La historia que os cuento hoy me pasó hace dos años, de vacaciones en una isla.
La isla consistía en muchas pequeñas playas de arena y pequeñas bahías y muchas palmeras. La casa alquilada tenía acceso directo al mar y había wifi en cada metro cuadrado de la isla.
Yo tenía entonces 14 años; yo era muy, muy inexperta sexualmente. Más que un beso con un chico de mi clase y la masturbación, aún no había sucedido nada de nada.
Al día siguiente me puse mi bikini favorito. Encontré a mis padres en la sala de estar; ellos también se habían puesto sus trajes de baño.
"¿Dónde están Pedro y Ana?", me preguntaron.
“Todavía están durmiendo”, contesté.
“¿Y tú qué vas a hacer ahora?”, preguntó mi madre.
“Primero desayunar, después me buscaré un sitio tranquilo y me pondré a leer”, contesté. “¡Sola!”
En verdad quería hacer lo que, desde que estábamos aquí, no podía hacer.
Asintió y me sonrió. Después de desayunar, caminé lentamente hacia la playa. Cuando llegué, giré a la izquierda y busqué una pequeña duna. Al cabo de un rato encontré un lugar hermoso, tranquilo y aislado y me eché. Sin pensárselo dos veces. Saqué mi teléfono, abrí rápidamente mi "sitio web favorito" y elegí un video.
El video duraba unos 15 minutos y se trataba de que una niñera perdería su inocencia ante un hombre mayor.
Puse mi celular encima de mi bolso de tal manera que no me hacía falta sostenerlo.
Me quité la parte superior de mi bikini mientras miraba en el celular cómo la joven se dejaba desnudar lentamente. Automáticamente empecé a acariciar mis pechos.
Mis pequeños pezones ya estaban duros y sobresalían. Las yemas de mis dedos las tocaban con cuidado y jugaban con ellos. Inmediatamente gime suavemente.
Cuando el hombre la echó en la cama y le abrió las piernas, podía ver su vagina que estaba completamente mojada.
El hombre empezó a acariciar con su dedo la rajita. La joven gemía de gusto.
Note cómo mi vagina se mojaba. ¡El momento había llegado!
Bajé la bragita del bikini y busqué mi rajita. La acaricié con mi dedo, empezando a gemir como la joven en el celular.
El hombre ahora estaba desnudo y su gran y gruesa polla sobresalía de su cuerpo. La joven lo agarró y comenzó a frotarlo lentamente.
Encontré mi clítoris y empece a frotarlo. Apliqué presión lentamente e inmediatamente gemí fuerte.
A diferencia de cuando lo hacia en casa, aquí me sentía libre y realmente podía tomarme mi tiempo.
La chica ahora tenía la polla en la boca y la chupaba vigorosamente, sus ojos brillaban de alegría.
Comencé a acariciar mi vagina con una mano mientras la otra continuaba mi clítoris. Gemí cada vez más fuerte y sentí que se acercaba mi primer orgasmo.
Mi mirada, dirigida al teléfono móvil, veía cómo el hombre se follaba a la chica. De manera uniforme, pero dura. Ella gemía y gemía y disfrutaba de la follada.
Me volví más rápida y finalmente llegué. ¡Y cómo llegué! Mi cuerpo temblaba, mis piernas se levantaban del suelo y apenas podía respirar. Mis labios vibraron y grité mi orgasmo sin contención.
Entrecerré los ojos y estaba en trance. Dejé de tocarme y me quedé tumbado en la arena. Boca arriba y con las piernas ligeramente separadas. Permanecí inmóvil durante minutos, jadeando profunda y firmemente.
De repente escuché una voz masculina detrás de mí: „La caminata valió la pena. ¿Te gusta lo que viste?“
Grité, me cubrí con una toalla y me di la vuelta.
¡Y ahí estaba él! Tendría que tener unos 30 años. Era delgado, alto, tenía el pelo oscuro, vestía pantalones cortos y gafas de sol.
"¿Me estaba mirando?", pregunta estúpida, por supuesto que me había mirado y me sentí realmente avergonzada.

"Darlo por seguro", respondió. "Y lo que vi no estaba mal". No sabía qué decir o responder.
"Si no me equivoco, te hubiera gustado haber experimentado lo mismo que la joven, ¿o me equivoco?" Por supuesto que me hubiera gustado. "O ya lo has probado?" La forma en que te vino podría ser". Mientras hablaba, se sentó a mi lado.
