Cuando creía que había controlado el tema, resultó que era mi cuñada la que dominaba completamente la situación
Relato
Antes que nada recordaré que en los 5 relatos anteriores ( Consolando a mi cuñada 1, Follando con mi cuñada 2, 3 y 4 y Consolando a mi cuñada 5 ) he narrado los dos días de Agosto (más bien noches) en los que mi cuñada y yo dejamos de ser simples cuñados para ser … no sé exactamente lo que somos … pero, por lo menos en secreto, somos muchísimo más que cuñados.
También tengo que decir en contestación a las peticiones de fotos que alguien me ha hecho en los comentarios a los relatos anteriores que va a ser que no, lo siento pero los personajes de esta historia existimos y somos reales y si estoy camuflando los nombres poniendo sólo las iniciales no voy a poner fotos.
El caso es que en el relato anterior yo había dejado a mi cuñada acompañada de dos amigos con los que se iba a follar y yo me fui a dormir tranquilo pensando que había conseguido controlar y reconducir la situación. No estuve en casa de mi amigo E. pero sé con pelos y señales lo que allí pasó, sólo les diré que los 6 preservativos que sacamos de la máquina ( 2 cajas de 3 ) fueron pocos y que menos mal que a E. nunca le faltan en casa. Me lo contó primero el propio E. por teléfono el sábado por la mañana, el resumen de su relato fue - ¡Macho, vaya loba tu cuñada, la teníamos empalada por delante y por detrás y aún pedía mas! . Mi cuñada me dio su versión el domingo por la tarde, en la playa, un momento que nos quedamos a solas, su resumen sin embargo me devolvió la intranquilidad:
- Muy bien tus amigos, estupendos los tíos, pero nadie me llena como tú.
Yo llegué con mi hijo C. a la ciudad costera en la que solemos veranear (en una casa propiedad de mis suegros pero que usamos sólo nosotros pues ellos no van casi nunca y mi cuñada tiene su propio piso pues durante unos años esta ciudad fue su domicilio habitual), según lo previsto, a la hora de comer. Mi mujer R. y mi otro hijo J. nos esperaban con la mesa puesta y la comida preparada. Había pasado la mañana en la playa y mi mujer me esperaba vestida solo con una camisola de las que se ponen en la playa sobre el bañador, que se había quitado sin ponerse nada en su lugar. Lucía radiante, mucho más morena de lo habitual y con su media melena morena despeinada como a mí me gusta y rizada por el efecto del agua.
Después de comer, aprovechando que les había organizado a los niños juego fuera de casa, nos metimos en la habitación a “echarnos la siesta”, era uno de los momentos que yo llevaba temiendo desde el jueves, yo sé que en estas ocasiones siempre me espera con ganas y además le gusta que acabe corriéndome en sus tetas y su cara, creo que lo hace para controlarme la eyaculación, menos mal que la noche anterior había sido capaz de retirarme a tiempo por lo que, al terminar pude escuchar –Muy bien cariño, has sido bueno, no te has hecho demasiadas pajas esta semana y te has guardado para mí.
El sábado fue tranquilo, de hecho no salimos de casa pasando la tarde noche totalmente hogareña y familiar. Pero la intranquilidad volvió el domingo. Estábamos en la playa cuando sonó el móvil de mi mujer, era su hermana preguntando dónde estábamos, venía con los niños. No era nada raro, todo lo contrario, era lo más habitual pero yo no pude evitar sentir una tremenda incomodidad y desazón interna. Calculé cuanto tardarían en llegar para meterme al agua justo antes de que llegasen, quería no estar allí y evitar, por lo menos, el primer contacto, pero calculé mal o se dieron más prisa de lo normal porque cuando me levante para ir hacia el agua me paró en seco la exclamación de mi mujer
- ¡¿ Es mi hermana aquella que viene con minifalda … y qué se ha hecho en el pelo ?!!.
Llevaba puesta la minifalda vaquera que yo le había comprado y el corte de pelo era el que le habían hecho en la peluquería a la que yo la llevé. Disimulé como pude dedicándome a besar a los niños y a saludarles juguetonamente como siempre. El saludo a mi cuñada procuré que fuese fríamente cordial.
