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Follando con mi cuñada 8

Relato enviado por : jagredmancha el 29/10/2011. Lecturas: 18078

etiquetas relato Follando con mi cuñada 8   Infidelidades .
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Resumen
no me cabía duda de que mi cuñada se las arreglaría para encontrar momentos y situaciones oportunos.


Relato
Tras la intensa experiencia del martes, el resto de la semana de vacaciones fue mucho más tranquila. Mi cuñada sufrió en silencio la recuperación de las secuelas físicas, pero se la veía radiante y feliz, con una alegría y simpatías desconocidas en ella y que a nadie pasaron desapercibidas. Incluso el viernes hizo algo que no había hecho nunca, pedirle a su hermana (mi mujer) que la acompañase a comprarse ropa, quería seguir renovando el vestuario y quería los consejos de mi mujer ya que “le gustaba mucho su estilo” (recodemos que siempre habían vestido totalmente distinto). A mi mujer le encante ir de compras, sobre todo de ropa, así que, por primera vez en su vida, disfrutó como una chiquilla haciendo algo en común con su hermana.
Yo disfruté unos días de lo más tranquilos, sin actividad sexual ni con mi cuñada ni tampoco con mi mujer (me piqué con la lectura de un libro y me acostaba tarde, cuando ella ya dormía).
El sábado era nuestro último día de playa, el domingo recogeríamos y volveríamos temprano para evitar los atascos y estar pronto en casa ya que tanto mi mujer como yo trabajábamos ya el lunes; mi cuñada se quedaba pues ella no tenía que trabajar hasta Septiembre y no tenía ningún día fijo de vuelta.
Preparados estábamos ya para ir a la playa cuando apareció mi cuñada en el coche con sus hijos. Pidió a mi mujer que se llevase ella a los chiquillos y a mí si la podía acompañar que tenía que llevar el coche a una revisión al taller. Inmediatamente supuse que no teníamos que ir a ningún taller, es algo que también está acostumbrada a hacer ella sola sin necesitar que nadie la acompañe, pero no puse la menor objeción, por si acaso, para dar más credibilidad a la excusa dijo que el coche hacía un ruido raro y que como no conocía ningún taller en esta ciudad necesitaba alguien de confianza (yo) que supiese algo de mecánica.
En cuanto nos hubimos alejado lo suficiente metí mi mano debajo de su falda haciendo a un lado las braguitas para tocar directamente su raja y su clítoris. Ella favoreció mis maniobras haciendo hacia delante su culo y abriendo las piernas lo que la conducción le permitía.
Le pregunté dónde íbamos, a su casa no podíamos, estaba su marido y en la mía tampoco, era más que probable que nos viese cualquier vecino y no teníamos excusa.
- Pensé alquilar una habitación de hotel, pero para tan poco rato no merece la pena, así que vamos a un descampado.
- ¡¡¿¿ A un descampado a plena luz del día ??!! … estas loca.
Pero la verdad es que la idea de pronto me excitó muchísimo, hacía casi 20 años que no lo hacía en un coche, cuando éramos novios y todavía no teníamos casa y a plena luz del día no lo había hecho nunca. Mi cuñada condujo alejándose de la ciudad por carreteras y caminos cada vez más estrechos. Yo pronto perdí la noción de dónde estaba y por supuesto que no tenía ni idea de por donde volver, ignoraba que mi cuñada conociese tales caminos de los alrededores ciudad, ella me aclaró que los conocía de cuando sale a hacer bicicleta.
Por fin llegamos a un rincón suficientemente apartado y resguardado, una montaña y unos árboles nos cubrían de ser vistos salvo por alguien que también se llegase hasta allí mismo y nos proporcionaban sombra que se agradecía ante el calor que hacía. Abrí la puerta pensando que nos pasaríamos a los asientos traseros para estar más cómodos, pero ella no quería perder tiempo, la verdad es que mi masaje por el camino ya le tenía el chocho chorreando y que yo también estaba totalmente empalmado, así que me retuvo con la mano y ágilmente dejó su asiento de conductor para montarse sobre mí, vestidos como estábamos, sacó mi poya por un lateral del bañador y se la clavó en el coño sin más preámbulos, abrazándome y besándome succionándome la lengua que parecía que me la iba a arrancar. Yo metí las manos bajo su camiseta y le desabroché el sujetador para tener libertad de movimientos sobre sus pechos dedicándome a masajear especialmente sus pezones.
Bajé una mano por su espalda llevándola por la raja de su culo hasta su orificio trasero, pero no llegué a tocarlo, me paré en seco recordando lo ocurrido el martes y que no sabía hasta qué punto lo tendría todavía herido. Ella separó nuestras bocas, paró su cabalgada y mirándome a los ojos preguntó
- ¿qué pasa cabrón, hoy te da asco mi culo?
