Soy un insaciable por las mujeres maduras mayores que mi edad, no iba a dejar pasar esta oportunidad
Relato
Ahora de vacaciones por un mes en estas latitudes y con más experiencia ya que he leído, visto videos y conversado con personas mayores sobre algunos casos de deseos enardecidos y frenéticos de algunas mujeres…
Este par de mujeres me pertenecen o me pertenecieron en mi anterior viaje ahora de vacaciones veremos que pasa.
Florencia, ella es una mujer mayor de 39 años. Había venido a ver medico por problemas de inseguridad cuando su marido tuvo que viajar fuera del país y no volvería hasta unos tres meses más. Como estaba nerviosa vino al medico y este le dijo que estuviera acompañada y no sola. Tiene dos hijos el niño tenía 14 y su hija 10 años.
Florencia había encontrado el problema de su salud era la falta de un macho y también el remedio que esta necesitaba, ese era yo, sentía como ubicaba mi pene en su entrada vaginal clavándome medio pene en su vagina… ella se menea mas rápidamente con sus caderas para que este entrara con mas profundidad…, sorprendido me mira y al no ver reacción negativa de mi parte enfila su duro pene mas ancho que el de mi marido en mi entrañas… el placer la calmaba y olvidaba sus problemas.
Marta vecina y amiga una loca igual que Florencia que con sus 35 años y madre de tres niños siendo el mayor de la misma edad que el mío, mirándome y gesticulándome, me hace ver que desea a este macho, que ella también le desea… que había una segunda mujer madura desnuda solicitando sus favores…, quería ser su mujer…
Estoy en casa de Florencia y esta está preocupada por que en diez o mas días vuelve su marido a casa del extranjero… le digo aprovechemos estos días y ella me sonríe con cariño.
Como los aprovechamos en la noche cuando sus retoños se iban a dormir nosotros nos ensamblábamos con lujuria y pasión. Como gemíamos al aparearnos queriendo ser el dominador del otro y a veces en las tarde cuando no había nadie en casa, fuera de nosotros dos nos uníamos desesperado en la pasión de un coito.
Marta más abierta me cita por las tarde a su casa y en ella nos refocilamos cada uno en los brazos del otro, aprovechando que nadie nos ve nos acariciamos y nos apareamos enloquecidos de pasión.
Era increíble esa mujer tenia 35 años, era madre, tenía un marido de su edad, pero solicitaba ser poseída por mi pene que según ella era una masa de carne y músculos que la desquiciaba cuando estaba entrando y saliendo dilatando su vagina, ambicionaba sentir ese sufrimiento que era placer y dolor, colmándola de satisfacciones amorosas. Me necesitaba para colmarse de las delicias de un apareamiento memorable, enérgico y vigoroso.
La familia de Marta aprovechan estos días de visitar a sus parientes en los lagos y de pescar en ellos a Marta eso la molesta y decide no ir con ellos quedándose a mi lado, la llegada del marido de Florencia altera nuestros planes y Marta para no dar explicaciones me solicita que me vaya a su casa hasta fines de mis vacaciones, acepto. Pobre cama en las noches no para de crujir a lo menos al dormirnos, luego al levantarnos y en la hora de la siesta Marta es una mujer casi ninfómana.
Mis besos, mis caricias la esas caricias con estímulos dada en las zonas sensuales, más las ansias acumulada que llevaba, la perdió, comencé a desnudarla, comienzo sacándole su ropa desnudándola, besándola la miraba desnuda a pesar de sus años estaba durita y sus senos eran paraditos, gozaba teniéndola a mi disposición, fui abriendo sus piernas y mis dedos ingresaron en su vulva abriendo las paredes de su vagina hasta que logré ensartarlos completamente. Comencé a mover mis dedos rápidamente, con un mete y saca que la ponía loca, hasta que logré hacerla explotar, su orgasmo fue fenomenal, comenzó a gritar, a mover su pelvis, a rotar su cadera un lado para otro, hasta que contrayéndose su vagina llega un magnifico tremendo orgasmo sin poseerla Nuevamente comencé a prepararla, me subí sobre ella y la abría de piernas para alojar toda mi verga en su vagina, comenzaba a penetrarla despacio, y ella me besaba, le mamaba sus senos, hasta que comenzaba a mover sus caderas, la acariciaba, hundiendo toda su verga en su vientre y comenzaba a cogerla, comenzábamos un apareamiento en principio suave para luego realizarlo salvajemente, ella era madura y su respiración la delataba angustiada por las insolentes penetraciones que le daba tratándola de hacerla llegar a su esplendor y me entregara sus orgasmos, desesperada movía sus caderas y clavaba sus dedos como garfios en mi cuerpo no deseaba llegar a su culminación quería mantenerse en la glorificación de sus entregas, sentía que mi verga la ocuparía y terminaría dentro de su vagina inundándole sus entrañas, bufando, gritando como poseída no deseaba que le descargaran todo este semen en lo más hondo de su vagina. Su vientre se mecía, pero la estaba volviendo loca, la sentía cada vez más cerca de sus orgasmos. Comenzó a gemir, a retorcerse por los primeras síntomas de sus orgasmos, comienza a gritar como una putita, se olvidó de su marido y de todo el mundo solo deseaba sentirse satisfecha sintiendo su vientre regado e inundado por el semen que este macho deseaba regar en ella. Se estaba entregando a otro macho, este macho que la estaba convirtiendo en su mujer y ella no sabía como rechazarlo, solo se sentía en el cielo era una sensación nueva en su cuerpo… Estuvimos en la cama como una hora y por fin estallé y exploté dentro de su vagina. Grito como loca cuando la llenaba de mi leche, me decía soy tuya, eres mi nuevo marido, eres el único que me ha llenado con su leche sin resguardar mi vientre espero no quedar preñada.
