Nuestra protagonista de 15 años, desde que la folló su portero, no cesa de picarle la rajita y va a en busca de consuelo.
Relato
chica de 15 años joven es follada por su portero. Por el culo también.
En la soledad de mi habitación, recordaba el revolcón con Antonio. Realmente era repugnante tener aquel oso encima de mí sudoroso partiéndome en dos trozos de aquella manera tan brutal, pero mi rajita de tan solo recordarlo, se mojaba por momentos, que me estaba pasando? A mí aquello no me gustaba, me repetía a mí misma, no estaba bien y no se debería repetir, pero cuando me ponía mi nuevo tanga diminuto, no podía dejar de pensar en la tarde en la que perdí el virgo en manos de aquel obseso hará ya para 3 semanas. Desde entonces, me volví más solitaria, aprovechando cada momento para masturbarme, me metía toda clase de objetos para consolarme y acallar mi sed de ser follada, cualquier cosa antes que aquello, algo tendría que servirme, no? pero no, nada me dejaba tan satisfecha como aquella cosota grandota que invadia mi intimidad mas absoluta.
Desde aquel día, no había vuelto a bajar a la piscina por no encontrarme con Antonio el portero al que evitaba. Trataba de salir a la calle cuando él no estuviera de servicio para no encontrármelo, pero hoy bajaría a la piscina a darme un chapuzón y el portero, como si no estuviera, pero estaba, en su habitáculo de portero, poniendo el correo en los buzones, distraido, intenté pasar sin que me viera, aunque inconscientemente, deseaba que lo hiciera. quizas por ello, ese día no me puse el pareo, solo llevaba mi tanguita, pero estaba tan caliente esos días que habría ido desnuda. En mi mente calenturienta, me imaginaba sin ropa por las calles y todos los desconocidos se me follaban sin piedad, ese estado había propiciado Antonio en mí.
"Espera" oí tras de mí, era su voz ronca y aguardentosa, no había duda, que querría? que verguenza sentí al notarme húmeda con solo hablarme! me paré en seco y tan pegado a mí que podía sentir su polla en estado de erección absoluto, metió con descaro un dedo por el tanga. "Uhmmm, te siento húmeda, pequeña, es porque echas de menos a tu portero amigo? Te veo cada tarde meterte cosas en este agujerito e incluso has llorado de deseo, vente luego arriba, a mi casa, anda, que vamos a jugar. Ya sabes que yo juego fuerte"Le regalé un chorreón de líquido viscoso en su mano, me lo dió a lamer y cerrando los ojos de caliente, lo chupé. Me soltó y corriendo me fuí a la piscina.
No pude dejar de pensar en el episodio anterior sin que me mojara toda, sencillamente o me estaba volviendo loca o era una viciosa asquerosa, demasiado para mi edad, no imaginé que la vida estaba llena de aquellas cosas, no me apetecía nada ir con mis amigas, hablar de chicos e ir a las discotecas, a mí lo que me apetecía en realidad, si me oía a mí misma, era revolcarme con el portero y follar con él a todas horas, aquello me había gustado de veras, aunque no quisiera reconocerlo.
Mi madre intuyó que algo ocurría, yo no podía comer, estaba muy nerviosa, deseando salir corriendo a casa de Antonio, yo ya no podía màs. "mami, voy a tomar el postre con las chicas"(refiriéndome a mis amigas) "Bien, hija, pero antes come, si no, no te vas" así que como pude engullí el puré de verdura y un poco de pescado, para que mi madre me dejara libre por fín.