Me cogió la mano que tenía en su culo y se la llevó a la boca, chupó y llenó generosamente de saliva mi dedo corazón hasta que consideró que ya estaba suficientemente lubricado y me ordenó que empezase con ese. Se lo metí con miedo, despacio, intentando que fuese una caricia. Ella aceleró la cabalgada sobre mi pene y yo no pude controlar ya mi dedo que de pronto noté que ya entraba entero, volvió a unir nuestras bocas y a tragarse mi lengua acelerando a tope su galopar, no pude evitar correrme y ella se estremeció aferrándose al asiento casi asfixiándome con sus pechos.
- No te salgas, quédate quieto y no me saques el dedo. Aún tenemos tiempo para otro y tiene que ser mejor.
Me dijo cuando recuperó un poco el aliento.
Pero no hubo tiempo para más, de pronto comenzaron a sonar nuestros dos móviles al mismo tiempo, entre la sorpresa y que aún estábamos orgasmados nos costó reaccionar, pero no tuvimos más remedio que hacerlo, a ella la llamaba su hermana y a mi uno de mis hijos.
- ¿Dónde estáis, os falta mucho? Tenéis que veniros al Hospital.
El hijo pequeño de mi cuñada se había caído en la playa y se había golpeado en la cabeza, en el puesto de la Cruz Roja le habían hecho la primera cura pero tenían que terminar de ponerle puntos, observarle y hacerle pruebas en el hospital. Ya iban de camino. Nos apañamos la ropa rápidamente, mi cuñada arrancó el coche y condujo con una velocidad que parecía que estábamos haciendo un rally, casi llegamos al hospital antes que ellos.
Lo del chiquillo no parecía nada grave pero los médicos decidieron curarse en salud y dejarlo en observación hasta el día siguiente. Su padre también acudió al hospital y como llegada la hora de dormir no se pusieron de acuerdo sobre quien se quedaba en el hospital y quien se iba a casa con su hermano, mi mujer les dijo que no discutiesen y que se quedasen los dos padres en el hospital que ella se llevaría al otro chiquillo y se quedaría con él. Como mis hijos ya tienen edad para dormir solos en casa yo me ofrecí a acompañar a mi mujer, así que llevamos al sobrino a su casa y cuando ya estaba en su cama nos acomodamos en el sofá.
Yo me descubrí una mentalidad pervertida que me daba miedo pero que no podía evitar. Sentado en aquel sofá no podía parar de pensar en lo sucedido allí mismo cuatro días antes y me excité muchísimo de forma que empecé a sobar a mi mujer.
- ¿Te quieres estar quieto? ¡Estás tonto!
No me podía estar quieto, la situación era de lo más morbosa, el sobrino dormía (o no) en la habitación de al lado, con la puerta abierta, cualquiera de mis cuñados podía abrir la puerta de la casa en cualquier momento, pero mi mente no podía parar de ver el culo de mi cuñada en aquel sofá y de imaginar el de mi mujer en la misma posición. Soy muy cansino, lo reconozco, y conozco los “puntos débiles” de mi mujer mejor que ella misma por lo que, poco a poco, conseguí vencer su muy razonable resistencia hasta conseguir tenerla a gatas en el sofá ofreciéndome la misma perspectiva de su trasero que cuatro días atrás tuve de su hermana. Apunté mi poya hacia su culo, pero en cuanto ella la notó en la entrada de su ano se echó hacia delante y mirándome con enfado exclamó
- Por ahí no, por delante y rápido y sin hacer ruido
El corte no quedó ahí, en ese momento el ruido de una llave en la cerradura nos hizo saltar, menos mal que llevábamos poca ropa y playera, mi mujer corrió con ella en la mano a la habitación de su sobrino, yo me puse la mía como pude. Mi cuñada había conseguido convencer a su marido de que era absurdo que pasasen los dos la noche en el hospital y que nosotros estuviésemos durmiendo en el sofá, así que decidió él ir a dormir a casa y hacerse cargo de su otro hijo. Mi mujer salió vestida de la habitación de su sobrino saludando a su padre y diciéndole que dormía tranquilamente.
Nos fuimos a casa, por supuesto, aquella noche ya no hubo más sexo, sólo la bronca y el morro de mi mujer recriminándome por cansino, salido y pervertido.
A la mañana siguiente el sobrino salió del hospital sin problemas y nosotros emprendimos el viaje de vuelta a casa como teníamos previsto. Durante el viaje mis pensamientos se dedicaron a imaginar cómo se las arreglaría mi cuñada para buscarme, a partir de entonces. La verdad es que no lo tendría fácil, mi vida habitual trascurre de casa al trabajo y del trabajo a casa y no hago salidas que no sean o con mi mujer o con mis hijos o con los tres. Pero no me cabía duda de que mi cuñada se las arreglaría para encontrar momentos y situaciones oportunos.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:34) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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