Mi nombre es Indalecia, pero de cariño me llaman Inda, soy cristiana, y pertenezco a la iglesia pentecostal, protestante, o aleluya como también en ocasiones nos dicen. Aclaro eso porque entiendo que debo hacerlo. Además recién cumplí los 18 años, y estudio en la universidad.
Relato
Hace unos cuantos meses, a nuestra iglesia llegó un matrimonio, invitados especiales de nuestro Pastor, con el fin de que predicasen durante el culto. Dentro del ambiente cristiano, la pareja son muy conocidos, por lo que cuando me enteré, fui una de las primeras personas en llegar temprano al culto para estar lo más cerca posible de ellos dos, y no perderme nada.
Una vez que se inició el culto, Alina y Esteban hicieron acto de presencia. Después de las alabanzas, tomaron como tema, El Cantar de los Cantares. Quedé tremendamente impresionada, pero más que eso en ciertos momentos, al escucharlos a ambos, y ver el dominio que tenían del tema. Además la hermana Alina vestía un hermoso conjunto completamente blanco, compuesto por una larga y ajustada falda, aunque con una abertura a un costado que iba desde el ruedo hasta gran parte de su muslo, además de una semitransparente blusa del mismo color, y una pequeña chaquetilla, que realzaba su figura, además la forma en que su largo y casi rubio cabello caía sobre sus hombros, me impactó. Tanto que en ciertos momentos, llegue a pensar que era la mujer más hermosa que en mi vida había visto.
Por primera vez en mi vida, sin yo misma darme cuenta de lo que estaba haciendo, por suerte de manera discreta, llevé mi mano derecha, dentro de mi larga falda, y a medida que los escuchaba, y los veía moverse frente a todo el auditorio, no sé porque comencé acariciar mi vulva, pero a los pocos segundos, ya que me pareció que la hermana Alina, como que había dado cuenta de lo que yo estaba haciendo, por esa misma razón fue que me di cuenta de lo que tenía gran parte de los dedos de mi mano derecha introducíos dentro de mí coño, y rápidamente dejé de hacerlo, rogando a Dios de que nadie se hubiera dado cuenta, y regañándome a mí misma, por haber comportado de esa manera tan rara.
Al final de su participación Alina fijando su mirada en mi, dijo. Aquel hermano o hermana, que desee o necesite que mi esposo o yo le aclaremos algún punto, siéntanse en la plena confianza de hablar con nosotros, fuera de iglesia. Yo sentí un raro escalofrió por todo mi cuerpo, para mí era como si Alina me hubiera dicho claramente que hablase con ella, por lo que apenas pude, ya estando fuera, me le acerqué a ella y de inmediato, dejó de atender a otros feligreses, para hablar conmigo.
Me presenté, y apenas habíamos intercambiado unas cuantas palabras, cuando su esposo Esteban se nos acercó y Alina me lo presentó, diciéndole. Esposo mío, ella es Inda, una de las hermanas de esta iglesia, y yo estaba pensando que la podríamos invitar a que almorzara con nosotros, y así aprovechamos y aclaramos sus dudas. Yo me quedé sorprendida, tanto por la invitación, como por la manera tan dulce que se refirió a mí. Ya que al mismo tiempo que dijo esas palabras, cariñosamente me dio un abrazo y un tierno beso en mi mejilla.
Yo estaba súper contenta, tanto que ni tan siquiera le comuniqué a mi madre, ni a mi novio, nada de la invitación. Así que los tres nos fuimos en un taxi, hasta el lujoso hotel donde se encontraban. El almuerzo me encantó, pero al final, Esteban pidió una botella de vino, yo no pensaba tomar nada, pero cuando Alina me comentó que el pecado del vino es cuando las personas toman hasta emborracharse, pero cuando es por compartir un buen momento, no. Así que a medida que yo fui planteándoles mis preocupaciones, en torno a mi novio y yo, ya que les confesé que ocasionalmente teníamos relaciones sexuales. Alina me escuchó con mucha atención, pero de momento Esteban se levantó de la mesa y tras disculparse, dijo que iba a atender a una persona.
