Equipo de porristas 4

Al siguiente día me presenté en el gimnasio como nos lo habían dicho, ahí estábamos las 11 que quedábamos, la capitana con sus dos “mascotas”, sus dos inseparables amigas y el entrenador del equipo de fútbol americano.

Esta vez el entrenador fue quien nos entrenó, en los ejercicios de calentamiento nos hacía agacharnos y no perdía detalle del culo de todas, durante toda la sesión no dejaba de vernos con una mirada muy morbosa, la mayoría íbamos con un pants o mayas, algunas se les notaba la tanga o el bóxer a través del pantalón por lo que se estaba dando un festín con nosotras. Desde el principio noté que no dejaba de mirar a una de las amigas de la capitana, se llama Rubí.

Güerita, ojos verdes, encantadora no mucha bubbie pero sin duda su gran atractivo eran sus pompas, bien formadas, dignas de concurso.

Ella también no dejaba coquetearle con la mirada, traía una paleta y la lamía de manera muy sugerente cuando se sentía observada por el entrenador.

El entrenamiento terminó después de un par de horas, no nos dejaron bañarnos en las regaderas del gym por lo que todas nos dirigimos a nuestro edificio del campus. En el camino busqué a la capitana del equipo y la vi que iba ya muy adelantada del resto del grupo pero solo iba con una de sus amigas, faltaba Rubí, me imaginé donde estaba por lo que decidí regresar al gym con un pretexto tonto para que nadie sospechara.

En el gym no estaban pero el entrenador tenía una oficina personal medio escondida a un lado así que me dirigí para allá de manera silenciosa.

Desde que iba a llegar escuché sus voces así que fui más precavida. Al llegar a donde estaban los vi. El entrenador sentado en una silla y ella sentada en sus piernas. Él acariciaba su pierna descaradamente por debajo de la falda. Saqué mi celular y comencé a grabar a través de una ventanita que tiene la oficina, se veía muy bien y el audio sería de lujo. Ya antes había grabado a una de las amigas de la capitana, el estar atenta a sus movimientos rendía fruto y parecía ahora grabaría a Rubí en acción.

-Ya te dije, necesitamos tu ayuda- le dijo ella.

-¿Ahora qué hicieron?

-Es Nelly, reprobará historia porque tiene muchas faltas, y es de nuestras porristas así que no puede reprobar, pensamos que tú podrías hablar con el maestro…además hay otra cosa…

-Sí podría hablar con él, es gran amigo mío, y ¿Qué es la otra cosa que quieren?

-Bueno el sábado haremos una fiesta por la elección de las porristas y queremos que nos consigas las pastillas de la última vez, en verdad te prenden y te llevan al paraíso como nos dijiste.

-Se los dije, yo se lo que les consigo, bueno, y supongo tú eres mi paga de hoy para esos dos favorcitos.

-Sí

-Pues espero seas mejor que tu amiga de la otra vez, haber párate aquí.

Ella se paró frente al entrenador que la veía con  una mirada muy morbosa. Con un dedo le hizo una seña para que diera media vuelta a lo que ella obedeció.

El entrenador se paró y le arrimó su miembro a las nalgas de ella que puso una cara de sorpresa, le tocaba las bubbies desde atrás y Rubí hacía movimientos para pegarse más a él.

Se volvió a sentar y la jaló para que se acercara así de espaldas como estaba. Desabrochó los botones de la falda del uniforme de porristas y esta cayó al suelo. Ella quedó nada más cubierta por el calzón que usábamos debajo de la falda, aunque de un lado se asomaba un hilito, llevaba una tanga debajo del calzón. Muchas lo hacen para que no se les remarque el chochito con las coreografías.

-Empínate ahí-Le mandó el entrenador.

Ella obedeció poniendo sus bubbies en el escritorio y quedando totalmente empinada. El se paró y se le acercó por atrás. Le bajó el calzón, ya no la protegía más que la tanga blanca que llevaba que dejaba ver ese hermosos culo que tantos deseaban. Le dio una nalgada fuerte, ella gritó con el golpe.

-Calladita o te doy otra.

Volvió a azotarla y ella no pudo evitar el grito. Otra nalgada y otro grito. Ya tenía las nalgas rojas y se le notaban algunas lágrimas en los ojos.

-Ya por favor, me duele mucho, ya no quiero.

-Callate, se sienten las mejores de la escuela por ser populares, ahora siente que son iguales a todas, putas.

Otra nalgada y otro grito. A la quinta nalgada ella se mordió la mano por lo que no gritó y con eso acabó su sufrimiento. Lloraba desconsolada, tenía inclusive un poco de sangre en una de sus nalgas, pero esto a penas iba empezando.

Así como estaba, sintió que le hacían la tanga a un lado y sintío algo que intentaba entrar en su conchita.

Al principio fue doloroso pero poco a poco ese dolor se volvió placer, las embestidas del entrenador eran fuertes, violentas, ella daba pequeños gemiditos.

No podía creer todo esto, y por si fuera poco lo estaba grabando sin que ellos se dieran cuenta.

En un momento mientras la seguía cogiendo, intentó meterle un dedo en el culo y ella reaccionó de inmediato.

-Por el culo no, por favor, sabes que puedes hacer lo que quieras con nosotras menos por el culo.

-Esta bien, pero algún día las voy a romper a todas.

Ella no contestó nada y él siguió en lo suyo, la volteó, ella sentada en la orilla del escritorio con las piernas abiertas recibiendo lo que había ido a buscar. Le levantó el top que llevaba, no llevaba sujetador así que se pudo dar un festín con sus tetas, las chupo enteritas y se concentró en los pezones, ella se notaba ya súper excitada, estaba roja y sudada, sus gemidos ya no eran tan pequeños, a pesar del riesgo que tenían de ser descubiertos por alguien más.

El entrenador se volvió a sentar en su silla y ella lo montó dándole la espalda, sus pezones eran pellizcados mientras ella subía y bajaba sobre el miembro de su entrenador. Después de un rato el le ordenó que se hincara en el piso.

Su venida fue abundante, le lleno la cara, el cabello y también cayó en sus senos, ella puso cara de asco, supongo nunca pensó que sería tanto.

Le pasó servilletas y ella se limpió la cara y las bubbies pero no se percató que también en el cabello tenía semen. Comenzó a vestirse pero el entrenador le quito la tanga, “Con esto me quedo yo” a ella no le pareció la idea pero no le quedó de otra.

-Dile a tu capitana que por la niña esa no se preocupe, no reprobará y que el viernes pase por las pastillas, si quieres ven mañana y te pongo cremita en tus pompitas (y comenzó a reír burlonamente)

Ella no dijo nada y salió del gimnasio, por los pasillos todos la veían y le decían muchas cosas, ella no sabía porque pero se notaba nerviosa, imagino hasta que llegó a su cuarto habrá notado el semen en su cabello.

Por mi parte tenía a dos grabadas, me faltaba la capitana y el entrenador me iba a ayudar, tenía un video donde se cogía a una alumna y donde aceptaba distribuir drogas, espero eso me ayude.