Tenía 17 años y el placer de vestirme de mujer ya era una pasión para mí.
Relato
Tenía 17 años y el placer de vestirme de mujer ya era una pasión para mí. Vivía en un amplio departamento con mi familia. Los domingos era mi día preferido, mis padres, salían todo el día y yo aprovechaba para dar rienda suelta a mi pasión, transformarme en mujer todo el día.
Serían como las 10 de la mañana, cuando ya solo, empecé mi transformación, mi contextura física era chica, tenía bonitas piernas, una cintura chiquita y la colita dura, mi cabello, largo hasta los hombros y ondulado ya de por sí era muy femenino, todo esto ayudaba a que no me costara mucho tener una apariencia femenina. Primero el maquillaje, un poco de base, con un lápiz negro hacía un contorno de mis ojos y engrosaba las pestañas con máscara para las mismas, pinté mis labios con el rouge rojo y ponía un poco de rubor en mis pómulos. Luego, ya maquillada y pintada, elegía mi vestimenta entra las prendas de mi mamá y la mucama, aprovechando su día franco y de una contextura física similar a la mía.
Para ese día había optado por un hermoso conjunto de tanga y corpiño color negro, un portaligas del mismo color y unas medias muy bonitas también negras con fantasías. Rellené el corpiño con algodón y me puse un vestido negro, mini, muy ajustado, zapatos de tacos al tono y listo. El espejo me devolvía la imagen de una hermosa mujer, apetecible y sensual. Caminaba por la casa y el taconeo de los zapatos y el roce de las prendas me excitaban, como el día era muy primaveral, salí al balcón y me senté a disfrutar del sol, que acariciaba mi cuerpo, mientras fumaba un cigarrillo. Mi mente volaba y fantaseaba con estar con un hombre que me tomara entre sus brazos, que me besara y que me hiciese el amor, eso estaba, cuando siento unas manos acariciar mis hombros. Mil cosas surcaron en mi cabeza en ese momento, me descubrieron, no tengo excusa, me matan!...
-¡ Tranquilo!... o mejor dicho tranquilita, que no pasa nada.-
El corazón parecía salir desbocado por el susto, Osvaldo el empleado de confianza de mi papá, a quien le confiaba las llaves de mi casa, había venido a dejar unos papeles de negocio.
Me parecías, medio marica, pero no para tanto...-
....dejame que te explique...no es lo que parece...- por más que trataba de explicar, ¿quién podría creer cualquier excusa.
Por favor, no cuentes nada a nadie, te lo suplico_
Bueno_, me dijo Osvaldo, con una sonrisa muy pícara_-Vamos a ver que podemos hacer- me dijo y agregó- ¿sabés?, no estás nada mal. Es más, tenés una linda figura y la verdad, que te tengo ganas. Mirá, - me largó, - si te portás bien conmigo, no le cuento nada a tus padres, pero tenés que hacer lo que te pida. Además, satisfacer a un hombre debe ser lo que querés y eso es lo que quiero-
Mientras me decía estas palabras, sus brazos me fueron abrazando y su fornido cuerpo se pegó al mío.
La verdad, no sé si tenía miedo o realmente ya estaba empezando a disfrutar de la situación. Osvaldo era un tipo de 24 años, alto, de buen físico, morocho y simpático, entre sus brazos, quede extasiada y mi vientre sintió su bulto duro refregarse. Lo miré a los ojos, como asintiendo, abrí mi boca y me besó. Su lengua se enjugaba con la mía y sus manos acariciaban mi cola, yo, con una mano me colgué de su cuello y con la otra acaricié su bulto. Me soltó por un instante y me tomó de una mano y me llevó a mi dormitorio.
Mi excitación iba en aumento, lo abracé y lo besé largamente, sus manos desabrocharon el vestido que llevaba puesto y el mismo cayó al piso, quedé con la ropita interior y los zapatos puestos. Me separé un instante y le saqué la remera, desabroché su pantalón, mis manos buscaban el botín, y lo encontraron, bajo el bóxer, una enorme pija dura y caliente saltó apuntándome, mis dos manos no terminaban de cubrirla, me agaché y de rodillas, comencé a chapársela, su cabeza tocaba mi garganta y comenzó a meterla y sacarla de mi boca, era soberbia la mamada que le estaba brindando, su poronga, parecía reventar, sus venas se sentían al roce de mi lengua. Así, arrodillada se la chupé un rato largo, hasta que me apartó un instante y me acostó, se acostó sobre mí y mientras me besaba, su pija se metía entre mis piernas, luego me hizo ponerme en cuatro, como un perrito, él detrás de mí, corrió la tanguita hacia un costado y con saliva, comenzó a meterme un dedo en el culo, luego lo sacó y su lengua prácticamente, perforó mi hoyo mientras yo hervía de la calentura. Siguió jugando con sus dedos, un rato más, yo no daba más, ya no quería ni dedos ni lengua.
