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Eres toda un culito

Relato enviado por : x360 el 14/01/2005. Lecturas: 3865

etiquetas relato Eres toda un culito .
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Resumen
Esa era la frase que alguien le había dicho a Clara unos días atrás y todavía la tenía indignada. Yo entendía perfectamente a quién la había pronunciado.


Relato
Eres toda un culito
"Eres toda un culito"

Esa era la frase que alguien le había dicho a Clara unos días atrás y todavía la tenía indignada. Yo entendía perfectamente a quién la había pronunciado.

Clara era la recepcionista de una de las empresas a las que yo servía de correo. Cada mañana yo llevaba y recogía correspondencia. Clara no me había hecho nunca mucho caso, pero me tenía platónicamente enamorado.

Enamorado no es la expresión más apropiada. Encoñado se acercaría más, aunque no había tenido ocasión de acercarme a su coño. Platónicamente encoñado suena muy poco platónico.

Para ser más claro: me ponía a mil por hora.

Su cara, su sonrisa, su larga cabellera rubia, me cautivaban. Ver su cuerpo me excitaba aún más.

Su culo era inigualable. Era la parte de su anatomía con la que hipnotizaba inevitablemente a cualquiera que tuviera ocasión de verlo bamboleante mientras iba a anunciar a un visitante o a recoger algún documento que debía entregar.

Vistiera como vistiera, yo cada mañana se lo repasaba sin perder detalle. Redondo, amplio, apretado, delicioso.

Indescriptible era la mejor manera de describirlo. Irresistible, la mejor manera de definirlo.

Simpática por naturaleza, cada mañana Clara me recibía con una sonrisa. Siempre tenía cosas que contar. Nunca me interesaban, pero las escuchaba como si fueran lo más importante que nadie me hubiera confesado nunca. Me parece que ella pensaba que éramos amigos.

Muchas veces compañeros de Clara me habían pillado con la mirada perdida fija en su culo mientras iba a buscar los documentos que yo iba a recojer. Nadie había montado un escándalo por ello. En general, esos compañeros solían seguir mi mirada con el mismo aire de ensoñación que yo transmitía.

Clara.

Que culo.

Me había pillado hipnotizado muchas veces. Aquella mañana fue una más. Ella se reía.

"¿Que te pasa? Parece que hayas visto un fantasma!"

No dije nada. Me reí con una risa forzada.

Que culo.

El resto de su cuerpo también me gustaba mucho. La cabellera rubia larga enmarcaba una cara de amplia sonrisa y dientes blancos. Ojos azules de mirada intensa. Pechos pequeños que sabía destacar con ropas que los ceñían o bien los cubrían con elegancia. Sus piernas, no muy largas y que nunca había tenido la oportunidad de ver descubiertas, servían de perfecto soporte como columnas que daban paso a sus deliciosas caderas y a ese maravilloso culo.

Ese dia vestía unos jeans que lo ceñían de forma explosiva. Una camiseta naranja sin mangas ceñía su torso, dejandome ver las tiras de un sujetador blanco. Su piel ya estaba morena después de unas semanas de buen tiempo.

Me enamoró otra vez con su sonrisa cuándo llegué.

En cuánto desapareció a buscar la correspondencia que yo iba a recoger, mi mirada siguió aquellas nalgas bamboleantes, apretadas dentro de unos jeans perfectos. Un cuarto de talla demasiado ajustados, que es cómo mejor se destacan las siluetas cómo las de Clara.

Toda un culito.

"Estan arriba, en el archivo" me dijo refiriéndose a unas carpetas antiguas que aquella mañana tenía que llevarme.

"¿Me ayudas a buscarlas?"

Claro. La seguí escaleras arriba al altillo dónde un montón de documentos antiguos acumulaban polvo.

Sus caderas cerca de mi cara ascendiendo por la empinada escalera me excitaron al máximo. Mi boca estaba tan cerca de aquél delicioso culo que me costaba no mordérselo.

Llegando arriba, Clara empujó la trampilla del altillo. Pese a que enseguida se levantó franqueándonos la entrada, no pude evitar hacer ver que la ayudaba. Mi mano empujó su nalga, simulando buscar la entrada al archivo.

La tela de sus jeans era rugosa, cálida y rellenada por una carne prieta que mi boca quería lamer y mi polla deseaba follar.

