Fantasias 5. El lavador de cadaveres

Mauro, tan vacío el nombre como el ser que lo llevaba. Aun así he de hablar un poco de él: su apariencia era extraña, de facciones poco agradables rayando en la fealdad, gustaba vestir de negro, desaseado por lo regular, los ojos casi hundidos en sus cuencas, aquellos que lo trataban que era pocos, jamás habían visto una sonrisa en su cara. Se aislaba de todos y de todo, y gustaba de permanecer en la oscuridad, gustaba de escuchar música estruendosa que parecía salida de ultratumba. Thrash Metal, Heavy Metal, Hardcore Punk y acordes parecidos eran escuchados a máximo volumen en su habitación la cual estaba adornada con simbología de diferentes culturas y de su cuello colgaba un dije que representaba la deidad egipcia Sokar, el dios de los muertos, esa figura que en sus manos sostiene la llave del inframundo.
Enigma, Era, y todo aquello relacionado con Carmina Burana y cantos Gregorianos o goliardos, era un deleite para su oído y estaban siempre presentes al igual que los acordes metálicos, en su inseparable compañero, su reproductor de mp3. No era de extrañarse pues el oficio que realizaba de lavador de cadáveres, oficio desagradable para la mayoría de los mortales pero que a Mauro de parecía su meta máxima en la vida; escaso de amigos por su extraña y huraña manera de ser, encontraba en los cadáveres compañía en la que se sentia a gusto, pues sabia bien que aquellos seres inertes no le criticarían, no le rechazarían y menos aun lo menospreciarían.

Su labor era sencilla pero no por eso menos desagradable, debía como el nombre de su oficio lo indica, lavar cadáveres. Verlos, tocarlos, cargarlos y manipularlos era cosa del diario, algunos cuerpos llegaban llenos de sangre, otros con sangre y tierra mezclada, los ahogados a veces tenían una sustancia pastosa y hedionda cubriéndoles el cuerpo, había cuerpos mutilados que expelían secreciones corporales, casi a todos tenia que lavarles muy bien los orificios naturales, quitarles las excreciones de las vías réctales y urinarias, en caso de cadáveres femeninos se empleaba con mayor interés pues tocar sus vaginas y senos, le producía un morbo y un placer enormes.

Deambulaba también entre el depósito de cadáveres limpiando el área, por lo cual estaba acostumbrado a verse y sentirse rodeado de cuerpos sin vida. La noche en cuestión fue tormentosa, una lluvia fuerte azoto la cuidad por mas de seis horas y esto aminoro el ya de por si escaso trabajo que tendría que hacer, Nico, el forense en turno le aviso que estaría ausente por un par de horas y que lo dejaba a cargo, tomo su paraguas, subió a su carro y se perdió en la noche.
Mauro reviso por última vez el depósito para asegurarse de que todo estuviera limpio y se fue a un lugar apartado para practicar otro de sus pasatiempos favoritos, leer relatos de terror al amparo de la música que invada sus oídos. Media hora después la puerta de la morgue de abrió y entraron dos camilleros.
- Ahí te llego mercancía – dijo uno de ellos riéndose – ya que les gustaba hacer bromas a costa de los infortunados cadáveres.
- ¿Dónde esta Nico para que llene los reportes? Pregunto el tercer interlocutor.
- Salio a cenar, yo te recibo – contestó Mauro.
- ¿Qué va a cenar, un platillo de carnes frías? – Dijo el bromista y su compañero casi se doblaba de la risa.
Mauro, inexpresivo e inalterable como era se limito a extender el brazo para alcanzar los papeles que traía el segundo camillero.
- ¿Qué tenemos aquí? - dijo para si mismo en voz alta al tiempo que leía los reportes y procedía a abrir la primera bolsa negra.
- Es una parejita de motociclistas que se accidento – respondió el camillero pensando que Mauro le preguntaba a el.
- El chico esta completamente aplastado, al mujer casi no tiene nada, al parecer se rompió el cuello – tercio el otro camillero.
Mauro lleno los reportes de forma automática, puso la hora de llegada, firmo y sello la hoja. Les asigno el número de reporte que desprendió de las hojas al tiempo que los camilleros subían a la ambulancia y se perdían en la lluvia que en forma copiosa invadía la ciudad.
- Locos – se dijo a si mismo y se volvió hacia los cadáveres.
El hombre fue el primer cuerpo que reviso, saco el cuerpo de la bolsa y lo puso en la cama de concreto destinada para su labor, el chico tenia el abdomen grotescamente aplastado, como mínimo había 7 costillas hechas pedazos, el brazo izquierdo presentaba fractura expuesta a la mitad del antebrazo y tenia una herida corto contundente en la cabeza, probablemente no usaba casco protector pensó Mauro. Corto la ropa y observo múltiples heridas, en el brazo derecho había desprendimiento de piel hasta el hueso. Limpio la sangre que emano de su boca y nariz y se percato de apenas llegaba a los 20 años, rubio, de facciones agradables, podría haber sido un galán de cine pero ahora solo era que un cadáver mas. Ironías de la vida, aquellos que podrían tenerlo todo en la vida, terminaban de forma trágica y los desdichados que eran castigados por el infortunio, las desdichas y los desprecios de la vida, debían vivirla día a día y peor aun encargarse de aquellos a los que terminaban su deambular en el mundo de los vivos.
Una voz alegre y cargada de cierto tono alcohólico lo saco de sus pensamientos.
- Ya regrese Mauro, pero debo irme nuevamente, me esta esperando una nena en el carro, te puedes encargar de… - detuvo la frase pues se percato de que había un par de cadáveres mas en la morgue, se acerco, vio el cuerpo destrozado sobre la losa y pregunto.
- ¿Que trajeron hermano?
- Accidentados de moto – respondió mauro secamente, como todo lo que hacia o decía.
- Que partida de madre – dijo Nico en tono despectivo mientras observaba el cuerpo aplastado. Abrió la otra bolsa y se quedo sin habla, Mauro se extraño del silencio de su compañero y se acerco a ver lo que lo había dejado mudo.
Apenas al bajar el zipper quedo al descubierto una cara hermosa, de aspecto casi angelical, rubia igual que el joven en la plancha, aun conservaba en su rostro cierto color en las mejillas lo que hacia suponer que tenia cuando mucho un par de horas que había muerto. Perecía una princesa dormida en espera de su príncipe, con la diferencia de que aquí no habría príncipes y el sueño seria eterno.
- Que lastima – dijo Nico – era una autentica belleza.
Mauro no emitió sonido alguno pero era evidente que compartía la opinión de su compañero. Nico recordó repentinamente que alguien le esperaba.
- Bueno hermano, como te decía, en el carro me espera una chica que si no esta tan bonita como esta, cuando menos esta viva y yo la voy a hacer sentir mas viva todavía.
- Ahí te encargo el negocio, regresare antes de que se echen a perder – Agrego Nico antes de salir.