Alina pidió la cuenta, y me propuso que subiéramos a su habitación para estar más cómodas y poder hablar con tranquilidad, sin estar pendientes a que otras personas nos pudieran escuchar. Yo encantada de la vida acepte de inmediato, y ya en su habitación continuamos charlando, yo contándole mi preocupación porque mi novio, apenas me penetraba de inmediato se venía. Alina me comentó que debe ser por la ansiedad, pero que una vez casados, lo más probable era que eso se le pasara.
Fue cuando Alina me pidió permiso para mientras aun conversábamos darse un refrescante baño. Yo pensé que no era quien para decirle que no, así que de inmediato delante de mí, ella comenzó a quitarse toda la ropa. Lo que les confieso que me impresionó, ya que aun desde bien niña, mi madre no nos permitió ni a mí ni a mis hermanas menores que nos bañásemos juntas.
Lo cierto es que al ver el bello cuerpo de la hermana Alina completamente sin nada de ropa, me sentí raramente atraída por ella. Además a diferencia del resto de las hermanas de la congregación y de mi propia persona, el cuerpo de la hermana Alina se encontraba completamente depilado, sin un solo pelo o vello, ni en sus axilas, piernas, ni sobre su vulva. Ella entró a la ducha, pero a pesar de estar bajo la ducha, no dejaba de escucharme, y de comentar, o darme un buen consejo, cuando de momento me pidió que por favor le ayudase a enjabonase la espalda. Yo no podía negarme, así que después de que tomé el jabón y una pequeña toalla, comencé a enjabonarla, cuando de momento ella accidentalmente, al darse vuelta separar sus piernas, mojo gran parte de mi vestido, eso la hizo sentir muy avergonzada, y me propuso que mientras mi vestido se secase, podría darme un refrescante ducha en su compañía, por lo que me invitó a que la acompañase, bajo la ducha.
Aunque dudé en hacerlo, finalmente acepté, pero al estar de pie frente a la ducha me sentí avergonzada, no tan solo por la falta de costumbre de estar completamente desnuda, sino más bien por la matas de pelos que tenía bajo mis axilas, mis piernas y desde luego que mi peludo coño.
Fue cuando Alina me dijo en un tono suave y comprensivo, no te avergüences, tienes un hermoso y muy bello cuerpo, que te lo ha dado Dios. Así que bajo la refrescante agua de la ducha aunque llena de vergüenza, acompañe ha Alina, yo le enjaboné su espalda, ella la mía, y poco a poco fuimos enjabonando mutuamente el resto de nuestros cuerpos, hasta que de momento, cuando ella me comenzó a enjabonar entre mis muslos, me plantó un tremendo beso, al tiempo que su mano se deslizó dentro de mi coño.
Yo me sorprendí, pero en lugar de rechazarla y separarme de ella, me quedé muy quieta, y hasta creo que sin darme cuenta de lo que hacía hasta separé más mis piernas. Con el agua cayéndonos sobre nuestros desnudos cuerpos, la hermana Alina y yo seguimos besándonos y acariciando mutuamente, hasta que ella de manera gentil, me fue conduciendo hasta su cama, en la que las dos tras recostarnos desnudas continuamos disfrutando la una de la otra. Yo en mi vida había pasado por algo semejante, el placer que me proporcionaba la hermana Alina, era algo del todo nuevo y gratificante para mí.
Cuando pensaba que ya había conocido todo, Alina con su boca y lengua fue recorriendo mis senos, luego sin dejar de acariciar mi vulva y mi vientre, sentí su lengua sobre mi ombligo, para luego finalmente de tener su boca y lenguas, dentro de mi peludo coño. Sus dedos separaron los vellos de mi vulva, y de inmediato disfruté de una rica y muy particular experiencia sexual.
Mientras Alina divinamente continuaba produciéndome ese gran placer, yo al notar que se había movido y su coño quedó frente a mi boca, tímidamente al principio, comencé a pasar mi lengua por toda su vulva, pero como al mismo tiempo ella no dejaba de mamar la mía.
