Mi instinto fue superior a mi inteligencia y a mis valores al encontrarme solo, sin premeditación alguna, con aquella chica vecina.
Relato
FRENTE AL TELEVISOR
Hace aproximadamente seis meses que, buscando nuevos horizontes, mi madre y yo emigramos de un pueblo de la provincia del Norte de México a la cosmopolita y bellísima ciudad de Guadalajara, capital del occidental estado de Jalisco.
Soy hijo único. Me llamo Javier. Mi madre es abogado con especialidad en derecho penal. Papá murió repentinamente cuando yo tenía 12 años, o sea hace ya 7 años, porque actualmente tengo 19 y curso mi carrera de médico general en la Universidad Autónoma de Guadalajara.
El trabajo profesional de mamá nos permite vivir desahogadamente en un céntrico apartamento en un edificio en condominio.
Las costumbres de nuestra gente son la buena comunicación y respetuosas relaciones con los vecinos del edificio donde vivimos. Ahí, rápidamente hice amistad con otros jóvenes que compartimos si no la misma carrera, si el mismo edificio y la misma universidad.
Siempre me he considerado un joven centrado, serio, sano, de buenas costumbres, responsable, y aunque sea impropio que yo lo diga, desde mi adolescencia y sin ser un adonis, he sido muy perseguido por las muchachas.
Desde bachillerato y en mi primer año de mi carrera profesional, con cinco amigas he llegado a la intimidad; de éstas, para dos, he sido su primer hombre. Pero esa es otra historia.
Ahora quiero narrar lo que me pasó con Doris, una simpática chiquilla de 12 años, vecina de nuestro edificio y hermana de mi amigo Christopher, con quien seguido comparto el balón de foot-bol, deporte preferido de los jaliscienses y de muchos mexicanos.
La puerta de nuestro departamento coincide con las puertas de otros tres que están junto al nuestro en el piso tercero del edificio.
Justo en la puerta frente a la nuestra viven Doris y Christopher, que son respectivamente, la menor y el mayor de cuatro hermanos. Al igual que mi mami, los papás de ellos trabajan, por lo tanto, casi todo el día nos la pasamos solos. El hecho que nuestros padres nos hayan inculcado principios y valores como el respeto, la unidad, la responsabilidad, etc., nos ha llevado a obrar en consecuencia.
Sin embargo, estoy seguro que el instinto es algo que los seres humanos traemos con nosotros y nos lleva, a veces, a una actuación quizá diferente a la esperada, al menos la trazada por nuestra inteligencia y costumbres.
Lo digo por los acontecimientos que narro a continuación:
Una mañana, debido a que estábamos en período de exámenes, salí de la universidad más temprano de lo debido. Sin tener nada que hacer, me dirigí al departamento con el fin de dormir un rato para reparar la desvelada que me había quedado al preparar la evaluación (que acababa de presentar) hasta las primeras horas de la noche inmediata anterior.
Al llegar a mi departamento me doy cuenta que Doris estaba sentada en el dintel de su puerta, frente a la mía, ya que también, por estar en período de exámenes, había regresado de su colegio más temprano que de costumbre, pero no podía entrar porque había olvidado su llave en su otra chamarra.
Iniciamos una charla informal:
Hola, Doris, buenos días…. ¿qué haces tan sola y tan triste?
Buenos días, Javier… salí temprano del cole pero al llegar me encuentro con que no traigo llave y no podré entrar hasta en la tarde que regresen mis hermanos.
¿Y por qué saliste tan temprano?
Estoy en exámenes del semestre y pues… las clases se han suspendido; solo presentamos la evaluación y nos regresamos. Lo malo es que tengo que estudiar para el examen de mañana y no podré entrar.
¡Órale..! ¿y que examen tienes mañana, Doris?
Mañana me toca "naturales" y la verdad, no se cómo le voy a hacer.
No te preocupes… si gustas pasa conmigo a mi depa; te prestaré mis libros de "naturales" de secundaria y así estudias mientras llegan tus papás o alguno de tus hermanos.
Doris pasó conmigo a mi departamento y los dos nos fuimos de frente hasta mi recámara, donde tengo mis libros, mi escritorio, mi computadora, mi televisión, mi música… o sea, es mi espacio.
Me dispuse a buscar mis libros de secundaria de "naturales". Encontré 2 o 3 y con muchísimo gusto se los facilité a mi vecinita.
Mira, Doris, tengo estos tres textos. Es posible que te sirvan.
Si, claro.
Si tienes alguna duda, me preguntas, a la mejor por los estudios de mi carrera te puedo ayudar con tu materia de naturales.
Gracias, Javier. Espero no causarte molestias.
No, para nada… por favor no digas eso.
Dejé a Doris sola un momento y me fui a la cocina a buscar algo de refresco que ofrecerle. Volví con un vaso de coca-cola que le puse en mi escritorio, donde ella se sentó, a un lado de los libros que le acababa de prestar.
Doris… ¿Qué tema están viendo en "naturales"?
Las últimas clases que tuvimos el maestro nos habló de aparato reproductor del hombre y la mujer. Han sido clases un poco fuertes y a algunas de mis amigas les da pena que se traten estos temas delante de los muchachos.
¿A ti no te da vergüenza?
No. Creo que no.
Pues en realidad es algo muy natural y no tiene por qué darte pena.