"¡No! Nunca, solo lo he visto en video". De alguna manera, la situación me estaba poniendo calentorra.
„Solo lo digo porque de la manera que te vino, parecía que tuvieras bastante experiencia. ¿De verdad me quieres hacer creer que eres virgen todavía? ¡No lo puedo creer!"
Su voz tranquila me volvía loca. Siguió hablando y cada minuto me ponía más cachonda.
"¿Quieres hacerlo? ¿Quieres que te lo muestre?", en el mismo momento se inclinó hacia adelante y me besó un pecho. No pude o no quise defenderme. Simplemente me quedé allí y lo disfruté.
"Te enseñaré, todo; lo recordarás con alegría mientras vivas. ¡Te lo prometo!"
Me abrió las piernas y comenzó a besarme los muslos con cuidado. Se acercó cada vez más a mi vagina. Cuando su lengua encontró mi clítoris y lo estimuló con placer, gemí en voz alta.
"Oh, sí!", lloré. Continuó lamiendo mi clítoris y chupando mis labios, mientras yo gemía cada vez más fuerte. Después de un rato, empecé a moverme al mismo ritmo. Subía y bajaba con mi cuerpo y cada vez presionaba mi vagina mojada en su cara. No había nada más lindo para mí.
"¡Oh, Dios, esto es increíble!" Él dejó de lamerme. "Sigue… ¡Por favor, no te detengas!" Mi mano se fue automáticamente a mi clítoris y continué acariciándome.
Él tomó mi cabeza, la guió hacia mi cabeza y la metió en mi boca. Mientras se la mamaba me dijo: "¿Te gustaría que te folle?"
En ese momento no pude responder porque todavía tenía su verga en mi boca, pero asentí. Tomó su mano izquierda y me volvió a tocar con los dedos mi vagina y clítoris. Mi vagina seguía tan hinchada como antes. Estaba más cachonda que nunca. Quería que por fin me follara y sacando su verga de la boca le dije: "Estoy al borde del orgasmo. ¡Por favor, por favor! ¡Quiero sentir la verga dura dentro de mí!". Suplicaba como una poseída y abrí aún más las piernas.
Él me miró, se puso entre mis piernas, tomó su polla en la mano y la puso en mi vagina mojada. Luego, lenta pero firmemente, lo apretó contra mí. La sensación era indescriptible.
Incluso cuando mi himen se rompió, apenas sentí el dolor debido al placer. Cuando estuvo dentro de mí hasta el final, esperó un momento y luego dijo: "Ahora eres una mujer de verdad". Luego comenzó y me folló con empujones rápidos y poderosos. Solo gemía de placer.
"Oh, chica, eres tan aguda y apretada. Eres una chica realmente genial".
Al poco tiempo tuve mi primer orgasmo. Pero él siguió follándome, de modo que me sentí abrumada por el siguiente clímax un poco más tarde. Entonces, de repente, se detuvo, se arrodilló y dijo: "Ahora date la vuelta y ponte a cuatro patas". Cachonda como estaba, hice lo que él me ordenaba.
Me la volvió a poner dentro e inmediatamente comenzó a follarme con poderosas embestidas.
"¡Sí… esto es increíble!", gritaba yo desesperada.
Me folló cada vez más rápido hasta que finalmente grité mi tercer orgasmo. De repente dejo de follarme y me dijo: "¡Date la vuelta de nuevo y mámala hasta el final!" Así que me di la vuelta para poder chuparle la verga, pero en cuanto la tuve en mi boca, me sujetó la cabeza con las manos y empezó a follarme en la boca. Era una sensación tan cachonda que empecé a trabajar en mi clítoris.
"Eres realmente genial". Gimió él, mientras yo me ponía más y más cachonda y frotaba mi clítoris cada vez más rápido. Ahora respiraba con dificultad y aumentaba el ritmo. Estaba muy cachonda y me dirigí hacia el siguiente orgasmo. Luego, con un fuerte gemido, bombeó su semen en mi boca. En ese momento me vino a mí también y, en el arrebato del éxtasis, tragué con deseo su esperma.
Cuando llegue a casa mi madre me miro y dijo: “Pareces contenta, ¿paso algo interesante?”
“No, nada del otro mundo”, conteste y me fui a duchar.