Las dos nos estábamos revolcando en su cama besándonos mutuamente, disfrutando de todo lo que ella quería hacerme. Cuando de momento se abrió la puerta y apareció Esteban su esposo. Yo me quedé congelada sin saber qué hacer, el predicador nos había encontrado en la cama a su mujer y a mí, disfrutando desvergonzadamente la una de la otra. Yo estaba a punto de estallar en llanto, tratando inútilmente de ocultar mi total desnudes con mis manos, cuando Alina con toda su calma se levantó de la cama y tan desnuda como estaba se acercó a su esposo, y sin decir una sola palabra ambos se besaron intensamente. Estaba bien segura que él había visto a su mujer mamándome el coño, pero por lo visto eso a él no le importó realmente.
Después de un largo y profundo beso, entre ellos dos, Alina regresó a la cama junto a mí, diciéndome nuevamente. No te avergüences de tu cuerpo, y permite que Esteban lo aprecie y disfrute lo mismo que lo he hecho yo. A medida que la hermana Alina hablaba su marido se fue despojando de toda su ropa, y al terminar de desnudarse se ha metido en la cama junto a nosotras dos. Por un rato tanto él como ella volvieron a besarse, de manera bien salvaje, mientras que yo los observaba, pensando en si me iba o me quedaba. Alina al ver mi cara, como que se dio cuenta de que no me decidía que hacer, así que dejando de besar a su marido, pasó por encima de él, y continuó besándome ardientemente.
A medida que la hermana Alina entre beso y beso, acariciaba mi peludo coño, y olía profundamente mis axilas, su esposo comenzó a masajearme las nalgas, y creo que con su propia saliva mojó sus dedos, los que uno a uno suavemente me fue introduciendo por mi ano. Yo no sabía ni que pensar, deseaba intensamente que todo eso continuase, al mismo tiempo no dejaba de pensar en que estaba pecando, pero más pudo el placer que cualquier otra cosa, ya que en cierto momento fui yo la que le ofreció su coño a Esteban, deseosa de ser penetrada, al tiempo que Alina me colocaba su depilada vulva sobre mi cara, y yo se la mamaba tal como ella me lo había hecho a mi más temprano.
Cuando Esteban comenzó a penetrarme, si con Alina yo había descubierto algo completamente nuevo para mí, con su marido me pasó algo similar. Por las cortas experiencias con mi novio, a medida que fui sintiendo el miembro de Esteban, el placer que fui sintiendo fu inconmensurable, no lo podía creer, no sé realmente cuanto tiempo estuve disfrutando de la verga de Esteban, pero de lo que si estoy muy segura que fue muchísimo más, que lo que el pobre de mi novio aguantaba, yo por mi parte además de mamar como una loca el coño de Alina, movía mis caderas restregándolas con fuerza contra el cuerpo de su marido, al punto que nuevamente disfruté de múltiples y muy húmedos orgasmos.
Yo estaba como borracha pero de sexo, cuando Esteban me preguntó si podía introducírmelo por detrás, en mi vida ni tan siquiera pensado en ello, pero en el estado que me encontraba no dude en decirle que sí, por lo que sacó su verga de mi mojado coño, lugar que ocupo nuevamente la boca de Alina, y tras acariciar mis nalgas por un corto rato, sentí nuevamente sus dedos entre mis nalgas, y a los pocos segundos el calor y dureza de su glande, penetrándome por el culo. No les negaré que hasta se me saltaron unas cuantas lágrimas, y en cierto momento estuve a punto de pedirle que se detuviese, pero al poco rato el dolor le dio paso a otro placer que yo desconocía completamente, así que mientras Alina me volvía a mamar el coño, su marido divinamente me rompía el culo.
Yo me encontraba tan llena de deseo, que cuando Esteban estuvo a punto de venirse, y sacó su verga de entre mis nalgas, cuando me la coloco en la boca, yo se la comencé a mamar hasta que finalmente sentí como su semen invadía mi boca y garganta. Después de eso me quedé casi dormida, recuperando fuerzas, mientras que Alina y él se dieron un baño. Al ellos terminar, Alina me pidió que por lo que yo más quisiera, no hablase de lo sucedido entre nosotros con nadie, luego yo me bañe y tras vestirme, ambos me acompañaron a tomar un taxi a casa. Después de ese día ocasionalmente cuando visitan la ciudad, yo los acompaño, y entre los tres disfrutamos intensamente. Mi novio y o terminamos, él no quería que yo siguiera estudiando en la universidad, donde por cierto he tenido la oportunidad de conocer a otras parejas.