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Follando con mi cuñada 7

Relato enviado por : jagredmancha el 21/10/2011. Lecturas: 23640

etiquetas relato Follando con mi cuñada 7   Infidelidades .
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Resumen
Yo asumí el cambio que se había producido en mi vida y decidí aceptar que pasase lo que tuviese que pasar


Relato
Aquella noche de domingo me costó dios y ayuda dormirme, no paraba de darle vueltas en la cabeza a las palabras de mi cuñada, me había intranquilizado lo de que “nadie la lleno como yo” pero me tenía totalmente desquiciado tratar de averiguar qué tendría planeado con eso de que “pasado mañana te quiero para mí”. Además no quería dormirme temiendo que en sueños pudiese decir algo que escuchase mi mujer.
Con un polvo matrimonial doméstico, mi mujer y yo acostados de lado, ella apoyando su espalda y su culo contra mí, yo abrazándola por la espalda y masajeándole una teta mientras se la clavaba en el coño con un mete-saca discreto, procurando no hacer ruido, para que no se nos oyese (esta casa es mucho más pequeña que la nuestra y, por el calor, dormimos con todas las puertas abiertas) conseguí que ella se quedase durmiendo plácidamente, pero yo no podía, así que cuando me cansé de dar vueltas en la cama me levanté, me tumbé en el sofá y me puse la radio.
En el sofá del salón amanecí, menos mal que fui yo el primero en despertarme y el encargado de llamar a los chiquillos, tenía que recoger a mi cuñada y sus hijos en su casa y llevarlos a la estación de tren, iba a pasar el día con sus hijos y los míos haciendo turismo en un pueblo a unos cien kilómetros.
Cuando volví a casa mi mujer me esperaba tumbada en la cama, desnuda. Estaba hablando por teléfono con su madre, era la cotidiana conversación de madre/hija que cada día mantenían mi mujer y mi suegra, pero hoy el motivo de charla y de preocupación de las dos era mi cuñada, su hija y hermana, las tenía totalmente asombradas su cambio de imagen y no entendían para nada el viaje que había hecho, ella sola, a nuestra ciudad. Cuando llegué, sin dejar el teléfono y hablando para que la conversación fuese al mismo tiempo con su madre y conmigo dijo:
- Mira, ya ha vuelto J … ¿cómo iba mi hermana?
- Ehh … cómo que cómo iba tu hermana … pues … normal … qué quieres que te diga … no me he fijado ( sí que me había fijado, si, sin ir demasiado provocativa ya que iba a pasar el día de niñera, se había puesto espléndida, guapísima )
- ¡Joder cómo sois lo tíos!, si no enseña las tetas no os fijáis, mira cómo ayer sí te fijabas … (me había pillado) … ¿se ha puesto falda o pantalón?
- Ehh .. no sé … falda, lleva falda (una de las que yo le había comprado)
- ¿ y sujetador, se ha puesto sujetador ?
- ¡Joder qué pregunta … yo qué sé … no se lo he visto … sí, si lleva sujetador (también comprado por mi, blanco, de encaje, diseñado para permitir escotes profundos, se le veía claramente a través de la fina tela de la camisa, medio transparente, también comprada por mí y con los suficientes botones desabrochados como para lucir un generoso canalillo).
- Bueno mamá, te dejo, ya hablaremos, voy a ver lo que da el día. (colgó el móvil y me miró con picardía). Te estaba esperando … ¿me pongo el bañador o me visto de calle?
- Pues, de momento, ni una cosa ni otra … luego ya veremos.
Ella no se puso nada, me quité yo y pasamos toda la mañana haciendo el amor, esa mañana a mí me sirvió para comprobar claramente la diferencia entre hacer el amor y follar, lo que había hecho con mi cuñada era follar, nada que ver con lo que estaba haciendo con mi mujer que iba mucho más allá del contacto físico, el grado de intimidad, de mutuo conocimiento y comprensión, el sentimiento y la sensibilidad que sólo se alcanzan con 20 años de la convivencia más íntima … de conocer y perdonar mutuamente cada uno los defectos del otro … pero yo la estaba traicionando, la estaba engañando de la forma más indecente, si me estuviese yendo de putas sería menos culpable, pero es que no yo no necesitaba irme de putas ni con ninguna otra mujer, tenía en casa todo lo que necesitaba y todo lo que quería … ¿qué coño estaba haciendo con mi cuñada?
Aquella tarde no quise ir a la estación a recogerlos, convencí a mi mujer para que fuese ella “ya que tanto interés tenía con saber la pinta que llevaba su hermana”, los dos no podíamos ya que todos no cabíamos en el coche. Al volver, lo primero que me dijo fue
- Definitivamente mi hermana está rarísima, nunca la he visto así.
- Pues yo no la veo mal … además, ¿no llevas toda la vida diciéndole que se arregle mejor? Pues habrá empezado a hacerte caso.
