La historia de cómo una simple compra termina en un servicio al cliente extremadamente personalizado... sodomizandome en mi cama.
Relato
E N V I O A D O M I C I L I O
Las cosas iban más o menos bien unos meses después de haberme mudado a mi nuevo departamento; tenía todo un poco revuelto, pero con los días fui encontrándole a todo su lugar hasta dejar el sitio en orden. El tiempo era algo que siempre me faltaba, y aunque mis horarios eran buenos, por un motivo u otro nunca tenía tiempo para un encuentro con amigas, o al menos un rato para mi misma. Ese viernes había vuelto del trabajo bastante sofocada y con intenciones de darme una ducha fría, cuando recordé que todavía no había hecho las compras de la semana y ya faltaban unas pocas horas para que cierre el supermercado.
Corriendo, agarré el teléfono y luego de marcar hice el pedido de todo lo que tenía que comprar, pidiendo que me lo trajeran a casa. Ya más tranquila luego de la ducha, fui a cambiarme y descansar un poco hasta la llegada del empleado del supermercado. Revolviendo el cajón de la ropa interior en busca de algo cómodo encontré todo el conjunto que use aquella noche en el escenario del boliche, con los cuatro chicos de color: el corpiño, la tanga y el portaligas con sus respectivas medias brillantes, todo blanco y tal cual estaba esa noche. Sentada desnuda en el borde de la cama, tomé todo el conjunto en mis manos, y apoyando la mejilla en él pensaba en silencio en las noches en que todavía era libre de ir a bailar. Al volver a recordar la noche en que usé esa ropa y lo que me hicieron en ese escenario, el corazón me dio un vuelco y me encendió como nunca, por lo que decidí usarlo nuevamente para recordar viejos tiempos y aventuras.
Dentro de todo era algo cómodo y tenía tantas ganas de usarlo que no me importó el cansancio. Recordaba más cosas de esa noche con cada prenda que me ponía, en especial con las medias y el portaligas, que siempre me dieron grandes satisfacciones. Mis sandalias blancas de taco aguja y una blusa de seda medio abrochada, holgada y suelta hasta por debajo de la cola, terminaron de vestirme para después ir a sentarme en mi sillón a seguir recordando, sin más nada que hacer.
El sonido insistente del timbre de mi puerta me sacó de mis pensamientos para dejarme paralizada de la sorpresa. Era el empleado del súper... Evidentemente el portero lo dejó pasar para subir directamente a mi departamento (eso explica por qué no sonó el portero eléctrico) y ahora lo tenía plantado en mi puerta. Desesperada y un poco nerviosa por no haberme vestido del todo, intenté ir a ponerme algo pero era tarde, además al ver lo que tenía puesto pensé en aprovechar la situación, por lo que salí a recibirlo así como estaba. Le pregunté el nombre y disculpándome por mi aspecto lo hice pasar. Eduardo (que así se llamaba), esforzándose en vano por ocultar una amplia sonrisa me dijo que no me preocupe, y enseguida le deje pasar para que acomode mi pedido. Era rubio y de ojos claros, de muy lindo perfil y con un cuerpo robusto y musculoso, producto del trabajo. Traté de que no viera como se me hacía agua la boca al mirarlo de pies a cabeza y debajo de su cintura, pero inevitablemente mojé la bombacha del calor. Entre bolsa y bolsa sentía su mirada recorrerme muy obviamente de pies a cabeza clavándose en mis ligas y luego en mi jugosa entrepierna, apenas cubierta al final de la blusa, pero más que nada en mis demasiado grandes pechos, que asomaban apretadísimos aún con los dos primeros botones desabrochados.
Ya se le había parado bastante, y a pesar de seguir mirándome tan descaradamente, aproveché que estaba arrodillado y me paré "distraídamente" de espaldas a él, agachándome a centímetros de su cara.