Vestida con un leve vestidito de tirantes y gran escote de alegres estampados y unas sandalitas cómodas. Debajo, llevaba un tanga blanco y como no necesitaba sujetador, nunca lo usaba. A través del telefonillo interior avisé a Antonio que subía para que me viniera a buscar al ascensor, ya que para subir a la portería necesitaba de una llave. Le esperé en la planta baja nerviosa y, en cuanto se abrió la puerta y me metí en él, comenzó a besuquearme con aquella lengua gorda y viscosa con la que jugueteaba con mi propia lengua sin ningun tipo de pudor. Le ofrecí mi conchita con las piernas bien abiertas, él se tuvo que agachar un poco, por el tamaño de su barriga para con la polla poder resfregarme y, aún con el pantalón puesto, podía sentira vigorosa moverse encima de mí. Me cogió en brazos, yo con mis piernas le rodeaba su gran cintura buscando aquel contacto tan ansiado y no parábamos de jugar con nuestras lenguas. De esa guisa entramos en su casa. Nada más entrar, me llevó al dormitorio. la cama estaba desecha, las sábanas amarillentas pero a mí nada me importaba, se me había ido la cabeza con la calentura. Antonio tiró de mi vestido hacia abajo, y, me echó a un lado el tanga, descubriendo una conchita hinchada de ganas de ser saciada y no se hizo esperar, noté su lengua gorda y babosa abrirse paso entre las paredes de mi coño, yo me retorcía del placer y gemía despavorida, estaba al borde de correrme cuando de pronto paró. Busqué con mis propias manos aquella polla que tanto ansiaba y no podía ni abrir la cremallera de su pantalón, él mismo me tuvo que ayudar. Respiraba entrecortadamente, estaba rojo y me sonreía "vaya, la nena hoy no dice no, verdad? la nena quiere que su amiguito le de su regalito" decía esto tocándose la polla de forma vulgar. Por fín la ví, tiesa, desafiante, toda para mí y sin dilación me la metí en la boca y mamé de forma golosa. Los dedos del hombre buscaban mi coñito hambriento y yo me abrí aún más si cabe, de piernas. Esa era yo, una quinceañera llena de vida y esta la tenía ante mí. Eso y no otra cosa era lo que yo quería, estaba salida perdida, para aquel tío yo no era una niña, como mis padres aún me veían, él me trataba como una mujer y me daba lo que solo una mujer puede recibir.
Se tumbó en la cama y me hizo ponerle mi coñito en la boca, de esta forma yo podría comerle la polla cuanto me diese la gana. Me encantaba sentir aquel bocado tan magnífico dentro de mi pequeña boquita. El me decía que se la mojara entera, pero como no me cabía en la boca, tenìa que hacer filigranas para poder ensalivarla por todo lo largo y ancho. Mientras mi coño lo tenía abierto completamente con las manos y su lengua me entraba y salía como si me estuviera follando. Yo estaba por las nubes y me corrí en su boca varias veces, pero cuando noté que su polla comenzaba a palpitar, Antonio me levantó de encima suyo y me colocó a mí bocarriba, abriéndome bien las piernas que yo a mi vez levantaba para facilitar más el contacto, levantó su barriga que puso encima de la mía y la noté, noté su polla caliente y babosa de mi boca, la notaba resfregarme en la puerta de mi conchita y aquel contacto me hacía vibrar de emoción y gusto. Lloré, estaba avergonzada de lo que estaba haciendo, pero a la vez me estaba corriendo viva, los orgasmos se me escapaban uno tras otro de mi joven y aun inexperto coño. Antonio tenía los ojos en blanco, la boca entreabierta y pensé que iba a desmayarse, de pronto... de pronto todo me daba vueltas, los ojos se me voltearon y me sentí morir, por fin! por fin me la había metido! pero que gusto sentía al tener aquel trozo de carne que me llenaba entera y me llegaba hasta la cintura! No quería que ese momento se acabara jamás y grité..."OH, QUE GANAS QUE TENIA" Entonces comenzó el vaivén y ya me quedé prácticamente traspuesta. El no paraba de follarme yo como ida entre jadeos susurraba, "más, más, dame más, por favor, más, no pares, no pares, dame más" y notaba que su polla iba y venía mas duro y fuerte. Nunca soñé que esa sensación exisitiera, eso era lo que iba buscando, follar como es debido, y, aún fué mucho mejor que la primera vez, que me pareció mucho más suave en relacíon a aquellos empujones infernales.