- Va a ser eso … no digas tonterías … que le pasa algo … y el caso es que está más simpática y mejor que nunca … además de guapa … en fin, lo que sea sonará. Mañana tenemos que recogerle a los niños y llevarlos a la playa que ella se va a quedar en su casa montando los muebles de la habitación de M. (su hijo más pequeño)
La mañana del martes fue la típica mañana veraniega vacacional tranquila, mi mujer y yo en la playa con nuestros dos hijos y dos sobrinos. La paz se acabó al medio día. Yo no quise subir a casa de mi cuñada a dejar a los niños alegando tener que ir a hacer unas gestiones bancarias. Fue mi mujer la encargada de amargarme la comida:
- Esta tarde tienes faena, mi hermana tiene la casa patas arriba, llena de tablones y tornillos por todas partes, le he dicho que esta tarde irías a ayudarle, yo me llevaré a los chiquillos al cine.
- ¡¡¡Y su marido … ¿no está su marido? !!
Exclamé irritado, porque recuerdo que mi cuñada tiene un marido, Eo le llamaremos al hombre, un personaje raro raro raro, pero que sigue casado con ella, ignoramos si durmiendo en la misma cama, pero sí conviviendo, más o menos, bajo el mismo techo. El lugar donde tiene el trabajo Eo es la ciudad costera en la que estamos veraneando, por eso conservan casa aquí, aunque Eo no trabaja hace años, tiene una baja por enfermedad, enfermedad que ignoramos en qué consiste. Mi cuñada tiene su domicilio habitual en la ciudad del interior en la que nacimos, donde también tiene su trabajo y van a la escuela los niños. Por eso Eo unas veces está en una casa, otras en la otra ciudad o en un pueblo de la provincia en casa de sus padres, según a él le parece sin que su decisión de estar en un lugar o en otro responda a ningún planteamiento lógico pues muchas veces está sólo en una ciudad y su familia en otra.
- El inútil ese qué más da que esté o que no, y si está lo que hace es estorbar y dar vueltas in resolver nada ¿es que no sabes cómo es ese tío?. Tú te vas y montas los muebles con mi hermana, que tampoco tienes nada urgente que hacer.
- Pero ¿Eo está o no está?
- Joder qué cansino estás con Eo, a ti qué más te da que esté o que no, sí, por allí estaba.
Estaba, pero yo temía que cuando yo llegase ya no estaría. Intenté retrasar al máximo el momento de ir haciéndome el dormido en el sofá después de comer, hasta que mi mujer me ordenó
- ¡Venga! Ya está bien de siesta que mi hermana te necesita.
Joder con que su hermana me necesita, si tuviese idea de cómo me necesita su hermana …. Cuando llegué a la casa de mi cuñada la sorpresa fue mayúscula al ver que todos los muebles estaban perfectamente colocados, no había una tabla ni un tornillo fuera de su sitio, estaba todo limpio y perfectamente recogido
- ¡No jodas que ya te lo has montado todo … ¿tu sola?
- Claro, ¿no me crees capaz? La verdad es que me he pegado un buen tute, pero lo tenía bien organizado, cuando desmontamos los muebles en tu casa (los muebles eran de la habitación de uno de mis hijos que habíamos cambiado por habérsele quedado pequeña y que mi cuñada decidió quedárselos para montárselos a su hijo) me fijé muy bien cómo iba todo y lo fui guardando ordenadamente, así que ha sido coser y cantar, quería tenerlo todo terminado para cuando vinieses tu.
- Y tu marido ¿no está tu marido?
- Ni está ni se le espera … vio que había mucha faena y se largó al pueblo … a que lo cuide la madre que lo parió.
- Escucha, A., esto está muy mal. Estamos casados … estamos traicionando y engañando a tu hermana … y … yo no entiendo tu matrimonio … pero tu también tienes marido.
- Calla de una puta vez J. no estamos aquí para charlas, no quiero charlas, tenemos 4 horas hasta que venga tu mujer con los niños y vamos a aprovecharlas
- Pero yo no quiero hacerlo … Tu todavía eres joven, y guapa, y estás muy buena, inteligente y con un buen trabajo … puedes rehacer tu vida como quieras, seguro que no te faltan pretendientes … ¿por qué no te divorcias?