Ahora su mirada era más detenida pero tan lujuriosa que creí que me quemaba la piel; subía lentamente por mis piernas hasta fijarse en mi ya medio húmedo culo, dándome la impresión de que hasta podía verlo a través de la bombacha. Había un extraño silencio, y sin decir nada fui a la mesa a buscar el monedero para pagarle cuando creí escuchar el sonido de la traba en la puerta. No le presté atención, pero tampoco oculté mi sonrisa y me había puesto a contar la plata cuando de repente siento que me apoyan algo duro y grande por detrás. Sorprendida me doy vuelta casi sentándome en la mesa y Eduardo se me tira encima, ya sin pantalones y aprovechando mi blusa abierta y caída para comerme la boca de un beso. Apoyando la cola y las manos en el borde de la mesa, separo las piernas y levanto una de ellas para rodear su cuerpo mientras me saco el corpiño. Entregada, me recosté en la mesa y al ver el tamaño de tan enormes tetas se me tiró encima a besarme el cuello para luego bajar por mi piel hasta mis gordas pechugas, donde sus húmedos labios y su lengua hicieron las delicias en mis grandes pezones erectos. Excitándose cada vez más, me chupaba las tetas y me mordía los pezones con vigor, mientras yo me mojaba toda del deseo.
Sin poder aguantarme más lo abracé rodeándolo con ambas piernas, y el me llevó así a la cama, donde me sentó en la orilla a escasos centímetros de su abultada pija. Le bajé el slip de a poco y enseguida apareció ante mi una enorme y dura berga, gruesa, larga y colorada, que mí boca voraz no tardó en engullir. Debajo, dos hermosos huevos colgaban llenos de esperma, listo para mí. Corrí la piel con los labios empezando a descubrirlo y a mamarlo con todo mi arte, mirándolo a los ojos con toda su cabeza en la boca. Chupaba toda esa pija de ida y de vuelta, despacio, envolviéndola con mi lengua mientras mis labios la acariciaban apretadamente a lo ancho y a lo largo en cada movimiento. Chupaba sin parar, tragándola toda entera hasta taparme la garganta y luego hacia afuera, siempre despacio y con dedicación. Movida por la terrible calentura de tan espectacular mamada empecé a hacerlo mas rápido, tomándola por la base y comiéndome todo ese largo y grueso tronco, saboreando sólo la cabeza de vez en cuando, lamiendo y chupando esos colorados huevos que estaban cada vez más gordos. Estaba hirviendo del calor que me invadía. De lamer sus huevos subí a seguir chupándole la pija entre gemidos de toda clase, por lo que supe que ya la tenía tan dura como a mi me gusta.
Terminé de darle un buen chupón a la cabeza y luego de bajarme la bombacha empecé subirme a la cama hasta acostarme boca abajo con las piernas abiertas y las nalgas separadas, un poco nerviosa. Levanté el torso apoyada en mis antebrazos, dejando descansar mis grandes y gordos pechos sobre la sábana. No tenía el culo demasiado abierto así que me unté un poco de saliva con los dedos, para facilitar la entrada de tan enorme berga, ya mojada por mi boca. Con el pulso acelerado esperé ansiosa la penetración, que llegó enseguida y con un poco de dolor. Me forzó el ano hasta abrirlo y una vez que me metió toda la cabeza fue enterrándome toda la pija hasta el fondo de un solo empujón, haciéndome gritar a medida que avanzaba hasta acostarse completamente sobre mi espalda con toda la tranca metida hasta los huevos. Me sentía brutalmente empalada y llena por completo por un pito tremendo y grandioso, del que no esperaba menos que una espectacular cogida.
Al acomodarse sobre mí seguía haciendo presión adentro y su cipote se me clavaba aún más, haciéndome delirar de placer. Se incorporó hasta quedar sentado sobre mi culo y empezó a bombearme normal, pero con cierta fuerza, pronunciando cada entrada y llegando lo más adentro posible.
Gemía y gritaba como loca con los ojos cerrados y la cara contra la almohada mientras la cama entera se movía por las fuertes sacudidas que atravesaban mi colita abierta y enrojecida.