Mauro siguió unos minutos en silencio, con lentitud bajo el zipper por completo y vio que la chica vestía una chaqueta deportiva muy cortita, botas de piel hasta las rodillas y una minifalda amplia, la cual estaba levantada un poco y dejaba entrever una minúscula tanga de la que asomaba una línea de bello púbico. Esa visión le hizo despertar un olvidado deseo sexual, ya ni recordaba cuando había sido la ultima vez que estuvo con una mujer. Sin darse cuenta acaricio la cara de la chica, aun estaba tibia lo que confirmo sus sospechas de que no hacia mucho que había muerto. Por su labor había visto muchos cadáveres femeninos, había tenido que meter sus dedos en la vaginas para limpiarlas bien y habia sentido un nauseabundo placer en esto, pero nada comparado con lo que ahora estaba sintiendo, era un calor que procedía de su entrepierna y poco a poco llenaba su cuerpo y su mente haciéndole perder la cordura.
Puso su mano en el pubis de la mujer y luego recorrió lentamente sus piernas, en su cuerpo su pene se hinchaba vigorosamente y le causaba dolor por estar en tan estrecha prisión. Mauro siguió con su exploración, mientras con una mano acariciaba suavemente la cabellera de la chica, con la otra recorría las piernas, la región pélvica y el vientre; subió un poco mas y presiono los abultados senos, abrió el cierre de la chaqueta y pudo ver un sostén casi tan diminuto como la tanga, una aureola de matiz rosado sobresalía y los pezones casi asomaban por la orilla de la tela.
Mauro estaba lejos de cualquier indicio de cordura, metió su mano para sentir esas finas protuberancias que sin duda hubieran sido el deleite de muchos, pero que ahora estaban ahí solo para el, bajo su boca y metió en ella lo mas que pudo de esos pechos, chupaba con la misma intensidad que un bebe hambriento. Sus manos fueron a su entrepierna que ya rebozaba de líquido preseminal y con apenas unos pocos movimientos alcanzo un orgasmo intenso y vació su lechada en los pechos de la chica.
Se alejo tambaleante y sudoroso, jadeando y sintiendo en su cuerpo la relajación post-orgásmica, alcanzo una silla y se dejo caer, seguía contemplando la hermosa figura de la chica y el brillo que se reflejaba del semen sobre su cuerpo. Había sido una descarga abundante pero la excitación de Mauro no cedía, Su pene permanecía erecto y necesitaba desfogarse mas. Volvió a donde estaba la chica y la desvistió con delicadeza, primero le saco las botas, luego la falda juntamente con el tanga, los escasos bellos púbicos delimitaban apenas los labios vaginales, fuera de sus cabales como estaba desde hacia rato bajo su cara hasta la entrepierna y beso aquella raja, colmo de besos todo aquella zona y adentro sus dedos en la gruta vaginal. Procedió a desvestir por completo a la mujer, retiro su chaqueta y su sostén para dejarla al desnudo. Se alejo un poco para contemplara plenitud el cuerpo delante de el y un escalofrió lo sacudió. Se sentía transportado a otro universo, se coloco lo audífonos y puso música en su reproductor, unto en la vagina de la chica una crema que usaban para la dilatación muscular y se preparo para lo mejor.
“Dreamer”, de Ozzy Osbourne era la canción que empezaba en ese momento y al ritmo lento de la música fue colocándose sobre la chica, le abrió las piernas y se acomodo entre ellas, la miro fijamente y la beso, tomo con una de sus manos los pechos y los acaricio con ternura, a mitad de la canción bajo su mano y acomodo su glande en la vagina de la mujer y empezó a entrar con lentitud, llego hasta el tope y se abrazo a la chica antes de empezar a moverse dentro de ella, presionaba aquel cuerpo inerte contra el suyo dejándose llevar por la pasion que lo dominaba. Termino la canción y a esta siguió “Do you love me” de Kiss, las embestidas de Mauro dentro de la chica aumentaron de velocidad al igual que la música y Mauro sentía que estaba con el amor de su vida, concentraba todo su ser en la practica sexual y se dejaba irradiar por el sentimiento. El tiempo seguía y Mauro abrazado a la chica y besándola sintió intensificarse la emoción y el orgasmo dio muestras de querer aparecer. Una nueva canción llego a sus oídos, “Wellcome to the hell” de Venom. El estruendo y la velocidad de la música lo hicieron agitarse convulsivamente hasta el paroxismo, el orgasmo anego su ser y los estertores lo sacudieron de pies a cabeza mientras Mauro realmente sintió que llegaba al mismísimo infierno por la puerta mas amplia de todas.
Termino de vaciarse y se bajo de la dura y fría cama, con la mirada vidriosa y el cuerpo cansado llego hasta la misma silla y sobre ella se quedo dormido.
El ruido de la puerta lo despertó y rápidamente recompuso su ropa justo a tiempo antes de que Nico apareciera. La expresión de su cara lo delato.
- ¿Estabas dormido cabron? Ni siquiera has terminado de limpiar los difuntos que trajeron ayer, muévete cabron que solo faltan dos horas para irnos.
Nico se acerco a la joven muerta y la contemplo fijamente.
- Estaba preciosa y buenísima, hasta dan ganas de cogérsela, lastima que ya este muerta- dijo Nico y se fue directo al baño.
Mauro se acerco al cadáver y procedió a realizar su trabajo pero al contemplar de nuevo el rostro de la joven, se sintió mal, todo le dio vueltas y antes de darse cuenta cayo inconsciente.