- A ver, J. sólo te lo voy a decir una vez y vas a dejar de darme la murga, que eres peor que mi padre. No me voy a divorciar, si no lo he hecho ya, ya no lo voy a hacer, este hombre está enfermo, no sabemos de qué pero yo no puedo dejarlo, no me tenía que haber casado con él, pero me casé y es el padre de mis hijos, y no voy a rehacer mi vida con nadie, yo solo te quiero a ti, te he querido desde que te conozco … pero estabas con mi hermana. No te preocupes, no tengo la menor intención de romper tu matrimonio, ni me lo podría perdonar yo ni me lo perdonaría la familia, todos sabemos que a mi hermana le tocó la lotería el día que te conoció pero oye … lo mismo que a los que le toca la lotería suelen repartir algo entre la familia … no creo que a mi hermana le pase nada porque echemos un polvo de vez en cuando … no tiene por qué enterarse …
Ya no supe qué más decir, me senté derrumbándome en un sillón, me faltaban las fuerzas. Ella se arrodilló delante y aprovechando que llevaba un pantalón deportivo corto (hacía calor y se suponía que iba a trabajar) me lo quitó con facilidad, dejando mis órganos sexuales al aire. Mi pene se había encogido en lugar de crecer. Ella no dijo nada, amorosamente y con extremada delicadeza se dedicó a acariciarme con las manos, la lengua y los labios. Yo me dejaba hacer como hipnotizado. Me quitó la camiseta y se dedicó a besarme desde la cabeza hasta los pies, con especial delicadeza en los labios (sin lengua) y el pene y los huevos, besando sin lamer ni succionar. Cuando consiguió que mi poya se endureciese y se agrandase lo suficiente, ella no se había quitado todavía la ropa, se levantó, se sentó sobre mí, me abrazó y me dio un beso en la boca, ahora sí morreo con lengua. Se levantó y plantándose de pie delante de mí dijo.
- Ahora desnúdame tu a mi … quiero que tu también seas partícipe de lo que va a pasar, se que también lo estás deseando y quiero que me lo demuestres. Sé que me quieres. Sé que te gusto. Sé que menos que a mi hermana, pero no quiero más, nací después que ella, qué le vamos a hacer, pero también nací, crecí vistiendo la ropa que ella iba dejando … aún hoy le he montado a un hijo mío los muebles de un hijo suyo. No me quejo, así es la vida, pero contigo no puedo esperar a que ya no le sirvas, así que habrá que compartirte, aunque sea un poquito, aunque sea de vez en cuando.
Me estaba poniendo malo por momentos así que decidí callarla dándole un beso mientras metía la mano bajo su camiseta y le desabrochaba el sujetador, la tumbé en el sofá y le quité al mismo tiempo el pantaloncito y las bragas, incorporándola hacia mí le saqué la camiseta dejándola ya totalmente desnuda. Bruscamente le di la vuelta dejándola con el culo en pompa hacia mí y entonces no sé qué ideas me vinieron ni de dónde me vinieron esas ideas pero dije:
- Ahora puta te va a doler. Que sepas que si quieres esto, te va a tener que doler. Yo llevo días que ni duermo ni vivo, por tu culpa, así que ahora sufre tu, puta, que eres un putón.
Y se la metí, de golpe, sin lubricante ni compasión ni miramientos, por el culo. Yo me hice daño pero el dolor que sintió ella debió ser horroroso, pero no dijo nada, ni se quejó ni gritó, clavó las uñas y los dientes en el sofá mientras las lágrimas que se le saltaban empapaban un cojín que había quedado a la altura de su cabeza. Seguí culeando sin piedad y rápidamente, tenía prisa por correrme antes de que ella empezase a sentir placer. Cuando lo conseguí, se la saqué con la misma brusquedad que se la había metido y me di cuenta que la tenía manchada de sangre. Comprobé que la sangre era suya y le dije:
- Vamos bien, esta relación ya te está costando sangre, sudor y lágrimas.
Cuando se tranquilizó un poco, todavía entre sollozos, mirándome fijamente a los ojos, dijo:
- Buen intento, te juro que ha sido un muy buen intento, pero no lo has conseguido, ahora te quiero más, ahora sé de verdad cuanto te quiero. Seré lo que tu quieras, si quieres que sea puta seré la más puta, pero tu puta.
Me di por vencido, me había derrotado irremediablemente, le abracé, la besé, limpié sus lágrimas, sus mocos, limpié y traté de calmar el dolor de su culo. Follamos, más tranquila y delicadamente, por supuesto por el coño, nada por el culo. Me pidió que me corriese en su boca y cuando terminó de tragarse mi lefa, relamiéndose, dijo –esta es la mejor medicina, esto lo cura todo- me dio un beso en la frente y me dijo:
- Ahora vístete y ve a recoger a los chicos antes de que vengan ellos. Yo me quedo, no quiero que mi hermana me vea. Diles que estoy muy cansada. Me voy a acostar. Por favor, tráeme a los niños ya cenados, sólo para que se acuesten.

Los días siguientes fueron más tranquilos, mi mujer terminó de aceptar y aplaudir con alegría la nueva forma de comportarse y de vestir de su hermana. Yo asumí el cambio que se había producido en mi vida y decidí aceptar que pasase lo que tuviese que pasar, confiaba en mi cuñada, toda su vida había demostrado con creces su absoluta discreción, suponía que seguiría igual, ahora más que nunca. No hubo más encuentros sexuales con mi cuñada hasta el sábado.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:43) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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