Si lamentablemente cuando tomaba de más, me atrevía hacer cualquier cosa. La primera vez que me sucedió estudiaba en la Universidad, y en una fiesta de celebración de no sé qué cosa, bebí de más por primera vez en mi vida, esa noche terminé haciendo un montón de locuras, entre ellas acostándome con la mayoría de los chicos que estaban aun al finalizar la fiesta, y todo porque uno de ellos, estando yo ya bien borracha me retó, diciéndome que no me atrevía hacerlo. Debido a eso gané una fama de puta en el colegio universitario, que aun hoy en día muchos de mis ex compañeros y compañeras de clase no olvidan.
Relato
Pero eso no es lo peor de todo, en ocasiones me despertaba en una habitación, quien sabe dónde y acostada con quien sabe quién. Pero eso con la excusa de que no me acordaba de nada, o de que me han violado, aprovechándose de mi condición, no quedaba tan mal parada.
Aunque la realidad es que si me acuerdo de todo, pero en esos momentos, no pensaba en las consecuencias, sencillamente hacía lo que se me antoja, cosas que buena y sana no me atrevería hacer por nada en el mundo, pero ya cuando comenzaba a beber, no había quien me parase.
Traté de sencillamente beber poco, pero el resultado era siempre el mismo, traté de no beber nada, y mientras no lo hacía estaba bien, aburrida, pero bien. Apenas probaba un poco, ya no había quien me detuviera, y volvía a caer en las mismas situaciones de siempre. Bailando sola, quitándome la ropa sin importarme quien me esté viendo, y dejando que los que las personas que se encontrasen conmigo, hicieran lo que se les antoje.
Recientemente me mudé fuera de la ciudad, ya que la cara se me caía de vergüenza constantemente, en la urbanización donde vivía me enteré, que me decían, la puta de la casa blanca. Es más en una ocasión hasta la policía llegó a allanar mi casa, por los desordenes que ahí se formaban. Pero gracias a Dios, ese día aun no había comenzado a beber.
Al mudarme compré una pequeña finca, más que todo por no tener vecinos cercas, y el primer viernes que pasé en la casa sola, para celebrar abrí una cerveza y comencé a beber, pero estando sola, cosa que rara vez había hecho. Así que luego de la primera me tomé la segunda y la tercera, y continúe sin llevar la cuenta, serían como las doce de la noche, que me dio por salir a caminar por la finca, llevándome varias latas de cerveza. Para seguir bebiendo a medida que caminaba por los alrededores de la casa.
Al poco rato sentí un calor inmenso, pensé que se debía a que estábamos en verano, y sin pensarlo mucho me quité el vestido que cargaba puesto y a los pocos minutos, terminé por quitarme las pantis y el sostén, quedando completamente desnuda, bajo la luz de la luna, mientras continuaba bebiendo cerveza y caminando por la finca. Como estaba bien clara de que me encontraba sola, no me preocupé porque alguien me fuera a ver desnuda, y si alguien me hubiera estado viendo, la verdad era que no me importaba.
Tal y como me encontraba me dieron ganas de orinar por lo que me agaché para hacerlo, y una vez que terminé me senté sobre una laja de piedra que se encuentra tras la casa. Tras terminar de beber una de las latas de cerveza que cargaba, me recosté sobre la laja de piedra, mientras mis piernas quedaron separadas y colgando hasta el suelo. Ya me estaba quedando dormida, cuando sentí que alguien me estaba tocando mi coño divinamente, y al abrir los ojos, esperando ver a un hombre que deseaba aprovecharse de mí, lo que me encontré fue con un perro sato grande que por lo visto segundos antes había estado olisqueando y lamiendo mi coño.
El animal al sentir que yo me senté, de inmediato reaccionó retirándose de mí con el rabo entre las piernas, mientras que yo, también me llevé tremendo susto al verlo, pero aun y así me le quedé viéndolo a la luz de la luna, casi de manera automática me abrí una de las latas de cerveza que tenía a mi lado, y tras darme un largo trago, seguí viendo al perro.
