Tras 18 años, cómo se metió mi cuñada en la cama de su hermana.
Relato
Yo estaba nervioso y, sobre todo, molesto. La que hacía unos minutos iba a ser mi noche anual de "sólo en casa" con una peli porno y una buena paja se había ido al traste y ahora me temía una triste velada aguantando la charla de mi cuñada contándome lo penoso de su vida, cosa que ya me había hecho alguna vez, y yo me preguntaba por qué a mí, por qué no se iba a un psicólogo.
Ella todavía llevaba puesto el mismo pantaloncito corto que se había puesto en la parcela, pero se había cambiado la camiseta ancha, de manga corta y sin escote, por otra de tirantes, mucho más escotada y ceñida y seguía sin sujetador.
Ante mi insistencia dijo al fin - Ponme algo fresco, lo que sea. Y me pasé a la cocina a preparar unos cubatas.
Ella se pasó al salón, donde estaba encendida la tele, en la que había un programa de esos de cotilleo que yo no soporto, es lo que había salido al cambiar el canal de correprisa para quitar la peli pono. Al verlo mi cuñada se rió - ¿cómo estás viendo ésto tú J (así me llamaré) ?. - No lo estaba viendo, estaba poniendo una lavadora (es lo que acerté a disimular). Pon lo que quieras.
- ¿cómo funciona este mando? preguntó A (así la llamaremos a ella). No llegué a contestar, cuando entré al salón con los cubatas la pantalla de la tele estaba llena con una chica morena con un par de buenas tetas y un culo de escándalo que estaba follándose con todos sus agujeros y extremidades a 10 tíos cachas.
- No sé dónde he tocado, pero ha slido ésto, dijo A.
- Pues por la cara que pones, parece que te gusta. Dije yo sin dar más explicaciones.
- Joder, J, es que vaya tíos y vaya rabos que calzan.
Nos acomodamos en el sofá, el uno junto al otro, ninguno de los dos dijo de cambiar el canal de la televisión y, mientras saboreábamos los tragos de los cubatas, la chica de la peli seguía con su festín de poyas y tíos cachas. Pero yo estaba superincómodo, sin saber qué decir ni qué hacer. Cuando la peli terminó con una lluvia dorada de los 10 tíos sobre la chicha tras haberse tragado ella todas sus corridas, sólo acerté a preguntarle a mi cuñada - Bueno, qué, ¿te ha gustado?
- Hombre J, todo no, algunas cosas han sido muy guarras, pero la verdad es que me puesto caliente ... y a tí parece que se te está quedando pequeño el pijama ...
De pronto me dí cuenta de lo visible que era el bulto provocado por mi erección. También me dí cuenta de que estábamos casi a oscuras. No había más luz que la del televisor, por lo que la silueta de A en la penumbra con los destellos del televisor marcando todas sus formas proporcionaban un morbo tremendo.
- Bueno, A, me voy a tener que acostar que te tendrás que ir ... acerté a decir, intentando ser gracioso.
- Tú acuéstate cuando quieras, J, a mí en casa no me espera nadie ... ¿te importa si me quedo? ...¿te molesta si me acuesto contigo?
No me lo podía creer, aquello estaba llegando demasiado lejos. Armándome de valor e intentando ser cariñoso, pasé mi brazo subre sus hombros, ella se inclinó sobre mí, cogiendo mi mano con la suya y colocándola totalmente sobre su pecho, con su pezón justo entre mis dedos. Al mismo tiempo, al apoyarse sobre mí colocó su otra mano justo entre mi muslo y mi paquete.
- Escucha A, nos estamos metiendo en un lío. Yo quiero seguir casado con tu hermana, quiero seguir siendo el padre de tus sobrinos y el tío de tus hijos ... no quiero follones
- Yo tampoco quiero follones J, ya tengo bastantes problemas con lo mío. Pero necesito follar, necesito que me folle un hombre de verdad y tú eres el mejor que conozco y del que más me fío ... y si tú no dices nada yo tampoco tengo interés en que nadie se entere de nada.
Nos miramos a los ojos un instante largísimo, sin decir nada, momentos en los que sólo ella movió su mano subiéndola por debajo de mi pijama hasta acariciar mis tetillas para acabar fundiéndonos en un largo y profundísimo beso, beso como sólo recordaba me los daba su hermana hacía más de 20 años, al principio de nuestra relacción.
La cogí de la mano y levantándonos del sofá dije -vamos a la cama-. Antes de llegar ella ya se había quitado sus escasas ropas, tiradas por el pasillo y me había quitado a mí las mías, tiradas al suelo de la habitación Yo caí en la cama tumbado boca arriba, ella se colocó sobre mí, en posición de 69. Mientras yo comencé a acariciar con mi lengua, labios y dedos su clítoris y su coño, que estaban totalmente chorreando, intentando ser delicado, ella se lanzó a hacerme una mamada tremenda, como nunca nadie me había hecho, tragándose mi pene hasta los huevos y succionando de forma que parecía que me la iba a arrancar. Cuando se la sacaba de la boca no era para descansar, era para darme con la lengua en el ojete del culo mientras con su mano me pajeaba apretándome con toda su fuerza. No sé los segundos que aguanté así, por supuesto no fueron minutos, de pronto tuve que gritar:
- Para ¡Por Dios!, entre la semana que llevo de abstinencia, la calentura de toda la noche y lo que me estás haciendo me voy a correr ya.
- Eso quiero, que te corras y te descarges ya, para que luego me aguantes más.
Y sin darme opción a responder nada se lanzó de nuevo a su brutal mamada, con un ritmo de mete y saca de mi pija en su boca mucho más frenético que antes y apretando sus labios y lengua mucho más fuerte.
Yo me lancé a otro frenético mete-saca de tres de mis dedos, dos por su coño y otro por el culo que ya había lubricado con sus propios jugos mientras que aplicaba toda la fuerza de mis labios y lengua a su clítoris. Me corrí notando el estremecimiento de todo su cuerpo mientras con sus manos apretaba fuertemente mis cojones y la base de mi pene, sujetado con toda las fuerzas de sus labios mientras con su lengua recorría todo mi glande soboreando y tragando ansiosamente todo mi semen.
- ¿Me darás un minuto de descanso? pude decir cuando el ritmo de la respiración y del corazón bajaron lo sufiente para poder hablar.
- Pero no más de un minuto -contestó recostándose sobre mis muslos sin sacar ni por un momento mi pene de su boca- no te me vayas a dormir, llevo demasiado tiempo detrás de ésto para ahora no aprovecharlo al máximo.
Y vaya si lo aprovechamos ... pero eso será en el siguiente capítulo
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513584 veces