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GATA

Relato enviado por : Anonymous el 18/06/2009. Lecturas: 3402

etiquetas relato GATA .
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Resumen
Sus gemidos eran de un placer tan grande que yo empecé a arder, caliente. En ese instante me dejé llevar mientras meneaba mi cola para la cámara, me acerque al palo de la silla y me lo empecé a frotar sensualmente por el ano. La gata gemía, yo veía al gato que la montaba y la mordía, el palo se me metía. Corrí apenas la bombachita y entró, me senté un poco más fuerte sobre él para que entrará más. La gata acababa lentamente y el gato la soltó, ella se dio vuelta con un grito desesperado para arañarlo, desgarrada por la pija que salía. Yo acabé con espasmos mientras me salía de mi amante imaginario. La gata se frotaba la vagina, sensual y dolorida por el piso fresco de la terraza.


Relato
Lo que pasó ese día mientras estaba frente a la cámara de la compu fue que la gata que siempre para en la terraza que da a mi ventana estaba cogiendo. Sus gemidos eran de un placer tan grande que yo empecé a arder, caliente. En ese instante me dejé llevar mientras meneaba mi cola para la cámara, me acerque al palo de la silla y me lo empecé a frotar sensualmente por el ano. La gata gemía, yo veía al gato que la montaba y la mordía, el palo se me metía. Corrí apenas la bombachita y entró, me senté un poco más fuerte sobre él para que entrará más. La gata acababa lentamente y el gato la soltó, ella se dio vuelta con un grito desesperado para arañarlo, desgarrada por la pija que salía. Yo acabé con espasmos mientras me salía de mi amante imaginario. La gata se frotaba la vagina, sensual y dolorida por el piso fresco de la terraza.
Cuando edité el video me gustó y lo colgué en el blog junto a los anteriores. De nombre le puse “gatita”. En verdad, nunca había llegado a tanto. Hasta ese día ponía mi culo frente a la cámara y meneaba suavemente las caderas con pantalones ajustados o minifaldas y medias con liguero. Yo sabía que los que veían se calentaban porque me mandaban notas al blog diciéndome que se les paraba, que se masturbaban calientes con mi cola y mis piernas, así que en el video siguiente iba un poco más lejos y me sacaba los pantalones o me subía sensualmente la pollera para mostrar tanguitas pequeñas, un día me acaricie con los dedos la raya y el ano pero no había pasado de ahí, de las fantasías que provocaba en mis ocasionales espías.
Tengo 22 años y peso 60 kilos repartidos en 1,74 de altura. De chico siempre le decían a mi mama que era lindo como una nena. Recién a los doce me empecé a transformar frente al espejo con la ropa de mis hermanas mayores. Me gustó lo que vi y me dio siempre mucha culpa. Con el tiempo fui asumiendo que no podía reprimir mi deseo, los impulsos que me llevaban a esa chica flaca y con un culo perfecto que me devolvía el espejo.
Hace un año colgué un espacio en la red sin mostrar la cara, ya puse seis videos, y en todos siempre aparecían los comentarios elogiosos de Andrés. A diferencia de los otros, no era grosero para decir que enloquecía con mi cuerpo, no era como los del estilo de ¡cómo te rompería el culo!. No, Andrés era diferente. Aunque nunca le había contestado, sabía que me miraba seguido y al instante me mandaba un comentario hermoso. Empecé a pensar en él cuando armaba mis escenas del blog. Esa noche de la gata yo sentía que era Andrés el que me entraba y yo la gata que gemía de placer con su pija en mi cola. Como era de esperar me llovieron tipos que se proponían para hacer de mi culo un estropajo entre sus vergas. Yo esperaba lo que diría Andrés pero durante días permaneció callado. A la semana apareció un comentario pidiéndome que cateáramos y me proponía una dirección para entrar en contacto. Al final del mensaje hubo algo que me encantó, me decía “caliente, tu gato en el tejado”. Me atormentaba decidir si iba a pasar de las fantasías al acto mismo de ofrecer mi cola para que la comiera un tipo de verdad. Después de un tiempo decidí que si, que quería conocer a Andrés.
Estuvimos un par de meses chateando y contandonos nuestras vidas, incluso lo vi en su cámara de la computadora, 25 años pelo largo, atlético pero no gimnasta sino más bien normal. Tenía cara de buena persona y unos ojos miel que me ablandaban. Nos fuimos calentando con las palabras, de a poco. Si no estaba convencido, las charlas con Andrés me fueron disipando las dudas. Si iba a salir del closet quería que fuera con él, asi que cuando me propuso que nos viéramos en el departamento de un amigo, aunque al principio opuse resistencia, días después le escribí que quería hacer el amor con él, que era mi primera vez como chica, que tenía miedo. Andrés me tranquilizó con palabras suaves y entradoras. Así que me preparé. Me depilé todo el cuerpo, especialmente la cola y los genitales, acordándome de la gata de esa noche. Preparé toda mi ropa y cosméticos en un bolso y fui a la cita que me dio para el encuentro.