Tomando su choto con una mano y apuntándolo a mi culo - ¡¡cojeme, metémela toda, partime, por favor!! –
La cabeza de su pija apretó en mi hoyito y comenzó a penetrar, mis gemidos, mezcla de dolor y placer, lo hicieron embestirme, en un movimiento la tuve toda adentro, de mis ojos brotaron lágrimas y mordiendo la almohada, ahogué el grito de dolor, sentí sus gordos huevos chocarme y comprendí que no quedaba nada por meter. El dolor, desapareció, y los leves movimientos de mete y saca fueron dando paso al placer.
-Mirá la putita como goza, así guachita, cométela toda...- repetía, mientras su gruesa pija me penetraba sin compasión. La verdad, Osvaldo era un macho increíble. Sus movimientos se aceleraban y a veces disminuían, de pronto me la sacaba y sentía un vacío enorme, pero enseguida, me penetraba con vehemencia y comenzaba unos movimientos circulares, que me hacían delirar.
Me sentía una puta total, mis nalgas eran sometidas a palmadas para seguir el ritmo de la formidable cojida que me estaba dando o me las agarraba para acercarme o alejarme a su voluntad. Después de varios minutos, me la sacó y me dio vuelta, dejándome acostada de frente a su cuerpo, tomo mis tobillos y me abrió las piernas, dejando mi hoyo totalmente dilatado a su disposición, su pija entró con facilidad y su pistoneo fue aumentando en intensidad, sentía sus huevos, chocar contra mis nalgas. Así como me tenía ensartada, me levantó, tomando mi espalda y quedé sentada sobre sus piernas recogidas y tomándome por la cintura me hacía subir y bajar, haciendo que su choto entrara y saliera de mi culo. Luego, me hizo ponerme en cuatro en el borde de la cama y Osvaldo, parado detrás de mí, tomándome de mi cintura, me penetró y empezó a martillar con su dura herramienta, mi culo hervía y sus movimientos eran cada vez más acelerados, así hasta sentirlo gemir y golpear con fuera su choto contra el fondo de mis entrañas y chorros de leche me fueron inundando, era como si nunca dejara de acabar. Sentía como cada disparo de semen caliente se depositaba dentro de mi cuerpo. Mientras, no dejaba de decirme: - puta, que culo, todo para mí, te voy a recoger...- y vaya que me estaba cojiendo.
La sacó semi blanda, me abalancé sobre su pene y lo besé y lo chupé hasta que perdió totalmente su dureza.
Quedamos tirados en la cama, un rato largo y charlamos, y nos besamos y acariciamos. Muy pronto su pija recobró los bríos iniciales y me acostó boca arriba nuevamente, esta vez su pija llenó mi boca hasta el fondo, le chupé la pija con pasión, quería más, no me había alcanzado con la espectacular cojida que hacía unos minutos me había dado. La sacó de mi boca y me puso boca abajo, abrió mis piernas con sus rodillas y de pronto sentí como su choto, otra vez durísimo, me penetraba salvajemente. Su cuerpo, sobre el mío me hacía sentir muy chiquita, y su pija martillándome sin parar, me daba la sensación de ser la puta más feliz. Después me puse en cuatro y como a una yegua me montó, cojiéndome durante largos minutos. Esta vez, después de varias poses más, la sacó de mi culo, me dio vuelta nuevamente y como empezamos, me la metió en la boca y con movimientos de meta y saca fue largando una espesa crema que golosamente, fui tragando hasta que su choto, perdió consistencia nuevamente.
¡Que domingo!, durante varios meses, Osvaldo me atendió como una puta se merece, me dio duro y parejo hasta el cansancio. Los domingos, era nuestro día, yo me vestía de nena para él y cojíamos como desesperados hasta desfallecer. Hace años que no lo veo, pero entenderán por que lo recuerdo tan bien.
Un beso para todos y si quieren escribirme, pueden hacerlo a trabi69ar@yahoo.com.ar
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 120862 veces