ENCHUFANDO A MI PRIMITA

Sepan que tengo más de 80 años y sitúensen en esos tiempos de mi bilez.
Mis pocos años de entonces eran muy diferentes a los actuales.
No había los medios de comunicación actuales ni internet por lo que nuestra niñez era en general muy inocente.
Mi abuela, viuda desde joven, vistió de luto negro toda su vida dado que era oriunda del norte de España donde es tradición.
Al morir ella, sus dos hijos, mi padre y la hermana, dividieron la casa donde vivían en dos departamentos que habitaron cuando se casaron. Ambos habían heredado la idiosincracia de la abuela, muy católica y respetuosa de las buenas costumbres. En mi casa no se oía nunca una mala palabra y hasta llegué a creer que tirarse un pedo era pecado.
Mi tía tenía una hija de casi mi edad con la que nos criamos juntos compartiendo juegos y colegio. Mientras yo estaba en el limbo pensando en jugar a la pelota o andar en bici, ella ya empezaba a tener conciencia de su femeneidad.
Así fue que un día que jugabamos solos en el galpón del fondo de la casa ella tuvo la ocurrencia de bajarse la bombacha y mostrarme la raja como para que yo compartiera ese descubrimiento. Yo miré sin mucha curiosidad dado que sabía que “las mujeres y los hombres tienen diferente cosa para orinar” como había escuchado alguna vez.
La cosa quedó allí como un hecho aislado y seguimos compartiendo la vida como siempre.
Estaba yo terminando la orimaria cuando una tarde acompañé a mi padre a la ferretería a comprar los materiales eléctricos para hacer una prolongación y compró una ficha macho-hembra con unos metros de cable. Durante el camino de vuelta me explicó como la haría y como era la ficha macho y la ficha hembra mostrándome como enchufaban perfectamente entre sí.
Como primera experiencia técnica el tema me quedó muy presente en la memoria y la curiosidad me llevó a leer un libro de electricidad que tenía guardado mi padre de la época de estudiante, con lo cual amplié mis conocimientos sobre “Macho-Hembra” y empecé a relacionarlas con aquellas cosas “diferentes para orinar” que ya me estaban despertando curiosidad.
Junto con aquel bien guardado libro, mi padre tenía entre otros uno del tipo “El médico en casa” que leí a escondidas en buzca de el tema que me intrigaba.
Allí explicaba, entre otras cosas, que lo que yo tenía era un pene y la de mi prima una vagina y ambas se “enchufaban” en el coito como la famosa ficha comprada por mi padre.
Eso me hizo mirar de otra manera a mi prima considerándola una futura madre de familia.
Tambien empecé a descubrir lo rico que se sentía acariciarse los genitales aunque aún no estuviera desarrollado como para eyacular.
Tiempo después, nos encontrabamos solos haciendo los deberes del colegio en casa de ella. Llevaba una pollera cortita que despertaba mi curiosidad, lo que ella intuyó.
Entonces me encaró con una mirada picarona reprochándome la vez que ella me había mostrado su cachucha y yo no le había mostrado lo mío.
Me sorprendió pero siguíó presionandome hasta que me decidí a desabotonarme el pantalón (no se usaba todavía el cierre!!) y sacarlo afuera complaciendo su deseo.
Lo miró con curiosidad y lo tocó comprobando la rigidez de mi incipiente erección.
Entonces, como aquella vez, se bajó la bombacha para mostrarme que le estaban creciendo algunos pelitos. Alentado por ella pasé mi mano por su coño para conocer por primera vez lo que era una mujer.
Mi mano se demoró prolongando lo más posible ese divino momento.
Ella me preguntó si sabia besar y se ofreció a enseñarme ya que sabía hacerlo por lo que le habían contado sus amigas del colegio. Disfrutamos entonces de un largo beso pleno de hermosos aprendizajes.
Me arrastró hasta el sillón-cama donde se acostó de espaldas con la faldita levantada y su conchita desnuda. Pensé en la famosa ficha y de rodillas en el sillón frente a esas piernas abiertas que se me ofrecían, apunté al medio de su raja con ánimo de concretar la penetración.