Pudo pasar más de una hora o un día entero, yo perdí la noción del tiempo y me quedé vacía cuando de pronto me la sacó. Me puse a llorar, no quería que me la sacara aún, Antonio como adivinando mis pensamientos me dijo "tranquila, aún no hemos empezado siquiera, que yo esta tarde no trabajo y podemos jugar cuanto quieras" Me dió media vuelta y me puso a cuatro patas en el borde de la cama. Mis tetas colgaban como campanas y, él desde atrás me las pellizcaba muy fuerte, casi haciéndome daño. Se situó tras de mí , de pié en el suelo y de pronto volví a notar su polla en la puerta de mi raja llena de flujos vaginales. Me agarré a la almohada que olía a rancio de no lavarla, pero para mí era como una balsa en un río revuelto, ya que si no me agarraba me caía con aquellos vaivenes que muy pronto volví a sentir. Cuando me metió la polla de nuevo, me sentí plena, así es como debía estar, cuando me la sacaba estaba vacía, y yo no quería estar vacía , queria que me llenara con aquel tronco maravilloso que saciaba todas mis ansias.
Me folló durante un buen rato, al tiempo que un dedo ensalivado se abría paso en mi culo. Hice ademán de quitarme, pero él me atrajo más hacia sí. "No te dolerá, tranquilita, porque hoy te irás de aquí hecha una mujer" Su promesa me hizo sentir mas cachonda y le entregué otro orgasmo más, el diez mil, por lo menos, yo había perdido ya la cuenta. Me sacó la polla de mi coño y noté el glande en mi culito, al tiempo que sus dedos ágiles, me abrian el coño y me seguían masturbando sin parar. Su polla grande se abrió paso de un solo golpe en mi culo. Grité, me dolió muchísimo y lloraba de dolor, aunque mi coño salvajemente masturbado mitigaba gran parte de la tortura.
"Mejor así, nena, toda de golpe, porque ahora ya no te va a doler nada, ahora será un placer maravilloso" y así fué. Primero despacito, suave, movìa su polla con sabios movimientos, luego mas aprisa. Sus dedos seguían masturbando mi coñito travieso y mi culo se moría de gusto con los apretones de su polla con movimientos cada vez más rápidos salvajes.
En una embestida brutal, sentí que el viejo me llenaba el culo de leche, me bombeaba como si me taladrase entre jadeos, tembloroso, me pellizcaba las tetas y el coño intermitentemente y me corrí casi a la vez con él.
Me sacó la polla del culo y caí de bruces contra la cama, cansada y dolorida, pero feliz, saciada y plena, pero él no acabó ahí, me metió la polla en la boca y pude comprobar que aún la tenía dura como el acero. Se tumbó en la cama y me obligó a sentarme encima de aquel falo inmenso siendo yo ahora la que le follaría. Estaba cansada, me sentía una muñeca rota, quería descansar y se lo dije "Tú has venido a ser satisfecha y no te irás sin saber con quien juegas, ya te dije, que apuesto fuerte" Sin saber por qué aquellas palabras me pusieron cachondísima y moví el culo buscando mi propio placer, buscando aquella polla que me entraba toda y casi podía sentir que me saldría por la boca.
Le cabalgué durante un buen rato y cuando estuve a punto de correrme otra vez, me sentí llena de leche de nuevo, esta vez en mi rajita. Caí sobre él que no paraba de besarme y de decirme "eres una diosa, maravillosa... nena... que rica estás" y de esta manera me quedé dulcemente dormida entre los brazos de mi portero.
Una quinceañera caliente, logra lo que tanto ansía: descubrir que el sexo va mas allá de meterse tímidamente un dedito. Su portero le dará una dulce lección.
Relato erótico enviado por euterpe el 11 de October de 2004 a las 10:03:00 - Relato porno leído 196085 veces