Sentía su berga dura entrar y salir de mi culo una y otra vez, agrandándome el agujero hasta el dolor y golpeándolo furiosamente con los huevos en cada arremetida, hasta que después de un rato cambiamos de posición; Eduardo se acostó y yo me senté sobre su berga para clavármela a gusto y gana hasta donde quería. Agarré su berga por la base y al apoyarla sobre mi ano su cabeza lo abrió nuevamente con mucha facilidad, mientras yo bajaba con las caderas hasta cubrirlo por completo, sentada sobre sus huevos. Los dos gozamos a lo loco, por su pija endurecida que me daba sin piedad y por mi culo estrecho que pedía por más, mientras él me agarraba de la cintura y yo empezaba a subir y bajar, con los ojos cerrados, mordiéndome el labio del placer. Al levantar los brazos para acomodarme el pelo sus manos dejaron mi cintura para apretar fuertemente mis pechugas, que subían y bajaban por mis movimientos, manoseándome y pellizcándome los pezones para volverme loca de calentura.
Nuestros continuos gritos y exclamaciones sumados a la presión en mis pezones y en mis pechos me hicieron inclinarme hacia delante para sentir su boca succionarlos y morderlos, envolviéndome de placer y lujuria como nunca antes, haciéndome mover y gritar de una manera casi salvaje. Así estuvimos casi veinte minutos, y su pija se inflamó hasta explotar de tal manera que me levanté de encima de él segundos antes de que acabara. Se paró enseguida, y masturbándose y gritando de placer delante de mi cara, su pito me escupió grandes y calientes gotas de semen que yo, sentada al borde de la cama frente a él, lamía levantando y juntando mis grandes tetas a medida que iban saliendo y que me empaparon de la frente a la barbilla. Aún habiendo tragado bastante y con la cara completamente cubierta de leche me acercó la boca al pito todavía acabando para que me lo comiera y así llenarme la boca de crema.
Escupió algo más, y eso comenzó a mezclarse con mi saliva y a hacerse más abundante dentro de mi boca a medida que yo chupaba. Con ambas manos sujetándome por la cabeza, se movía haciéndome mamar su gran pijota hasta la garganta, ahogándome un poco al tragar su leche y babeando el resto por las comisuras de mis labios, que ocupados en chupar esa tremenda manguera no podían contenerla más. Después de tragar todo el semen que no cayó sobre mis medias seguí chupando sólo para saborear un poco más aquella delicia antes de obligarlo a que me cogiera por el culo otra vez hasta reventármelo. Con la berga dura por la espectacular chupada que le di y sin siquiera limpiarme un poco la cara de su leche, me miraba ponerme en cuatro patas sobre la cama, abriendo las piernas y separando las nalgas para mostrarle el negro fondo de mi agujero y dejarlo abierto a su disposición, una invitación al placer.
Con el ano medio abierto y el pulso acelerado esperaba ansiosa la entrada de esa tremenda tranca, que no se hizo esperar para hacerme temblar de gusto. Me montó por detrás para abrirme el culo a la fuerza con su ancha y gorda cabeza, y entre gritos míos y puntadas en el esfínter terminó de atravesarme y de dejármela atorada bien adentro.
Sus fuertes manos me agarraron de la cintura y enseguida empezó a bombear enérgicamente, haciéndome sentir todo su tronco de principio a fin, huevos incluidos, que golpeaban mis nalgas en cada entrada aumentando mi calentura. Sentía su cipote endurecerse y agrandarse todavía más a medida que me cogía sin parar, lo que hacía más lento el bombeo; por lo que después de unos segundos de seguir así la sacó casi del todo lentamente para luego clavármela hasta lo más profundo, en una arremetida brutal que me dejó boquiabierta.