Casi era de noche cuando nos encontramos. Me dio un beso en la mejilla y si pensó que era raro verme sin maquillaje y como chico, nada dijo. Era un poco más alto de lo que había imaginado, reconozco que me gustaba, que era lindo. Pensé en lo que estaba por hacer y una sombra de duda me asaltó. Lo veía a mi lado caminando con energía y empece a pensar en sus caricias, en sus manos tocándome, en esa boca que en un rato me iba a besar. Yo tenía que demostrar que no tenía miedo, aunque por dentro estaba aterrado. Me calmé un poco, en el trayecto apenas hablábamos una palabra, yo simplemente lo seguía. Llegamos a una casa de esas con pasillo y varios departamentos con patio. Encerrado en mis ensoñaciones no tenía idea de donde estabamos. Me tomó del brazo y me hizo entrar por la segunda puerta del pasillo. Subimos una escalera al piso superior en el que había dos habitaciones y un baño.
–Ponete linda-, me dijo, y yo entré al baño y cerré. Acomodé todo lo que traía y me pinté y me peiné. Me tomé todo el tiempo del mundo y él no se apresuró, no me llamaba aunque yo creo que pasaron como dos horas hasta que sentí que estaba listo.
El espejo me devolvió la imagen de una morocha increíble vestida para la guerra, botas con taco aguja, medias de red con ligas, una minifalda negra tableada y una blusa sexy. Tenía pulseras, anillos, aros, la tanga me acariciaba la ranura de la cola. Me veía bien, sentí que era la gata del tejado, estaba caliente.
Cuando salí, su cara se transformó, se sonrió y me miró de arriba hasta abajo. Era evidente que le gustaba. Me esperaba con dos tragos, charlamos, tomamos. Al rato estaba mareada y suelta, lo único en que pensaba era en que me iban a coger. De repente me di cuenta de que su boca avanzaba hacia la mía y una lengua tibia me atravesó los labios para juguetear con la mía. Sus brazos me rodearon por la cintura y los míos, abandonados, rodearon su cuello. Flotaba cuando sus manos me acariciaron lentamente la cola, hasta que fue hacia el medio y me acarició entre las nalgas con el dedo mayor. Sus dedos rozaban mi entrada. Empece a mover las caderas, caliente, lancé un gemido. Ya sin reservas, le empecé a desabrochar la camisa mientras me besaba los hombros desnudos. Le desnudé el torso y una de mis manos fue a dar a su bragueta para comprobar lo hermoso que era que la tuviera parada y dura, así que le baje los pantalones y los calzoncillos para descubrir su carne y empezar a chuparla con deleite. Para que mirara, además, le movía el culo como pidiendo pija. –Así, putito-, me decía. –Movete así-, -¡Cómo la chupás!-, -¡Qué puta que sos!. Mi mano derecha agarraba el tronco para guiarlo a la humedad de mis labios y mi mano izquierda le acariciaba los huevos. Un suave liquido viscoso inundó mi lengua mientras la pija desaparecía llenando de carne mi boca. Me empujó para que saliera y como ya quería que entrara en mi me arrodillé al costado de la cama y me acosté boca abajo dejando mis piernas colgando mientras levantaba el culo para ofrecérselo. Me levantó suavemente la pollera y me acarició la raya con la palma de la mano, sus dedos buscaban el agujero del ano y me hacían estallar de placer. Despues supe que me estaba encremando. Me acordé de la gata, yo era la gata y empecé a gemir. Mi primer grito fue cuando entró y me lleno el culo hasta el tronco. Se quedó un ratito quieto y empezó a bombear adentro y afuera con suavidad. Se acostó sobre mi y empezó morderme la oreja, a besarme la espalda mientras sus manos buscaban las tetas. Así estuvimos un rato interminable y feliz. De repente empezó a moverse más rápido entrando y saliendo hasta que sus huevos golpearon rítmicamente contra los míos. Gocé tanto que acabé mojando las sábanas y moviendo mi culo de abajo arriba para ayudarlo. De repente lanzó un fuerte gruñido, un aullido interminable, mientras yo sentía un calor tibio que se desparramaba en mis entrañas. Se quedó quieto, aunque una serie de espasmos hacían que volviera a entrarme por momentos. Cuando la sacó me dolió como a la gata. Gemí y me quedé así, gozando, mi culo abierto y satisfecho. Andrés se fue a lavar.
Al rato, más tranquilos, pudimos seguir charlando y riendo de lo que había pasado. Yo me retoque la pintura de los labios. Al rato me estaba tocando otra vez la pierna con leves caricias. Yo hice lo mismo. Fue una noche increíble e interminable. La segunda vez acabó en mi boca.
Ya no tengo blog, ahora cuento mi historia para vos que la estás leyendo, para que te calientes con mis piernas largas y mi culo redondo, y si te masturbaste pensando en mí, mi deseo estará satisfecho. Te mando un besito. Ponelo donde quieras. Tu gatita.

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Comentarios enviados para este relato
tempest (26 de July de 2009 a las 08:39) dice: me encantaria conocer a una gatita como tu, me encanto tu relato.

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:23) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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