Fue en ese mismo instante que se me ocurrió preguntarme a mí misma, cómo sería hacerlo con un perro. De momento, como que recordé el sin número de veces, que me había acostado con hombres y mujeres que ni conocía, y que en ocasiones lo había hecho con más de una persona a la vez. A medida que iba recordando algunas de las locuras que he hecho, comencé acariciar mi coño, con la yema de los dedos de mi mano izquierda.
Quizás por lo borracha que estaba, seguí preguntándome mentalmente como sería hacerlo con un perro, al fin y al cabo después de todas las locuras que había hecho, esa era una que aun no probaba. Así que saqué mi mano de mi coño, me la llevé hasta mi nariz y sentí el penetrante aroma de mis propios jugos vaginales, lo que a pesar de mi borrachera, me excitó mucho, y alargando mi mano en dirección hacia el perro, comencé a llamarlo, diciéndole. Amigo acercarte, ven aquí. El perro lentamente comenzó acercarse a mí, mientras que yo mantenía mi mano extendida hacia su hocico, y mis piernas bien abiertas.
Al poco rato el perrote, ya estaba no tan solo oliéndome los dedos, sino que al tiempo que movía su rabo intensamente, había comenzado a lamerlos. Al tiempo que yo seguía llamándolo amigo, comencé acercar mis dedos nuevamente a mi abierto coño, y de estar oliendo y lamiendo mis dedos pasó rápidamente a oler y lamer mi vulva. Sentí su áspera lengua lamiendo y acariciando, una y otra vez mi clítoris, cosa que me causó un inmenso placer. Yo no tenía ni la menor idea de que hacer, por lo que simplemente permanecí sentada sobre la laja de piedra, mientras el perro continuaba lame que lame todo mi coño profundamente.
Pensé de momento ponerme en cuatro, tal cual si fuera una perra y dejar que él continuase. Así que lentamente mientras él continuaba lame que lame, me fui dando vuelta, hasta quedar con mis rodillas y mis tetas pegadas a la laja de piedra. Casi de inmediato el perro dejó de lamer mi coño para tratar de subirse sobre mí, cosa que hizo con suma facilidad como si anteriores ocasiones él y yo ya lo hubiéramos hecho. Sentí su caliente y puntiaguda verga penetrando mi coño, y el placer que me produjo fue algo tremendo, sus patas delanteras me sujetaban con fuerza contra su cuerpo, y hasta sentí que me dio algunos arañazos en mis muslos con sus patas traseras, pero no les puse la menor atención en ese instante, era tan y tan rico lo que estaba sintiendo, como ya les dije, no le presté mayor atención a eso.
Mi amigo de cuatro patas me tenía bien calzada, y moviéndose con mucha energía, con fuerza, y rapidez, cuando de momento en medio del gran placer que sentía, comencé a sentir algo mucho más rico, era como si de momento su verga se hubiera agrandado, al sentir ese placer tan intenso, me puse a gritar de alegría como una loca. Y mi amante de cuatro patas, sin dejar de meter y sacar su tremenda verga de mí coño, me produjo un sin número de orgasmos como nunca antes había disfrutado.
No piensen que soy exagerada, pero a medida que fue derramando toda su caliente leche dentro de mi vagina, yo fui sintiendo como me iba llenando toda por dentro. Yo estaba súper agotada, y el perro estando sobre mi se volteó, por lo que prácticamente quedamos culo con culo. Fue en ese instante que me di cuenta de que olía, o mejor dicho apestaba a perra, ambos nos quedamos quietos, ya me había quedado prácticamente dormida cuando después de casi media u hora o más tiempo, sentí que extrajo su verga de mi coño, y casi de inmediato lo sentí lamiendo nuevamente toda mi vulva, y gran parte de mis muslos, con su áspera lengua, como que recogía el semen que de mi coño chorreaba. Yo que estaba acostada sobre la laja de piedra, vi que su verga oculta dentro de su piel, y de momento que me provocó tenerla dentro de mi boca, así que comencé acariciar su barriga, y él se quedó tirado a mi lado patas arribas, así que a medida que le seguía haciendo cosquillas, fui agarrando y acariciando su oculto miembro, hasta que comenzó asomar su rosada punta de carne. Yo lentamente comencé a pasar mi lengua sobre su verga, y al poco rato ya se la estaba mamando, cuando sentí entre mis dedos que se había formado un inmenso y grueso bulto bajo la piel de su miembro. Yo seguí mama que mama, y al poco rato un gran chorro de leche me dio en la cara.