En la calle mauro conducía su automóvil escuchando música a todo volumen, llovía copiosamente y no se dio cuenta de que intempestivamente se atravesó en la camino de una motocicleta, el golpe fue seco, mortal, los cristales salieron hechos pedazos y los hierros retorcidos de ambos vehículos se entrelazaron. El conductor de la moto se estrello contra el y la chica abrazada a el también fue proyectada contra el auto de Mauro, el hombre recibió el impacto de lleno y su cuerpo se aplasto arrebatándole la vida, la sacudida fue tan violenta que la acompañante se desnuco muriendo también en el acto. Mauro conmocionado por el impacto de la moto en su cabeza, apenas alcanzo a ver como la chica cerraba los ojos inyectados de dolor.

Los servicios de rescate levantaron a los muertos entre la lluvia y trasladaron a Mauro, en estado de coma a un hospital, permaneció así un par de horas y murió cuando lo empezaban a operar. En el deposito de cadáveres, Nico, el auxiliar y lavador de cadáveres, recibió un par de bolsas negras con dos jóvenes accidentados, los acomodo en la fría losa de concreto y espero a que regresara el forense que había salido a cenar. Al cabo de 3 horas llego una nueva bolsa, los camilleros le comentaron que era otra victima del accidente de los dos primeros, abrió la bolsa y encontró un cuerpo extraño, con tatuajes de figuras extrañas, de su cuello colgaba un dije de una figura mitad halcón y mitad humana, vio sus uñas pintadas de negro y todo su atuendo del mismo color.
Un cadáver mas, se dijo Nico para si mismo y lo acomodo junto a los otros dos quedando el cuerpo de Mauro al lado del de la chica con la que soñó en sus últimas dos horas de vida.