En el altillo, la poca luz y la poca altura del techo hicieron que, inclinada, Clara se apretara contra mi. Mis brazos la rodearon. Sentía como aquél culo perfecto se clavaba contra mi. Era imposible que no hubiera notado mi erección.

Encendió la luz y aflojé mi abrazo, convencido de que se iba a apartar de mi.

En lugar de eso, su culo se clavó con más fuerza contra la erección de mi pene. Besé su cuello y olí su larga cabellera rubia.

Mis manos, incapaces de creerse la suerte que tenían y convencidas de que pronto algo interrumpiría su exploración, aprovecharon para recorrer el delicioso cuerpo de Clara.

La rugosa tela de sus jeans dónde estos cubrían su vagina no estaba humeda todavía pero desprendían una mayor calidez.

Bajo la tela de la camiseta naranja y el innecesario sujetador, los pechos pequeños agradecían las caricias de mis manos y sus pezones puntiagudos se estremecían cada vez que mis dedos jugaban con ellos.

Nuestras bocas se besaban con lascivia. Me encantaba sentir su lengua en mi boca y lamer sus dientes. Nos turnábamos mordiéndonos los labios mientras nuestras manos iban despojándonos mutuamente de nuestras ropas.

Desnudos, Clara era aún más irresistible. Estaba de muerte, se la mirara por dónde se la mirara.

Quería comérmela. Besarle los pechos y comerle el coño hasta que explotara en mi boca.

Quería que me la chupara. Que su rubia cabellera cosquilleara mis huevos mientras sus labios besaban mi capullo y con su mano jugueteaba hasta introducir su dedo en mi ano.

Quería follar su rubia vagina y corrernos mientras nos besábamos apasionadamente mientras mis manos disfrutaban de sus menudos pero firmes pechos.

Pero sobre todo, quería follar ese culo. El culo de Clara. Toda un culito.

Mis manos le hicieron dar vueltas mientras nuestras lenguas se besaban. Yo le acariciaba los pechos y Clara me lamía la cara. Conseguí que su cuerpo se detuviera de forma que mi pene se clavó entre sus nalgas mientras seguíamos besándonos.

Soltó una exclamación de sorpresa, pero su boca no abandonó la mía. Mi pene siguió frotándose contra aquél impresionante trasero, buscando su agujero. La tenía abrazada por el cuello, besando su boca con mi lengua que se le introducía hasta dónde llegaba. Mi otra mano pellizcaba sus pezones, acariciaba sus pechos y mis dedos se introducían en su muy mojada vagina con facilidad, sintiendo su clítoris palpitante de excitación.

Mi cuerpo la apretó contra uno de los archivadores. Mi boca besó su nuca, apartando con la cara su larga cabellera rubia. Mis manos seguían jugando con sus pechos y su vagina.

Mi boca descendió por su espalda. Con los dedos en su vagina, la tenía a punto del orgasmo. Mis labios se cerraron sobre su clítoris.

Clara gimió de gusto e intentó forzar mi cabeza más profundamente entre sus muslos. No fui capaz de resistirme. Con un dedo dentro de su ano, mi lengua penetrando su vagina con tanta rapidez como podía y mi otra mano sobando sus pechos, le dí un orgasmo que la hizo gemir de placer.

Mi lengua siguió jugando con aquél templo que flanqueaban las columnas de las piernas de Clara. Su vagina era la entrada de peregrinos y misioneros. Mi polla buscaba abrir una puerta que llevaba muchos años cerrada.

Con la lengua seguí estimulando su ano. Sus manos me hicieron incorporar. Mi cuerpo siguió pegado al suyo. Besando su espalda, mi polla se volvía a clavar entre sus nalgas.

Sentir cómo la punta de mi pene establecía conexión con la entrada del ano de Clara fue una sensación incomparable. Nada de acoplamientos entre naves y estaciones espaciales puede acercarse a lo que sentí yo, ni de lejos.

Resistí durante unos segundos la excitación insoportable. Me iba a correr. Mis manos agarraron las caderas de Clara y la apretaron más contra mi. Mi cuerpo forzó mi pene contra la calidez de su culo. Su ano se abrió a mi embestida y me sentí explotando de placer dentro del fabuloso culo de Clara. Yo bombeé con fuerza y, aprovechando aquella ocasión única, disfruté del mejor sexo anal con el que he gozado nunca.

Toda un culito.

Clara.
 

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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