Por un largo rato me quedé recostada sobre la laja de piedra, dejando que mi nuevo amigo me lamiera por todas partes. Cuando recobré las fuerzas para levantarme, recogí mi ropa, y con ella me medio limpie, continué dando tras pies, mientras me dirigía a la casa, y tal y como me encontraba me quedé recostada sobre el sofá de la sala. Al despertar ya cerca de las tres de la tarde, la peste a perro la tenía impregnada por todo mi cuerpo, me di una buen baño, enjabonándome un sin número de veces, lavando mi coño con vinagre primero y agua oxigenada después. Al salir de la casa, lo primero que encontré fue al perrazo negro, moviendo su rabo alegremente. Supuse que no había comido, y le di algo de carne cruda, luego fui al pueblo, y compre jabón para lavarlo, al regresar a la casa le había traído comida para perro, un champú, y hasta unas gotas contra las pulgas y garrapatas.
Ya a eso de las seis de la tarde, aproveché y comencé a darle un buen baño, le saqué cuanto animalito tenía encima, lo volví alimentar, mientras lo bañaba y limpiaba me preguntaba a mi misma como era posible que hubiera dejado que ese animal me hubiera hecho todo lo que me hizo, y que para colmo yo terminase mamándoselo, y como de costumbre me dije a mi misma que eso fue culpa de mi mala bebida.
Después de eso comencé nuevamente a beber cerveza, ya a eso de las nueve o diez de la noche, nada más de verlo, y recordar todo lo que me hizo disfrutar, la noche anterior, sin tan siquiera pensarlo, me volví a desnudar completamente, y apenas lo llamé corriendo se montó en mi cama, mientras que yo permanecía con mis piernas bien abiertas dejando que me comenzara a lamer todo mi coño.
Bueno eso lo fui repitiendo casi todas las noches, y al siguiente día me volvía a decir a mi misma que todo era culpa de lo mucho que yo bebía, hasta que el martes, ya era algo tarde para salir a comprar, me di cuenta de que no tenía nada que beber en casa. Para bajar un poco la ansiedad que sentía, salí a caminar por los alrededores de la casa, mientras el perro que se había vuelto mi compañero en todo momento me seguía a pocos pasos, moviendo su rabo.
Ya el beber como que no me estaba haciendo falta, pero me di cuenta de que no dejaba de pensar en dejar que mi nuevo compañero me volviera a dar una buena lamida de coño. Pero ya no tenía la excusa de que estaba borracha, así que sin darle mucha cabeza, simplemente me quité la bata casera que estaba usando y me quedé completamente desnuda. El perro al verme comenzó a mover su rabo con mayor fuerza, ambos comenzamos a juguetear, y mientras que yo le comencé hacer cosquillas en la barriga, él se tiró sobre la tierra, y en cosa de pocos momentos era yo quien le estaba mamando su verga al perro. Luego me las arreglé para que en lugar de montarme, yo deje que su verga me penetrase agachándome sobre ella. Así es que me acepté que no me hacía falta estar borracha para disfrutar de mi amigo.
Hola saludos mi nombre es joselyn,
Tengo 43 anos ,
vivo en el DF,Mi marido es pablo tiene 52
anos ,Tenemos un hijo de 18 anos ,
Relato erótico enviado por Andytorres el 08 de December de 2015 a las 21:47:15 - Relato porno leído 145818 veces
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Por eso dedica 30 segundos a valorar Estando borracha hacía cualquier cosa….
Narrador
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:36) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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