Finalizada mis zarandeadas vacaciones vuelvo a la ciudad y ella me solicita si puedo entregar una encomienda a su ahijada, me da la dirección y dos días después estoy entregando el paquete en ella, me recibe en esta casa la madre de la chica de 14 años, la ahijada, es Matilde una mujer de 34 años con un cuerpo que era digno de mirarse, su pelo negro y sus senos de categoría por su tamaño. Entregado el paquete me voy a ir y ella me invita a una taza de café, paso a su recibidor… y ella me comenta curiosidades de las payasadas que hacían, conversamos, su hija solicita permiso para salir ella lo concede, quedamos solos en el piso, soy un insaciable por las mujeres maduras mayores que mi edad, no iba a dejar pasar esta oportunidad.
Conversábamos de su amiga y gradualmente con toda calma me arrimaba a su lado, pronto mis piernas y sus piernas se rozaban, mi brazo se cruzó sobre sus hombros en un gesto cariñoso, la televisión que estaba encendida en esos momentos proyectaba una película con acciones incitante de un hombre negro, jardinero de una casa, acosando a la dueña de casa una mujer blanca, la cual no negaba sus ansias de aparearse con su empleado. Comentó ella esa escena y aprovecho de acomodarme a su lado ubicando al hacerlo mis manos en sus rodillas, solo se sobresalto Matilde y no hubo otra reacción de rechazo. Fue el vía libre a mis apremios.
Comentando la película le dije cuanto tiempo que ella estaba sin macho, mi marido me dice murió en un choque hace ya mas de diez meses y siempre sola con tu hija le respondo…, si me dice es que tengo miedo de la familia de él, este departamento es de la madre de mi marido y no me cobra por usarlo, pago solo los gastos y si me descubren en algo mal me lo van a quitar…, eso si te descubren, digo, si lo haces con astucia no tendrían que enterarse… y tu necesitas a un hombre en tu vida o te pondrás alterada e irritada al no ser satisfecha carnalmente por un macho por que eres una mujer deseable y despilfarras tus incertidumbres carnales llenándote de adrenalina tus carnes. Has de saber que eres una delicada y deseada mujer que yo sería feliz satisfaciéndole sus delirios y apetitos. Llevándole una de sus manos a mi paquete genital ella siente lo duro y excitado de este…, me mira sorprendida diciéndome, ¿es por mi esa hinchazón?, permitiéndome que me arrodille delante de ella suba sus vestidos y mis labios suban por sus muslos camino a su entrepiernas, irracional equivocada abre sus piernas y se sacude relajándose en el diván, lo que aprovecho para bajarle sus calzones a media pierna y mi lengua acariciar su vulva buscando a su clítoris que no demora en salir a su encuentro, ahora esta mujer está enloquecida por su pasiones afrodisíacos carnales, desea un macho…, déjame me dice eres muy joven casi un niño no sabrás calmar mis ímpetus carnales…, ¿eso crees?, digo, al tiempo que me adueño de sus senos que he despojado de su blusa y sujetadores que los contenían…, déjame estoy excitada y necesito un macho de verdad, n un muchacho…
No la escucho y la acomodo en el diván sin mis pantalones y mi grueso, tieso, duro, dilatado pene tratando de meterse en su vagina para incrustarla y aparearme con ella.
Al sentir en la entrada de su caverna erótica acometida por ese miembro musculoso recubierto de carne tratando de enclavarla la excita y la hace perder el juicio, comienza un meneo suave al principio, pero a medida que el irresistible miembro abre dilatando y rascando sus paredes vaginales ella acelera sus apasionados movimientos, con que placer movía sus caderas, era una diosa meneándose y alterándose como una ardiente mujer.
Casi no me movía ella sola hacia el trabajo de aparearme con su cuerpo, abrumada por los antojos de sentirse regada por un hombre sus caderas adquirían una bamboleo primoroso y se estimulaba para sentir los goces de sus carnes corporales ávidas de los fluidos de un macho.
Su cuerpo se estremecía entre mis manos. La acariciaba despacio y se sonreía. Me decía que no parara. No pares, no pares nene. ¡Ah!. Dios como necesitaba un macho que me remeciera clavándome su erecta verga en mis entrañas y me la comía con una deliciosa aprobación y consentimiento de su parte. Mi pene grande iba haciéndose paso en su estrecha vagina. Tienes una cueva deliciosa, le dije, casi puedo sentir que me estoy comiendo a una virgen. Si mi vida mi marido lo tenía mas chico el tuyo me esta rompiendo mis entrañas ¡Soy tuya! No se cuanto tiempo durara esto, pero soy tuya… debemos cuidarnos de mi hija y de la familia de mi ex esposo y seguiré siendo tu mujer.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513555 veces