Después de engañar a mi mujer con mi vecina, también tuve sexo con mi otra vecina, su marido y su hija.
Relato
Después del polvo que tuve con la vecina me fui para mi casa antes de que volviese mi mujer. Al poco de entrar llamaron al timbre. Era Lorena, otra vecina, la de la casa siguiente a la de Raquel.
- Hola, vecino. Verás, habéis formado tanto jaleo mientras follábais la vecina y tú que me he asomado a la ventana y he visto toda la escena. El caso es que he observado la verga tan hermosa que tienes y me he puesto un poco cachonda...
- Vale, vale. Vamos a tu casa y te echo un polvo, pero rápido que mi mujer está a punto de volver, y por favor no le digas nada.
- Estamos de acuerdo, pero prefiero que vengas esta noche sin prisas. Mi marido y yo somos muy liberales y hace tiempo que tenemos en mente hacer un trío con otro hombre. Queremos hacerlo contigo.
- No sé, si fuera contigo nada más, pero con tu marido delante me da apuro.
- Más apuro te va a dar si tu mujer se entera de lo que has hecho con la putita esa de al lado...
- De acuerdo, Nerea, esta noche voy a vuestra casa con cualquier excusa, pero que mi mujer no se entere.
Así, cuando terminamos de cenar le dije a mi esposa:
- Marina, voy a acercarme a casa de Pablo y Nerea. Me han pedido que les eche una mano con unos problemas que tienen con el ordenador. Tardaré un poco.
- Es que eres tan manitas -me dijo ella-. Anda, ve que yo te espero despierta, Esta noche estoy caliente y quiero que echemos un buen polvo.
Cuando llegué a casa de los vecinos, estos me abrieron la puerta. Estaban semidesnudos. Nada más entrar me pidieron que me pusiera cómodo. Nerea me quitó todo lo que llevaba y yo le quité el sostén y el tanguita que llevaba. Aunque tenía ya más de cuarenta años, estaba buenísima, con un cuerpo sensual y tan excitante que con sólo verlo ya estaba empalmado. El marido se quitó un bóxer que llevaba y se quedó con el rabo al aire, no tan grande como el mío, pero bastante grueso. Ella me agarró la polla y se la enchufó al coño con toda naturalidad, puesta a cuatro patas y yo también, lo que aprovechó el marido para acercar su verga a mi culo buscando mi orificio anal. Tenía puesto un preservativo de esos lubrificados, así que le fue facil penetrarme por detrás. Al principio me sorprendió, pero una vez repuesto me resultó muy agradable. Era la primera vez que me follaban y eso unido al maravilloso coito que estaba teniendo con Nerea hizo que la excitación fuera tremenda, tanto es así que a los pocos minutos nos corrimos los tres a la vez. Pablo me sacó su verga y se puso a chupar el coño de su mujer, repleto de leche caliente recién salida de mi manguera. Pero las sorpresas no habían terminado. Justo en ese instante entró en la habitación Anabel, la hija del matrimonio, completamente desnuda. Yo estaba acostumbrado a verla entrar y salir de su casa con el uniforme del colegio o con ropa muy juvenil, por lo que pensaba que era muy jovencita, pero ante mí había una auténtica hembra, una adolescente con el coño peludito y unas tetas pequeñas pero tremendamente excitantes, lo que hizo que mi verga recuperara su máxima extensión y dureza.
- Jorge, ya conoces a Anabel -me dijo Nerea-. Le dijimos que venías a disfrutar con nosotros y nos pidió encarecidamente participar de tan grata experiencia. Seguro que no te importará desvirgarla...
Me quedé totalmente pillado. La hija era virgen y querían que fuera yo quien le abriera el agujero. Aunque la niña estaba riquísima, con un cuerpo exquisito y tierno, me parecía muy fuerte fornicarla por su edad, no la sabía pero no creo que tuviera más de catorce o quince años.
- Lo siento, Anabel, pero no va a poder ser, eres demasiado pequeña para que yo te desvirgue.
- Pues más lo vas a sentir cuando le cuente a tu mujer que esta mañana te follaste a la putita de aquí al lado y que ahora has estado jodiendo con mis padres -me dijo amenazante la niña.
- Ya has escuchado, Jorge -dijo a su vez el padre-. Mi hija ya está preparada y quiere que seas tú quien la folle por primera vez. Venga, que te vamos a ayudar. Le voy a poner un poco de vaselina.
