Enredados: La escena perdida

-¡Suel-ta-ME! -gritaba Rapunzel mientras golpeaba su musculoso pecho con los puños. Él la estaba comprimiendo fuertemente contra su cuerpo. Demasiado fuertemente. Había algo duro que presionaba contra su estomago y ella trató de ignorarlo, pero a él parecía divertirle su pudor. Él sonrió y la levantó, comprimiéndola más contra su cuerpo, poniendo sus muslos entre los de ella de tal manera que soportaba casi todo su peso.

-No -Pudo sentir como una de sus manos iba de un muslo a la parte baja de su espalda, acariciándo su piel en lentos círculos. Él la miró con el ceño fruncido, y ella pudo ver como su mirada bajaba hasta el límite de su corpiño. Estaban solos. Su hermano se había marchado para reunirse con quien quiera que fuese el que les había pagado para secuestrarla. Su mente intentó buscar una solución:

-Quizá podamos hacer un trato -su mano paró en su espalda y comenzó a juguetear con la cremallera que había tras su pelo. Apretó los dientes, lo que hizo que la cicatriz en su cuello se le marcase más.

-Sólo hay un trato que me interesa ahora, muchacha -La cremallera de su vestido bajó un poco y luego se detuvo. Rapunzel cerró los ojos y tomó aire:

-Te daré un beso -dijo intentando no sucumbir al pánico. ël comenzó a rierse haciendo que su pecho subiera y bajára.La cremallera bajó aún más, hasta la mitad de su espalda, bajando el vestido y dejando parcialmente expuestas sus tetas ante su lujuriosa mirada.

-Un beso -repitió intentando sonar firme. La cremallera ya estaba totalmente bajada, y él le puso un brazo en la espalda mientras con el otro le bajaba completamente la parte delantera del vestido, exponiéndola completamente.

-¿Me dejarás marchar si hago esto? -preguntó ella- Ya tenéis la corona, sólo eso ya vale una fortuna. Podrías dejarme ir.

-Claro, fóllame y puedes irte -dijo cómo si no le interesára. Acto seguido la dejó en el suelo y, con sus manazas, le bajó aún más el vestido, que cayó al suelo, dejando a Rapunzel desnuda ante su secuestrador, enrojeciendo de humillación.

Cerró los ojos esperando el asalto, pero éste nunca se produjo. Ella intentó mirarle de reojo sin que se le notara, y entonces le vio parado a unos cuantos centimetros de ella con los brazos sobre el pecho. Ella le miró con el ceño fruncido y pusolas manos en sus caderas:

-¿Y bien? -dijo molesta, mirándole con enfado. Quería que eso acabára lo antes posible.

-Escucha, muchachita, si quisiera una compañera pasiva utilizaría mi mano -su mano empezó a tocarse el bulto que crecía dentro de sus pantalones-. Si quieres que te deje libre, vas a tener que ganártelo -puso sus manos en sus caderas, reflejando la postura de Rapunzel, y ella exclamó furiosa:

-No puedes hacer que quiera follar contigo.

-Me importa un huevo que no quieras follar conmigo, siempre que lo hagas -se desabrochó los pantalones y esperó-. Vamos, no tengo todo el dia.

Rapunzel sintió que le hervía la sangre, se acercó a él dando pisotones de enfado y le bajó los pantalones de un tirón, intentando no parecer muy asombrada al ver la erección que ahora tenía ante ella. Tragó saliva, intentando no traicionar su nerviosismo. No quería darle a este tipo la satisfacción de verla sudar.

Él se echó hacia atrás y esperó. Rapunzel dio un paso adelante, lanzando los pantalones fuera de su camino de una patada y empezó a desabotonarle la camisa desde abajo, aunque tuvo que saltar para quitársela por los hombros. Ahora ambos estaban desnudos. Ella miro abajo y cerró la mano en torno a su pene, que empezó a moverse y a darle en el estomago. Lo sujeto más firmemente y comenzó a recorrer su envergadura con los dedos, pero aquel pene era tan grande que tuvo que usar ambas manos.

-Esucpeté en la mano -dijo él sin emoción. Ella lo hizo, mirándole con odio mientras lo hacía. Volvió a poner sus manos, ahora húmedas, alrededor de su polla y comenzó a masturbarle. Vio como algo empezaba a salir de la punta y lo limpió con el pulgar.

-Chupamelá -ella hizo un gesto de asco, pero obedeció. Se arrodilló ante él hasta quedar frente a su cintura y colocó sus labios sobre la enorme verga empezando a chupar lentamente.