Sin embargo noté que Doris se sonrojaba un poco, por lo que opté por no continuar la charla.
Me ocupé de otras cosas sin dejar de observarla de reojo: buscaba por acá, luego esculcaba más allá, me salía de mi recámara y desde la cocina veía como empezaba a tocarse con discreción. Mi instinto empezó a ser más fuerte que mi inteligencia.
Volví a mi recámara. Pude ver que Doris tenía frente a si una página donde se mostraba a plenitud el aparato reproductor, tanto del hombre como de la mujer.
Javier….
Si, Doris, dime…
¿estudias medicina, verdad?
Si… ¿por qué?
Hay algunas cosas que no entiendo del todo… me podrías explicar.
Claro… ¿Qué es lo que no entiendes?
Me senté junto a Doris con el fin de ver ambos la página del texto y que ella me indicara cuáles eran sus dudas.
¿Siempre que una mujer tiene sexo, es muy doloroso?
No. Generalmente sólo la primera vez puede ser un poco molesto y puede haber poco sangrado, pero después ya no es así.
¿Y todos los hombres tienen su pene grande?
Pues hay diferentes tamaños, pero el tamaño promedio es de 12 a 15 cms. Hay otros más pequeños y otros más grandes. Quizá para ti en este momento sea difícil entenderlo, pero así es.
¿Puedo decirte, Javier, algo muy íntimo, muy personal y me guardas el secreto?
Claro. Puedes confiar plenamente en mí.
Me da pena decirlo, pero yo ya no soy virgen.
¿Cómo?, ¿ya has tenido relaciones con algún chico?
Si. Desde que yo tenía 10 años he practicado el sexo.
En este momento sentí como la mano de Doris me tocaba mi entrepierna buscando mi miembro, que a estas alturas estaba más duro que un riel de ferrocarril.
Abracé por la cintura a aquella niña y la atraje hacia mí y empecé a besarla en los labios, en el cuello… a estrujarla, mientras poco a poco la desnudaba.
Ella no oponía ninguna resistencia. Todo lo contrario. A sus 12 años era una experta en estos ardides del sexo.
La tomé y la levanté en mis brazos y la llevé a mi cama.
Sus senos aun eran muy pequeños, estaban duros y rojos. Los succioné mordiendo levemente sus pezoncitos.
Doris jadeaba y suspiraba pidiendo más.
Metí mi mano bajo el elástico de su bikini. Su vello púbico era escaso. Apenas brotaban los pelitos.
Bajé su bikini y quedó totalmente desnuda.
Abrió sus piernitas y pude tocar con mis dedos la abertura de su vagina. Verdaderamente esta niña ya había perdido su virginidad. Mis dedos entraron fácilmente en su interior que estaba ya totalmente húmedo.
Sin dejar de abrazarla, de besarla, de morderla levemente los lóbulos de sus orejas, su cuello, sus pezones pequeñitos, me fui desnudando.
Cierto que por mis estudios de anatomía sexual sabía que los penes tenían la medida promedio que hacía un momento le había dicho a Doris, en mi caso la regla era punto y aparte: la naturaleza me había dotado de 22 gruesos centímetros que estaban durísimos y a punto de estallar.
¡Oh, Javier… tienes una verga inmensa! Nunca había visto algo así.
¿Te gusta?
Si.
¿Quieres que te la introduzca?
Ssssiiiiiii
Se recostó Doris con sus piernas bien abiertas y me llamó a que la abrazara poniéndome yo sobre de ella.
Mi verga apuntaba a su hoyito, y terminé por ensartarla lo más rápido que pude, hasta que sentí mis pelos pegando en sus labios vaginales.
Verdaderamente la niña era una experta en el arte del sexo. ¡Vaya sorpresas que da la vida!
Inicié el mete y saca que Doris correspondía moviendo su pelvis de manera espectacular. Se la dejaba ir hasta el tronco con furia y casi la sacaba toda. Así estuvimos durante un tiempo hasta que la inundé con mis chorros de leche que tiré con una fuerza descomunal por lo excitado que me encontraba.
Mi verga seguía dura dentro de ella, que había quedado exhausta. Por un momento pensé que se había dormido, pero no. Estaba agarrando nuevos aires.
Sin decir nada me invitó a sacarla de su vulva caliente y muy mojada.
Me recostó y se subió sobre de mi jineteando ensartada como si fuera la última vez que fuera a tener una verga en su panocha.
Por toda la leche que había tirado, esta vez duré más en correrme, pero volví a hacerlo una vez más mientras que ella se corrió dos veces.
Así pasamos esa mañana, que fue el inicio de una relación que hemos durante varias semanas.
Doris se retiró a su departamento y yo me quedé profundamente dormido reparando mis fuerzas para el día siguiente.
relato verdadero de como conoci a una nena de 12 años y en una noche en que su madre la deja sola, ella se convierte en una mujer, y le queda gustando!
Relato erótico enviado por Pezebre el 01 de November de 2005 a las 06:21:07 - Relato porno leído 574513 veces
Hola mi esposa y yo llevamos 5 años de casados y tenemos un hijo de 3 años ella tiene una hija de su antiguo matrimonio, de ella es de quien les voy a hablar ,
Todo comenzó un día que mi esposa tuvo que ir a su trabajo y yo tenia descanso
Relato erótico enviado por Anonymous el 02 de July de 2008 a las 16:37:40 - Relato porno leído 202756 veces