Su propio padre la tendió en el sofá, le abrió las piernas y le untó todo el chochito. Anabel se excitaba con los dedos de su padre acariciando toda su vulva, no pudiendo evitar gemir de gusto. Pablo a su vez estaba excitado al ver a su hija tan cachonda y con el coño mojado. Se le puso tieso el aparato y con disimulo lo acercó al virginal conejito de la muchachita. Llegué a pensar que él mismo iba a desvirgar a su propia hija. Pero intervino Nerea:
- ¡Degenerado! ¿No irás a penetrarla?
- ¡Claro que no! Por favor, Jorge, procede.
Yo tenía la estaca dura como una roca. Me coloqué sobre ella y puse mi polla en la entrada de su vagina. Efectivamente era virgen. La penetración fue fácil y muy agradable. Su coño era muy agradecido y predispuesto a la fornicación. Tras un pequeño desgarro y una leve pérdida de sangre mezclada con sus ricos jugos vaginales por la excitación, el coito fue tremendamente excitante. No quería correrme nunca para no dejar de ver nunca su bello rostro angelical, con unos ojos preciosos, una nariz pequeña, unos labios carnosos y sensuales y un pelo moreno, largo y sedoso. Y para no dejar de acariciar sus exquisitos senos semejante a unos flanes moviéndose con los pezones pequeños e hinchaditos. La niña no dejaba de gritar, yo diría que estaba teniendo varios orgasmos seguidos. Nerea intervino para hacerme una petición:
- No vayas a correrte dentro, Jorge, no vaya a ser que la dejes preñada.
Pero yo no tenía intención de correrme, quería seguir follándola durante un buen rato. Estaba gozando como un cerdo, sin ningún escrúpulo por estar desvirgando a una niña con el beneplácito de sus padres. Pablo nos pidió que cambiásemos de postura, que nos colocásemos a cuatro patas para él poder penetrarme. Así hicimos y de nuevo creí no poder soportar tanto placer. Pablo tardó casi diez minutos en correrse pero lo hizo antes que su hija y yo, que seguíamos fornicando como animales dando gritos de placer. Finalmente Anabel gritó con todas sus fuerzas y orgasmó brutalmente, eyaculando salvajemente. Yo saqué mi polla de su coño y me corrí en su cara, tetas y vientre, con una cantidad exagerada de semen caliente. Pablo se puso a lamer el cuerpo de Anabel lujuriosamente, chupándole los pechos con avidez. Luego le ofreció su propia verga para que se la limpiara de semen y ella la agarró con mucho mimo y se la metió en la boca. Lo mismo hizo con la mía. Aunque tenía la boca grande, apenas le cabían las dos a la vez, pero estaban bien apretadas y las lamía sin problema. Me di cuenta entonces que Nerea nos estaba grabando con una videocámara. Le pregunté qué había grabado.
- Llevo media hora de grabación, desde que Pablo empezó a ponerle la vaselina. Es un recuerdo de su primera penetración. Además nos va a servir para chantajearte y obligarte a que vengas a vernos cuando te lo pidamos.
- No tenéis que obligarme. Lo he pasado muy bien. Vendré cada vez que queráis follar. Sólo os pido que no se entere mi mujer. Ella no iba a entenderlo.
- Sin problema, Jorge -contestó Pablo-. Y ahora vístete y vete a tu casa, que tu mujercita estará preocupada.
Me vestí y me despedí de ellos hasta otra ocasión. Al llegar a mi casa encontré a Marina desnuda en el sofá. Con voz lujuriosa me dijo:
- Cariño, tengo el coño ardiendo. Necesito una manguera para apagar el fuego...
La visión de ese cuerpo tan espectacular y con la excitación de la aventura vivida no dudé en despelotarme para follar a mi bella esposa. Al meterle la polla en su coño me comentó:
- Oye, tienes el rabo pegajoso, ¿no habrás estado follando con la vecina?
- ¡Jajaja! -reí-. ¡Qué cosas dices! Está pegajoso porque me he puesto cachondo pensando en lo que me dijiste de que querías echar un polvo, y con la excitación he tenido una pequeña eyaculación... Pero la que voy a tener ahora va a ser descomunal.
La cabalgué largo rato hasta que descargué una buena porción de semen dentro de su ardiente chumino. Sin sacar la manguera, me abracé a mi mujer hasta que ambos nos quedamos dormidos. El día había sido completo.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 514139 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 300267 veces
Si te ha gustado Engañé a mi mujer con mis vecinos vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Engañé a mi mujer con mis vecinos.
Recaredo Rey
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
Carlosexx
(20 de December de 2011 a las 21:04) dice:
Que pedazo de putito... Ja ja 3461 600247 llamen katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:52) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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