De gemir despacio pasé a gritar pidiéndole por más y más duro, duro por el culo y sin parar. A esa fortísima envestida siguieron muchas más, bombeándome durante un cuarto de hora de esa manera mientras yo, en cuatro patas, gozaba a lo loco gritando como una marrana por la espectacular enculada que me estaban dando. A medida que me la daba por el culo tan fuerte y sin piedad, de vez en cuando me daba una palmada en las nalgas y me las separaba para hacerme sentir que tan adentro me la estaba metiendo. Ardiendo de deseo seguía recibiendo esa enorme berga una y otra vez, mientras mis gordas tetas se sacudían violentamente hacia delante y hacia atrás y mi culo se colmaba de placer con cada empujón. Ya con las tetas notablemente hinchadas y con los pezones ardiendo de excitación, sentí una gran sensación de placer expandirse por todo el cuerpo, a la vez que Eduardo no paraba de dármela un poco más duro cada vez. Entre gemidos que parecían lamentos, mi placer aumentó y mi culo reventó en un orgasmo anal terrible, que disfruté como una puerca durante varios minutos. Temblando exhausta por semejante cogida, me dejé caer hacia delante para retomar el aliento, esperando ansiosa el momento en que la berga de Edu explote adentro mío.
Sin darme descanso, Eduardo gritaba bombeándome más corto pero rápido hasta que me la clavó profundamente como antes, gozando un gran orgasmo. De su cabezota inflamada salían largos chorros de leche caliente y espesa que mi colita tragaba sin parar hasta llenarse. Yo sonreía de placer con los ojos cerrados al sentir todo ese semen hirviendo fluir hacia mi interior cada vez más adentro, mientras su duro falo seguía llenándome la cola hasta rebalsar, enterrado demasiado adentro de culo en una mezcla de dolor y placer. Blancos hilos chorreaban de los bordes de mi enrojecido y dilatado ano, cayendo por mi entrepierna a la cama, mezclándose con mis jugos. Unos segundos después de tan abundante eyaculación, Edu bombeó un poco más antes de sacármela del todo, dejándome el culo roto y todo cubierto de leche. De mi enorme y negro agujero comenzaron a saltar blancos y pequeños chorritos hacia afuera, de toda esa leche que no se tragó y que todavía me quedaba adentro.
Mentiría si dijera que no lo disfruté. Rendida, me acosté tratando de recobrar el aliento mientras veía como Edu se vestía para volver al trabajo. Me hubiera gustado que se quede un poco más, ya que el fuego de deseo que llevo adentro es difícil de apagar, pero tampoco quería ser la causante de su despido, por lo que una vez vestido me puse la blusa otra vez y con las piernas temblorosas por tan brutal culeada le pagué por el pedido y lo acompañe a la puerta. Prometiendo volver y con un beso en la boca, me dio un apretón cariñoso en los pezones y se despidió de mí. Y yo, al volver a recostarme en mi cama y con la cola y la boca todavía sucias de semen, sonreía y me relamía satisfecha por el estupendo servicio personalizado de esta empresa.
Gretel entretenida mirando una película de dibujitos animados porno, aceptó que le hiciera el culito, al principio costó bastante, pero al final pude meterle mi badajo hasta los huevos. Fue el comienzo de una maravillosa relación, que hoy, ocho meses después está en todo su esplendor.
Relato erótico enviado por crayzzygary1 el 19 de September de 2018 a las 00:00:01 - Relato porno leído 262663 veces
Las cosas no siempre salen como uno las planifica, fue culeda de manera salvaje por nuestro joven invitado quien le dio con todo por donde ella no lo esperaba,
Relato erótico enviado por Anonymous el 10 de August de 2007 a las 09:27:54 - Relato porno leído 227740 veces
Uno de los momentos mas deliciosos de mi vida y tambien el mas pecaminoso porque sin importar que estoy casada le fui infiel a mi esposo con un albañil. Espero disfruten esta historia tal y como yo disfrute como me hizo el amor, espero sus opiniones.
Relato erótico enviado por Anonymous el 19 de December de 2011 a las 00:16:04 - Relato porno leído 217675 veces
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ADMIN
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:21) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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