Mientras ayudaba a desvestirse a sus dos hijos para, junto con los dos míos, meternos los cinco al mar a jugar con una pelota escuchaba la conversación de las dos hermanas:
- ¿Desde cuando llevas tu falda A.?
- Comodidad, nena, para la playa es lo más cómodo, lo mismo que las camisolas que usas tu.
Ya nos encaminábamos hacia el agua cuando no pude evitar pararme en seco al escuchar la asombrada voz de mi mujer.
- ¿¡¡¡ y desde cuándo haces top-less !!!?.
Obviamente no lo había hecho nunca, pero allí estaba, se había quitado la camiseta y no llevaba nada debajo, se estaba quedando sólo con la parte de abajo del bikini. La erección que noté presionaba mi bañador y amenazaba con darme un aspecto poco decoroso me hicieron reaccionar y llevarme a los niños corriendo al agua, pero poco pude escapar, enseguida estaba mi cuñada en el agua jugando con nosotros, con sus pechos libres bamboleándose en el agua y en el aire y aprovechando los juegos para rozarse y tropezarse constantemente conmigo. Yo no podía más, así que decidí salirme “para quedarme yo vigilando las cosas y que mi mujer se pudiese bañar”. Obviamente mi erección seguía en toda su impertinencia, menos mal que mi mujer estaba leyendo y no me vio llegar hasta que me tiré sobre la toalla tumbándome boca abajo.
-¿ Te has dado cuenta de la pinta que trae mi hermana ?.
- El jueves ya llegó un poco rara
- ¿Rara? ¿un poca rara dices? ¡lo que está es que no la conoce ni la madre que la parió!
Me relajé concentrándome en la lectura del periódico y del libro que tenía a medio, pero me duró poco la paz, pronto fueron a buscarme para que fuésemos a la red de voleybol que se había quedado libre, habían organizado un partido de mi cuñada con mis hijos contra mis sobrinos (más pequeños) y yo, para “compensar las fuerzas”, mi mujer era el árbitro. La paliza que nos pegaron fue escandalosa, yo no era capaz de ver la pelota, sólo tenía ojos para los “balones” y el culo de mi cuñada. Fueron música celestial las palabras de mi mujer dando por terminado el partido porque se acercaba la hora de comer y hacía un calor horroroso y se iba al chiringuito a tomar una cerveza que estaba disecada, los niños rápidamente dijeron que también iban que se morían de sed, yo pensé que mi cuñada haría lo mismo e intenté escaparme a rebajar mi ya insoportable erección.
- Yo me voy a bañar, necesito refrescarme que estoy chorreando de sudor.
Pero mi cuñada me pilló otra vez
- Yo también voy, con estos sudores y llena de arena no me puedo vestir.
Mi mujer se dirigió con los niños al chiringuito mientras mi cuñada y yo nos metimos al agua. Cuando nos habíamos alejado bastante y el agua nos cubría para que no se viese lo que íbamos a hacer, miré que no había nadie cerca, agarré el bikini de mi cuñada, se lo bajé y se la metí de golpe por detrás comprobando que estaba aún más mojada que yo y no precisamente por el agua del mar. Fue rápido y mecánico, sin el menor atisbo de romanticismo, y breve, muy breve, no sé quién se corrió antes si ella o yo pero lo mío fue una absoluta eyaculación precoz. No dijimos palabra ninguno de los dos desde que habíamos dejado la red de voley, sólo cuando ya salíamos a la arena, sonriendo, me dijo
- Menos mal que ya te sienta mejor el bañador, antes tenías un bulto bastante sospechoso.
La tarde fue más tranquila físicamente, los momentos que estábamos solos o apartados del resto aprovechaba para contarme lo vivido el viernes noche en casa de mi amigo E. Aguardó al final de la tarde para inyectarme de nuevo toda la tensión nerviosa, primero, ya saben, con su frasecita – Estupendos tus amigos pero nadie me llena como tú – pero sobre todo, cuando ya nos preparábamos para irnos, acercándose a mi oído sin que nadie se diese cuenta y sin darme opción a contestar nada, me dijo:
- Mañana me llevaré a los cuatro chiquillos de excursión para todo el día, espero aproveches para dejar bien satisfecha a mi hermana, que pasado mañana te quiero para mí.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513584 veces