Lamentablemente la inexperiencia y el dolor que le producía nos hicieron desistir.
Pero no todo estaba perdido. Se dio vuelta y me ofreció en alternativa su hermoso culito pensando que sería menos doloroso.
Hoy seguramante me hubiera deleitado mordiendo esas preciosas nalgas y lamiendo su capullo y su ano hasta hacerla correr pero la inexperiencia de ambos solo nos permitió intentar los pasos basicos de una sencilla penetración.
La falta de lubricación y una cierta flacidez de mi miembro aún no desarrollado impedían la penetración del pequeño agujerito, por lo que lo fui empujando con un dedo hasta hacerle entrar apenas la cabecita.
Sintiendonos fracasados en el intento nos recompusimos y seguimos terminando los deberes sin volver a hablar del tema.
Los exámenes de fin de año y un campeonato de futbol de barrio en el que participaba, junto con una cierta sensación de culpa por lo sucedido, me alejaron por un tiempo de mi querida primita.
Pero el tiempo pasa inexorable y unas hermosas tetitas fueron creciendo en su pecho al tiempo que una de mis caricias me provocaron no solo placer sinó tambien mi primera corrida.
Con la entrada al secundario se reanudaron los encuentros para estudiar aunque la diferencia de carreras y los incoherentes horarios los hacían menos frecuentes. Además con la controladora presencia de mi tia.
No obstante, una tarde de primavera que nunca voy a olvidar, ella se asomó por la cerca que dividía ambos departamentos (tampoco teníamos telefono y menos celulares!!) y me pidió que le llevara un libro.
Estaba sola. Mi tía habia salido a hacer una diligencia al centro lo que le llevaría toda la tarde. Me lo comunicó con una sonrisa complice mientras yo no podía dejar de mirar sus primorosas tetitas que ella se esmeraba en mover con voluptuosidad premeditada.
Desde lo más profundo de mi entrepierna me subía un incontrolable calor mientras trataba en vano de disimular una ostensible erección.
Lucía una preciosa blusa blanca abierta adelante y cuidadosamente desabotonada para dejar entrever la union de sus senos sin corpiño.
Cuando se agachó para guardar en el estante mas bajo del armario el libro que me había pedido seguramente sin necesitarlo, su corta falda me dejó ver su bombachita blanca (tampoco las tanguitas!!!) que apenas cubría sus hermosas nalgas.
Se dio vuelta y me sorprendió con la mirada fija en su culo.
-Te gusto primito? – me dijo mientras daba una vueltita para que la admirara en todo su esplendor.
-Estas divina- le contesté sin quitarle los ojos de encima.
-Dejamos algo sin terminar hace un tiempo- dijo mientras se acercaba avasallante.
-Pero ahora se besar!- contesté.
-Y otras cosas, espero!- advirtió. Y sin dejarme hablar se prendió en un prolongado beso mientras se frotaba contra mi miembro erecto que luchaba por no correrse en las vísperas.
Del fracaso de mi lucha dieron cuenta mis pantalones y las burlas cariñosas de ella.
El tiempo que le llevó enjuagar mis pantalones para que no lo vieran así en casa fue suficiente para que se recobrara mi erección, asomando del calzoncillo que era lo único que me cubría.
-Ahora vas a estar mas tranquilo, no? – pregunto tomándolo con ambas manos y mirandome fijamente a los ojos esperando que fuera yo quien diera los siguientes paso de algo que ya estaba completamente acordado.
La besé largamente mientras saboreaba ese momento tantas veces soñado.
Pronto la desprendí de su blusa y comencé a besarle las tetas que me parecieron un manjar, mientras me abrazaba tiernamente apretando mi cara contra ellas
No conocía de “previas” así que la voltié mirando hacia la mesa y la induje con mi mano a que apoyara sus tetas en ella dejando su cola en pompa.
Levanté su falda y bajé hasta el suelo su bombacha mientras ella levantaba sus piernas ayudando a sacarlas.
El espectaculo era alucinante. La “ficha hembra” pidiendo a gritos por la “ficha macho” y sin hacerme esperar “LA ENCHUFE”