-No dejes de meneárla -sus manos siguieron recorriendo el erecto trozo de carne arriba y abajo, masturbándo a su captor. Sus manos se cerraron en torno a su nuca y empezó a moverla hacia adelante suave pero firmemente, haciéndo que su polla entrase más profundamente en su boca mientras ella trataba de no ceder al pánico, pero sintió como la punta tocaba su garganta y empezó a golpear con las manos los muslos de su violador, apartándose de él mientras jadeaba y tosía en busca de aire.

Rapunzel se limpió el líquido que tenía en la boca con el dorso de la mano, se levantó y le propinó un puñetazo en el estomago, pero gritó y se sujetó la dolorida mano. Él ni siquiera pestañeó. De pronto, su enorme mano cubrió la suya y la elevó en el aire, haciendo que sus pezones quedaran a la altura de su boca y empezó a chuparlos.Las manos de Rapunzel estaban sobre sus hombros, pero él la elevó aún más.

-Pon tus piernas sobre mis hombros -ordenó, y ella tuvo que obedecer. Empezó a chuparle el clítoris y ella empezó a mover las caderas, deseando que su cuerpo no respondiera, pero él lo estaba haciendo con tanta maestría que fue imposible que el chocho no se le humedeciera. Ella sentía cómo un indeseado placer crecía dentro de sí, pero no podía hacer nada para evitarlo. Entonces la apartó y la bajó de nuevo.

Debería haberse preocupado por si la tiraba, pero la tenía agarrada de tal manera que ni se le pasó por la cabeza, sus piernas estaban colgadas de sus antebrazos y él había atrapado su polla entre los estomagos de ámbos, dejando que sus flujos vaginales empezaran a cubrir su verga, luego apartó su cuerpo y puso la polla justo frente a su coño.

-¿Te sientes un poquito ansiosa?

Ella puso los ojos en blanco y replicó:

-Ansiosa de que acabes cuanto ántes.

Él levantó sus caderas y Rapunzel sintió la punta de su polla penetrar dentro de ella. Sus ojos se cerraron por un segundo mientras enterraba su enorme herramienta dentro de ella tan profundamente cómo le era posible, entonces se detuvo.

-¿Te gusta? -preguntó, con su voz casi convertida en un gruñido. Ella abrió los ojos y escupió:

-¡NO!

Sonrió maliciosamente y empezó a metérsela y a sacársela. Al principio iba lento, hasta que cogió velocidad y empezó a follársela con abandono. Rapunzel enterró su mano en el cabello de su violador tratando de dominarse. Su expresión apenas había cambiado, pero ella no podía controlarse. Su cara se relajó mientras sentía cómo el placer aumentaba con cada empujón, abrió su boca casi totalmente y cuando él empezó a mover sus caderas en círculo dejó escapar un gemido surgido de las profundidades de su garganta. Cerró los ojos con fuerza, tratando de ignorar la verguenza que empezaba a sentir. Sintió como su respiración laboriosa y sus suaves gemidos aumentaban en intensidad y gimió al notar que su propio orgasmo crecía en intensidad y entonces se corrió.

Sintió como las manos de su violador se apretaban con tanta fuerza a su cintura que casi dolía y lanzó un último y poderoso empujón, haciendo que Rapunzel sintiese algo diferente dentro de ella. Sus ojos se abrieron de golpe y vio su rostro en el que se dibujaba un placer intenso, entonces se dio cuenta de que él también se estaba corriendo y trató de zafarse de él, dándole manotazos en el pecho y revolviéndose.

-¡Te has corrido dentro, tú... tú... Monstruo!

Él bajo los ojos hasta encontrarse con los de ella pero aún no la liberó de su tranca. Lentamente, formó una sonrisa satisfecha en su cara. Rapunzel frunció el ceño y cruzó los brazos, negándose a decir palabra. Por fin, él la bajó al suelo, sujetándola ya que sus piernas apenas la sostenían. Ella sintió la humedad en sus muslos y se dio la vuelta para recoger su vestido del suelo, poniéndoselo de nuevo.

Rapunzel comenzó a alejarse de él sin mirar atrás, pero cuando empezó a correr sintió un violento y doloroso tirón y tuvo que volver la vista. Su secuestrador había vuelto a ponerse los pantalones y le estaba pisando el largo cabello, obligándola a quedarse dónde estaba.

-¿Adónde te crees que vas? -dijo con una siniestra sonrisa en la cara.

-Me marcho -dijo ella, pero él recogió su pelo y tiró de ella atrayendola de nuevo a su lado.

-Ah, no, de eso nada.